El recurso político de las Fuerzas Armadas
El recurso político de
las Fuerzas Armadas
Una comparación del
“gobierno progresista” con la dictadura militar
Raúl Prada Alcoreza
El recurso político de las Fuerzas Armadas
Desde que comenzamos
la evaluación del denominado proceso de
cambio, sobre todo, de la movilización
prolongada y del proceso
constituyente, es decir, desde la publicación de Horizontes de la Descolonización[1], seguida por Acontecimiento político[2], hemos afirmado
que el Estado-nación sigue viviendo y coleando; que no ha muerto para dar vida
al Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico. Ahora, después de los
acontecimientos de los conflictos del TIPNIS y Achacachi, podemos evidenciar
que estamos tan metidos e imbuidos en el Estado-nación, que se repiten sus traumas políticos. Asistimos como a una dictadura militar.
Las fuerzas Armadas
siguen siendo las mismas, a pesar de su símbolo de la wiphala pegado en el uniforme y su grito mecánico: ¡Patria o muerte
venceremos! A pesar del ingreso al
colegio militar de una cuota de “indígenas”, que son los recomendados por las
dirigencias. Se corrobora, por su presencia y actividad en el conflicto del
TIPNIS y ahora la ocupación militar del Territorio Indígena, que el ejército,
la armada y aviación militar siguen sirviendo al gobierno y no al Estado, como
en los tiempos de las dictaduras
militares. Obedecen al Jefe, que ahora es un presidente con máscara indígena; antes era un general
criollo o mestizo disfrazado de nacionalista,
cuando entregaba onerosamente en concesiones las reservas de los recursos naturales.
El nuevo Jefe hace lo mismo, solo que
a nombre del “proceso de cambio” y del “Estado Plurinacional”, que de
plurinacional solo tiene el nombre.
El actual gobierno,
con su marcha vertiginosa en la decadencia,
se ha terminado pareciendo tanto a la dictadura
militar, de aquellos aciagos tiempos, que repite lo grotesco político en sus formas más estridentes. Lo apócrifo, lo chuto, el espectáculo
vergonzoso. Resulta que ahora se tiene un “Defensor del Pueblo” apócrifo,
que lo único que hace es defender al gobierno, sobre todo, en sus flagrantes
violaciones a la Constitución. Ahora tenemos un Ministro de Defensa que habla
de “movilización popular” como estrategia
del ejército, sin entender que implica lo de movilización general y pueblo
armado; lo dice mecánicamente para poner un barniz a ejercicios militares
que dejan mucho que desear en lo militar y que muestran su experticia en
espectáculos comunicacionales y farándulas de uniformados. Tenemos un ejército,
armada y aviación militar que se encuentran involucradas, por lo menos, sus
altos mandos, en la velada entrega de las reservas de litio del Salar de Uyuni
a empresas trasnacionales extractivistas, sin decirle nada al pueblo boliviano,
que es propietario de los recursos naturales, y obviamente sin
acatar la Constitución. Unas fuerzas armadas que cumplen el papel de matones en
el TIPNIS y como dice Pablo Mamani de amenaza a la nación aymara[3],
además de cumplir servilmente los mandados del presidente, llevando vituallas y
regalos prebéndales para el chuto
encuentro de “representantes” apócrifos del TIPNIS. Se ha denunciado que la
armada ha detenido a dos personas
del movimiento en resistencia; son
Modesto Yujo y Antonio Huayacuma, hijo y padre de la corregidora de Gundonovia,
Delsi Yujo. Lo que es un delito no solo por conculcar derechos sino porque no es
competencia de la armada detener a civiles. Encuentro que contó con un desplazamiento de vehículos, movimientos
de gente ajena al TIPNIS y del gobernador del Beni, anteriormente miembro de
agrupaciones políticas afines al conservadurismo
regional, que prestó sus buenos oficios para apabullar y agredir a los
indígenas del TIPNIS, gastando el dinero de las arcas del departamento.
