Descendencia del despotismo y la esclavización

Descendencia del despotismo 

y la esclavización

 

Sebastiano Mónada

 

 

 

 






 


 


 

El nieto devenido de la estirpe de fantasmas de déspotas muertos

asume la ingrata labor de conquista y anexión de territorios,

lanzando sus ejércitos experimentados en destruir otras regiones 

y demoler ciudades, dejándolas en ruinas y deshabitadas.

Construyendo extensos imperios donde no se hunde el poniente

y se restaura indefinidamente la compulsión civilizada

de apocalíptica exterminación de la ecología planetaria.

 

El nieto de la genealogía despótica tiene en su vestuario 

distintos disfraces y máscaras, usados según la ocasión,

en beneplácito del público demandante de patriarcales 

dilemas de ser o no ser e inventadas defensas de Ulises.

Encarnación simbólica del centro oscuro

de la luminosidad burocrática del sol humano.

Luz artificial de la ceremonialidad de eunucos,

que entregaron sus órganos al monarca iracundo.

 

En el fondo el nieto es conservador recalcitrante,

repitiendo recónditas creencias de masculina historia

de la génesis de fraternidades de machos rotatoria.

Lo admiran otros tardíos y seniles señores patriarcales,

nacionalistas a ultranza y esmerados conservandores.

Se pone el disfraz del ejército rojo desaparecido 

por la nomenclatura burocrática del suicidio,

para convencer a incautos revolucionarios de pacotilla;

no oculta su admiración por el gran timonel de pantomima.

 

En los espesores del presente, preñado de futuro incierto

trayendo como carga memorias olvidadas del pasado,

geología de sedimentaciones acumuladas que se metamorfosean

en lavas incandescentes cuando las presiones rocosas chocan

fundiéndose ante la irrupción del volcán emergente,

trastrocando voluptuosamente el adormecido ambiente.

 

El impetuoso nieto de la genealogía despótica

ignora la opinión del pueblo y madres angustiadas,

del mismo modo lo hacen nietos de patrones esclavistas 

y dueños de talleres grises, donde amontonaron

a niños y mujeres del proletariado nómada,

para que dejen sus calcinados huesos

en la larga y profunda tumba del tiempo, 

donde se acumula el trabajo no pagado.

 

En el momento álgido del eterno retorno de la guerra 

los descendientes de déspotas y de abuelos esclavistas,

ahora encargados celosos de anacrónicas actualizaciones,

se enfrascan en una competencia y conflagración despiadada

por la jerarquía geriátrica del mando de las dominaciones,

descomunal acorazado que se hunde en su naufragio anunciado.




 

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