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Mostrando entradas de marzo, 2022

Genealogía del terrorismo de Estado

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Crítica de la guerra

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El vocero melancólico

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El vocero melancólico   Sebastiano Mónada            Suspendido en el aire embravecido dice que es un clima pacífico. Levitando como espectro o fantasma  cree que esa ilusión es la realidad, tampoco tiene que ver con el karma. Es síntoma de enajenada ansiedad.   Delirando en la reórica política  supone que todo ocurre en el auditórium, que se trata de una pose ecléctica, de colocarse arteramente como médium, que es cuestión de convencimiento, que los hechos se soslayan y no cuentan, entonces manipular las cartas sin argumento. Encantamiento donde las verdades mutan.   Cuando el substrato ha desaparecido, los cimientos se han hundido en profundidades del olvido, queda la fachada de la arquitectura enclenque, el oxidado techo, el sucio tejado y el revoque, cáscara vacía sin pulpa ni semilla,  tampoco textura alguna que se degusta.   El mundo desaparece en el espectáculo, el cinismo adquiere carta de ciudadanía, las promesas se quedan en el preámbulo, los voceros y gobernantes muestran su

Los asesinos del porvenir

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Los asesinos del porvenir    Sebastiano Mónada                    Sus ojos ven la destrucción de ciudades y los recurrentes genocidios brutales,  el pavoroso panorama de la guerra,  abismo donde la humanidad se entierra empero, ellos no miran nada.   Sus oídos escuchan la retórica cínica de los estrafalarios gobernantes, el discurso prepotente de la tiranía, enunciación de políticas crepusculares, la emisión vacía de la casta política, pero ellos no entienden nada.   Hacen de oídos sordos y de ojos ciegos. Son muchedumbres de zombis, sin embargo y por encargo se consideran aristocracia de adonis,  voceros de la inercia abrumadora, del dócil comportamiento y la conducta institucionalmente educada,  que, persistente, disciplina y doméstica.   Para estos hombres, defensores de jerarcas, postrados en la arcaica herencia inaudita  de las milenarias vernáculas dominaciones, desbordadas como abigarrados aluviones, cuya circunscripción de realidad se limita  al estrecho círculo vicioso de sus

Paradoja del dogmático

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Paradoja del dogmático  Sebastiano Mónada    Se invisten con el ropaje de héroes muertos, ocupan el lugar del fantasma convocado  con los rituales y ceremonias de nuevos sacerdotes, melancólicos revolucionarios de pacotilla Hacen lo contrario de los héroes recordados, que se inmolaron por la libertad y la justicia. Reclaman la dominación absoluta, son los portadores del fuego santo. Se ungen como el Gran Hermano de Orwell. Padecen el duelo eterno del martirio, recurrente calvario del Gólgota. Misa y sacrificio simbólico  a nombre  del hijo del hombre. La religión retorna con la política de montaje y de espectáculo. Celosos patriarcas reclaman permanentemente reconocimiento. Enarbolando prestigio ungido  justifican  aberraciones cometidas  por personajes histriónicos, retorno intermitente del totalitarismo. Son portavoces del oscurantismo, pero,  se pretenden herederos del iluminismo, de lo que queda solo el recuerdo. Su verdad sacerdotal es pregonada en calles. Convocan a nuevas cruzad

Canto fúnebre

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Canto fúnebre   Sebastiano Mónada                    Jerarcas, aposentados en prepotencia desbordante. A su vez, en plena lobreguez, sostenida sobre cimientos falsos, sujetando cuerpos sin huesos; sin embargo, demoledora arma de martirio, descargada compulsivamente hasta el delirio, contra las poblaciones que padecen la guerra, ensombreciendo el panorama que aterra.   Gobernantes de cadáveres,  inhumados en cementerios; ciudades de muertos, cayendo en el despeñadero, silenciadas por misiles, ojivas implacables.   Filas de niños huyendo con sus madres a un destino incierto, recorriendo tránsito efímero. La atrocidad de la guerra los persigue  a donde vayan donde sus vidas se diluyen. No hay huida posible.   Mientras los jerarcas dan a conocer  la retórica del desfallecer, sobre el Apocalipsis que desataron como el incendio de Nerón. Los pueblos padecen sus juegos de ajedrez, donde se aventuran con senil tosudez.   Los pueblos están solos, arrinconados sin escrúpulos, bajo la sombras de

Señales indescifrables

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Señales indescifrables    Sebastiano Mónada                   Las señales se esparcen en el paisaje inédito del acontecimiento, son marcas imprecisas, pisadas de extraños seres, que habitan otras dimensiones, invisibles al humano,  que infiere, hermenéutico, su futuro incognoscible e indescifrable en el momento, que oculta el mensaje encriptado de los enventos.   La mirada atenta del caminante solitario  quiere decodificar los singnos embrionarios. No lo logra, sino que emigra lejos, pues los signos devienen símbolos de un mito olvidado y forman parte de un acertijo.   Las huellas de lo que viene retornan del futuro  al presente, que apenas retiene  el instante fugaz en la memoria, parece diseminarse en una feria,  instante que desaparece en el pasado, sin poder interpretar su significado. El tiempo se enrolla como una serpiente  buscando su origen imposible. Al no encontrarlo se detiene  ante la encrucijada donde se pierde  en el abigarrado laberinto de su existencia.   La interpretac