Aproximaciones a la hermenéutica compleja de lo político
Aproximaciones a la hermenéutica compleja de lo político
Raúl Prada Alcoreza
Aproximaciones a la hermenéutica compleja de lo político
Estamos ante un mundo efectivo de múltiples planos
de intensidad; los hechos y los sucesos se dan en la maraña de planos
intersectados, en distintas composiciones
y combinaciones. ¿Cómo interpretar
entonces cuando estamos ante este conglomerado de planos de intensidad en constante
devenir? Un discurso, por
ejemplo, no puede ser solo interpretado en el plano de intensidad del
lenguaje; siendo más específicos, desde el marco de la ideología;
pues el discurso emitido se pronuncia
por alguien, que está ligado a una institución,
está asociado a determinado proyecto,
organización, aglutinando intereses, más o menos, afines. Enfrentando a otros discursos, a otros intereses, a otras
organizaciones y proyectos. Sobre todo, enfrentando problemas concretos en una coyuntura
determinada. Entonces, lo adecuado es interpretar
lo qué se dice a partir de los contextos
de todos los planos de intensidad en
juego.
Si el discurso
en cuestión descalifica al otro discurso
o si, mas bien, busca menospreciarlo, disminuirlo, planteando un problema más crucial que el que está
ocasionando el conflicto, ¿se va interpretar el discurso solo a partir de lo que dice, compararlo con el otro discurso y lo que dice,
contrastarlos con lo que ocurre, en el contexto
y perfil del conflicto? Parce que no es suficiente, incluso si somos
exhaustivos, pues desde los otros planos
de intensidad involucrados, las referencias
y los códigos para la interpretación son otros. Por ejemplo,
si el Estado se encuentra en déficit, el discurso
del gobierno va a buscar resolver el problema, el del déficit o por lo menos
apaliarlo. Un procedimiento puede ser el estatalizar
de nuevo los ahorros de los trabajadores, absorbiendo a las famosas AFPs; en el
mismo camino, hacerse cargo de todas las cajas de seguro, a las que debe, sin
poder cumplir con sus deudas. En el caso de las AFPs, ya se ha usado el cúmulo
de dinero que pertenece a los trabajadores, que son sus sueldos diferidos,
comprando bonos, de los cuales no se ha dado cuenta hasta ahora. A los
gobernantes no se les pasó por la cabeza que cualquier acción al respecto debe hacerse
solo consultando a los propietarios efectivos de los ahorros, a los
trabajadores. En el caso de las cajas, el problema es que el Estado hasta ahora
no ha demostrado ser un buen administrador, sino todo lo contrario. El usar, en
el discurso, la mención como finalidad
supuesta el seguro universal, la accesibilidad
a la salud y a la atención médica para todos, sobre todo, gratuita, suena más
que bien. Sin embargo, cómo confiar en las intensiones de esta propuesta; por
cierto, tardía, más de una década después de la llegada al poder y casi una
década después de promulgada la Constitución. Propuesta que debió corresponder
a las primeras medidas del desarrollo
legislativo, después de la promulgación de la Constitución. Se lo hace en
pleno conflicto médico, como para
salir del paso.
Volviendo al tema de la interpretación en contextos
complejos, donde se intersectan, componen y combinan múltiples planos de intensidad, la interpretación compleja exige considerar
todos los referentes y sistemas de códigos en juego. Por
cierto, sería reductivo resolver el problema
de la interpretación acudiendo a la
sencilla tesis de que el discurso
político es mal intencionado o de que sus intenciones siembre son otras,
diferentes a las que se emite en el discurso.
Esto sería volver al esquematismo
dualista de buenos y malos, así como al esquematismo dualista de honestos
y deshonestos. Este tipo de
observación o interpretación coloca al que lo hace en el lugar del bueno, también
en el lugar del honesto; esta es una pretensión anticipada de antemano. Lo que
parece, mas bien, darse es un nudo
con muchas conexiones a distintos planos de intensidad, por lo tanto,
susceptible de diferentes interpretaciones. No se trata de relativismo, interpretar
según el contexto del plano de intensidad; sino de interpretar el discurso o el acto en la
maraña en juego de los distintos planos de intensidad.
El que emite el discurso puede llegar a creerse astuto al decir lo que dice,
estando más o menos consciente de sus
intensiones, sin embargo, no controla,
por así decirlo, todas las variables
en juego, menos teniendo en cuenta todos los planos de intensidad en juego. El que emite el discurso se encuentra en encrucijadas,
de las que no tiene idea del laberinto de sus mapas. Lanza el discurso, crea lo que crea, incluso
considerándolo honesto, sin poder dar
cuenta del impacto del mismo en la complejidad de planos de intensidad en las que se mueve. Entonces lanza apuestas en
la constelación de probabilidades del azar
que no controla, tampoco controla la estructura compleja de la necesidad, es decir, de las regularidades. Cree que lo hace porque
es él el que emite el discurso y
encarga las acciones a abordar; sin
embargo, es esta una ilusión más en
la que se encuentra atrapado.
