Paradoja del dogmático

Paradoja del dogmático 



Sebastiano Mónada 







 













Se invisten con el ropaje de héroes muertos,

ocupan el lugar del fantasma convocado 

con los rituales

y ceremonias

de nuevos sacerdotes,

melancólicos revolucionarios de pacotilla


Hacen lo contrario de los héroes recordados,

que se inmolaron por la libertad y la justicia.

Reclaman la dominación absoluta,

son los portadores del fuego santo.

Se ungen como el Gran Hermano de Orwell.


Padecen el duelo eterno del martirio,

recurrente calvario del Gólgota.

Misa y sacrificio simbólico 

a nombre 

del hijo del hombre.

La religión retorna con la política

de montaje y de espectáculo.


Celosos patriarcas reclaman

permanentemente reconocimiento.

Enarbolando prestigio ungido 

justifican 

aberraciones cometidas 

por personajes histriónicos,

retorno intermitente del totalitarismo.


Son portavoces del oscurantismo,

pero, 

se pretenden herederos del iluminismo,

de lo que queda solo el recuerdo.

Su verdad sacerdotal es pregonada en calles.

Convocan a nuevas cruzadas

y guerra santas

contra los infieles y paganos,

que no creen en sus verdades

modeladas.


Justifican masacres a nombre de la idea,

la santa inquisición 

de la inmaculada concepción.

Se esfuerzan en otorgar sentido

a sus peregrinas vidas

convirtiendo, 

con magia de propaganda,

a déspotas megalómanos en héroes

tristes.


Son los achaques seniles 

los que los vuelven pueriles,

son los atrevimientos juveniles 

los que los vuelven viles. 







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