Ataque frontal de los colonizadores al territorio indígena

Ataque frontal de los colonizadores al territorio indígena

Raúl Prada Alcoreza



Ataque frontal de los colonizadores al territorio indígena




















Se trata de un ataque frontal de los colonizadores al territorio indígena, amparados no solo por el apoyo del gobierno extractivista, sino también por el ataque frontal de la impostura de “Estado Plurinacional” contra el ideal y la estructura jurídico-política de la Constitución, que establece el Estado plurinacional Comunitario y Autonómico. Cuando retorna el conflicto del TIPNIS no solo con la agresividad que caracteriza al “gobierno progresista”, acompañada por los enredos argumentativos, que a nadie convencen, salvo a la masa elocuente de llunk’us, requeté-convencidos; salvo de dar evidencia clara y notoria de la brutal muestra de violencia desaforada. Los colonizadores no satisfechos con el avasallamiento del territorio indígena y parque protegido, arrebatando más 200 mil hectáreas, además legalizadas por Evo Morales, quien les entregó títulos de propiedad; queriendo compensar esta violación a los derechos de las naciones y pueblos indígenas, consagrados en la Constitución, con la entrega de título comunitario a los pueblos indígenas amazónicos que habitan el TIPNIS. Título tampoco respectado por el mismo gobierno otorgador, que se ha comprometido, en uno de sus más escabrosos proyectos, construir una carretera que atraviesa el bosque, donde no hay prácticamente comunidades, salvo dos. Para beneficiar a las empresas trasnacionales extractivistas hidrocarburíferas; para beneficiar a la burguesía maderera, a la burguesía agroindustrial y a la burguesía de la coca excedentaria. Es decir, continuando con el mismo proyecto “desarrollista”, que comparte con la burguesía tradicional de Bolivia, minera y agroindustrial, continuando con el mismo proyecto económico de los gobiernos neoliberales, liberales, conservadores, nacionalistas y de dictadura militar. La diferencia es que lo hace a nombre del “proceso de cambio”.

La otra diferencia es que cuenta, en la efectuación de sus tareas sucias, con las organizaciones de colonizadoras, que como ironía grotesca, se autodenominan “plurinacionales”. Los sindicatos de colonizadores y los sindicatos campesinos de la Federación Campesina del Trópico de Cochabamba, que, a estas alturas de su “evolución”, ya no representan a ningún movimiento campesino sino a empresarios privados, a terratenientes y comerciantes, a la burguesía de la coca excedentaria, son las organizaciones ejecutoras de la violencia desatada contra las naciones y pueblos indígenas de la Amazonia.

Estas organizaciones sindicales burguesas son las aliadas actuales de la burguesía tradicional boliviana, la de minería mediana y la agroindustrial, además de los terratenientes del oriente.  Fuera de sus ligazones con la burguesía del lado oculto de la economía. En tanto que el “gobierno progresista” se ocupa de la vinculación y el cumplimiento de sus compromisos con la hiper-burguesía de la energía fósil, dominante mundialmente y hegemónica en el ciclo largo del capitalismo vigente. Se entiende pues, en este contexto geopolítico mundial, regional, nacional y local, la recurrencia sistemática a la violencia de parte de un gobierno que forma parte del orden mundial de las dominaciones, a pesar de sus discursos anacrónicos “antiimperialistas”.

El cacique mayor de los colonos del Consejo Indígena del Sur (CONISUR), Eladio Roca, defendió el haber impedido el ingreso de asambleístas, cívicos y medios de comunicación de Cochabamba al Territorio Indígena Parque Isiboro-Sécure (TIPNIS). Argumentó que ellos, junto a las subcentrales, son “dueños” de aquel territorio y por lo tanto se debe pedir permiso para entrar[1]. La Agencia de Noticias Fides Informa que:

La víspera, los asambleístas departamentales Lizeth Beramendi y Freddy Gonzales, el representante del Comité Cívico de Cochabamba, Juan Flores, y algunos medios de comunicación no pudieron concretar el trabajo de “inspección técnica” a la construcción de puentes en el TIPNIS debido a que un grupo de colonizadores, a la cabeza de Roca, les impidieron el paso en la localidad de Isinuta, indicando que no contaban con el permiso correspondiente y que si proseguían no garantizaban su seguridad en el lugar.


Este es el estado de situación del conflicto. No hay ley ni acatamiento a la Constitución, ni respeto a los derechos fundamentales consagrados por la constitución. Es, de hecho, un Estado de excepción; por lo menos, local. Los medios de comunicación son cómplices, pues se remiten tibiamente a informar, como si se tratara de hechos anómalos circunstanciales; cuando se trata, desde hace un tiempo, de hechos, que no son aislados ni circunstanciales, sino que forman parte del ejercicio de poder de la forma de gubernamentalidad clientelar en crisis.