El panorama no puede
ser más estrambótico. Todo esto para decir que el presidente del Estado-nación,
nombrado Estado Plurinacional, y el gobernador departamental están por el
“desarrollo”, mientras que los grupos opuestos a la carretera están por
mantener las “condiciones de pobreza” de los indígenas, si es que no los acusan
de ser cómplices del “imperialismo”. Lo que no dicen que el “desarrollo” del que
hablan es la concesión del bosque del
TIPNIS a empresas trasnacionales extractivistas de los hidrocarburos, con las
que está el gobierno comprometido. Lo que no dicen es que el “desarrollo” del
que hablan es la ampliación de la
frontera agrícola de la coca
excedentaria, que forma parte de la economía
política de la cocaína; ahora la burguesía
de la coca excedentaria se ha apoderado prácticamente del TIPNIS al
cercarlo, al encubrir la construcción secreta de puentes en el TIPNIS para la
carretera extractivista, antes de la ley que levanta la intangibilidad del
TIPNIS. Lo que no dicen es que el “desarrollo” del que habla es la
concomitancia del “gobierno progresista” con la geopolítica del IIRSA, aunque la carretera en cuestión no sea la
vía principal del proyecto bioceánico.
Algo que llama la
atención es el comportamiento cobarde después de cometidas las
fechorías, las violencias perpetradas. Después de las agresiones de la armada a
los indígenas del TIPNIS que realizaban el encuentro de corregidores en defensa
del TIPNIS y que se oponen a la construcción de la cartera, el gobernador del
Beni niega las agresiones, la armada no las reconoce ni las menciona; es mucho
menos de esperar que diga algo el Ministro de Defensa. Es el mismo comportamiento cuando ocurrió el
despliegue de la violencia descomunal del Estado en Chaparina contra la marcha
pacífica indígena en defensa del TIPNIS y la vida; resulta que cuando salen los
videos - lo que no esperaban - de semejante vejamen a la integridad de los
componentes de la marcha, ancianos, hombres, mujeres y niños, nadie asume la responsabilidad del acto. Cuando fue una
orden dada en gabinete por el
mismísimo presidente y segundada por el vicepresidente, compartida por el
gabinete. La famosa orden resulta en
la “ruptura de la cadena de mando”; argumento insólito usado por el gobierno y
sus voceros, creída por los jueces y, de alguna manera, mantenida como versión
por los medios de comunicación[4].
La pregunta es: ¿Por qué volvemos a las formas de la dictadura militar? La tesis de Carlos Montenegro era que el golpe
de Estado es muestra o manifestación del vacío
político. La tesis manejada por la izquierda
es que el golpe de Estado corresponde a la acción de emergencia de la burguesía
nacional y de los dispositivos imperialistas para detener la avalancha
social de la lucha de clases.
Reduciendo esquemáticamente, por razones de exposición y comparación, la tesis
de Curzio
Malaparte es que el golpe de Estado es como un arte
de la conspiración[5]. Lejos
de sustentar que puede sostenerse una teoría
del golpe de Estado, como si se tratara de un fenómeno generalizable, susceptible de estudiarlo como fenómeno independiente u objeto de estudio, pues, mas bien, se
trata de una de las formas de la crisis
del Estado, lo que hay que comprender
es la recurrencia a las fuerzas armadas por parte de gobiernos
que han perdido la convocatoria y la
sustituyen por las redes clientelares y
prebéndales. El socorro de estos gobiernos vulnerables, pues se debilitan
con la pérdida de convocatoria, es el brazo armado del Estado, su dispositivo
de emergencia.
