Dinámicas moleculares-molares sociales
Dinámicas
moleculares-molares sociales
Raúl
Prada Alcoreza
Dedicado a los y las activistas en defensa de la vida y
de la democracia. Algunos de ellos y ellas han sido detenidos, compartiendo la
suerte con los y las detenidas de los movilizados de Achacachi. El “gobierno
progresista” recurre a la violencia demoledora del Estado, defendiéndose como
una fortaleza aislada y sitiada por las movilizaciones sociales
anti-sistémicas, perdido en la soledad de su desierto extractivista.
Hay
que volverse a preguntar sobre las dinámicas
moleculares sociales. Ya lo hicimos en Imaginación
e imaginario radicales[1],
también en La intuición subversiva.
Tratamos en ambos textos sobre la relación complementaria entre dinámicas moleculares sociales y dinámicas molares sociales. Ahora
queremos volverlo hacer a la luz de la experiencia
del conflicto del TIPNIS y del conflicto de Achacachi. La pregunta con la que
vamos a comenzar es: ¿Por qué el pueblo boliviano no acude en masa a apoyar las
movilizaciones del TIPNIS y de Achacachi? Ciertamente lo ha hecho en la VIII
marcha indígena; sin embargo, no se ha visto lo mismo en la IX marcha indígena
y en la siguiente secuencia del conflicto.
En lo que respecta al conflicto de Achacachi, a pesar de tocar una
problemática que aflige a por lo menos las tres cuartas partes de los
municipios del país, a pesar que se trata de una problemática de incumbencia
estatal y gubernamental, no ocurre el apoyo masivo y movilizado del pueblo
boliviano a la interpelación movilizada del Pueblo de Achacachi contra la forma de gubernamentalidad clientelar,
prebendal y corrupta.
Comparando
con lo acontecido en la movilización prolongada del 2000 al 2005, donde las
movilizaciones ejes se reforzaban mutuamente, sin necesidad de contar con una
coordinadora de movimientos sociales. Donde las movilizaciones colaterales o
acompañantes, que se desatan en plena crisis social, económica y política,
también se refuerzan. Se trata de movilizaciones que interpelan, convocan y
generan apoyos movilizados. El pueblo acudió, por lo menos, notoriamente y como
mayorías; el pueblo fue afectado por las movilizaciones desplegadas. Ahora, en
cambio, parece ocurrir algo distinto; los apoyos y pronunciamientos son de
organizaciones sociales y de colectivos
de activistas, pero, no aparece el acudir masivo y movilizado de sectores
del pueblo.
Sería
necio y demagógico decir que se trata de distintos gobiernos, en un caso, el neoliberal y en otro caso, el popular. Este acertijo podría tener
validez desde el 2006 hasta el 2009, la primera gestión del “gobierno
progresista”; después no. Desde el 2009 comienza la regresión, sobre todo, desde el 2015 se deriva en la decadencia. Lo que se puede corroborar
con el levantamiento social contra el llamado “gasolinazo”, además de la derrota
gubernamental ante la arremetida de la VIII marcha indígena. Ya no solo los
gobiernos neoliberales y el “gobierno progresista” se parecen, sino se va más
lejos; en la entrega de los recursos
naturales, en las concesiones, sobre todo, en la expansión intensiva del modelo extractivista colonial del
capitalismo dependiente. No está aquí pues la clave de la interpretación del contraste del
comportamiento social respecto a la crisis múltiple del Estado-nación, en dos contextos históricos-políticos diferentes.
¿Sera que el pueblo todavía considera, en plena regresión y decadencia,
que se trata del gobierno
nacional-popular? No parece sostenible esta hipótesis de interpretación, pues es notorio el desencanto; esto se lo puede corroborar
con la derrota electoral en la elección de los magistrados, cuando ganó el voto
nulo. El tema es que el desencanto no
se convierte en desaprobación movilizada.
En
anteriores escritos interpretamos esta situación de letargo y conformismo,
interpretando que es más difícil superar la constatación que la promesa socialista, en este caso, la promesa progresista, es aparentemente
incumplible; pues es mucho más difícil salir de la crisis de los gobiernos socialistas y de los “gobiernos
progresistas”, que de la crisis de los gobiernos neoliberales; pues ya no se
trata del dilema o los unos o los otros, sino de ir más allá de unos y otros. En lo que respecta a la interpelación de los gobiernos
conservadores, liberales y neoliberales, hay como una tradición, un lenguaje
adquirido, una forma de interpelación
asumida; empero, no ocurre lo mismo con los gobiernos
socialistas, como se ha visto en la experiencia
social política, tampoco con lo que ocurre con los “gobiernos progresistas”.
No hay tal tradición, ni lenguaje compartido de la interpelación. Todavía subsisten los mitos de la revolución, los mitos
mesiánicos del caudillo. Se requiere de compartir el sentido común de la interpelación
a este tipo de gobiernos de la promesa.
Entonces,
parece que la falla se encuentra en el aprendizaje
de la experiencia social política de
la historia reciente. Ahí tienen una
responsabilidad los colectivos activistas,
sobre todo, los colectivos activistas
libertarios. No se ha logrado una pedagogía
política que ayude a comprender
la problemática de la crisis múltiple del Estado, que reaparece en la versión
de los “gobiernos progresistas”. El antiguo y tradicional discurso izquierdista no es adecuado, en este caso. Pues no se
trata de pedir consecuencia al “gobierno
progresista”; pues incluso en el caso que lo hubiera, no se puede escapar a la gravitación perversa del poder. De lo
que se trata es de salir del círculo
vicioso del poder, en todas sus versiones, sean de “izquierda” o de
“derecha”. La continuidad de la revolución no se encuentra en la defensa del Estado, que ha institucionalizado
la revolución. La continuidad de la
revolución se encuentra en salir del círculo
vicioso del poder, más allá de la “izquierda” y la “derecha”, más allá del amigo y enemigo.
Lo
que parece fallar es la comunicación de los colectivos
activistas y el pueblo. Los colectivos
activistas todavía siguen empleando el discurso acostumbrado de interpelación a la “derecha”; como si se
tratara del mismo referente, un
gobierno de la burguesía clásica. No entienden que se enfrentan a otras formas de la burguesía, como la burguesía rentista. No entienden que ya
no se trata de interpelar al gobierno de la burguesía clásica, tampoco al gobierno reformista, que ha
“traicionado” los postulados y el programa; que no se trata de traición sino de
salir del circulo vicioso del poder, tanto
en su versión “derechista”, como en su versión “izquierdista”.
Los
colectivos activistas son catalizadores, son activadores. Cumplen una función
en el aprendizaje colectivo de la experiencia y la memoria sociales. Son parte de la sociedad, pero son la parte activa, quizás una de las partes más activas. Si los activismos colectivos siguen interpelando y convocando a la vieja
usanza, no enseñan nada. Salvo la remembranza de lo que ya se sabe; que la
burguesía es la clase dominante, que su Estado es la dictadura de la clase
dominante; que el reformismo
tiene límites y claudica. Pero, no
alumbra nada sobre lo que se puede hacer respecto a la recurrente reiteración y
reproducción de las dominaciones, en
unas versiones u en otras.
Otro
problema, el discurso recurrente de interpelación, vuelve al recurso del esquematismo dualista del amigo y enemigo, que reitera y reproduce, en leguaje político, el esquematismo
religioso del fiel y el infiel. El enemigo es el abominable. Con esto se cae de manera multiplicada en
el círculo vicioso del poder, pues se
repiten los mismos procedimientos y métodos para acabar con el enemigo abominable, que, en el fondo, no
es más que el mismísimo demonio. Con
esto no solo se parecen al amo derrocado,
sino se convierten en el nuevo amo. El discurso de interpelación
tradicional no sale del círculo vicioso
de la ideología.
