Juan el anarquista

Juan el anarquista


 Sebastiano Monada 








Fue en el café universitario
Donde nos conocimos
En tiempos aciagos como condenas
Sembrados en surcos por derrotas
De ciudades ocupadas por cuarteles
Como periodos de persistente sequía
Persecuciones repentinas
Y cárceles desbordadas
Cuando los gobiernos de turno
Se sostenían forzadamente
Sobre el tumulto helado
De las bayonetas caladas

Hablabas recordando soñadoramente
A los oradores de plazas
Con voz aguda y timbrada,
Sonido de violín fino
En las Cuatro estaciones de Vivaldi
Argumentabas recordando
Al filósofo implacable del ágora
Destructor de ateridas certezas
Desde los libros desentrañados
Con la avidez de alquimista
Descifrador de signos encriptados
En incansable hermenéutica
De la huesuda coyuntura
Desde la historia asumida
Como memoria insondable
Ecos reiterados de las cavernas
Memoria a-gramática de los cuerpos
Expuestos y vulnerables
Inscripción de huellas lejanas
Herencia de siglos de luchas
De los condenados de la tierra

Me conmovió tu pasión,
Tú entrega fogosa
Como brasa, volcán incandescente
Precipitada proliferante por los suelos
A cada fonación entonada
De las palabras amotinadas,
Analíticas, como filudas agujas
De costureras minuciosas
Artesanas de vestimentas viajeras
Que por siglos perduran desafiando
A la conspiración del tiempo y del olvido
Críticas, como ráfagas de relámpagos
Que iluminan el corazón de la oscuridad
Alumbrando la pluralidad escondida
En las entrañas de la concavidad nocturna

Parecías estar hablando desde tu ímpetu
A los nostálgicos moradores eternos
De las remembranzas vespertinas
A las revueltas intempestivas
Como sueños de vírgenes deseadas
De las asonadas incesantes

Te estimo tal como eres
En tu intrepidez soñadora
En tu fe en los libros heterodoxos
En los tenaces albañiles de ideales
Como castores de diques inmensos
Represas acumulando el agua cristalina
De los brillantes ríos turbulentos
Convocados para bañar con sueños
El cuerpo emancipado de la nación insurrecta
Del discurso efervescente nacional-popular
De Sergio, figura solitaria escrutadora
Del drama del estaño y del petróleo
Escritor del réquiem para una república
El investigador sin sueldo
Al servicio de la patria
Defensor de los recursos naturales
Guerrero de la soberanía ultrajada

Eres el militante absoluto
Entregado a la causa emancipatoria
Tus huesos están para eso
Tus sangres,
Tus órganos,
Tus conceptos
Están dispuestos
Para el combate
No hay otro sentido en el universo
Sino el dado por la rebelión
La libertad de evadirse
De toda captura institucional

Me regalaste la Esperanza de Malraux
Estaba ahí la narración espesa
Del acontecimiento pasional
De un pueblo indomable
Escrito como novela reveladora
De la orbital aventura humana
Por un aviador bombardero
Por un novelista de las revoluciones
Por un espíritu galo aventurero
Defensor de la república desgarrada
Debatiéndose entre la libertad total
Y el fascismo patriarcal sacerdotal
De los herederos terratenientes
De las exigentes iglesias,
De las fraternidades masculinas
Debatiéndose la libertad de manantial
Pregonada en laboriosa textura
De exposiciones lúcidas como el amanecer
Depositándose en montañas todavía dormidas
Y en llanuras y valles destapados
Por las caricias de luces fulgurantes
Como coros de golondrinas tumultuosas 
Exposiciones fogosas convocantes
Por las comunidades anarquistas

Entre la continuidad
De la democracia formal
O el desborde creativo
De las pasiones ibéricas

Una vez,
Apoyando a Marcelo
Con un colectivo reunido
En la encrucijada de recorridos
De jóvenes experiencias clandestinas
Blandiendo un periódico llamado Pututu
Intrépido vocero de lucha
En la reflexiva explanada andina
Rodeada por los rugosos nudos
De la estruendosa vasta cordillera
Osada desafiante del cielo celeste
Desnudo abierto a los susurros insinuantes
De poblacionales libidinosas luces
Subimos en grupo rebelde
A la ciudad migrante de El Alto
Llevamos cinco centenares de ejemplares
Volaron como tropel de palomas
En azulada bóveda abierta
Te subiste con agilidad felina
A una caja de madera de manzanas
Desde allí hablaste, orador romántico
Como en películas de Bernardo Bertolucci
Sin pretender ningún protagonismo
Era tu circulante pasión
Por los acontecimientos repentinos
Inaugurando nacientes épocas
Con la palabra intempestiva
Con el gesto arronjado
Mitos de los rebeldes iconoclastas
Como si la historia respondiera
A la apoteosis de la plebe
Al corazón vehemente de los poetas
Como si la historia emergiera
De los poros sedientos
Emanación embriagante de ansiedades
Surgiera de la piel lisa
Efluvio creador de atmósferas
Y climas libertarios

