Las organizaciones paralelas apócrifas
Las organizaciones paralelas apócrifas
Raúl Prada Alcoreza
Llamemos la pretensión divina o pretensión
de divinidad a aquél deseo de que
el mundo sea imagen y semejanza de uno
mismo. Que el mundo gire
alrededor de uno mismo, rindiéndole
pleitesía. Esta pretensión de divinidad
resalta cuando el despotismo
encuentra un mundo efectivo que es
distinto a la imagen en el espejo; entonces tiende a crear un
mundo paralelo, un mundo imaginario,
que sea fiel copia de su imagen en el espejo.
Como dijimos en El mundo paralelo del MAS[1],
este es un comportamiento delirante de negar la realidad efectiva; incluso podríamos decir que se trata de un
narcisismo llevado al extremo. Quizás, elucubrando, una egología,
pueda dedicarse a estudiar estos comportamientos
de encaracolamiento[2].
Pero, ahora, nos interesa enfocar las creaciones
de esta pretensión de divinidad; las formas y organizaciones del mundo paralelo
que conforma. En este caso, con todos los recursos del Estado. Ahora se trata
de conformar una COB paralela, que pasa, primero por el desconocimiento a su
secretario ejecutivo; todo esto porque la COB encabeza la defensa de la
democracia, de la Constitución, porque apoya las movilizaciones ciudadanas, de
profesionales, de oficios y de gremios contra la ley inquisidora[3],
el Código Penal, y contra el desconocimiento de la voluntad popular, que votó por el NO en el referéndum por la
reforma constitucional, que pretendía habilitar indefinidamente a Evo Morales
Ayma a elecciones consecutivas. El gobierno
clientelar quiere una COB sumisa y obediente a sus mandatos y sus
caprichos. Los voceros de este desconocimiento son los dirigentes de la CSUTCB,
dirigentes puestos a dedo por el gobierno, en bochornosos congresos campesinos,
donde se impuso contra las bases a personas sin convocatoria campesina; es
decir, llunk’us.
No es el único gobierno que ha intentado
desconocer a la COB y dividirla o suplantarla. Desde los gobiernos del MNR de
la revolución nacional (1954-1964), sobre todo, cuando la COB entra en
confrontación con las gestiones gubernamentales, se ha buscado controlarla. Las
dictaduras militares la desconocieron y persiguieron con saña a sus dirigentes,
que entraron en la clandestinidad. Los gobiernos de la coalición neo-liberar
acertaron un golpe durísimo con la relocalización de los trabajadores mineros
de COMIBOL, descalabrando a lo que se consideraba la vanguardia de la lucha por la liberación nacional y el socialismo,
el proletariado minero. Ahora es, nada más ni nada menos, el “gobierno
progresista”, que se autonombra “gobierno de los movimientos sociales”, el que
desconoce a la COB, busca dividirla o suplantarla por una organización apócrifa, como acostumbra y lo ha hecho en otros
casos; por ejemplo las organizaciones indígenas de tierras bajas y de tierras
altas, CIDOB y CONAMAQ.
Mas que muestra de fuerza, lo que hace el gobierno
clientelar, es una develación de su debilidad.
Ya no entusiasma, ya no convoca, pierde sus clientelas;
ante esta desolación busca protegerse con la ilusión del mundo paralelo,
con la pantomima de organizaciones
apócrifas, que no representan a nadie, salvo a los vacíos y ausencias de la
representación genuina. Sin embargo,
este mundo paralelo le sirve de pantalla para presentarse todavía como
si tuviese apoyo social. El teatro
político es lo único que le queda a un gobierno que ha perdido legitimidad.
El ideólogo
de la decadencia dice que es el “racismo”
de la “clase media” la que no quiere la reelección de un “presidente indígena”,
a su vez, el presidente dice que no es contra el Código Penal que se moviliza la gente, sino contra él,
porque no quiere que sea electo. Estas afirmaciones de los gobernantes develan
su pronunciada enajenación; ya no
tienen sensibilidad paran percibir los fenómenos sociales, están encaracolados en sus propios laberintos
emocionales. La soledad a la que
condena el poder, a los que se instalan en esta maquinaria abstracta de las dominaciones, los ha empujado al
delirio que generan los cantos de sirena. Solo ven fantasmas, el fantasma de la “conspiración”; el fantasma de un “imperialismo”
que ha muerto en la guerra del Vietnam, ahora es otro imperialismo o imperio,
contra el que no pelean, sino son más bien sus cómplices, son parte del
engranaje del sistema-mundo capitalista y
extractivista; el fantasma de una
“oposición de derecha”, que no tiene convocatoria. Las movilizaciones sociales que arrinconan al gobierno, a sus órganos
de poder, a la masa elocuente de llunk’us,
son prácticamente auto-convocadas por organizaciones sociales, de
profesionales, de oficios y de gremios, además de los Comités Cívicos. Ver
detrás de estas movilizaciones la mano oscura de la “conspiración” del “imperialismo”
y la “derecha” no es otra cosa que mostrar ceguera, ciertamente conveniente; no
es otra cosa que confesar, aunque no lo quieran, de manera indirecta, sus
miedos y temores. Un síntoma de la forma de poder en decadencia, de la forma de gubernamentalidad
en crisis, es la paranoia.