El
problema mayúsculo es que con esta preservación de las tradiciones de lucha se
cae en el círculo vicioso del poder;
se forma parte del mismo, se lo alienta y reproduce con estas actitudes dualistas. Se trata de ir más allá del dualismo, más allá de las oposiciones; más allá de la paradoja perversa del poder. Inaugurar una paradoja virtuosa que salga del círculo
vicioso del poder. Una paradoja
que complemente la creación social y
la herencia de los aprendizajes de la experiencia social y
la memoria social.
Entonces,
parece, que la ausencia de la respuesta social masiva de apoyo a las demandas y
reivindicaciones del TIPNIS y de Achacachi no se encuentran en la diferencia de
los tipos de gobierno que se interpelan, tampoco en las creencias populares,
así como tampoco en la limitación de los movimientos
sociales anti-sistémicos, que han estallado, sino en no haber salido del anacronismo de una formación discursiva y enunciativa, de una formación ideológica, atrapada en esquematismos dualistas ateridos. La interpelación deconstructiva requiere del desmontaje de los mitos
modernos; el mito de las vanguardias, el mito de la historia, el mito del
desarrollo, el mito de las promesas sociales y de justicia; sobre todo, el mito de la verdad, se reclame de verdad
“científica” o de verdad trans-histórica.
Hace
falta aprender de las enseñanzas de
la experiencia social. Este aprendizaje
es colectivo; la condición de posibilidad
de este aprendizaje tiene que ver, en
primer lugar, con la predisposición a
aprender. Si esto falta por obstáculos y barreras del habitus, también por ofuscación
ideológica, no parece posible dar curso al aprendizaje. Por otra parte, en todo aprendizaje juegan una función
de impulsores las motivaciones, que tienen que ver con el deseo de aprender. Las motivaciones pueden desatarse por
distintos factores, ya sea de índole fáctico, debido a experiencias desafiantes,
ya sea de índole comunicacional, cuando ciertas comunicaciones motivan a aprender. En estos ámbitos comunicacionales el activismo juega su papel. El activismo se mueve en varios planos de intensidad; es denunciativo,
es informativo, de interpelación, así como de formación, también de acción. Sabemos que no es suficiente la
denuncia, tampoco la interpelación; por eso, es menester incursionar
complementariamente en los otros planos
de intensidad; particularmente en el plano
de intensidad de la acción.
Ahora
bien, ahora bien, el papel del activismo
es activar la fuerza social o, en su caso, apoyar a la fuerza social cuando se desata. En la actualidad, en la coyuntura
mundial, regional y nacional, el activismo
tiene ante sí un desafío, activar la potencia social, vale decir la potencia creativa social. Ya no se
trata solo de una comunicación
audiovisual, ya no se trata de una comunicación en los formatos
establecidos y acostumbrados; podríamos decir en los códigos de la racionalidad
instrumental, incluso en los conceptos
de la racionalidad crítica. Ya no se
trata solo de hablar al oído racional
y a la vista educada por la
institucionalidad, sino de comunicarse
con el cuerpo, con la potencia del cuerpo. ¿Cómo se hace esto?
Habrá que aprender a hacerlo. Quizás haya
que llevar las capacidades y posibilidades estéticas
más lejos de donde llegaron y lograron. Esto no quiere decir que se abandone el
lenguaje y las formaciones discursivas, sino que se tratan de otros usos del lenguaje, al que quizás haya que
llevarlo más lejos de donde llegó y se logró; se trata de otra composición y combinación de los discursos
con la gramática de los cuerpos. No
lo sabemos, menos las formas concretas de hacerlo; pero se trata de lograr comunicaciones integrales y participativas. Realizar efectivamente
lo que se ha venido denominando comunicación
alternativa.
Volviendo
al tema de los conflictos del TIPNIS y Achacachi, a las convocatorias que implican las movilizaciones de ambas
territorialidades, a las respuestas débiles de parte del pueblo, al no acudir
en masa al apoyo de las convocatorias,
podemos intentar una interpretación
desde las dinámicas moleculares sociales
y de las dinámicas molares sociales.
Dinámicas
sociales
El
concepto de dinámicas moleculares sociales, que usa la metáfora física y biológica de dinámicas
moleculares, como referente
figurativo, y que define una estructura
categorial, concibe las relaciones, los flujos, las prácticas, sobre todo,
los entrelazamientos y tejidos sociales, las asociaciones y
composiciones sociales, en sus destacadas singularidades
minuciosas y detalladas. Se podría decir que se trata de una mirada micro-social. El concepto supone
que las dinámicas sociales son propiamente
éstas, las asociaciones singulares
más micro. Plurales y múltiples asociaciones y composiciones sociales que
ocasionan efectos de masa, que son lo
que llamamos dinámicas molares sociales,
particularmente institucionales. Las dinámicas
moleculares sociales no controlan los efectos de masa de las dinámicas molares sociales; éstas se dan
como integraciones de múltiples dinámicas moleculares sociales singulares. La exposición de estas tesis
teóricas las hicimos conocer en Imaginación
e imaginario radicales. No vamos a exponerlas ahora, sino que nos remitimos
a ese escrito. Lo que importa ahora, es sugerir hipótesis interpretativas del conflicto de Achacachi y del
conflicto del TIPNIS a partir del enfoque de algunas dinámicas moleculares sociales, seleccionadas como referentes ilustrativos, para comprender el juego integral entre dinámicas
moleculares sociales y dinámicas
molares sociales, que pueden ayudarnos entender
las dinámicas de los conflictos desde la perspectiva
de la complejidad.
Dinámicas sociales en Achacachi
Breve reseña descriptiva e
histórica
Achacachi es una ciudad intermedia del municipio que
lleva el mismo nombre; el municipio de Achacachi se encuentra en
el Departamento de La Paz. Del municipio, la ciudad de Achacachi es la
primera sección; siendo la capital de la Provincia Omasuyus. Según
el conteo, que más parece estimativo, pues, en realidad, no se llevó a
cabo el censo de población, en 2012, diga lo que diga el gobierno –
no se puede dar ningún censo sin actualización
cartográfica y con una boleta descuajeringada, donde se introdujeron
preguntas sin rigor metodológico cuantitativo, además de sacar parte de las
preguntas de comparación internacional -, el municipio aglutina a una población
46.058 habitantes; siendo el quinto municipio más poblado del departamento,
después de, La Paz, El Alto, Viacha y Caranavi. Achacachi se encuentra ubicada a
97 kilómetros de la ciudad de La Paz, sede de gobierno; está
situada en el Altiplano, a 3.840 metros sobre el nivel del mar. La zona
urbana está poblada con 8.857 habitantes; de esta manera, congrega al 20 % de la demografía
municipal. El municipio de Achacachi ha experimentado desmembraciones; en 2005,
los cantones Huarina y Santiago de Huata se disocian de Achacachi; se
convierten en municipios autónomos. Los cantones Huatajata y Chua
Cocani también se disgregan, volviéndose municipios autónomos, durante 2009
y 2010, consecutivamente.
En
los periodos precolombinos, Achacachi fue el centro administrativo y ceremonial
del señorío aymara Uma-suyus; palabra que significa territorialidad húmeda o de agua, territorialidad que se conforma por tejidos de ayllus y markas. Se extiende al este del
lago Titi-Chaca – Titi, que
quiere decir puma o felino, y Chaca,
la cruz andina, la chacana; entonces
se interpreta como el felino que cruza los puentes de universos -. El
señorío Umasuyus colindaba al oeste
con los lari-lari y al sur con los pacajaques, que quiere decir humanos-águilas. Cuando los incas se
expandieron al este del lago sagrado, los umasuyos
opusieron resistencia; no fueron doblegados. Hablan el aymara, jaya-mar-aru, que significa lengua de los lejanos tiempos, lengua de
los tiempos remotos.
Durante
el primer periodo de la República, el 24 de enero de 1826 Achacachi fue
refundada como capital administrativa. El nombre Achacachi deriva de las
palabras aymaras jach'a, grande, y k'achi, peñasco puntiagudo. Con la
llegada de los conquistadores ya se la conocía con el nombre de Jach'a Kach'i; nombre castellanizado
como Achacachi.
