¿QUÉ ES EL ECOSOCIALISMO?
¿QUÉ ES EL ECOSOCIALISMO?
Michael LOWY
Traducción: Andrés Lund Medina
http://www.anticapitalistas.org/IMG/pdf/TC_Ecosocialismo.pdf
El crecimiento exponencial de la contaminación del aire en las
grandes ciudades, del agua potable y del medioambiente en
general; el calentamiento del planeta, el derritimiento de los
glaciales polares, la multiplicación de catástrofes “naturales”; la
destrucción de la capa de ozono; la destrucción, a una velocidad creciente,
de los bosques tropicales y la rápida reducción de la biodiversidad por
la extinción de miles de especies; el agotamiento de tierras, su desertificación;
la acumulación de residuos, principalmente nucleares, imposible
de manejar; la multiplicación de accidentes nucleares y la amenza de un
nuevo Chernobyl; la contaminación de la comida, las manipulaciones genéticas,
las “vacas locas”, la carne con hormonas. Se encienden todas las
alarmas: es evidente que el curso enloquecido de las ganancias, la lógica
productivista y la mercantilización de la civilización capitalista/industrial
nos conduce a un desastre ecológico de proporciones incalculables. No
es ceder al «catastrofismo» constatar que la dinámica del «crecimiento»
infinito inducido por la expansión capitalista amenaza los fundamentos
naturales de la vida humana en el planeta.
¿Cómo reaccionar frente a este peligro? El socialismo y el ecologismo
—o, por lo menos, algunas de sus corrientes— tienen objetivos comunes que implican un cuestionamiento de la autonomización de la economía,
del reino de la cuantificación, de la producción como meta en sí misma,
de la dictadura del dinero, de la reducción del universo social al cálculo
de márgenes de rentabilidad y a las necesidades de la acumulación del
Capital. Ambos defienden los valores cualitativos: el valor de uso, la satisfacción
de las necesidades, la igualdad social, la preservación de la
naturaleza, el equilibrio ecológico. Ambos conciben la economía como
una “pieza” en el medio: social para el algunos, natural para otros.
Se dice : las divergencias de fondo son las que mantienen separados
a los «rojos» y a los «verdes», a los marxistas de los ecologistas. Los activistas
ecologistas acusan a Marx y Engels de productivismo. ¿Se justifica
esta imputación? Sí y no.
No, en la medida en que nadie denunció tanto como Marx la lógica
capitalista de la producción por la producción, la acumulación de capital,
riquezas y mercancías como un fin en sí mismo. La misma idea de socialismo,
contradiciendo la miserable falsificación de los burócratas, es
la de una producción de valores del uso, de bienes necesarios para la
satisfacción de necesidades humanas.
El objetivo supremo del progreso técnico para el socialismo de Marx
no es el crecimiento infinito de posesiones («el tener») sino la reducción
de la jornada de trabajo y el crecimiento del tiempo libre («el ser»).
Sí, en la medida en que a menudo en los descubrimientos de Marx o
Engels (y más todavía en el marxismo ulterior) hay una tendencia a hacer
del «desarrollo de las fuerzas productivas» el vector principal del progreso,
así como una posición poco crítica hacia la civilización industrial, principalmente
en su relación destructiva del medio ambiente.
En realidad, uno encuentra en los escritos de Marx y Engels elementos
para nutrir ambas interpretaciones. La cuestión ecológica es, en mi
opinión, el desafío más grande para un renovación del pensamiento marxista
en el siglo XXI. Ésta exige a los marxistas una revisión crítica profunda
de su concepción tradicional de las «fuerzas productivas», así como
una ruptura radical con la ideología del progreso lineal y con el paradigma
tecnológico y económico de la civilización industrial moderna. Walter Benjamin
fue uno de los primeros marxistas del siglo XX que planteó este tipode problemas: desde 1928, en su libro Dirección única, denunciaba la
idea de dominación de la naturaleza como una «instrucción imperialista» y
propuso una nueva concepción de la técnica como «dominio de la relación
entre la naturaleza y la humanidad». Algunos años después, en sus «Tesis
de filosofía de la historia» se propone enriquecer al materialismo histórico
con ideas de Fourier, ese utópico visionario que había soñado «un trabajo
que, lejos de explotar a la naturaleza, está en condiciones de aliviarla de
las criaturas que duermen latentes en su seno.
Hoy los marxismos todavía están lejos de haber colmado sus carencias
en este terreno. Pero algunas reflexiones empiezan a abordar esta
tarea. Una pista fecunda ha sido abierta por el activista ecológico y marxista
norteamericano James O’Connor: es necesario agregar a la primera
contradicción del capitalismo la existente entre las fuerzas productivas y as relaciones de producción, examinada por Marx, una segunda contradicción
entre las fuerzas productivas y las condiciones de producción: los
trabajadores, el espacio urbano, la naturaleza. Por su dinámica expansiva,
el capital pone en peligro o destruye sus propias condiciones, empezando
por el medioambiente natural —una posibilidad que Marx no había tenido
suficientemente en consideración. Otro interesante acercamiento es sugerido en un reciente texto de un
ecomarxista italiano: «La fórmula según la cual se produce una transformación
de las fuerzas potencialmente productivas en fuerzas eficazmente
destructivas, especialmente respecto al medioambiente, nos parece
más conveniente y más significante que el esquema muy conocido de la
contradicción entre fuerzas productivas (dinámicas) y relaciones de producción
(que las encadenan a las primeras). Por otra parte, esta fórmula
permite aportar un fundamento crítico y no apologético al desarrollo
económico, tecnológico, científico y, por consiguiente, para elaborar un
concepto de progreso ‘differentié’ [diferenciado] (E. Bloch). Sea marxista o no, el movimiento obrero tradicional en Europa —los
sindicatos, partidos socialdemócratas y comunistas— sigue profundamente
marcado aún por la ideología del «progreso» y por el productivismo
y, en ciertos casos, defiende, sin mayor cuestionamiento, la energía nuclear
o la industria del automóvil. Es verdad que un principio de sensibilización
ecologista está en proceso de desarrollarse, principalmente en
los sindicatos y partidos de izquierda en los países nórdicos, en el Estado
español, en Alemania, etc.
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