Es vano discutir con ellos, los gobernantes,
los oficialistas y menos con la masa elocuente de llunk’us, que no pueden
elaborar una ley sin la construcción
colectiva de la ley, sin la participación
y el control social, que establece la Constitución, desconociendo el sistema de gobierno constitucional, el sistema político de la democracia
participativa y pluralista, directa, comunitaria y representativa. Es una
pérdida de tiempo, ante gente que no escucha, que esta obcecada en enrevesadas
interpretaciones fragmentarias de la Constitución, que, además creen o se
asumen como “revolución democrática y cultural”, cuando esta revolución brilla
por su ausencia. Esta gente solo entiende el lenguaje de las fuerzas,
de las fuerzas movilizadas – y eso,
quizás ni si quiera esto entiendan -; esta gente en el poder usa el discurso para justificarse, también para
imponer consignas, así como para hacer propaganda y publicidad de sus “logros”.
No hay deliberación, esta actividad
indispensable en el ejercicio democrático
ha desaparecido; ha desparecido del Congreso donde, por su razón de ser, se
debería deliberar y parlamentar; ha
desaparecido del propio MAS; ha desaparecido en las organizaciones sociales
afines al gobierno, en los sindicatos que controla, en los sindicatos
campesinos. Solo se dan órdenes y los supuestos dirigentes se encargan de que
se cumplan.
Otro de los rasgos elocuentes de la crisis
gubernamental y de legitimidad es
el uso recurrente a la violencia, a
la amenaza, al amedrentamiento, al chantaje y la coerción. En esta escalonada
recurrencia a la violencia comienzan
a sobresalir ciertos empleos descarnados de la violencia callejera, los
relativos al matonaje. Esto se ha
observado en varios momentos y situaciones; en los congresos campesinos, donde
se imponen los candidatos del corregidor; en contra de las movilizaciones. Fue
patético lo que hizo el gobierno en contra de las movilizaciones indígenas, la VIII y la IX. También en el Congreso
se acalló a las voces que observaban inconductas o señalaban contradicciones;
el MAS no ha estado exento de amedrentamientos, sobre todo, cuando aparecían
corrientes con cierto matiz de independencia e iniciativa. Recientemente, la
gobernación del Beni recurrió al matonaje
para amedrentar en los puntos de bloqueo del paro cívico.
De los rasgos
más pronunciados son los recursos de la descalificación
del oponente, del demandante, del interpelador, de la crítica, sobre todo, de la movilización y su dirigencia. Así como
los procedimientos de la denigración; también la judicialización y la criminalización
de la protesta. Como se puede ver, estamos en la etapa de la forma de gubernamentalidad clientelar en
crisis que se defiende da la sociedad movilizada.
A pesar de que controla los medios de
comunicación, públicos y privados, se ve obligado a desbordar apabullantemente
y estridentemente su propaganda y publicidad, mostrando “logros”, que son
elefantes blancos o instalaciones costosas, con sobreprecios, que no terminan
de articular coherentemente una logística
económica adecuada. A esto se suma que nunca se aclara sobre los desfalcos,
las escandalosas corrupciones, la evaporación de las inversiones, la
inconstitucionalidad de los contratos y concesiones.
En gobierno, que se dice ser “gobierno de los
movimientos sociales” - mote, que, a estas alturas del partido, nadie cree,
salvo la masa elocuente de llunk’us -,
al encontrarse en apuros, no puede perdonar la posición clara y evidente de la
COB. Hablamos de un gobierno, haciendo un poco de historia reciente, que ha destruido a las organizaciones sociales,
pues no podía aceptar el despliegue autónomo de sus dinámicas; no puede construir su forma de gubernamentalidad clientelar con el desenvolvimiento
independiente y espontáneo de las organizaciones sociales. Se trata de una forma clientelar que no se construye
sobre la base de las dinámicas sociales,
sino que lo hace verticalmente, asumiendo
como cimiento lo que está en el techo; se trata de una forma clientelar que se construye
teniendo como referencia la convocatoria del mito y el símbolo encarnado en el caudillo. Sus formas de mando no pueden
ser sino autoritarias. Prohibido
pensar; solo piensa el ideólogo
solitario en los balcones solariegos, donde el crepúsculo tiñe de sangre las
ventanas del palacio quemado.
Ante el ataque gubernamental a la COB, la
sociedad tiene la responsabilidad de
defenderla. De defender toda una trayectoria histórica de luchas, depositadas
en los substratos de la memoria social.
Defender, en el presente, a una COB
que se reinserta nuevamente en las movilizaciones y luchas en los espesores dinámicos del presente[4].
Defender el papel de los trabajadores en la recuperación de la democracia y la posibilidad de una
construcción de la democracia radical.
[1] Ver El mundo paralelo del MAS.
[2] Ver Encaracolamientos. https://pradaraul.wordpress.com/2015/08/12/encaracolamientos/.
[3] Ver Estado policial. https://issuu.com/raulprada/docs/estado_policial_2.
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