En la
época prehispánica, esta península, estaba ocupada por poblaciones nativas como
los urus, puquinas, cultura Chiripa, y aimaras. En los primeros años de la
época colonial, los españoles establecieron una encomienda bajo el nombre de Achacachi, de la que dependía la Vice
parroquia de Santiago. En 1779, fue fundado bajo el nombre de Santiago de
Huata, un nombre mestizo; Santiago por el Apóstol Mayor, castellano, y Huata,
que viene del término puquina Coata,
que significa deidades protectoras y Wat'a, aymara, que quiere decir pies acogidos en el lago.
En la
época republicana del siglo XIX, su economía estaba conformada por la agricultura
y agropecuaria, tanto en comunidades, ayllus,
como haciendas. Se puede decir que su etno-demografía es de origen Qulla, Colla; el tejido social de Achacachi preserva las instituciones culturales ancestrales,
así como sus formas de organización, aunque los ayllus y autoridades
originarias se hayan transformado en sindicatos campesinos. Por otra parte,
mencionando narrativas sociales andinas, en la memoria colectiva de los Andes, los y
las achacacheñas son reconocidos por su coraje y combatividad.
El
municipio de Achacachi está conformado por siete zonas municipales; las primeras zonas urbanas de la ciudad de
Achacachi fueron Aransaya y Masaya, tal como se conoce la dualidad complementaria de la estructura
de los ayllus. Después se fueron conformando
otras zonas, a medida que la población achacacheña iba creciendo; aparecieron
Avichaca Villa Concepción, Villa Lealtad, Surucachi, Villa Esperanza,
Ch’urubamba, Calacala, 2 de Febrero y Urkupiña. En lo que respecta a la educación,
el municipio de Achacachi cuenta con siete centros educativos fiscales y uno
particular; el Colegio Nacional Mixto Omasuyos, de secundaria, el Colegio Nacional Mixto Omasuyos, de primaria, el Colegio Mariscal Santa Cruz, el Colegio José Antonio Plancarte, el Colegio Don Bosco; también Villa Lealtad, la Unidad
Educativa Bautista Saavedra, la Unidad
Educativa Simón Bolívar, la Unidad
Educativa Las Américas y el Centro
Educativo Adventista Achacachi, particular.
En lo que respecta al deporte, el
municipio cuenta con el Estadio Municipal de Achacachi; es un estadio con
césped sintético. Sirve también de sede para los equipos locales, así como para
la liga que se realiza cada año; se destaca la Liga de Fútbol de Achacachi. Un
grupo de jóvenes voluntarios, oriundos del Pueblo de Achacachi, promueve el
deporte en la provincia. En lo que respecta al “sistema de salud”, Achacachi cuenta
con uno de los hospitales de la provincia Omasuyus; se trata de un hospital de
segundo nivel, el Hospital Municipal Capitán Juan Uriona de Achacachi. Desde el
año 1955 prestó servicios de salud el dispensario Materno Infantil Omasuyos,
ubicado en plazuela el Carmen; dicho hospital es más conocido con el nombre de
Sanidad Pública, para la atención de primeros auxilios. El año 1976 se empezó a
construir un hospital de segundo nivel en el lugar denominado Ujikalpata, de
la zona Churubamba. La infraestructura cuenta con algunas de las instalaciones requeridas;
salas de medicina, pediatría, maternidad, salas de consulta, farmacia, no del
todo equipadas; con una capacidad de atención para veinte camas para los
pacientes; como se puede comprobar se tiene un equipamiento exiguo para atender
la demanda provincial, incluso municipal. El año 2001, se efectuó la remodelación
y ampliación del Nosocomio. En la gestión 2008, se implementó un reordenamiento
técnico-administrativo, buscando mejorar un poco la infraestructura deficiente.
El “sistema de salud” en el municipio está dividido en cuatro áreas: 1 Hospital
de segundo nivel, 5 centros de salud y 9 puestos sanitarios en diferentes
cantones y comunidades.
En lo que respecta a las actividades culturales, se puede decir que en Achacachi se realizan tres
fiestas principales, la de San Pedro y San Pablo, Corpus Cristi y la
Fiesta de la Exaltación; esta última es una de las pocas expresiones originales
que quedan en danzas, música prehispánica y folklórica. La fiesta de San Pedro
y San Pablo se lleva a cabo cada 29 de junio. Es una fiesta de mistis, de la gente mestiza - misti, nacidos de qullas, collas, y españoles, después criollos, que se llaman vecinos. En esta festividad se baila morenada,
caporales, danzantis y p'acochis. En Corpus Cristi se bailan mukululus, kjachwiris,
chokela, wacawacas; ésta es conocida como una fiesta de campesinos; participan
las comunidades de alrededores de la ciudad. Por último, está la Festividad de
la Exaltación del Señor, 18 de noviembre, o Fiesta de Obreros; solo bailan la
gente dedicada al comercio de la hoja de coca, los sastres, los herreros, los
transportistas. En esta fiesta se baila la danza de los incas, diablada,
cullawada, mok'ok'aras, potolo, llamerada; también morenos, donde participa la
Morenada Juventud San Pedro Residentes de Achacachi, Los “catedráticos”, con su
paso militarizado, más conocido como Morenada Los catedráticos.
En lo que respecta a la
infraestructura, se está construyendo una terminal de movilidades
interprovincial. El año 2011 fue inaugurada una planta procesadora de
lácteos, LACTEOSBOL, que después del conflicto de Achacachi, el gobierno ha
decidido no culminarla como castigo a la rebelión.
Breve descripción
y análisis del conflicto
En Retorno y porvenir de la rebelión
escribimos
De acuerdo a información de ERBOL, el presidente del comité cívico de Omasuyos,
Elsner Larrazábal, informó a Erbol que la situación del conflicto se agravó
ayer tras la decisión del juez de Achacachi de enviar a detención preventiva,
al presidente de la Junta Vecinal de esa población, Esnor Condori, a petición
del Ministerio Público a instancias del alcalde Ramos. Lazarrábal
explicó que la población de Achacachi nuevamente está bloqueada, debido a que
el gobierno ha hecho oídos sordos a la población ante el pedido de renuncia del
alcalde del MAS, a quien acusan de ejercer una gestión poco transparente.
Lamentó que la justicia actúe de manera urgente para encarcelar a Esnor Condori
y proteger las irregularidades del alcalde masista, “autor del saqueo de las
arcas” municipales, y encarcelar a cinco dirigentes vecinales. “Hemos sido
tolerantes, ahora vamos a masificar nuestra protesta. Le hemos dicho a este
gobierno, justicia o muerte. A partir de ahora, si el señor Evo Morales
quiere diálogo, va a tener que venir a Achacachi, caso contrario nosotros no
vamos a entablar diálogo con esos ministros que se han hecho la burla. El señor
Cesar Cocarico y Eugenio Rojas que ha mentido al país. Ese ministro que es un
‘mata perros’, no es ninguna autoridad”[2].
El informe de ERBOL continúa:
Aseguró que Achacachi ya no se bloqueará sola, sino que se hará sentir
para que el país conozca que Achacachi es un guardián de la
democracia. “Tenemos a la cabeza al hermano Felipe Quispe, que ayer ha
sido posesionado como máximo representante de la comisión de bloqueo y movilización.
En función a ellos pues se determinarán todas las medidas radicales que vamos a
asumir; nosotros ya no estamos a la cabeza de asumir cualquier medida. A partir
de las 05:00 ellos ya están movilizados y los vecinos se han auto-convocado;
están furiosos contra este gobierno porque está agarrando la justicia a la
orden de un partido político, para hacer persecución contra los dirigentes”[3].
