Conversación con los árboles
Conversación con los árboles
Sebastiano Monada
Conversación con los árboles
Les cuento árboles que
ya el rumor de las ciudades
Trae vahos de muerte
Emergen de los cuerpos
sudorosos llantos
De pena verde desconsolada
Convertidas en lluvia
de dagas hirientes
Cortan las ramas
frondosas que hacen enjambres
De remos alegres
jugando con el agua
Llevando barcas
exploradoras en rutas soñadas
Por niños que no
duermen
Ciudades podadoras
adormecidas en ferias
De abalorios relumbrantes
Consumen compulsivas
los aires y las aguas
Ensuciando los suelos
Derramando montañas de
basuras
Pirámides de muerte
donde ceremonias macabras
De insomnes fantasmas
desolados
Se reúnen en ritos
sin-sentido
Invocando el regreso
imposible de la vida
Los vivos deambulan
por las calles desiertas
Peatones perdidos sin
suerte
Rugientes automóviles
sin rumbo
Chatarras estruendosas
de aluminio
Crepitan tumultuosos
gritos ensordecedores
De afligidos buitres
mecánicos
No levantan vuelo con
panzas llenas de gasolina
Corren enloquecidas
por las autopistas
Dejando rastros de
sangre
Dejando huellas de
lágrimas
En edificios de
hormigón armado y vidrios
Como espejos vacíos
Donde se ahogan las
miradas
Que no encuentran nada
Anteojos ausentes que
no miran dentro
Reflejan el cielo para
ocultar sus miedos
Se administra la
destrucción del planeta
En oficinas con mapas
mineros en las paredes
Calcinadas por los
rayos del aburrimiento
En ministerios con cerros
de papeles
Amarillentos como
hojarascas de otoño
Firmas de concesiones
y contratos
Entregando territorios
verdes
A la vorágine
extractivista mutilando silencios
Para se construyan
cementerios mineros
Y desiertos petroleros
Funcionarios con ojos
alucinados miran en el vacío
Ondulaciones del vapor
rutinario de todas las mañanas
Zozobrando en
escritorios bronceados por el sol
Ministros acongojados
en premuras burocráticas
Dando vueltas como
huaironcos
Celosos servidores del
caudillo
Dan cuenta de lo que
pasa a micrófonos entumecidos
Y cámaras indiferentes
que miran sin entusiasmo
Con voces enaltecidas
de apologías rutinarias
El presidente
encerrado en el palacio quemado
Deambula nervioso en
amplia sala de mando
Calmado por la palabra
plana del último jacobino
Refugiado en la hoyada
profunda
De la serpenteante cordillera
de los Andes
Detrás de las ventanas
blindadas
Ruidos acompasados de
marchas sitian las fortalezas
Del gobierno propagado
por ráfagas
De publicidad y
propaganda desparramadas
Como mistura y
serpentina de carnaval
Árboles, oasis de
fragancia vital en ciudades prisioneras,
Parientes urbanos de
los bosques atacados
Por máquinas taladoras
con dientes de sierra
Monstruos del
apocalipsis adelantándose mecánico
Veo señales de
clausura de civilización del consumo
Y de la compulsiva industria
de chatarras
Acumuladas en
cementerios de carros oxidados
Y locomotoras que
duermen el sueño del desarrollo
Cubiertas por la
colcha de las nostalgias
Encapsuladas como
caracoles muertos
Tristes paisajes del
mundo
Ruinas modernas de la
gloria imposible
De la dominación
humana
En la matriz de ciclos vitales de Oikos embriagante
Tejiendo y destejiendo
tramas
En awayos vibrantes de
energías y materias creativas
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