La alternativa política al callejón sin salida
La alternativa política
al callejón sin salida
Raúl Prada Alcoreza
Ni ustedes, ni ellos, los otros; ambos, enemigos entre sí, enamorados del poder;
sino nosotros, el pueblo. Este es el sentimiento que prepondera en muchos barrios populares de Caracas y
de otras ciudades de Venezuela. Se oyó decir en el
barrio 23 de enero en Caracas, tradicional bastión chavista, que "No
votaría por la oposición, y por Maduro, menos". Según Daniel García Marco, corresponsal de la BBC Mundo, en Caracas: Esa frase me la dijeron varias personas en una reciente visita por el
barrio[1].
El dilema no es pues o el “gobierno
progresista” o la “oposición de derecha”; la realidad, sinónimo de complejidad,
no se reduce a tan mezquino o elemental dualismo;
como si no existieran campos de
posibilidades; inherentes en los espesores
de la coyuntura. Este chantaje
emocional es eso, coacción desde
los voceros del poder, que no quieren
que se visibilicen otras opciones.
El presupuesto de los chantajistas políticos, aunque no lo digan, es que consideran que
su “gobierno revolucionario” es el fin de
la historia. Entonces, de esta premisa, dicha o no dicha, de forma matizada
o ausente, deducen una consigna ultimatista: ¡o todo o nada!
Que traducido en términos del discurso
político-ideológico, dice: ¡o la defensa de la “revolución” o el retorno al
pasado neoliberal!, incluso de la oligarquía conservadora. Como si fuesen
la revolución per se, la revolución por
excelencia; es más, algunos apologistas creen que se trata de la
única “revolución” posible, ahora.
Estos reduccionismos
forman parte no solo de la ideología
aplicada, en contextos de ausencia de deliberación y debate, de
escaza y empobrecida discusión, sino de ciertas tradiciones políticas, que confunden la política con la orden
dada y la sumisión y la obediencia del resto. Por cierto, es
difícil, incluso insostenible, llamar a estas tradiciones autoritarias, política;
pues la política, mas bien, emerge de
la deliberación; es más, de la Asamblea. Empero, la historia de la política, en el sentido
que la considera la historia, toma en
cuenta, como formas de la política,
estas expresiones, que tienen, en
realidad, muy poco que ver con el sentido
mismo de la política.
Se puede decir que a lo largo de la historia de la modernidad, se han venido
atiborrando los términos, incluso los conceptos;
sobre todo, por el uso ideológico
dado. Por eso, unas formas de organización,
unas modalidades de prácticas, unas expresiones discursivas, que nada tienen que ver con la política, aparecen como tales, precisamente por las adulteraciones
o forcejeos de los discursos ideológicos;
es más, en la modernidad, por los
audiovisuales mediáticos.
¿Qué son entonces estas expresiones, modalidades
y formas, que se presumen de políticas?
Son formas, modalidades y expresiones de ejercicios
de poder y prácticas de poder. Si
bien la política forma parte de las genealogías del poder, incluso, en
sentido pleno, la política, como suspensión de los mecanismos de dominación,
forma parte de las contra-genealogías
de los contra-poderes; la política no ocupa todos los ámbitos de
los ejercicios del poder. La política no es sinónimo de poder, como cierta interpretación de la ciencia
política considera, sino es una forma
de ejercer el poder, pasando por las construcciones de legitimación.
Empero, en ámbitos donde no se quiere reflexionar sobre estos tópicos, se
habla de política, no solamente como generalidad, sino como si fuera lo mismo
que poder. Sobre todo, en los
partidos políticos y en los medios de comunicación. Que son los lugares menos
propensos a la reflexión, más
inclinados a la imposición ideológica.
Dicho esto, volvemos al tema; la opción política alternativa, que se sale
de la circunscripción lineal del intervalo sin salida, definido por el chantaje emocional y por el esquematismo simplón de unos o los otros. Diremos, interpretando
la experiencia social, la memoria social y las contra-genealogías de los contra-poderes, que esta opción es la continuidad del substrato
de la sociedad alterativa; que
irrumpe, en coyunturas de crisis,
suspendiendo las regularidades,
inhabilitando las estructuras de poder - cuando
lo hace -, abriendo otros horizontes histórico-políticos-culturales. En el caso que nos ocupa, es la continuidad del caracazo; también, dada la resultante de la correlación de fuerzas, de la revolución bolivariana; es la defensa de la Constitución de 1999,
que es el producto jurídico-político
de esa revolución.
No vamos a argumentar sobre por qué los voceros del poder y el “gobierno
progresista” de turno no lo son, no son esta continuidad; ya lo hicimos en otros ensayos[2];
nos remitimos a ellos. Lo que importa ahora, es detenerse en esta emergencia política, en esta gestación popular e intelectual, también
de compromiso chavista, por parte de
exfuncionarios, sobre todo, de funcionarios, que hoy pugnan, por evitar el
derrumbe total de la revolución.
Derrumbe que viene por la vía del ultimatismo
y del chantaje emocional, que
expresan la reedición de prácticas no democráticas;
por lo tanto, no políticas. Sino, más bien, autoritarias,
que suplantaron al pueblo del caracazo y al pueblo que votó por Hugo Chávez, al pueblo que apoyó a la Asamblea Constituyente, con el referéndum y
con el aval para su promulgación.
