Contra la guerra

Contra la guerra

 

Sebastiano Mónada

 





 




 

 

 

 

 

 

 

 

Inmanencia de los pueblos, opuestos a la guerra interimperial, 

juego geopolítico de los señores de la guerra y del capital,

desde la profunda memoria emerge el recuerdo de la explotación,

los pueblos, no tenidos en cuenta, se conmueven ante la matanza,

que a los señores de las fraternidades de machos no les importa,

fraternidades alfa despiadadas del crimen y de la especulación.

Solo quieren mantener el incremento despiadado de la acumulación.

 

Recordándo a los revolucionarios de principio del siglo ultimatista,

que, a decir verdad, son los únicos revolucionarios que hubieron,

los que vinieron después fueron imitadores y comediantes

del barroco teatro cruel de la política institucionalizada,

demagogos, prestidigitadores y arrogantes,

actores disfrazados de indumentaria empolvada,

deslucida, jacobina, bolchevique y partisana,

los soldados no deben apuntar y disparar contra hermanos 

sino hacer esperanzados y apasionadamente la revolución,

derribar resguardados castillos y fortalezas de la dominación.

 

A las señores de la guerra y del capital no les importa el porvenir,

no aman la vida y odian la proliferación creativa en constante devenir,

solo buscan gozar desenfrenadamente el presente.

Tienen orgasmos cuando invaden, destruyen y bombardean,

evidenciando sus vernáculares impotencias y frustraciones,

buscando ocultarlas con estravagantes demostraciones bélicas.

Cuando sus fábricas de armas venden los instrumentos de muerte,

sembrando tinieblas en las ruinas de ciudades destruidas

y poniendo huevos infernales en los cadáveres esparcidos

por calles de ceniza, plazas mudas y suelos desaparecidos.

 

Contra la guerra de los señores del apocalipsis

se levantan jóvenes, se desbordan movilizaciones,

se desatan críticas, irradiantes manifestaciones,

pidiendo suspención de hostilidades y detener la neurosis

generalizada, el miedo inoculado y las perversiones

del orden mundial, imperio senil en decadencia.

Convocan a los pueblos y sociedades a la convergencia,

a la Confederación de autogobiernos en convivencia.

 

 

¡Pueblos del mundo uníos!

Parar la guerra de los jinetes del Apocalipsis,

que dejan a los cuerpos vivos en parálisis.

¡Soldados de países uníos!

Detener la conflagración de los señores de la guerra y del capital,

quienes nos arrastran al abismo del desenlace final.

Contra la guerra de los patrones y amos del mundo

que ahora nuevamente concurren por el dominio absoluto.

Contra la contaminación, depredación y destrucción planetaria.

¡Defiendan la vida! ¡Liberen la potencia creativa!

¡Defiendan el futuro de sus hijos y nietos!

Ellos merecen vivir en planeta habitable.

No combatan contra hermanos y prójimos.

La tarea es acabar contra las dominaciones acumuladas.

 

 

 

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