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El sesgado comportamiento del gobierno de Santos

El sesgado comportamiento del gobierno de Santos



 Raúl Prada Alcoreza

El sesgado comportamiento del gobierno de Santos













Las autoridades colombianas anunciaron que capturaron a cuatro hombres y cuatro mujeres, en el cuadro de las investigaciones por el atentado en el Centro Comercial Andino de Bogotá; atentado en el que murieron tres mujeres. Los capturados son cuatro hombres y cuatro mujeres, que pertenecerían al autodenominado Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP). Según la autoridad competente:

En la tarde de hoy (sábado) los investigadores realizaron diez allanamientos en Bogotá y El Espinal, (departamento del) Tolima, que culminaron con la captura de ocho personas.

Agregó que:

Las evidencias en poder de los investigadores señalan que los cuatro hombres y las cuatro mujeres pertenecerían al autodenominado Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), grupo que ha reivindicado varios de los atentados.


Sin embargo, de acuerdo a la BBC Mundo, en un panfleto de presunta autoría del MRP, que circuló en redes sociales, el grupo se desligó del atentado del Centro Comercial Andino. BBC Mundo no pudo confirmar de forma independiente su autenticidad, aunque tiene elementos similares con otros panfletos que han distribuido en el pasado[1].

El fiscal general de la nación, Néstor Humberto Martínez, dijo que su oficina tiene elementos y evidencias materiales probatorias que le permiten "inferir razonablemente autoría que comprometería a este movimiento". Dijo que al ser llevados ante un juez de control de garantías con la formulación de delitos de “terrorismo” y porte de explosivos, el magistrado determinó que no podía considerarse el delito de “terrorismo” porque la bomba no había sido colocada ni había explotado. Pregunta: ¿No era que el gobierno manejaba tres hipótesis sobre la autoría del atentado? Una que suponía que podría estar involucrado el ELN, otra que sugería la posibilidad del MRP, y la tercera el Clan del Golfo. ¿Por qué solo se trabaja con dos hipótesis o con una, la que supone que podría haber sido el MRP, y no con la tercera hipótesis, que supone, mas bien, una asociación mafiosa, además, vinculada a la “derecha” más recalcitrante? La BBC Mundo anota:

Originalmente, el gobierno había señalado que tenía tres hipótesis respecto a la autoría del ataque en el Andino, aunque se abstuvo de dar más detalles. También había anunciado una recompensa de 100 millones de pesos colombianos (unos US$33.000) por información que ayudara a capturar a los responsables.


Otra pregunta: ¿El gobierno colombiano tiene honestamente una vocación por la paz o el estancamiento de la guerra y la premura por abrirse a los mercados, de manera más ostensible, de dar apertura a concesiones mineras a empresas trasnacionales, además de otras concesiones, quizás hidrocarburíferas y hasta de agro-industria, incluyendo la posibilidad de expandir la producción de transgénicos, lo ha obligado a promover el Acuerdo de Paz?  Pregunta indispensable, no solo ante la expectativa de la realización del Acuerdo de Paz, sino, en relación a los últimos eventos, vinculados al atentado al Centro Comercial Andino de Bogotá.  

Las organizaciones armadas de izquierda no se inclinan a actos de violencia impactante contra la población civil; el perfil de sus acciones se dirige contra el ejército, la policía, instituciones con las que se enfrentan. Se puede incluir a las instituciones representativas y operativas del Estado. Sin embargo, la relación con la población civil es otra. El perfil del atentado se parece más al accionar de asociaciones mafiosas o vinculadas al paramilitarismo; brazos armados de potentados, hacendados, de la “derecha” recalcitrante.  Además vinculados y promocionados para accionar en el narcotráfico, para financiar sus actividades, por los propios servicios de inteligencia de Estados Unidos de Norte América; con la connivencia de parte de la burguesía colombiana, la más recalcitrante conservadora; incluso con la contemplación del propio ejército.  ¿Por qué no se investiga por este lado?

Los paramilitares han expulsado de sus tierras a comunidades campesinas, a montones de familias campesinas, apropiándose de sus tierras o por compra o por coacción, incluso con pistola en mano. ¿Qué ha hecho el gobierno colombiano al respecto? ¿Ha defendido los derechos de estas poblaciones campesinas, expulsadas por el paramilitarismo de sus tierras? ¿O hay compromisos con esta gente, heredados de los gobiernos anteriores?