El informe culmina con el
siguiente resumen:
El conflicto de Achacachi se arrastra desde febrero
cuando un grupo de vecinos quemaron la alcaldía y la casa del alcalde Ramos en
señal de protesta para exigir rendición de cuentas. La autoridad demandó
penalmente a los líderes vecinales y desde entonces no gobierna en la sede de
sus funciones, sino desde la población Warisata, distante a 9 kilómetros de
Achacachi[4].
Felipe Quispe Huanca ha sido posesionado como máximo
representante de la comisión de bloqueo y movilización. Cuando lo eligieron
como máximo representante de la CSUTCB, en una situación crítica, cuando se
encontraban divididos los sindicatos campesinos, en la pugna por el liderazgo
entre Evo Morales Ayma y Alejo Veliz, fue una elección acertada, pues
emergieron las fuerzas radicales de
los Ayllus Rojos, como baluartes de la recomposición del sindicalismo campesino;
otorgándole cualidad interpelativa, de lucha y de combate; adquiriendo
tonalidades de alcance histórico el
proyecto katarista, en su versión aguerrida. En estas circunstancias la CSUTCB
se radicaliza y se embarca en el bloqueo
indígena-campesino, que sitia a cuatro ciudades del eje central, El Alto,
La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, después de la victoria de la guerra del agua en Cochabamba; en la que
se encuentra como protagonista la Coordinadora de Defensa del Agua y de la
Vida. El bloqueo indígena-campesino
revive el sitio de las tropas comandadas por Tupac Katari a la ciudad de
Nuestra Señora de La Paz; solo que en esa coyuntura
se trataba de cuatro ciudades capitales del eje central o troncal de la
economía boliviana.
Se puede decir que estas dos victorias políticas iniciales, de los seis años de la movilización prolongada (2000-2005),
deciden el curso siguiente de los acontecimientos.
Primero, a pesar de que se tenía que ir, el 2002, hacia una Asamblea
Constituyente - propuesta por las organizaciones indígenas, CIDOB y CONAMAQ,
Asamblea Constituyente o convocatoria a ella boicoteada por el MAS, que
prefirió ir por las elecciones nacionales, sin revisar la Constitución liberal
heredada, cuando las victorias políticas
exigían, más bien, cambiar las reglas del juego electoral - y, en vez de esto,
se van a las elecciones nacionales del 2002; se conformaron las condiciones subjetivas, derrumbadas las estructuras psicológicas y simbólicas de la
dominación, para que una opción cercana a la movilización gane las
elecciones. La victoria política de
los movimientos sociales se convirtió
en ratificación electoral.
Segundo, cuando el MAS ya convertido en segunda
fuerza del Congreso, se develaron temprano sus inclinaciones conciliadoras; se
propuso modificar los términos de
intercambio de la renta
hidrocarburífera El MAS propuso la distribución del 50%, a diferencia de la
propuesta de la “derecha”, que se afincó en el 32% para el Estado. Esto
contrasta notoriamente con la propuesta popular emergida de la guerra del gas, de la victoria política de la ciudad de El
Alto, denominada Agenda de Octubre, que se planteó la nacionalización de los hidrocarburos. Sin embargo, a pesar de estas inclinaciones
conciliadoras del MAS, se impuso la voluntad
de los movimientos sociales victoriosos,
la voluntad de la movilización prolongada.
Tercero, la guerra
del gas, que estalla cuando coinciden las luchas de las juntas de vecinos
de El Alto contra las medidas de la Alcaldía conocidas como Maya y Paya - una
referida al impuesto a los inmuebles, la otra referida al catastro - y la lucha
de los sindicatos del Altiplano, concretamente de la provincia de Pucarani, en
contra el apresamiento y encarcelamiento de dirigentes que llevaron a cabo y
apoyaron la justicia comunitaria
contra ladrones de ganado. Como dijimos
en Largo octubre[5], es cuando la estructura de larga
duración de la guerra anticolonial
indígena y la estructura de mediana
duración de la lucha nacional-popular
coinciden, se encuentran, se refuerzan y entrelazan. Desde entonces, la marcha
de los acontecimientos, las victorias
populares, son incontenibles.
Es en este contexto
histórico-político que debemos situar e interpretar el efecto de
la elección de Felipe Quispe como máximo dirigente de la CSUTCB. Ahora, Felipe
Quispe vuelve a ser elegido como máximo representante del bloqueo y la
movilización de Achacachi, como dice el dirigente Larrazábal, en defensa de la democracia. Si hacemos un
paragón, podemos sugerir que este hecho anuncia un cambio en los ritmos y las tendencias inherentes al proceso
político, denominado “proceso de cambio”, que de cambio tiene la de la regresión,
primero, y después, de la decadencia.
Anuncia el punto de inflexión del que
hablamos más arriba.
La movilización
prolongada en Bolivia (2000-2005) asombró al mundo por su vitalidad,
persistencia, por la acumulación de fuerzas; además, por abrir otros decursos de la lucha anticapitalista y anticolonial, compartiendo el horizonte de apertura con lo que venía
acaeciendo desde el levantamiento zapatista (1994) contra el Tratado de Libre
Comercio de Norte América. Iniciando una nueva
generación de luchas anticapitalistas, anticoloniales y antimodernas;
mostrando más alcance y más profundidad histórica
que la lucha proletaria contra el capitalismo; pues ésta se había
circunscrito en los horizontes de la modernidad y no llegaba a ser anti-colonial,
en pleno sentido de la palabra.
El problema aparece cuando los que se suben a la cresta de la ola, en circunstancias
aprovechables, desvalorizan, banalizan, debilitan y vacían todo este acontecimiento
histórico-político-social-cultural, que fue la movilización prolongada. Cuando convocan a una Asamblea
Constituyente desde el Congreso, reduciéndola a la condición de derivada, cuando ya la insurrección popular victoriosa la había convocado antes, como corresponde, en lo que respecta al poder constituyente; haciendo esta
convocatoria insurreccional originaria
a la Asamblea Constituyente. Cuando convierten la Asamblea Constituyente en un escenario donde se prolonga el ejecutivo, es
decir, el poder constituido, tratando
de someter a sus criterios a la Asamblea Constituyente, queriéndola volver una
Asamblea Constituyente des-constituyente y sumisa. Por la envergadura de la Asamblea
Constituyente, el país, con sus diversidades, localismos, territorialidades,
lenguas, espesores, estaba ahí. No se podía eludir esta experiencia intensa del
mirarse, olerse, conocerse. Además, la
mayoría absoluta o más de la mayoría absoluta estaban como representación de las mayorías populares, indígenas, campesinas y
urbanas. Sin embargo, en vez de dejar fluir el poder constituyente, el ejecutivo y el MAS buscaron, por todas las
formas y maneras, controlar la Asamblea Constituyente[6].
El ejecutivo condujo a las dos crisis que casi le
cuestan la vida a la Asamblea Constituyente, que podía acabar con muerte
prematura; la crisis de los 2/3, la aritmética de las decisiones, establecida
por la misma convocatoria a la constituyente, por parte del Congreso; y la
crisis de la “Capitalía”. Si se salvó la Asamblea Constituyente fue por el
estoicismo de los y las constituyentes, que se mantuvieron firmes. El texto que
finalmente se redactó, no corresponde al bodrio presentado por las 21
comisiones, en su mayoría manoseadas por el ejecutivo; sino gracias al documento
del Pacto de la Unidad, de las dos organizaciones indígenas y las tres
organizaciones campesinas, además de otras organizaciones sociales de menor
demografía. Este documento fue la base para la redacción de un texto coherente,
que retome la configuración del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico.