¿Cómo funciona esta recurrencia
a las fuerzas armadas en momentos de crisis
política y vulnerabilidad
gubernamental? Retomando la tesis de Carlos Montenegro de vacío político, podemos sugerir que en
coyunturas o crisis de Estado el Estado se repliega a su origen, el Estado de excepción, la violencia inaugural del Estado, la
suspensión de los derechos y la atribución de plenas potestades al Estado de
hacer lo que viere conveniente para defenderse. Los periodos en los que se
prolonga la crisis de Estado como en el lapso de los llamados caudillos
barbaros y del despotismo ilustrado, que es la referencia de Carlos Montenegro,
o cuando la derrota electoral de la rosca minero-feudal lleva a la dictadura de
Mamerto Urriolagoitia, así como cuando la Asamblea Popular genera la reacción
de la clase política y económica dominante, además de los dispositivos imperialistas, al golpe de estado del General Hugo
Banzer Suarez, parecen corresponder, en el primer caso, al vació político generado por el desfase
entre la condición jurídico-política
y la condición institucional de la
república. En cambio, en el segundo caso, parece corresponder al vacío político generado por la condición de monopolio político restringido a la casta minero-feudal, que ante
el avance de la convocatoria democrática
nacional-popular, después de la guerra del Chaco, quedó aislada en sus
dominios y atrapada en la ilusión de poder de la oligarquía. En lo que
respecta al tercer caso, el vacío
político parece corresponder a los vaivenes de la crisis generada por el
derrumbe de la revolución de 1952; derrumbe que no corresponde al golpe de
Estado de 1964, sino a la implosión
interna, por lo que llama Sergio Almaraz Paz el tiempo de las cosas pequeñas, el retroceso de la revolución, su regresión y decadencia. El golpe de Estado fue, mas
bien, el golpe de gracia.
Genealogía del golpe de Estado
Retomando a Carlos Montenegro, el Grupo Octubre, de izquierda nacional, rescata las figuras que considera nacional-populares en la historia política boliviana. Particularmente
interesan los caudillos legendarios como el Tata
Belzu, Manuel Isidoro Belzu Humerez; el héroe de guerra Germán Busch Becerra;
el fundador de Radepa Gualberto
Villarroel López; Alfredo Ovando Candía y Juan José Torrez Gonzales. Belzú ejerció una gran influencia en la población indígena y mestiza;
esta fue su base de apoyo que lo llevó al poder. Se puede decir que el Tata Belu incorporó a la plebe en el escenario político; es
considerado por algunos historiadores como el precursor del populismo.
Germán Busch Becerra en 1936 derrocó a José Luis Tejada
Sorzano, entregando el poder a José David Toro Ruilova. Empero, la gestión
de gobierno de Toro se granjeó el descontento de la ciudadanía y de la población
indígena, también del ejército. Su administración benefició más a la
oligarquía. El 13 de julio de 1937, Busch efectuó una sacudida política,
contando con el respaldo de la oficialidad militar, además del apoyo de la
ciudadanía, logrando la dimisión de David Toro; en consecuencia, asumiendo la
Presidencia Provisoria a los 33 años de edad.
Convocó a elecciones para la Convención Nacional de mayo
de 1938, la misma que aprobó la nueva Constitución; una de las más significativas
de la historia política por su
carácter social. De acuerdo a la convocatoria a elecciones, fue elegido
Presidente Constitucional por la Convención Nacional para el período
constitucional que durará hasta el 6 de agosto de 1942. El 21 de julio de ese
año se firmó el Tratado de Paz, Amistad y Límites entre Bolivia y el Paraguay,
aprobado por la Convención Nacional y con las condiciones establecidas por la
administración de Busch, principalmente con relación al acceso de Bolivia al
río Paraguay. El 24 de septiembre del mismo período creó el Departamento de
Pando. El siguiente año, la situación inestable del contrapeso político
que se dio en la Asamblea Legislativa obstaculizó la implementación de los
cambios que demandaba el proyecto del presidente; se dice que este fue el motivo
que lo condujo a declararse dictador a partir del 24 de abril de 1939. En los
cuatro meses siguientes, Germán Busch concretó los cambios más impactantes de
su administración. Se dice también que la disposición
institucional y las leyes promulgadas durante su mandato fueron el pedestal
de las transformaciones que más tarde se llevarían a cabo en la Revolución
Nacional de 1952. Entre las medidas más significativas del breve gobierno de
Germán Busch (1937-1939) se destacan la nacionalización del Banco Central; la
nacionalización de las ganancias de la gran minería, monopolizada entonces por
los barones del estaño; la creación
del Banco Minero; el primer Código de Trabajo de Bolivia, que es base de la
actual Ley General del Trabajo; la Constitución de 1938, adelantada para su
tiempo; la abolición de la esclavitud y del pongueaje;
la recuperación para el Estado de YPFB; las regalías del 11% para las regiones
productoras de petróleo; la reapertura de la Universidad Autónoma Gabriel René
Moreno, cerrada por el gobierno de Toro en 1936; la vinculación ferroviaria de
Bolivia con Brasil y Argentina, por el departamento de Santa Cruz; la firma
definitiva de la paz con Paraguay, que debió devolver a Bolivia 20.000
kilómetros cuadrados como condición para la paz dada por Busch.
