El vocero melancólico
El vocero melancólico
Sebastiano Mónada
Suspendido en el aire embravecido
dice que es un clima pacífico.
Levitando como espectro o fantasma
cree que esa ilusión es la realidad,
tampoco tiene que ver con el karma.
Es síntoma de enajenada ansiedad.
Delirando en la reórica política
supone que todo ocurre en el auditórium,
que se trata de una pose ecléctica,
de colocarse arteramente como médium,
que es cuestión de convencimiento,
que los hechos se soslayan y no cuentan,
entonces manipular las cartas sin argumento.
Encantamiento donde las verdades mutan.
Cuando el substrato ha desaparecido,
los cimientos se han hundido
en profundidades del olvido,
queda la fachada de la arquitectura enclenque,
el oxidado techo, el sucio tejado y el revoque,
cáscara vacía sin pulpa ni semilla,
tampoco textura alguna que se degusta.
El mundo desaparece en el espectáculo,
el cinismo adquiere carta de ciudadanía,
las promesas se quedan en el preámbulo,
los voceros y gobernantes muestran su felonía,
prepondera el transfugio y las veleidades,
es el carnaval de la comparsa de disfraces.
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