Los encargados de redactar, se basaron en el documento del Pacto de Unidad, que
era un mandato de las organizaciones
sociales, al que hizo caso omiso el MAS. Los redactores tuvieron el buen juicio
de convertir en transversales el Estado plurinacional, los derechos de las
naciones y pueblos indígenas, la articulación de las generaciones de derechos,
derechos civiles y políticos, derechos sociales y del trabajo, derechos
colectivos, derechos de la Madre Tierra. La comisión
técnica-jurídica de constituyentes revisó el documento y lo mejoró. Este es
el documento que finalmente se aprobó en Oruro. Empero, para que vuelva a
intervenir el ejecutivo, convirtiendo al Congreso en “constitucional” –
avasallando la prerrogativa al poder
constituyente, es decir, a la Asamblea Constituyente -, para revisar el
texto constitucional. Es ahí donde se efectúan modificaciones conservadoras,
regresivas; empero, que no afectaron al núcleo
de la estructura de la Constitución.
El ejecutivo no se da cuenta del alcance de la Constitución hasta el
conflicto del TIPNIS; es cuando se siente amarrado, atado de manos, por una
Constitución que le pone obstáculos a su proyecto
extractivista colonial del capitalismo dependiente. Esta es la razón por la
que el vicepresidente quiere hacer una reforma
constitucional, para favorecer el proyecto
extractivista y del Estado rentista, para favorecer las
exigencias de las empresas trasnacionales extractivista.
Sin embargo, no ha sido óbice, la falta de reforma constitucional, para que los
gobernantes y congresistas oficialistas desmantelen la Constitución, pues en
los hechos o en la práctica el oficialismo
la ha ido desmantelando, con consecutivas vulneraciones, que con sarcasmo y
grotescamente las denomina como “constitucionales”. Ahora precisamente nos
encontramos con dos de sus sistemáticas violaciones a la Constitución, una
respecto al TIPNIS y otra respecto a Achacachi. Acostumbrado el gobierno a
maniobrar, a usar la supuesta astucia
criolla, que más de astucia tiene
de torpeza, de forcejos, considera
que también en estos casos se va imponer. Pero, se equivoca; ya le mostró la
VIII marcha indígena en defensa del TIPNIS y de la vida lo que puede el coraje de los pueblos indígenas; ya le está mostrando Achacachi lo que puede el coraje del legendario pueblo de
Achacachi. Falta que el pueblo boliviano apoye a estas resistencias y luchas contra el despotismo
de la forma de gubernamentalidad
clientelar[7].
Boceto de
interpretación de algunas dinámicas moleculares
Como
en todas las sociedades, pueblos, poblaciones, locales y nacionales, los ejes
dinámicos se dan en lo que Agnes Heller llama vida cotidiana. La peculiaridad propia radica en la singularidad de desenvolver la vida cotidiana; esto depende del modo de
asumir los bienes de consumo y en la manera de configurar las expectativas. Así
como de las formas de responder a los desafíos del contexto y de las coyunturas;
podrimos decir, las formas concretas de dar lugar a la reproducción social. También se podría hablar de las estrategias o
quizás, mas bien, hábitos heredados
de conformar entornos sociales, donde entran redes de filiación y
estructuras de alianzas. Como dice
Levi Strauss, la cultura tiene que
ver con las maneras de la mesa, dicho
de otro modo, con la cocina y la alimentación. Siguiendo al antropólogo
estructuralista, podríamos decir que también tiene que ver con las estructuras simbólicas y las estructuras mitológicas; en términos
modernos, con los imaginarios colectivos.
Así mismo, debemos hablar de las maneras
del aprender social; es decir, del asumir la experiencia social y la
memoria social.
Por
otra parte, los tejidos sociales y
territoriales entre la ciudad de Achacachi y sus entornos rurales, por así
decirlo, en leguaje sociológico, como también con el resto de los municipios de
las provincias, sin olvidar sus hilados con la ciudad de La Paz y la ciudad de
El Alto, dan lugar a composiciones sociales y culturales, así como
organizacionales y políticas, singulares. Al respecto, si bien, las
investigaciones sociológicas de las décadas de los ochenta y noventa, del siglo
pasado, han visualizado la oposición relativa, entre vecinos y comunidades
campesinas, no se puede asumir esta mirada e interpretación como completa,
mucho menos generalizarla. La complejidad
social se conforma en múltiples planos
de intensidad, en espesores dinámicos,
en integraciones singulares
concretas, dependiendo de las coyunturas.
Es pretensioso y necio querer interpretar
las relaciones de una ciudad intermedia como Achacachi con sus entornos de
comunidades desde aquél enfoque sociológico. El substrato histórico cultural y lingüístico aimara, que se combina
con el substrato cultural-territorial,
condicionan, por así decirlo, la integración
de los tejidos sociales locales, de
tal manera, que entre comunidades y pueblo se dan flujos dinámicos de movimiento, sobre todo, filiales y de alianzas.
Por
lo que hemos expuesto, lo que nos interesa tocar, por ahora, es el eje político-cultural, que se teje en las formas de reproducción
social y en las formas producentes sociales de Achacachi. Vamos a hacer una
primera anotación, apuntando a los dos substratos mencionados, considerados
como parte de los espesores del presente.
Esta anotación corresponde a una primera hipótesis
interpretativa y de prospección, relativa al boceto que queremos brindar.
Eje
político-cultural
1.
Se trata, en la simultaneidad dinámica, del señorío aimara o, mejor dicho, señorío qulla o colla. No se trata solo de lo que la antropología de fines
del siglo pasado definiera como identidad, ya sea entendida como cultural,
lingüística, incluso como la sociología definía como nación, sino de tejidos
sociales comunitarios, culturales y territoriales. No parece ser apropiado
lo que la historia y la etnohistoria denominó como señorío, proyectando significados
nominativos y conceptuales europeos; sin embargo, como se usa en el lenguaje de las descripciones
mencionadas, usaremos este término, con fines ilustrativos y de exposición. Entonces,
se trata de substratos
históricos-culturales-territoriales que condicionan y conforman
composiciones y combinaciones singulares en los distintos presentes.
2.
En los espesores de la coyuntura,
la proyección del señorío aimara se
manifiesta en la rebelión del Pueblo de Achacachi. Lo hace contra la forma de gubernamentalidad clientelar,
prebendal y corrupta. ¿Qué es lo que se repite como diferencia en la rebelión del momento? ¿La resistencia a la
expansión inca? ¿La resistencia a la conquista y la colonia? ¿La resistencia a
la incorporación republicana? ¿La resistencia a la ex-vinculación, es decir, a
la apropiación y privatización de tierras comunitarias de origen? ¿La
resistencia a la expansión liberal de las haciendas, a costa de tierras
comunitarias de origen? ¿La resistencia y participación en la guerra federal?
¿El perfil propio durante el período de la Revolución Nacional de 1952? ¿La
resistencia a la dictadura militar y el apoyo a la demanda campesina del valle,
que derivó en una masacre? ¿La resistencia al proyecto neoliberal y la
participación en la movilización
prolongada, particularmente en el bloqueo indígena-campesino del 2000? ¿La
resistencia al “gobierno progresista” y a la versión folclórica del Estado
plurinacional, que no es más que el mismo Estado-nación, solo que barnizado con
términos demagógicos y apropiación de símbolos de las luchas de las naciones y
pueblos indígenas-originarios? Todos estos momentos
constitutivos se hacen presentes, en nuevas composiciones y combinaciones
en los espesores de la coyuntura.
3.
Ahora bien, hemos mencionado, mas bien, dinámicas molares, y no dinámicas moleculares. Hemos referido a las
dinámicas moleculares, mas bien, vinculadas a la vida cotidiana. Sabemos que no es solo la vida cotidiana la incumbencia de las dinámicas moleculares, pues,
éstas sostienen a las dinámicas molares,
en todas las formas en que éstas aparecen y se manifiestan. Entonces, en la estructuración, se dan efectos de masa, conformación, de las dinámicas molares mencionadas, de
carácter político; si se quiere, se dan dinámicas
moleculares singulares, que sostienen al desplazamiento y desenvolvimiento
de las dinámicas molares políticas y
culturales. Éstas dinámicas moleculares
tienen que ver con asociaciones y composiciones, por lo tanto, relaciones y prácticas
moleculares de índole transgresor de
la vida cotidiana.