Gualberto Villarroel, el 20 de diciembre de 1943, encabezó
un golpe de Estado contra el presidente Enrique Peñaranda del
Castillo; se convirtió en presidente de facto. Promulgó un número de reformas
profundas, incluidas el reconocimiento a los sindicatos, el derecho a pensión,
al retiro voluntario y a la abolición permanente del pongueaje y mitaje. Realizó el deseo
de Busch de crear un Congreso Indígena, el primero y quizás el único o uno de
los escasos con estas características en la historia
política y social de América Latina; además de instituir reformas
sociales. En virtud de la promulgación de la nueva Constitución de 1945,
fue elegido presidente constitucional para un período de 6 años.
Alfredo Ovando Candía de muy joven, mas bien,
adolescente, se incorporó al Colegio Militar del Ejército; luego fue
voluntariamente a la Campaña del Chaco en el Grupo Denominado "Tres Pasos
al Frente". Cuando era comandante en jefe del Ejército, en 1964, participó
activamente, incluso, se puede decir, como organizador, del golpe de Estado que
derrocó al presidente Víctor Paz Estenssoro. En 1969 efectuó otro golpe de
Estado que derrocó al presidente Luis Adolfo Siles Salinas. En su segundo
gobierno, después del golpe de Estado de 1969, se tomaron medidas como la
nacionalización del petróleo; como consecuencia de esta medida, el 17 de
octubre de 1969, la expropiación de la Gulf Oil Co. También se dio lugar a
la instalación de la primera fundidora de estaño en el país. Así mismo se
aplicaron medidas sociales de impacto; por ejemplo, las campañas de
alfabetización.
Juan José
Torres González en 1966 es
nombrado Ministro de Trabajo por la Junta Militar de Gobierno, presidida
por el general Alfredo Ovando Candía. Entre 1968 y 1969 se desempeña como
Secretario Permanente del Consejo Supremo de Defensa Nacional. Durante el cometido
de estas funciones, Torres, acompañado de un equipo de civiles y de militares,
participó en el diseño de los lineamientos políticos e ideológicos y las bases
programáticas que se adjudica como mandato el gobierno de Ovando. Torres fue
autor del "Mandato Revolucionario de las Fuerzas Armadas",
plataforma programática de los gobiernos militares; también tuteló, junto a
José Ortiz Mercado, la elaboración de la "Estrategia Socio-Económica del
Desarrollo Nacional"; documento guía de la gestión gubernamental de Ovando.
Sin embargo, se inició su implantación durante el gobierno de Torres. En el
gobierno de Ovando, por instrucciones del "2.º Mandato Revolucionario
de las FF.AA", elaborado también por Torres, se nacionalizó la
empresa Bolivian Gulf Company. En 1970 fue nombrado Comandante
en Jefe de las Fuerzas Armadas, desempeñándose en el gabinete de
ministros como representante directo de las Fuerzas Armadas; la tarea
encomendada era el cumplimiento de los mandatos.