El senador Álvaro Uribe tiene el tupe de decir que: “El ataque en Bogotá demuestra que el terrorismo retoma su fuerza en Colombia”[2]. Persona acusada de estar vinculada con Carteles, además de conexiones con los paramilitares; por lo tanto, responsable de gran parte de la violencia descomunal desatada en Colombia. ¿El gobierno de Juan Manuel Santos se va inclinar, un poco más, a las presiones de esta “derecha” recalcitrante y matona; prefiriendo perseguir a las organizaciones armadas de izquierda, sin contar además ni con indicios de que alguna de estas organizaciones estuvo involucrada en el atentado?

A estas alturas, por así decirlo, de la experiencia social en la modernidad, parece que ni las “izquierdas” ni las “derechas” aprenden las lecciones de la historia política. Hemos hecho observaciones, en este sentido, a la gama amplia y variada de la “izquierda”; sobre todo, haciendo mención a dos perfiles, que se presentan contrastantes; la de la “izquierda” radical y la de la “izquierda” reformista. Ahora no pretendemos hacer lo mismo respecto a la gama, no menos variada, de la “derecha”. Nuestra interlocución es diferente, en ambos casos; la crítica de la “izquierda” esquemática y dualista, es, si se quiere, al campo de las vanguardias en lucha por la justicia, donde unas se sienten más vanguardias que otras. En cambio, la crítica, quizás, mas bien, interpelación, a la “derecha”,   se refiere al campo de las formas de representación y organización de los dispositivos políticos e ideológicos de las estructuras de dominación tradicionales. Como se puede ver, la comunicación es distinta, en ambos casos. Lo que llama, en todo caso, la atención, es que ninguno de los campos políticos e ideológicos parece aprender las lecciones dramáticas de la historia.

La “derecha” recalcitrante empuja a proseguir la guerra; pues consideran que la pueden ganar, y que cuentan con el control de los aparatos del Estado, sobre todo, los de emergencia, el ejército y la policía; añadiendo los ejércitos privados, las organizaciones paramilitares. Esta “derecha” parece que no habitara suelos colombianos, pues no ha gravado nada de la experiencia política en su memoria reducida. No entiende que no puede imponerse en un país de historia de lucha armada larga, contra un pueblo que lleva la lucha de clases a la lucha de las armas, a la guerra contra la violencia optada por una oligarquía terrateniente; heredera colonial, que cree que eso es lo que hay que hacer, imponerse a látigo[3]. Una y otra vez, de los substratos dinámicos y magmáticos del pueblo han surgido formas y organizaciones de autodefensa, convirtiéndose después en ejércitos cuasi regulares, disputando el dominio del territorio de la geografía política del país.

La “derecha” más moderada, diríamos liberal, que se mueve en un intervalo tenso, entre la versión recalcitrante y el centro, para decirlo de ese modo, equidistante, buscando adquirir el perfil “democrático”, que, en gran parte de la historia política ha estado más cerca del referente recalcitrante que del centro, aunque, ahora, presenta una actitud de vocación de paz,  se encuentra, ahora, ante la responsabilidad de apoyar el Acuerdo de Paz o, en contraste, ante la irresponsabilidad de no respetarlo. Aprovechando la ocasión para emprender la astucia de acabar con las organizaciones armadas de izquierda o lo que se convierta en organizaciones políticas, en la concurrencia “democrática”. Si fuera esto, esta “derecha” tampoco habría aprendido las lecciones de la historia política. Cuántas veces ha intentado el conjunto de la burguesía, de la “derecha” recalcitrante y de la “derecha” moderada, una vez firmados los acuerdos de paz, acabar con los ex-guerrilleros, asesinándolos. Sin embargo, después de haberlo hecho, la sorpresa de esta “derecha”, en sus dos versiones, es encontrarse, de nuevo, con nuevas insurgencias armadas.

Lo que la burguesía, en su conjunto, parce no haber aprendido, que no se enfrenta solo a organizaciones armadas de izquierda, que emergen del substrato magmático y dinámico del pueblo, sino precisamente, se enfrenta al pueblo colombiano, que lleva la lucha de clases a la intensidad de lucha armada. Tampoco entiende que esta guerra no la puede ganar la “derecha”,  tampoco el Estado, como instrumento de la dictadura de la burguesía, pues se enfrenta al pueblo; al substrato mismo de la sociedad; tanto en su versión de sociedad institucionalizada como en su versión de sociedad alterativa. Si quieren la guerra, va a ser, en términos de estimación, considerando el pasado bélico, una guerra de nunca acabar. Guerra en la cual, en todo caso, las posibilidades de ganar, aunque sea a largo plazo, es para el pueblo; pues es, casi la totalidad del país.