Nunca dejaste de exponer febrilmente
Entregando el cuerpo en cada frase 
Cimbreante, como serpiente alada
Sacando generoso la voz erudita
Desde el fondo vital
De las entrañas metálicas
Despejando la pálida niebla
Como radiante antorcha luminosa
Como luz incandescente y matutina
De las entrelazadas tramas humanas
Nunca dejaste de ser militante total
De creer en la fuerza de las multitudes
Del desvelado proletariado nómada
De las comunidades ancestrales
Nunca dejaste de confiar
En el ímpetu evocativo transparente
De las palabras sinceras
Nunca dejaste de ser la consagración
Cíclica de la revuelta

Hay pocos como tú
Otros se creen predestinados a dirigir
Como caudillos imaginados
Y mandar como autoridades ungidas
Convierten a la revolución en la peregrina
Idea del poder crepuscular
Convierten las luchas de las multitudes
La victoria de los pueblos amotinados
En un antecedente impetuoso
Del chirriante Estado renovado
Propagan el poder en decadencia
En vez de destruirlo
Hablan como burócratas o demagogos
Justifican todas las infamias
Con argumentos realistas
Minimizan el drama
Recurrente de las contradicciones
Evidentes como las piedras quietas
De los incesantes ríos cristalinos
Callan los inocultables contrastes
Perfiles adversos dibujados
A la luz ineludible del medio día
Entre el paradigma y la realidad
Hacen denodados esfuerzos
Por convencer a pesar de la discrepancia
Entre la voz de montaje y la acción reiterada
De las dominaciones de siempre

El discurso burócrata dice
Está en marcha la revolución
Solo los ciegos no pueden verla
Solo los conspiradores la niegan
Solo los renegados critican

Estos pragmáticos no tardan en repetir
La ruta serpenteante de la decadencia
De las renovadas castas dominantes
No tardan en mostrar las mismas conductas
Dibujadas por premonitorias manos
De los últimos chamanes
Figurando el derrumbe ético y moral
De los gobernantes perpetuados
Condena de la Ley escrita
Por los vencedores
Obligados a actuar
Siguiendo el libreto
Trama redactada como copia
Desde la antigüedad despótica
Por las hilanderas de la luna
Tragedia mitológica transferida
Drama trivial del dominio
Deseo fálico
De los estériles
Temerosos de la potencia social
Del debate generoso y controversial
De la polémica recíproca del pueblo
Monjes melindrosos escudándose
En la representación austera
Ficción dramática moderna
De la encomienda de consentimientos
Como musgos adheridos a los troncos
O alambradas oxidadas de púas
Impidiendo por ocupación burócrata
El autogobierno de la sociedad
Fabula imaginando la infancia
Imborrable del público
Haciéndolo eternamente dependiente
De patriarcas otoñales

Guerrero constante
No dejas de movilizarte
De formar gacetas de reyerta
Conformar grupos activistas
Componer minucioso, artesano ácrata
Como los escritores de manuscritos
Del pródigo siglo de las luces
Tienes una versión escrutadora
De la formación boliviana
Lucidez demoledora de narrativas oficiales
Destructora de viejos escudos
Desveladora de máscaras de carnaval
De las festividades burlescas
De la pretensiosa política oficial
De ostentaciones aparatosas

Te gusta ir a la nuez
De los problemas
A partir de ese núcleo
Construir un relato propicio
Dispositivo de batalla

Lo importante de la teoría
No es tanto su verificación
Sino su facultad alterativa
Tu qamasa inquieta
Es la de los nómadas
Destructores de imperios

Leí uno de tus poemas
Talento heredado de la madre poetisa
Alegoría de la guerra inicial
Anterior al estallido inaugural
Creador de universos fugitivos
Metáfora del combate implacable
Entre el ángel y el demonio
Sobresalía por la prolijidad metafórica
Parecida a la de Hölderlin
El ángel se defendía valientemente
Con todas sus fibras francas
Sin embargo,
La embestida agresiva,
Incansable y temeraria
Cruel del demonio
Terminó venciendo la resistencia seráfica
El ángel cayó derrotado,
Abandonado a su suerte
Esperando en el suelo
La estocada final
El demonio se acercó arrollador
Embadurnado de reciedumbre
Se aproximó ardiente al ángel
En vez de estocada final
Le dio un beso erótico
Posesivo,
Profanador
Esta fue la derrota lapidaria
Del ángel vencido dos veces