Cuando se dio el levantamiento popular y el paro general
declarado por la Central Obrera Boliviana, contra el golpe de Estado de
carácter reaccionario, asumió el poder, dadas las circunstancias, con
participación de trabajadores, organizaciones campesinas, el movimiento
universitario y un sector de los militares leales a Torres. El presidente
Torres bautizó a esta alianza como los 4 pilares de la revolución. El 7
de octubre de 1970, oponiéndose al golpe de Estado conservador y restaurador, al
estilo de los gobiernos entreguistas, serviles al imperialismo, contra el gobierno del general Alfredo Ovando
Candía, efectuó un contra-golpe de Estado, instaurando un gobierno militar de izquierda. Durante su gestión abreviada
se efectúo la nacionalización de la Mina Matilde y las
Colas y Desmontes, la expulsión de los Cuerpos de Paz de los Estados
Unidos de Norte América, dispuso un aumento presupuestario significativo a
las universidades, la creación de la Corporación de Desarrollo y
el Banco del Estado, además de una alta reposición salarial a los mineros[6].
Como se puede ver estamos ante situaciones de golpes de Estado abigarradas,
por así decirlo. Hechos de fuerza, intervenciones militares,
conectadas, a continuación, con la atribución de presidencias constitucionales.
Solo el golpe de Estado de 1969 y el contra-golpe de Estado de 1970 pueden
considerarse como tales, como eventos políticos de fuerza, como gobiernos de
facto. Además, claro está, del golpe de Estado de 1971, que tiene
características, si se quiere, opuestas a estos dos golpes mencionados.
En los análisis del Grupo Octubre se asume, entonces, que
el vació político, puede ser llenado
por golpes de Estado de carácter oligárquico
y pro-imperialista, así como, en
contraste, por golpes de Estado de carácter nacional-popular.
Sin embargo, no parece fácil corroborar esta interpretación; primero, por lo que anotamos de la condición abigarrada de los golpes de Estado anteriores al golpe de 1969 y al
contra-golpe de Estado de 1970, tomando en cuenta la selección de ejemplos que consideramos
de la dramática historia política
boliviana. Segundo, porque esta interpretación,
evidentemente sesgada y esquematizada hasta la simpleza elemental, ha sido
usada por algunos que se reclamaban de la “izquierda nacional” en el golpe de
Estado cruento de Alberto
Natusch Busch de 1979, que dejó un saldo de dos centenares
de muertos. El 1 de noviembre de 1979 Natusch Busch ejecutó un cruento golpe de Estado contra el
presidente civil Wálter Guevara Arze, quien había contraído interinamente
la presidencia, el 8 de agosto de 1979, asumiendo en consecuencia la
presidencia de facto. Ordenó la utilización de armamento militar, incluidos
carros de asalto, tanques de guerra y otros armamentos pesados, contra civiles,
ocasionando la muerte de dos centenares de personas y medio millar de heridos.
Tercero, si bien la tesis del vacío político es sugerente, sobre todo,
como premisa de hipótesis política interpretativa, lo que ya no parece sostenible
son sus conclusiones, relativas a que
la manifestación derivada del vacío
político es el golpe de Estado. Por otra parte, la conclusión de que el vacío político puede ser llenado por
golpes de Estado de “izquierda” o de “derecha” tampoco parece sostenible.
Concentrándonos en lo que son
propiamente golpes de Estado, que son los dos ejemplos aludidos, respecto al
carácter nacional-popular, además del otro, de carácter reaccionario, es decir,
del golpe de Estado de 1971, perpetrado por el General Hugo Banzer Suarez, de
la selección un tanto arbitraria que hicimos, sin contar, de acuerdo al
argumento vertido, con el golpe de Estado de 1964, vemos que incluso en estos
casos donde se presentan golpes de Estado, en su aparente pureza
característica, no se puede explicar sin los contextos nacionales, regionales, continentales y mundiales, en los
que se dan; además de que no son explicables sin las genealogías de poder donde están insertos.