4.
Al respecto, hemos configurado estos espaciamientos, mejor dicho, estos espacio-tiempos-territoriales-sociales, como relativos a la sociedad alterativa, que desborda y hace
de substrato de la sociedad institucionalizada. Entonces,
es como si se hicieran visibles y patentes estos agenciamientos cuando la crisis política, social y económica abre
boquetes en la niebla ideológica e institucional.
5. Algunos de los agenciamientos transgresores de la vida cotidiana de estas dinámicas moleculares sociales tienen que ver con emotividades desatadas por prácticas
gubernamentales, sean municipales o nacionales. Emotividades compartidas por personas y grupos, por organizaciones
sociales, en los ámbitos circunscritos a fracciones
geográficas de lo micro-social.
Estas emotividades son interpretadas
colectivamente y compartidas socialmente, mediatizadas por estructuras de las organizaciones sociales, ya no solo en su
dimensión micro-social, sino en la extensión social local. Al acaecer esta fenomenología de la percepción colectiva,
lo plural y múltiple molecular adquiere efectos
de masa, adquiere formas molares.
6.
Lo que llamamos comúnmente movilización
social o movimiento social corresponde
precisamente a esta fenomenología de la
percepción social, de la emotividad
social convertida en discurso y acción colectiva.
7. En lo que
respecta a la rebelión de Achacachi, la dinámica
integral molecular-molar ya ha adquirido carácter de interpelación política y
de movilización anti-sistémica.
8.
Para decirlo en los términos de la interpelación
político-cultural y en el discurso
histórico-político, el señorío aimara
en metamorfosis como nación aimara se levanta desde el epicentro del conflicto,
convocando a la nación aimara y al
pueblo boliviano.
9.
La proyección de esta convocatoria
adquiere, en la coyuntura, las formas
de un perfil singular, sobre todo, a partir de la Declaración de
Achacachi-TIPNIS. Se trata de un llamado en defensa de la democracia, de la
Constitución, de los derechos de las naciones y pueblos indígenas, de los
derechos civiles, políticos, sociales, colectivos, del pueblo plural y múltiple,
de los derechos de la Madre Tierra, de la defensa de la vida.
10. En este sentido,
la nación aimara quiere aglutinar a
las naciones que contiene el plural y múltiple pueblo boliviano.
Dinámicas sociales en el TIPNIS
Breve descripción ecológica del
Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure
En La guerra de
la Madre Tierra I escribimos:
De acuerdo a fuentes de investigación científica sobre
la biodiversidad[8]el TIPNIS es el corazón de la producción
de agua de Bolivia (el 5to país con mayores reservas de agua dulce del planeta). La
interpretación de esta situación y esta condición del TIPNIS, como ecosistema y
como articulación de ecosistemas y circuitos climáticos, se la describe de la
siguiente manera:
La peculiar configuración geográfica de
la cordillera de los andes en nuestro país; en el llamado codo de los Andes la
cordillera hace una inflexión y en lugar de ir de sur a norte va de oriente a
occidente. Los contrafuertes andinos reciben los vientos que provienen de la
Amazonia (barlovento) recogiendo la humedad de la evapotranspiración de la
biomasa boscosa; estos vientos se elevan cambiando de curso, se enfrían, forman
nubes (cúmulos cumnuloninmbus) que se precipitan en ese lugar en un circuito
permanente de lluvia que es el factor más importante de generación de
biodiversidad. También las masas de nubes pasan al otro lado de la cordillera
hacia los valles secos de Cochabamba y mesotérmicos de Santa Cruz dando lugar a
bofedales, lagunas y cursos de agua responsables de la relativa humedad de
algunos de estos valles productivos. Estas lagunas además de proveer agua
(ejemplo Misicuni) también proveen energía hidroeléctrica (ejemplo Corani). Las
nubes que atraviesan la cordillera también son responsables de la biodiversidad
de los bosques de altura (ejemplo La Siberia en al camino antiguo Santa
Cruz-Cochabamba) que forman cursos de agua para los valles de Santa Cruz
(ejemplo Comarapa).
La
conclusión del análisis de los mapas climáticos que saca la fuente mencionada
es categórica:
En fin, queda claro que existe un serio
riesgo climático en estas dos regiones (cuenca del rio Mamoré) y valles de
Cochabamba, si se da un proceso de deforestación en los bosques amazónicos del
sub-andino. Dicho proceso de deforestación es, honestamente, imposible de ser
evitado si se dan asientos de colonización en la carretera, ya que la cultura
de la tala y quema seguramente podrá ser erradicada en un número de años no
menor a los requeridos para deforestar el 80% del bosque tropical que está en
la región que tratamos.
Otra
conclusión que saca el análisis científico es ilustrativa:
Por otro lado, será importante saber que
la cantidad de suelo anegadizo en la región del trazo que cruza el TIPNIS es
tan grande que hasta la mejor ingeniería va a tener serios problemas para su
ejecución. Esta demás decir que el trazo por el lado oriente es sobre suelo más
fijo y de mejor transitabilidad[9].
Breve
descripción del conflicto
El conflicto del TIPNIS es descrito en La guerra de la Madre Tierra I de la
siguiente manera:
¿Qué
podemos decir al respecto? En relación a este análisis y descripción de las
condiciones, pero también de las probables consecuencias si se produce el
quiebre del Territorio y Parque Isiboro-Sécure, queda claro que la defensa del
TIPNIS es no sólo responsabilidad de las comunidades de las naciones y pueblos
indígenas originarios que lo habitan, sino también de todos los bolivianos y
bolivianas conscientes del problema y la problemática, de todos los bolivianos
y bolivianas que aprobamos la Constitución Política del Estado. El TIPNIS es el corazón de la producción
de agua de Bolivia, no hay dónde perderse, si se ejecuta el proyecto
extractivista, el proyecto IIRSA, la vinculación transoceánica, conllevando el
desplazamiento e invasión cocalera, no sólo se terminará desforestando,
degradando y destruyendo uno de los ecosistemas más ricos en biodiversidad del
planeta, sino que también se habrá quebrado el corazón de la producción de
agua, se habrá cortado con la articulación de los ciclos del agua conectados a
los ciclos climáticos, a los ciclos del suelo, a los ciclos de los bosques, a
los ciclos de reproducción de la vida. Cochabamba disminuirá progresivamente su
régimen hidrológico y con el pasar del tiempo quedará sin agua, cambiando los
climas de los grandes entornos geográficos y regionales del TIPNIS. Se entiende
que, a mentalidades desarrollistas, extractivistas, modernistas e
industrialistas, estas consecuencias les preocupo poco, si no es que nada, pues
ellos miden los costos y beneficios en términos monetarios, en términos de la
brutal y reducida contabilidad capitalista. En sus imaginarios colonizados no
entran para nada los costos ambientales, los costos ecológicos; ahora sabemos
que no les interesa para nada los derechos de las naciones y pueblos indígenas
originarios. ¿Qué es el desarrollo para estas mentalidades? Podemos interpretar
que se trata del goce inmediato compulsivo de la ilusión dineraria; estos
tardíos burgueses internacionalizados no llegan a un diseño estratégico de
dominación; al contrario, se supeditan a potencias, a las estrategias de estas
potencias, creyendo que, del rebalse de las ganancias de la acumulación
ampliada de capital, a escala mundial, les va tocar una parte. No son solamente
ilusos, sino que también expresan la consciencia
desdichada de las burguesías tardías y periféricas. El desarrollo al que
apuestan es el desarrollo capitalista, que se da en escala mundial; este “desarrollo”
produce “subdesarrollo” y dependencia
en la periferia del sistema-mundo capitalista. Estos gobernantes al servicio de
estrategias hegemónicas y de dominación a escala mundial, esta lumpenburguesía, como la llamaba André
Gunder Frank, no son otra cosa que dispositivos
y agenciamientos de los diagramas de
poder, de los mapas de fuerza, de la dominación global del capitalismo
contemporáneo.