Es desatinado interpretar que lo que pasa es como la expresión de una “dictadura de izquierda”, otros dicen “socialista”, los que quieren aparecer como específicos, dicen al “estilo cubano” o, más actuales, al “estilo venezolano”. Es un desatino pues enfocan la crisis política desde los esquematismos dualistas heredados, lo hacen tanto “izquierdas” y “derechas”. Estos esquematismos dualistas son compartidos. El equívoco de este enfoque dualista es que cree encontrar una oposición y hasta antagonismo entre ideologías encontradas, entre proyectos políticos opuestos. Esto es discurso, esto es representación, esto es teatro político, aunque los actores no sean conscientes de la trama y el guion que representan. Las últimas revoluciones socialistas se dieron en el siglo XX, en Cuba, en Vietnam, en Nicaragua - la primera vez -, en Angola. Lo que viene después, los llamados “gobiernos progresistas”, antecedidos por movilizaciones sociales e indígenas, no corresponde ni al perfil, ni al contenido, ni al ejercicio de las revoluciones socialistas. Se trata, mas bien, en el antiguo lenguaje marxista, más claro que los discursos enrevesados, que pretenden, además de ser “marxistas”, de reformismos. Empero, reformismos que conllevan sus propias singularidades. A pesar de la variedad contextual, histórica, regional y nacional, además de local, comparten el barroquismo de las mezclas, de las saturaciones, discursivas e ideológicas; empero, sostenidos por algo que podemos llamar tradición latinoamericana, una forma peculiar de convocatoria populista y una forma clientelar de gobernar.

La crítica, si podemos hablar de ella, en este caso, de los sectores conservadores, a los llamados “gobiernos progresistas”, se equivoca el señalar a estos gobiernos como “socialistas”, cuando en realidad, estos gobiernos, a pesar de sus exacerbadas elocuencias populistas, tiene más en común con sus propios gobiernos derrocados. No se trata solo del clientelismo, ejercido en política y en gobierno, que neoliberales, líbrales y conservadores lo tienen, empero, de una manera restringida, a círculos familiares, de casta o corporativos elitistas.  Sino en lo que respecta al proyecto “desarrollista”, que en la práctica no corresponde otra cosa que matices del modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente. Por otra parte, tanto sus gobiernos como los “gobiernos progresistas” se encuentran en los entramados del bloque burgués mundial.  Muy cerca de los acuerdos y convenios, compromisos y comercios, con la hiper-burguesía de la energía fósil, muy lejos de un enfrentamiento con el sujeto de dominación mundial, que es esta burguesía, no el fantasma “imperialista”, que mencionan los discursos, que corresponde a la forma y composición del imperialismo, vencido en la guerra del Vietnam.


La crítica de “izquierda” a los “gobiernos progresistas” también se equivoca. Cree encontrar en estos gobiernos la inconsecuencia política, calada, desde un principio, en los límites del reformismo, del populismo o del nacionalismo. Los más ingenuos, creen encontrar los vestigios de la “traición” a la “revolución”. Todo esto es imaginario, si se quiere, devaneo ideológico, que no tiene correspondencia con la realidad. La complejidad paradójica de las dinámicas de la realidad social efectiva nos muestra, mas bien, las formas políticas del ejercicio del poder de Estado-nación subalternos, que forman parte de la geopolítica del sistema-mundo capitalista. La tarea de estos Estado-nación es garantizar la transferencia de recursos naturales de las periferias a los centros del sistema-mundo.

Hay pues, si se quiere, una estructura estatal, que forma parte de la malla estructurante del orden mundial de las dominaciones, que condiciona los actos, las prácticas, los ejercicios de poder, de las distintas formas de gobierno, que concretizan al Estado o a la máquina abstracta de poder. Por otra parte, hay entramados que vinculan a las burguesías nacionales y las hacen partícipes de la dominación mundial y del funcionamiento del sistema-mundo capitalista. Ambos factores, por así decirlo, o, mejor dicho, ambas condiciones estructurantes, definen orientaciones de recorridos y decursos, además de márgenes de maniobra permitidos. Ambas condiciones estructurantes hacen de substratos de las mallas institucionales, del desenvolvimiento estatal, de las formas de gubernamentalidad, sean de “izquierda” o “derecha”. Por eso, la salida no se encuentra ni en un retorno a formas de gobierno neoliberales o liberales o alguna otra conformación política, de las características estipuladas; cualquier desemboque por este lado, es más de lo mismo. Su diferencia sería discursiva, también, si se quiere, en lo que respecta a las apariencias institucionales. La salida, en pleno sentido de la palabra, a la crisis política, se encuentra más allá del dualismo político, más allá del extractivismo, incluso matizado, disminuido o transitorio, como cree Eduardo Gudynas, más allá del “desarrollo”, más allá de la izquierda y derecha. Incluso más allá de la política, definida en el dualismo del amigo y enemigo. La salida a la crisis política, que además es crisis económica, más aún, crisis civilizatoria; de manera certera, crisis ecológica, es ecológica; es decir, se trata de reinsertar a las sociedades humanas a los ciclos vitales del planeta. 




[1] Leer Colonos afirman que son dueños del TIPNIS y que se les debe pedir permiso para ingresar. ANF. http://www.noticiasfides.com/nacional/politica/conisur-afirma-que-son-duenos-del-tipnis-y-que-se-debe-pedir-permiso-para-ingresar-380671.

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