Desde el golpe del General René
Barrientos Ortuño hasta el golpe del General Luis García Meza Tejada, podemos
decir que se encuentran en el contexto
mundial de la guerra fría, quizás
salvo el último golpe de Estado, que emerge, mas bien, de otro substrato histórico-político, el relativo a la crisis de los ejércitos involucrados en la guerra fría. Por otra parte, más parecen manifestaciones de la crisis
política del Estado-nación, generada por el desmoronamiento de la revolución de 1952. Esta crisis política no
parece haberse resuelto, como creen los ideólogos neoliberales, con la apertura
democrática dada desde 1982, que asume el carácter de gobiernos de coalición neoliberal a partir de 1985.
Tampoco parece haberse resuelto con la victoria electoral del MAS y la asunción
al gobierno del “presidente indígena” Evo Morales Ayma, como creen los
ideólogos de la “izquierda” reformista
y los intelectuales apologistas. Si
bien, las gestiones de gobierno consolidan el Estado-nación, al “indianizarlo”,
al estilo de la política restringida a las mallas
institucionales heredadas; es decir, estas gestiones continúan, por lo
menos, en una primera etapa, antes de su regresión,
con las tareas pendientes nacional-populares,
no corroboran la clausura de la crisis múltiple del Estado-nación.
En estas nuevas circunstancias contextuales, posteriores a la guerra fría, en situaciones
diferentes de las genealogías del poder,
no parecen dables condiciones de
posibilidad para golpes de Estado, como los que mencionamos. Sin embargo,
esto no quiere decir que no se den recurrencias
al uso de la disponibilidad de fuerzas del Estado, sobre todo, de las Fuerzas Armadas.
Tanto los llamados “gobiernos progresistas” como los gobiernos neoliberales recurren
al uso de las Fuerzas Armadas como dispositivos de emergencia en situaciones de crisis. Lo hacen,
volviendo a la tesis de Montenegro, por el vació
político, que no solamente da lugar a golpes de Estado, como creía Carlos
Montenegro y también el Grupo Octubre, sino a distintas formas de diseminación
institucional, aunque se den de manera diferida.
En resumen, el repliegue en el ejercicio
de la disponibilidad de las Fuerzas Armadas,
dispositivo de emergencia del Estado, devela la crisis estructural y múltiple del Estado-nación, sea potencia central o Estado subalterno periférico.
El Estado-nación no es el sistema-político
adecuado para resolver los problemas complejos de las sociedades,
atravesadas y compuestas por múltiples planos
y espesores de intensidad. Mas bien, resulta un problema más en el conjunto de las problemáticas afrontadas por las sociedades, en la modernidad tardía.
[1] Ver Horizontes de la descolonización. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/horizontes__de_la_descolonizacion.d.
[2] Ver la serie Acontecimiento político. ¿Qué
es la política? Defensa crítica y crítica de la apología. Paradojas de la
revolución. Potencia y trama política. Potencia y acontecimiento. Fetichismo
ideológico. Espesores del presente. Crepúsculo del sistema-mundo y alteridad.
Defensa de la vida y lo común. Potencia social o poder. En Cuadernos activistas. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/stacks/715dbb6b8faf4b70bef012832f796319.
[3]
Ver de Pablo Mamani Ramirez El Estado plurinacional amenaza a la “nación
rebelde”. Ideas; Pagina Siete; Domingo 27 de agosto de 2017.
[5] Ver de Curzio Malaparte Técnicas de golpe de Estado. file:///C:/Users/RAUL%20PRADA/Documents/Bolivia/2017/2992-tecnicas-de-golpe-de-estado.pdf.
[6]
Referencias: Rojas,
Casto (1917). Bocetos. La
Paz: Imprenta Velarde. Anexo: Presidentes de Bolivia. https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Presidentes_de_Bolivia.
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