El conflicto del TIPNIS ha puesto en evidencia los nuevos
frentes políticos, sociales, económicos y culturales, frentes dibujados en la
coyuntura crítica del proceso; por un lado, defendiendo los derechos de la
Madre Tierra, están las naciones y pueblos indígenas originarios, sobre todo
los movimientos y organizaciones propiamente indígenas, constatados en sus formas de organización, formas de
representación, mandos rotativos, normas y procedimientos propios,
instituciones ancestrales y cosmovisiones nativas; estas naciones y pueblos
están apoyados por nuevos movimientos juveniles y urbanos, también por
históricos movimientos como los regantes[10], los
guerreros del agua y los guerreros del gas. Por otro lado, apoyando el trazo de
la carretera por el TIPNIS, están las organizaciones campesinas, organizadas en
sindicatos (CSUTCB, CNMCIOB “BS”, CSCIB); todo el conglomerado campesino, de
alguna manera conducido por las federaciones cocaleras. Todo este conjunto, más
o menos cohesionado, también diferenciado y plural, así mismo abigarrado, que
fue parte del llamado “bloque popular”, ahora se encuentra llevando al ascenso
desbocado a una nueva burguesía emergente, de nuevos ricos y nuevos
intermediarios en los circuitos de capital, mercancías, transgénicos,
contrabandos, tráficos, incluyendo los del narcotráfico. Lo hace en el
desplazamiento constante hacia alianzas inesperadas con los agroindustriales de
Santa Cruz, la burguesía intermediaria, la banca, las empresas trasnacionales
de los hidrocarburos y la minería, las empresas constructoras brasileras y el
gobierno brasilero.
Tomando en cuenta este mapa de fuerzas, respecto a lo que
decimos y afirmamos, vamos a respaldarnos en el análisis que hace Enrique
Ormachea, Investigador del Centro de
Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), quien hace una ilustrativa
descripción de la dinámica estructura de clases en la coyuntura, lo que nos
permite elucidar el carácter de la lucha de clases y de la guerra
descolonizadora en el momento de la crisis del proceso. Enrique Ormachea
escribe:
Una buena parte de los cocaleros son ya campesinos ricos o
acomodados porque obtienen ganancias gracias a la apropiación de trabajo ajeno,
pues producen normalmente con el concurso de peones asalariados. Por el
contrario, los indígenas yuaracarés, moxeños y chimanes que habitan en el
Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) –y la mayor parte
de los indígenas de las tierras bajas– además de realizar actividades agrícolas
en chacos que usufructúan individualmente y que combinan con otro tipo de
actividades económicas vinculadas con el mercado (como la extracción de
recursos forestales y la elaboración de artesanías), normalmente se ven
obligados a vender temporalmente su fuerza de trabajo a ganaderos, madereros y
a los propios cocaleros para asegurar su medios de subsistencia. En este
sentido, mientras los primeros son pequeños y hasta pequeñísimos capitalistas,
los segundos son mayoritariamente semiproletarios[11].
Esta
descripción es importante pues nos ubica de lleno en la relación social, en la relación de dominación de un
conglomerado social sobre otro, de una dinámica bullente de monocultivo,
agrícola, comercial, encaminada a la expansión de la frontera agrícola, de la
comunicación carretera y caminera, sobre otra dinámica, apegada al territorio,
a las normas y procedimientos propios, a las instituciones ancestrales, a la
búsqueda de un proyecto alternativo al desarrollo y a la modernidad, que
actualice las comunidades ancestrales, sus manejos territoriales y de bosques,
combinándolos con formas de organización emergentes y en la perspectiva
establecida en la Constitución, perspectiva traducida como la del vivir bien. Lo que fue el “bloque
popular”, que se coaligó y expulsó a la mega-coalición
neoliberal, terminó mostrando su composición diferencial y ha terminado de
manifestar las contradicciones inherentes rápidamente, justo en el momento de
transición hacia el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico. Esta
abertura y quiebre del “bloque popular” evidencia la existencia de proyectos
distintos, dicotómicos y contradictorios; un proyecto capitalista,
desarrollista, extractivista, dependiente, articulándose al reacomodo de las
estructuras y formas de intercambio en la geopolíticas
del sistema mundo capitalistas; otro proyecto emergente, nacido de las
entrañas de las luchas sociales contra el neoliberalismo y de las entrañas de
la guerra anticolonial y descolonizadora de las naciones y pueblos indígenas
originarios, que ha expresado su horizonte
civilizatorio en la Constitución, en tanto Estado Plurinacional Comunitario
y Autonómico, en tanto economía social y
comunitaria, en tanto modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, la
modernidad y el desarrollo.
Los dos
proyectos no pueden coexistir en el proceso,
son opuestos; uno se coloca en la continuidad de la misma civilización moderna,
capitalista, desarrollista y extractivista; el otro apunta a abolir esta
civilización, abriendo la posibilidad civilizatoria alternativa, haciendo
emerger configuraciones culturales inhibidas por los colonialismos y los
capitalismos, actualizándolos y combinándolos con formas autogestionarias y solidarias contemporáneas. Este proyecto se
opone abiertamente al desarrollismo y al extractivismo, se encamina más bien a
restaurar las complementariedades dinámicas
con los ecosistemas, seres, ciclos vitales interrelacionados e integrados en
las formas complejas de reproducción de la vida. No debe sorprendernos entonces
los conflictos que se dan entre el gobierno y las naciones y pueblos indígenas
originarios, pues el gobierno se ha convertido en la expresión política e
institucional del proyecto de continuidad capitalista, desarrollista,
extractivista y de monocultivos. ¿Por qué ha sucedido esto?
La
contradicción era latente, solo que no tuvo las condiciones de posibilidad para mostrarse; una cosa era luchar
contra los gobiernos neoliberales y el proyecto neoliberal en curso y otra cosa
es abolir el Estado-nación, construir el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico,
en la perspectiva del modelo civilizatorio del vivir bien, que se basa en el respeto de los derechos de los seres, componentes y ciclos vitales de la Madre Tierra. En lo que fue el “bloque
popular” hay clases sociales que no están dispuestas a abandonar las formas de
monocultivo, menos la producción de coca, también de cocaína, no están
dispuestas a renunciar a la expansión de la frontera agrícola a costa de los
bosques y ecosistemas, no están dispuestas a renunciar a las ganancias y, sobre
todo, a las ganancias fáciles, tampoco van a renunciar a una compulsión
individual por la tenencia de la tierra, aunque esto implique violar la
Constitución.
La CSUTCB
ha desarrollado un anteproyecto de Ley que contempla la desaparición de las
TCOs porque las considera “latifundios”, también contempla la redistribución de
la tierra de forma individual, contraviniendo a la Constitución, que establece
la reversión de tierras a comunidades indígenas y campesinas de forma
colectiva. Sorprende que en las argumentaciones justificadoras del anteproyecto
se ventilen calificativos de “terratenientes” para los indígenas que habitan las TCOs, llama la atención que se olviden de
los latifundistas y terratenientes históricos, contra los que se había tenido
una larga lucha, precisamente por la reforma agraria. ¿Qué pasa? ¿Otros son los
enemigos? Ahora son los indígenas, las naciones y pueblos
indígenas, sus organizaciones, sus formas
colectivas de propiedad, sus gestiones
territoriales ancestrales. Ahora, en cambio, los campesinos son aliados los
latifundistas y terratenientes históricos, los agroindustriales, los soyeros,
que emplean transgénicos, los empresarios, pues ellos, así como los campesinos,
persiguen la continuidad del mismo modelo capitalista, desarrollista,
extractivista. Ahora las alianzas son otras y los frentes de la lucha son
otros.
