A propósito de la “guerra” de las palabras
A propósito de la “guerra”
de las palabras
Raúl Prada Alcoreza
A propósito de la “guerra” de las palabras
De
las narrativas una de las más
asombrosas es la narrativa política;
se inventa un mundo de ficción, sin el placer que nos ofrecen otras narrativas, vale decir, sin la estética[1].
Lo asombroso es que esta narrativa
pretende dar una descripción de la realidad, descartando la construcción de
la trama. Sobre todo, esta falta de consciencia de su narrativa aparece evidenciada cuando recurre al fetichismo estadístico, a la aritmética más simple de las proporciones. Considera seriamente lo
que dan las proporciones como diferencias, como si estas proporciones
no fuesen relativas, porque se tienen
que interpretar sin olvidar los valores absolutos, que son sus referentes imprescindibles. Sin los referentes numéricos absolutos las proporciones son nada, no dicen nada.
Peor aún, cuando el dato, vale decir,
la composición entre valor relativo y valor absoluto es contrastada con las estructuras cualitativas de la realidad
efectiva. Ahí, la utilidad estadística, por cierto indiscutible, adquiere funcionalidad de medida cuando no se separa del análisis
cualitativo. Sin embargo, en el manejo peregrino de la aritmética elemental, de parte de la estadística, se da lugar al
olvido patente de las estructuras
cualitativas de la realidad. No
cuentan. Además se da lugar el olvido de la relación
indisoluble entre el valor probabilístico,
que es el de la proporción, con el valor numérico absoluto. Entonces, en
esas condiciones, la clase política, sobre todo, el estrato de gobernantes,
hace sus informes, donde resaltan los logros de la gestión. Esto no solamente
es fetichismo estadístico sino
delirio por la levedad vaporosa de las proporciones[2].
El
vicepresidente, en una entrevista del periódico El Deber, hace el balance
económico de la gestión; dice:
En lo económico, bueno, con un notable momento de superación y de
mejoras. En lo político, un incremento de la conflictividad. Cerramos con un
crecimiento mayor al 4%, que nos coloca cuatro veces por encima del promedio
latinoamericano, que creció el 1%. Competimos para ganarle a Paraguay para ser
el número uno en América Latina. En enero sabremos si lo superamos. Se nota en
cosas muy prácticas.
La
renta petrolera el año pasado fue de 1.700 millones de dólares, ahora vamos a
cerrar con 2.000 millones, significa que hay un 14% más. Por ello, municipios y
gobernaciones han recibido más dinero. Hay más contratos de empresas y hay más
trabajo para albañiles, arquitectos, ingenieros, transportistas y generamos una
dinámica expansiva. La agricultura tuvo un año extraordinario. Un incremento
del 100% de la productividad del trigo, y 40% del maíz. En Santa Cruz, la
frontera agrícola en las áreas cultivadas entre el 2016 y 2017 tuvo un
incremento casi del 21%, casi 300.000 nuevas hectáreas producidas. Eso quiere
decir que hay más alimentos, más ventas, más recursos y más ingresos para el
productor.
El
año cierra con un buen precio del petróleo, 58 o 59 dólares. Comenzamos con
cerca de 48 o 49 a principios de año. Los ingresos por la venta de
hidrocarburos a Argentina y a Brasil se han incrementado respecto al año 2016,
calculo que un 25%. No hemos llegado a la cumbre de 2014, cuando teníamos
petróleo a 100 dólares, pero frente a 16 dólares que fue el peor momento, hay
un ascenso notable en 2017. El dato de las reservas internacionales: cerramos
este año aproximadamente con $us 10.500 millones.
El
año pasado cerramos con 10.000. Hay un incremento. El ahorro en el sistema
bancario financiero en su conjunto, en 2015 y 2016 se mantuvieron congelados en
23.000 millones de dólares, buen número pero estancado. Estuvimos ascendiendo,
y el 2017 estamos en cerca de 25.000 millones. Quiere decir que hay una
recuperación muy importante en agricultura, en hidrocarburos, en minería, los
precios del estaño, el plomo, la plata, el oro tuvieron una mejora entre el 7%
y el 15% en sus precios el último año. Entonces, cerramos un buen 2017. Yo
estoy seguro de que el 2018, sobre lo que se siembra, será mucho mejor; veo que
hemos remontado los efectos de la crisis latinoamericana, los efectos de la
crisis internacional. Bolivia ha remontado con un modelo muy exitoso de
economía, que se ha puesto a prueba en tiempos de precios elevados de las
materias primas, y ha resistido en tiempos de precios bajos, y nos dio el mejor
crecimiento del continente[3].
Cualquier
estudiante de estadística sabe que el 1% corresponde al tamaño de la economía
de la que hace de referencia cuantitativa.
Entonces, también sabe que las cantidades
absolutas son las que cuentan, a la hora de hacer comparaciones. Por otra
parte, ya el solo hecho de hablar de renta
hidrocarburífera nos muestra que no hemos salido del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente[4].
Esto debería avergonzarnos, sobre todo, porque quien lo dice habla a nombre del
supuesto Estado Plurinacional, cuya Constitución prohíbe la exportación de
materias primas. Los 1.700 millones de dólares o los 2.000 millones de dólares,
que supuestamente vendrían después, este año, hablan del peso que tiene la exportación de
hidrocarburos, sobre todo de gas, en la formación del PIB. El tema es si estos
montos se invierten productivamente;
lo que no ocurre en un Estado rentista, en una economía extractivista y en una
forma de gubernamentalidad clientelar.
