Los indígenas del TIPNIS son “peones” en su propia tierra

Página Siete 


Los indígenas del TIPNIS son “peones” en su propia tierra

Los colonos de la zona contratan a las mujeres y adolescentes indígenas para que cosechen la coca; y a los hombres los emplean en el chaqueo.

Los indígenas del TIPNIS son  “peones” en su propia tierra
Un indígena calma su sed con el agua de un arroyo que pasa cerca de un cocal. Fotos: Álvaro Valero/ Página Siete

 Beatriz Layme  / Enviada especial al TIPNIS

Muy temprano, Joaquín, un joven mojeño trinitario de 17 años de edad, sale de su casa cargado varias bolsas de plástico, aquellas de quintal que  se usan para azúcar, harina o arroz. Apresurado se abre paso entre la maleza y luego de caminar cerca de 45 minutos    pone manos a la obra: comienza a arrancar las hojas de coca para ganarse  unas buenas "fichas” (monedas).
El indígena estima cosechar entre 90 a 100 libras de la hoja de coca para que don Martín, dueño del cato,  le pague 200 bolivianos. El contratante es  un  colono que llegó hace 15 años al Polígono 7, zona del TIPNIS.
 El pago por libra de coca cosechada es de dos bolivianos si el cato no está en una zona alejada; pero si se ubica a  una distancia considerable el precio por libra sube a  tres bolivianos. Según los indígenas, por día cada uno logra cosechar hasta 120 libras. 
El dinero que gane -cuenta  Zacarías esperanzado-  le permitirá comprar  artículos que necesita:  sal,   una pequeña radio y hasta  un "aprieta pecho” (alcohol).
Como Zacarías, cada tres meses -tiempo en que un arbusto de coca vuelve a llenarse de hojas-, varias mujeres y jóvenes indígenas acuden a la convocatoria de los colonos,  quienes requieren la mano de obra de los originarios.
"Ellos siempre buscan a los indígenas, a nosotros. Por la necesidad de la economía nosotros cosechamos la coca. Ahí ganamos según lo que saquemos, pueden ser 100 libras, hasta 120 libras, dependiendo el cosechador; por libra nos pagan dos bolivianos, tres bolivianos”, relata Zacarías, quien tiene la mejilla hinchada por el bolo de coca que saborea lentamente.
Si   jóvenes y mujeres hallan trabajo en  la cosecha de la hoja de coca, los hombres indígenas son contratados por los colonos para el chaqueo (limpieza de terrenos de la cobertura forestal y vegetal) para nuevos cultivos. Por este tipo de trabajo,  el colono paga por día entre 50  y  100 bolivianos por persona. 
"Los colonos no se conforman con un cato, ellos siempre están sembrando más allá de sus lotes, más adentro del bosque. El colono no está en un solo sindicato, tienen cuatro o cinco lotes, mientras nosotros, en un sólo lugar”, cuenta María Luisa,  indígena yuracaré madre de 12 hijos, dos de ellos están en Trinidad y uno en Santa Cruz.
En el Polígono 7 del TIPNIS se crearon los  sindicatos de cocaleros: Isiboro, Patiño, Puerto Patiño, 1º de Mayo, Bolívar, Aroma, Icoya, Paraíso, Moleto, Ichoa.  Éstos  se conformaron a la par de las comunidades indígenas  Limo, Sasarzama, Santísima Trinidad, San José de la Angosta, Fátima de Moleto, El Carmen, 3 de Mayo, Puerto Pancho, Puerto Beni, entre otras.

María Luisa, quien saluda en yuracaré -su idioma madre- a su amiga  Nieves, con tristeza e impotencia cuenta que su familia está sometida al sistema  de los colonos. Por eso, dice, su esposo y ella se ven  en la necesidad de trabajar con el fin de tener algo de dinero para comprar hasta carne.
"Nosotros nos preocupamos más por la alimentación. No nos preocupamos de tener un negocio. No decimos que la plata no sirve, nos conformamos con lo material, nuestra gran preocupación es tener algo que comer . Como ya no hay mucho para pescar ni cazar, no nos queda otra cosa que trabajar para tener un poco de dinero”, comenta María Luisa. Vive en una pequeña casa de madera, donde cuelga una hamaca    y a un costado detenta unas tablas  que hacen de catre.
Es irónico para los indígenas verse como peones en su propia tierra, "en su casa grande”, porque -cuentan- ahora la pesca y caza ya no es tan fructífera como antes.
Es por eso que algunos originarios decidieron ingresar a regiones más cercanas  al corazón del TIPNIS, con el fin de continuar con su vida "en armonía” con la naturaleza. 
Los indígenas cultivan coca 