Lo crucial
de lo que pasa, cuando se gesta esta opción alternativa, radica en que ante
el mismo desafío y amagues de resolver el problema
de seguir adelante o estancarse, las anteriores revoluciones no lograron resolverlo. Fueron vencidas las tendencias que buscaban la continuidad de la revolución, tratando
de evitar el termidor, tanto de “derecha”
como de “izquierda”. Las revoluciones, en el presente – entendiendo lo que apuntamos con este concepto[3] -, tienen como
tarea imprescindible, esta vez, vencer el termidor
y continuar la ruta de las liberaciones y las emancipaciones.
Hay que colocarse, por lo menos, hacer el
intento, aunque sea aproximativo, en el lugar de las cavilaciones y premuras de
las personas del pueblo. Pueblo que
se arronjó en el caracazo, abriendo
la posibilidad de otro decurso histórico, que derivó, por la resultante de la correlación de fuerzas, en un
golpe militar nacionalista; después en la conformación de un bloque político bolivariano. Logrando
materializar un gobierno con esas
características, las que le brindaba el fin del siglo XX y el comienzo del
siglo XXI; nacionalista, de tendencia social. El socialismo que se da en las condiciones que permite la correlación de fuerzas, en el período y las coyunturas contemporáneas.
Además, de amplia convocatoria.
Ponerse en su lugar, ahora, en plena crisis
del proceso de cambio; incluso,
aclarando y situándonos en la coyuntura,
en plena regresión y decadencia de este proceso; significa acercarse al sufrimiento
del desencanto; pero, también, a la voluntad de mantener la esperanza abierta.
Déjenme hablar un poco chabacanamente, buscando
efectos ilustrativos; diré que los chavistas consecuentes, los
intelectuales críticos de izquierda, los y las funcionarias críticas y
comprometidas, tienen como responsabilidad
la comunicación con este pueblo. Del caracazo, del voto popular, también del voto castigo, del proceso constituyente, de los avances de
los primeros gobiernos de Hugo Chávez, también con el pueblo del desencanto y
de la esperanza, paradójicamente. Hay que, por lo menos, imaginarse lo que sufre este pueblo, no en los mismos términos del discurso de victimación, sino en lo que respecta a
la encrucijada en que se encuentra.
La responsabilidad es,
prioritariamente, construir con el pueblo
la alternativa de la continuidad de la revolución.
Como dijo Immanuel Wallerstein, no hay historia del capitalismo nacional, sino mundial; también podemos decir que, si bien las revoluciones se dan en la singularidad del contexto nacional, todas las revoluciones
nacionales forman parte de la revolución mundial. La responsabilidad de los involucrados en
la opción alternativa y alterativa, es también con la revolución mundial; la que, antes, no
pudo resolver el problema, y términó absorbida por los ciclos del círculo vicioso
del poder. El que se logre salir de este círculo vicioso, el que se realice la opción de la continuidad de la
revolución, será también un logro trascendente,
para decirlo de ese modo, de la revolución
mundial.
Aunque a ratos parezca panfletario lo que
decimos, debido a las apreciaciones sucintas y hasta casi retóricas, la importancia radica no en lo que decimos, sino en lo
que está ocurriendo. En un anterior
ensayo[4]
decíamos que este escenario, de esta opción alternativa, es la más difícil en
realizarse; empero, parece que la marcha de los eventos, sucesos, aprendizajes
colectivos, avanza vertiginosamente. Cada vez esta posibilidad se hace más probable, para decirlo en términos matemáticos
probabilísticos. Mejor aún, acercándonos a un discurso categórico, esta opción
es, en pleno sentido de la palabra, opción;
es la alternativa al conflicto y
choque de fuerzas que no encarnan soluciones, sino pretensiones y, sobre
todo, el preservar la rutina
cambiante del círculo vicioso del poder.
Es inútil entrar a la diatriba, propuesta por los voceros
del poder, de que lo que se hace con esta opción alternativa es coadyuvar a las estrategias de la “derecha” y
del imperialismo. Es inútil, porque a
ellos no les interesa la discusión
sino la acusación, la descalificación, que forman parte de los
monjes de las iglesias políticas. No dudan de lo que dicen ni de lo que hacen;
hablan mecánicamente, actúan automáticamente; solo buscan imponerse. No les importa el porvenir
de la revolución, sino preservar el poder; que creen que es la manera de
garantizar el porvenir de la “revolución”.
¡Qué porvenir!
Todas las energías, por decirlo de esta manera,
deben dedicarse a la comunicación con
el pueblo, a aprender de su experiencia
social, a participar de las
actualizaciones de la memoria social,
a construir colectivamente la alternativa de la continuidad de la lucha.
No es el momento de detenerse en importantes
disquisiciones, como las relativas a las preguntas sobre el papel de los intelectuales, orgánicos y
tradicionales, hablando el lenguaje de Antonio Gramsci; sino de lanzarse al encuentro con la experiencia popular, aprender, participar, apoyando la potencia social, la potencia creativa de la vida. Nadie sabe lo que viene, que depende
de la correlación de fuerzas; pero
sabemos, que no hay peor derrota que no haberlo intentado. En todo caso, en el
peor de los casos, si somos derrotados, lo seremos junto al pueblo; en el mejor
de los casos, si se logra salir del círculo
vicioso del poder, si esta opción
alternativa se realiza, se habrán abierto caminos hacia otros mundos posibles.
[1] Ver Ni
gobierno ni oposición: cómo el chavismo crítico se perfila como alternativa en
una Venezuela polarizada. BBC
Mundo. http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-39677139.
[2] Ver Encrucijadas histórico-políticas.
También Espesores coyunturales. Así
como Devenir y realidad. Lo mismo con
Convocatoria de la vida y Alteridad o decadencia.
[4] Ver La máquina estatal en
coyunturas de crisis. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/2017/06/16/la-maquina-estatal-en-coyunturas-de-crisis/.
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