Sobre
el crecimiento agrícola hay mucho que hablar; el incremento se debe a la
agroindustria, no así a la producción familiar campesina, tampoco a la comunal.
Lo que ha crecido es la agroindustria, sobre todo, a costa de la ampliación de la frontera agrícola; por
lo tanto, de una forma depredadora,
transfiriendo los costos efectivos a
la naturaleza. Tampoco podemos
sentirnos orgullosos de que esto pase, a pesar de que hay que ponderar el
crecimiento agroindustrial. Tomando en cuenta su participación menor en la
formación del PIB.
En
lo que respecta a las reservas internacionales, se obvia que las reservas se
aproximaron a un monto de 20.000 millones de dólares; qué pasó con los
alrededor 10.000 millones de dólares. ¿Desaparecieron? ¿En qué se los usó sin
consultar al pueblo boliviano? No podemos sino asombrarnos del uso discrecional
de las reservas que pertenecen al pueblo boliviano. Los montos relativos a la
banca no pueden apreciarse, sino como el mismo vicepresidente dice, por su
inactividad e ineficacia en la economía boliviana. Solo es atesoramiento
financiero.
El
resto del balance económico sigue
siendo parte de la economía primario
exportadora. La economía boliviana
depende de los vaivenes de los precios de las materias primas en el mercado
internacional; lo que habla claramente de su dependencia.
El
balance político es más pobre; no es
exactamente apologista, sino ciego.
No ve nada, no pasa nada; los conflictos sociales son minimizados. Además se
acepta, sin pudor, la bochornosa forma de elegir a los magistrados en unas elecciones donde la absoluta mayoría fueron votos nulos; lo que de por sí anula las elecciones. Hacer gala de la ilegitimidad no es solo falta de
dignidad sino de pudor. Se desconocen dos elecciones consecutivas de
magistrados, en las cuales el oficialismo perdió. Lo más grave, se desconoce el
referéndum sobre la reforma constitucional, que buscaba
habilitar al presidente a nuevas reelecciones; es decir, se desconoce la
decisión popular. Se hace el ridículo con argumentos
estrambóticos que no tienen lógica, ni jurídica, ni política, ni
lingüística[5].
En
el resto del balance político se
hacen esfuerzos por mostrar optimismo, basándose en cálculos insostenibles de
una sumatoria desfachatada del “voto duro”, del voto desubicado, del “voto de
la oposición”, además, en un contexto cuando el presidente no era candidato. El
plan se reduce a tener como candidato a Evo Morales Ayma, porque sin él sería
una derrota anunciada. Esa es la pobreza de un partido que no ofrece otra cosa
que sacrificar a su líder, porque sin él no son nada.
La
entrevista termina con una alocución dramática,
ocultada apenas con poses de frialdad, que se plantea opciones, márgenes e
intervalos, teniendo como opción extrema la muerte. Decir: estamos preparados
para eso, ese desenlace, no es otra
cosa que aceptar la derrota; aunque los medios de comunicación, que difunden la
entrevista no lo entiendan así. Prefieren apegarse a la figura dramática, sacada como as de la manga.
También se observa el sensacionalismo
de los medios de comunicación cuando se detienen y remarcan eso de la “guerra”:
“No hemos venido a caminar
encima de flores, hemos venido a la guerra”. Al respecto, aparecen
comentaristas que se desgarran las vestiduras y acusan al vicepresidente de
“militarista”, con poco apego a la “democracia”. Parece que no entienden el teatro político, el teatro de la crueldad política, el teatro burlesco de las simulaciones.
Asombra que dedicados a dar noticias preponderantemente políticas, estén lejos
de descifrar los tejes y manejes de la política
institucionalizada. La “guerra” en el discurso del vicepresidente es una
palabra hueca, que solo sirve para llamar la atención. No llegaron al gobierno
por la guerra, sino por elecciones;
la guerra, es decir, la movilización prolongada, la hizo el
pueblo sublevado por seis años consecutivos, no ellos, los que gobiernan. Si
hay alguna “guerra” que hicieron es contra el proyectado Estado Plurinacional
Comunitario, al desmantelar la Constitución; es contra las naciones y pueblos
indígenas, al ocupar y avasallar sus territorios, ofreciéndolos a las empresas
trasnacionales extractivistas como concesiones; es contra la Madre Tierra, al
mantenerse obsecuentemente, de una manera expansiva e intensiva, en el modelo colonial extractivista del
capitalismo dependiente; en contra el pueblo que se sublevó, venció a los
gobiernos de coalición neoliberal,
usurpándole su victoria, convertida en una mueca grotesca, la de la forma gubernamental clientelar y corrupta.
[1] Ver La invención política de la realidad.
[2] Ver Extractivismo
colonial y política monetarista. También La concepción desfachatada de
la economía. https://pradaraul.wordpress.com/2013/07/25/extractivismo-colonial-y-politica-monetarista/.
[3] Ver “No hemos venido a caminar encima de flores, hemos
venido a la guerra”. http://www.eldeber.com.bo/bolivia/No-vinimos-a-caminar-encima-de-flores-vinimos-a-la-guerra-20171230-0040.html.
[4] Ver Subalternidad y máquinas del sistema-mundo. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/subalternidad_y_m__quinas_del_siste_8f9c2bc7a950e0.
[5] Ver Pensamiento estrambótico.
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