Algunos indígenas de las comunidades de Santísima Trinidad y Moleto, entre otras, cultivan  coca para tener mejores ingresos y dejar de ser  peones de los colonos. "Nosotros sembramos un pedazo, sacamos un paquete, dos paquetes”, admite Miguel, mojeño y  veinteañero.  
¿Dónde venden la coca que cosechan?  "Algunas personas que vienen nos compran la hoja  y por libra nos pagan entre 30 y 35 bolivianos”, informa  tímidamente Miguel.
Según el relato de algunos colonos que viven en  Bolívar, Patiño y  Santísima Trinidad,   para evitar gastos de pasajes los productores venden la hoja "a un buen precio a la gente que busca”. 
"A la zona vienen a comprar la coca, pero no sabemos dónde la llevarán, será a Cochabamba o para un trabajo ilícito, desconocemos dónde se la llevan. Pero siempre hay compradores, si no se lleva la cosecha a Aroma, allá hay un galpón donde están los compradores de coca”, señala Cristóbal Choque, oriundo de Potosí que llegó al Polígono 7 hace 25 años.
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La historia del territorio  indígena Isiboro Sécure
  • Protección.- Mediante el Decreto Ley del gobierno del general René Barrientos Ortuño, desde el 22 de noviembre de 1965 hasta 1990, el territorio donde hoy viven los yuracaré, mojeño trinitario y chimane se conocía bajo la sigla PNIS, Parque Nacional Isiboro Sécure. 

  • Gestión.- Un explorador de nombre Hans Hoffman y un misionero jesuita, ambos vinculados a las comunidades indígenas, fueron los que concibieron la idea de tramitar ante el Estado la delimitación de un lugar de refugio para las comunidades indígenas ante el avance de los colonizadores, migrantes de Potosí en su mayoría, informa la investigadora Sarela Paz.

  •  Línea Roja.- El 24 de septiembre de 1990, el entonces presidente  Jaime Paz Zamora sancionó el decreto  22610, que reconoce al parque  como territorio indígena de los pueblos mojeño trinitario, yuracaré y chimán.

  •  Titulación.- En 1990 el presidente Jaime Paz Zamora le entregó su "certificado de nacimiento” como territorio indígena y parque nacional. Siete años más tarde, en 1997, los yuracaré, mojeño trinitario y chimane recibieron un único título de propiedad colectiva, que convirtió su tierra y sus bosques en Tierra Comunitaria de Origen (TCO), recopiló el periodista Gustavo Guzmán en su libro La Marcha.  

  • El Polígono 7.-  Es la zona colonizada del TIPNIS. Está dividida del resto del área protegida y TCO por el trazo imaginario que la población denomina la "línea roja” . En el  Decreto Supremo 22610 y acuerdos, los  campesinos se comprometieron  a no sobrepasar el límite.



Obligados  a afiliarse a un sindicato 

Algunos indígenas del TIPNIS dejaron de ser peones de los colonos y se dedicaron a cultivar por su cuenta la hoja de coca. Pero para poder comercializarla se vieron obligados a afiliarse a un sindicato cocalero del Polígono 7.
Esto provocó que los originarios "se despojen” de su forma de vida. Ingresaron al ritmo económico de los colonos, afirma la investigadora Sarela Paz.
"La forma económica de los colonos ha cambiado la vida de las familias indígenas que ya es compleja, no es nada fácil porque tienen que enfrentar mucha presión interna. Están viviendo demasiada tensión respecto al proceso de cambio que impulsan los colonos”, sostiene Paz.
Señala que en los años 80 los indígenas en su pleno eran peones de los colonos. Ahora algunos producen  hoja de coca y se ven obligados a tener una forma de vida similar a la de los colonos, sindicalizada.
Una de las razones por las que el indígena pierde su identidad -asegura la experta- se debe al  gran flujo de migrantes, resultado  de la extrema pobreza y la denominada relocalización de los mineros. 
Nota de dirección


A partir de hoy y en varias entregas, Página Siete presentará a sus lectores una serie de reportajes realizados por la periodista Beatriz Layme y el fotógrafo Álvaro Valero, quienes durante una semana estuvieron en el territorio del TIPNIS.
El objetivo de este viaje fue conocer de cerca y de la voz de los habitantes de este lugar, donde el Gobierno ha decidido construir una carretera, su opinión sobre este proyecto. Asimismo, describir su forma de vida y el estado de las obras que ya se han empezado a desarrollar.
El viaje, que se irá presentando en estas notas, se realizó en el marco de una estrecha vigilancia de los colonizadores asentados en el Polígono 7, que es un amplio territorio por donde atravesará la vía. 
Los periodistas de Página Siete recorrieron las diferentes comunidades del Polígono 7 y también se adentraron a la TCO -que se encuentra posterior a este sector- para visitar cuatro comunidades indígenas.
La prensa no tiene acceso al territorio del TIPNIS y cada visitante es interrogado antes de ingresar, por ello, nuestros periodistas entraron como ciudadanos comunes. Ante la estrecha vigilancia que se advierte en el lugar, el registro fotográfico y de imágenes de los reportajes es limitado. Se han cambiado los nombres de los entrevistados para proteger su seguridad.
Isabel Mercado, directora de Página Siete.

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