No sé porque no publicaste tus poemas
Bastaba acaso quizás
La poesía elocuente de las proezas
Gramática efectiva de las sublevaciones
Material reverberante de las emociones
Multitudinarias de la plebe insomne
Intuición exhaustiva pasional
Del acontecimiento perpetuo de la vida
Épica rememorada en las hazañas plurales
De los pueblos barrocos
Derrumbando antiguos baluartes
De las otoñales dominaciones

Escribes dedicado, artista desconocido
En el cobijo de noches de insomnio
En la espontaneidad de las inspiraciones
Lejos de cualquier pretensión de fama
Menos para la cofradía de lectores cultos
Escribes no para consagrarte
Ni en los escaparates mediáticos
Ni en las instituciones celebratorias
Sino como parte de tus corrientes sanguíneas
Extendiendo tus manos afectuosas
Como ceremonia alegre de una danza
Encantadora, febrilidad musical, pasos
Traviesos como notas de piano
En esa escritura hendida en la carne
Como arma de lucha
Para ti la poesía es apoteosis auténtica
Potencia destructora de castillos imperiosos
Y palacios quemados cientos de veces
Potencia creadora como el primer estallido
Inaugural del universo divagante
Transformación permanente repetida
Como devenir enmarañado de las plantas
De los bosques y selvas resistentes
El devenir,
La metamorfosis
La transvalorización de los valores

No te aprecian las cofradías cultas
Las corporaciones políticas
Las grises instituciones
Son los jóvenes rebeldes
Quienes te siguen
Te escuchan en aguda inspiración
Del oído sensible y de la vista viajera
En la intimidad de la atmósfera libertaria
Deliberan alegres contigo
Con afecto y sin jerarquías
De ninguna clase
En colectivos sin jefes ni centralismos
Arborescentes en su artificialidad de mandos
Conspirando como los anarquistas de antaño
Contra los polimorfos armazones tristes
De señoríos sosegados

Otros jóvenes vienen
Como la consagración de la primavera
Mañana apreciaran tus trayectorias intensas
Tu vida derrochada,
Gasto heroico
En el viaje intrépido navegante
Espesor de órganos intérpretes
De mundos concurrentes al galope
Mediante los códigos sensibles
De la piel elocuente como canción
De albas y crepúsculos conjugados

Es toda una pedagogía política
Estas rutilantes líneas de fuga
Como rebaño de caballos liberados
Y tropel de vicuñas orgullosas
Escapando de las capturas institucionales

Amas la vida
Por eso dejas fluya intensamente
No ocultas tus pasiones
No guardas tus pensamientos
Desbordas con la elocuencia
Aunque no dejes hablar
A veces
Te emociona el curso
De la pronunciación amotinada
Cuando escuchas silencioso
Lo haces apreciando sentencioso
Cuánto hay allí de crítica
En las palabras lanzadas
No concedes ni las más mínimas reticencias
Conservadurismos recónditos
Hasta en los discursos sediciosos

No eres hombre de los medios
Extravagantes maquinarias bullangueras
Despojadoras inocuas de lo común
Maquinas productoras de artificios
Superficies vacuas sin sentido inmanente
Autómatas porfiados en la fama provisional
Para ellos es lo único reinante

Tu existencia elocuente
Es inscripción en el espesor del territorio
Huella en las densidades de la memoria
Durará como anagrama por siglos
En tanto la fama postiza mediática
Solo sirve para edulcorar egos narcisos
Vacantes, ocupados por cualquiera
Sin corpulencia afectiva
Solo sirve a la farándula publicitaria
Banal de la prensa cotidiana

Amigo, hermano guerrero
Me acuerdo de ti
Rememorando en tus gestos
Las historias olvidadas
De los y las combatientes enterrados
Por madres llorosas como lluvias
De largo otoño copiosas
Hojarasca de bibliotecas destruidas
Cuyas emociones atmosféricas
Se convirtieron en densos climas
En corrientes de aire
En corrientes de agua
En humus de suelos
En ciclos recurrentes comprometidos

Brotaran nuevas generaciones batalladoras
En la guerra interminable
Contra los alcázares absolutistas
Contra los sacerdocios de todo tipo
Eunucos custodios de la verdad
Sin embargo,
Fortalezas y sacerdocios
Incapaces de detener

El devenir impetuoso de la vida 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Desierto

Hermenéutica del concepto libertad