Las veleidades del coronel John Marulanda, experto en seguridad, encargado de la investigación sobre el atentado al Centro Comercial Andino,  son llamativas; ante preguntas de comunicadores y periodistas, sus conjeturas sobre las tres hipótesis manejadas por el gobierno son asombrosas, por el sesgo explícito. Dice que no cree que haya sido alguna organización de “derecha”, sino, mas bien, parece provenir de organizaciones armadas, que llama “terroristas”, de izquierda. Con estas elucubraciones queda clara la intención del gobierno, por lo menos, de parte del mismo. Se trata de atacar a la otra parte de la izquierda armada, ahora que se ha llegado a un Acuerdo de Paz con la organización armada de izquierda más grande e importante, las FARC.

En contraste a esta declaración intencionada, aparecen coincidencias trágicas, que no parecen ser tan azarosas. En El Colombiano aparece una nota llamativa, que menciona la muerte de la francesa, que se encontraba en el Centro Comercial Andino. El propio Marulanda comenta este incidente. La nota dice:

La presencia de la francesa

Para Marulanda es muy particular la presencia de la francesa de 23 años que murió en los hechos, Julie Huynh, que trabajaba en una ONG vinculada con reinsertados, fue parte del Comité de recepción del presidente François Hollande cuando estuvo visitando uno de los campamentos de las Farc y estaba recién llegada de Cuba.

“La foto que hay de la herida de ella demuestra que el explosivo actuó muy cerca de ella, no pegado a ella, por la ruptura que le hizo de la cadera. No sabemos si está implicada en el incidente o si simplemente fue una persona que estaba ahí”, concluyó Marulanda[4].

Si es así, si se trata de un ardid, impulsado por la guerra aterida en los huesos de la burguesía, es lamentable que el reciente premio nobel de la paz, repita el fraude del anterior premio nobel de la paz, que corresponde a otro presidente, ahora expresidente, el de Estados Unidos de Norte América, Barack Obama. Si fuese así, es lamentable que estos premios nobel de la paz no estén a la altura de la connotación del simbolismo del galardón entregado. En vez de convertirse en hitos de conductas y comportamientos novedosos, que además tienen que ver con el sentido de nobel, terminan convirtiendo el galardón en un simulacro, que repite y legitima la violencia permanente de las dominantes estructuras de poder.

¿Por qué desaprovechan la oportunidad de convertirse en hitos? En el caso colombiano, cuando, además se ha logrado un Acuerdo de Paz, difícil, ahora referente; incluso, se podría decir, paradigma, de nuevas formas de resolver conflictos permanentes, de larga data. ¿No creen en el simbolismo otorgado? ¿Creen que es solamente un reconocimiento a la dedicación reciente, coyuntural y provisional? Otra vez, si fuese así, lo único que hacen es desvalorizar ese simbolismo y galardón obtenido. Solo tomado en serio por los medios de comunicación, por la opinión pública, atrapada en los climas mediáticos; en los cocteles diplomáticos y en las ceremonialidad del poder del orden mundial.

El problema es que el costo de estos desaciertos los paga el pueblo colombiano. Sin embargo, también los paga la “derecha”, que no ha aprendido las lecciones de la historia política y de la historia de la larga guerra, de más de cien años de soledad. En el hipotético caso, que parece difícil, muy difícil darse, de que, aprovechando la ocasión, acaben con las organizaciones armadas de izquierda, volverán a surgir expresiones, asociaciones, composiciones, organizaciones armadas, del substrato magmático y dinámico del pueblo.




[1] Ver Colombia: anuncian ocho capturas en el marco de la investigación por el atentado al centro comercial Andino de Bogotá. http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-40395864.

[2] Ver Álvaro Uribe: «El ataque en Bogotá demuestra que el terrorismo retoma su fuerza en Colombia». http://www.abc.es/internacional/abci-alvaro-uribe-ataque-bogota-demuestra-terrorismo-retoma-fuerza-colombia-201706250216_noticia.html.

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