Una aproximación a la hermenéutica compleja sería comenzar a comprender que lo que se dice
y lo que se hace ocasiona decodificaciones, tanto en lo que se dice como en lo que no se dice, tanto en lo que se hace
como en lo que no se hace, en el contexto de los enfrentamientos y del conflicto social, que no se reduce a uno ni a dos, en las topologías de los distintos planos de intensidad. Sobre todo, en los
espesores compuestos y combinados de
una coyuntura tragada por los espesores del presente; espesores que
abarcan posibilidades de coyunturas en la simultaneidad dinámica del espacio-tiempo.
Dicho de manera sencilla, el que emite el discurso
y está comprometido en el acto, que
sostiene el discurso, está sujeto al vaivén de los tejidos en los que impacta su discurso y su acto.
Volviendo al ejemplo, al discurso emitido en el conflicto
médico, en pleno dialogo entre Colegio de médicos y el gobierno, decir que
se trata de “preocuparse” por la vida,
de lograr el seguro universal y la
asistencia gratuita para todos, se está
ante distintas connotaciones, que ya
no dependen ni de las buenas o malas intenciones, de las honestas o arteras
intenciones del emisor, sino del juego de las fuerzas concurrentes en los distintos planos de intensidad. En lo que respecta a lo más importante, desde
la perspectiva constitucional y desde lo que implica la preocupación y el cuidado
de las condiciones de vida de los y
las ciudadanas, el seguro universal,
asumir socialmente la tarea, participar
en el debate, en la construcción
colectiva de la decisión política
y de la ley, sin dejar que el
gobierno manipule, monopolice, con sus organizaciones apócrifas, el debate
sobre el tema en cuestión, es la responsabilidad
del pueblo.
En lo que respecta al conflicto médico, es indispensable el involucramiento del pueblo, para evitar la imposición de una
ley inquisidora como es la Ley Penal.
No se puede permitir esta velada implantación del Estado de sitio, encubierto en leyes inconstitucionales. A no ser
que el pueblo haya perdido toda
capacidad y voluntad de potencia, que
puede activar en momentos de emergencia y convocatoria. Algo que es muy difícil de creer que ocurra y de
aceptar, esto de haber perdido la voluntad
de potencia.
En lo que respecta a los juegos políticos y a las estrategias
de poder, de unos y otros, el pueblo, que es el referente
demagógico de los discursos políticos emitidos, el pueblo que es el referente de la república, también de la utopía de transición no
cumplida del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico, referente fundamental de la democracia, que es autogobierno del pueblo, no puede caer en las seducciones de estos juegos si es que quiere ser lo que es, pueblo, soberanía de las multitudes, a no ser que se reduzca a la concepción restringida de “pueblo”
de la política institucionalizada, de
la democracia formal y de la demagogia sin perspectiva de los juegos políticos.
En lo que respecta al conflicto en cuestión, un pueblo
indiferente ante demandas legitimas,
de parte de lo que es el pueblo, en
su variada composición, deja de actuar como pueblo,
evidenciando estar atrapado en las seducciones e inhibiciones a las que lo circunscribe el poder. En el caso que nos ocupa, no es ciertamente un pueblo indiferente, sino que se ha
pronunciado apoyando la demanda de
los médicos en anular el artículo 205; sin embargo, no solo se trata de este
artículo, que afecta a un gremio,
sino de toda la ley inquisidora. La responsabilidad del pueblo que aprobó la Constitución por amplia mayoría es defender la misma, el cumplimiento de la
misma, desaprobando e impidiendo la aplicación de sus vulneraciones.
En lo que respecta a la perspectiva política, a lo que viene, el pueblo no puede quedarse en brazos cruzados, dejando que los
hechos, sucesos y eventos se den, como si no participara en ellos; la indiferencia, la falta de acción o la poca
acción, es una manera de participar
no participando, entonces se es cómplice de lo que ocurra. Un pueblo que ha luchado por transformaciones estructurales e
institucionales, por la descolonización
y la independencia, que ha derrocado
al proyecto neoliberal implantado, no
puede quedarse absorto ante la decadencia
de un régimen que ha suplantado su
victoria por la forma de gobierno
clientelar y corrupta; tampoco puede dejar, como en otros países, que después
de la regresión y la decadencia de los “gobiernos
progresistas” retornen los que se ha derrocado, las versiones actualizadas del
neoliberalismo. Un pueblo que se
asuma como tal, en pleno sentido de la palabra, tiene que asumir la responsabilidad del porvenir y actuar en consecuencia.
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