El
conflicto en torno al TIPNIS es demostrativo por poner al descubierto de una
manera descarnada estas contradicciones:
Acicateados entonces por sus crecientes motivaciones de
acumulación, los cocaleros del trópico de Cochabamba se han visto en la
necesidad de acrecentar sus propiedades, lo que implica expandir la frontera
agrícola. Sin embargo, esta expansión sólo puede darse hacia dos zonas
claramente definidas. Por un lado, hacia el TIPNIS y, por otro lado, hacia el
departamento de Santa Cruz; esta última opción implicaría avanzar sobre tierras
que ya están ocupadas tanto por otros colonizadores (buena parte de ellos
también campesinos ricos) como por pequeñas, medianas y grandes empresas
capitalistas agrícolas y ganaderas articuladas a la agroindustria[12].
Al respecto y de una manera contextual, Mayari Castillo y
Anahí Durand, escriben en Identidades,
etnicidad y racismo en América Latina, que:
En primer lugar, la
economía de la coca, aunque no reconocida oficialmente, genera una porción
importante del PIB de Bolivia. Durante la peor crisis económica, la economía
ilegal de la coca permitió sustentar la aplicación
de los ajustes estructurales, siendo válvula de escape de la pobreza y un nuevo
espacio laboral para los ex mineros de las recién cerradas minas de la COB
(Lanza, 1999). De la misma manera, frente a una economía con crecimiento
estancado o negativo y uno de los índices de pobreza más altos de América
Latina, la cooperación internacional radicada en Bolivia constituía una
importante fuente de ingreso. En los últimos doce años, Bolivia recibió por
concepto de asistencia financiera oficial cerca del 11% del PIB. Sumado a los
aportes de agencias privadas, ONG y otros, la cifra se eleva a un 15% (Grebe,
2002). También pudo reprogramar su deuda financiera gracias a los recursos
donados por Europa y, hasta hace poco, recibía financiamiento de organismos
multilaterales como el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
y la
Corporación Andina de Fomento,
además de financiamiento de carácter bilateral desde Japón, Estados Unidos,
Alemania y Países Bajos. La mayor parte de estos apoyos estaban condicionados
al cumplimiento de metas sobre control del narcotráfico, incluyendo la
erradicación del cultivo de la hoja de coca. Por ello, la resistencia cocalera
al cumplimiento de metas otorgaba al conflicto una importancia nacional[13].
Los investigadores nos dejan en este dibujo panorámico y
de evaluación del movimiento cocalero determinados perfiles de la problemática;
primero se habla de una economía de la
coca, una economía subterránea, que sostiene parte del funcionamiento de
los circuitos económicos. Segundo, que, con el propósito de erradicación y
sustitución de los cultivos de coca, la cooperación internacional ha financiado
programas de apoyo a la diversificación de la producción agrícola, así como
programas de interdicción. Todo esto puede considerarse también como parte de
las inyecciones monetarias al campo
económico boliviano, incidiendo en la formación de su Producto Interno
Bruto (PIB). En otras palabras, la economía
de la coca forma parte de la realidad,
como uno de sus niveles, en la compleja sedimentación de sus ámbitos, mundos paralelos o colaterales. Esta economía de la coca es tan importante
que no sólo dibuja circuitos, recorridos, articulaciones con otros niveles
económicos, sino que también ha terminado constituyendo sujetos sociales,
subjetividades e imaginarios, incluso instrumentos
políticos y electorales, además de lograr catapultar a las Federaciones
Cocaleras por parte del gobierno. Se sabe que por lo menos dos ámbitos
territoriales campesinos están articulados a la economía de la coca, Los Yungas y El Chapare, además de otros
territorios de expansión, comprendiendo otras zonas más circunscritas y
dispersas, que fueron tradicionales en el cultivo de la hoja de coca, como el
caso de Apolo e Inquisivi; también hay que considerar la irradiación espacial
de la economía de la coca en relación
a otros circuitos comerciales y flujos dinerarios, de mercancías y migraciones.
También sabemos que la economía de la
coca ha estado articulada a la historia
económica de la Audiencia de Charcas y de los periodos republicanos; el
ciclo de la economía de la plata, el ciclo de la economía del estaño y, también,
aunque de un modo más indirecto y con muchas mediaciones, al actual ciclo de la
economía de los hidrocarburos. La economía
de la coca ha formado parte entonces de las estructuras económicas, de sus
flujos, circuitos y recorridos.
Por otra parte, podemos abrirnos a la comprensión de las estrategias
diferenciales, plurales, cíclicas y rítmicas de las economías campesinas,
atravesadas por complementariedades, reciprocidades, también por
transformaciones del ayni y la mink’a, como formas de relación por servicios
y especies, por un lado, y por trabajos y dinero, por otro. Comprender también que las formas de
organización son complejas, variadas,
expansibles o contraíbles, dependiendo de la forma como se relacionan las
unidades domésticas con las familias, con las estructuras familiares,
comprendiendo edades, género y generaciones. Así mismo tener en cuenta las
diferentes prácticas de los vecinos
respecto a las prácticas combinadas de los pueblos y comunidades. Todo esto nos
muestra una combinación rica de estrategias y de estructuras, de composiciones
y de ritmos cíclicos, dependiendo del producto, de las interrelaciones entre
productos, dependiendo también del lugar y del momento. Las economías campesinas son configuradas
por racionalidades alternativas y colaterales a la racionalidad
moderna y eficaz del cálculo del
costo y beneficio. En otras palabras, es imposible comprender las estrategias campesinas a partir de la reducida
contabilidad económica. Se trata de otras racionalidades,
que funcionan flexiblemente, dúctilmente y en combinaciones abiertas[14]. Empero, algo que podemos compartir con cierta
certeza es que, de todas maneras, se trata de economías articuladas al mercado
y a los vaivenes del mercado, por lo tanto, a los movimientos de los precios de
los productos. Ahora bien, un cultivo y producto altamente rentable es la coca,
incluso en momentos de bajos precios; esto debido a los rendimientos, sobre
todo a las cosechas que se dan al año. Lo que decimos vale mucho más cuando los
precios de la hoja de coca suben estrepitosamente, debido a factores externos
de extrema imponderabilidad, como la debida al comercio del narcotráfico, sobre
todo de la cocaína.
Bajo estas consideraciones es posible una hipótesis en
relación a la expansión estrepitosa de los cultivos de la hoja de coca,
incluyendo la invasión a los parques y territorios indígenas. Es tan gravitante
el comercio de la cocaína, tal la incidencia de sus circuitos, de su capacidad
de irradiación, de su fuerza financiera, de sus múltiples estratégicas de
tráfico, que se ha convertido en el núcleo
explicativo de la propia economía de
la coca, por lo tanto, no sólo de los circuitos y de la acumulación sino de
la expansión compulsiva del monocultivo.
Independientemente de cualquier pretensión moral o de pose
artificial sobre la problemática de la cocaína, pretensión y pose falsa de las
potencias, de NNUU y de la cooperación internacional, lo que importan es comprender claramente el conflicto
suscitado en torno al TIPNIS, así como los conflictos que se han dado
sucesivamente, contiendas anteriores y en perspectiva, repetidos
intermitentemente, colisiones del gobierno con las naciones y pueblos indígenas
originarios, desde la aprobación de la Constitución; lo que importa es comprender el conflicto a partir de las
fuerzas involucradas, de las tendencias, de los proyectos inherentes. La economía de la coca forma parte de la economía de la cocaína y la economía de la cocaína forma parte de
las economías del sistema-mundo
capitalista. Una apuesta por la expansión del monocultivo de la coca forma
parte de la expansión compulsiva de la economía
de la cocaína y obviamente de la acumulación
ampliada de capital en la economía-mundo
capitalista. Apostar por esta salida, se lo haga abiertamente, como en el
caso de las decisiones prácticas que toman los cocaleros, o veladamente,
haciendo como si no se viera nada, como ocurre con el comportamiento del
gobierno respecto a esta problemática, no importa, pero apostar por esta salida
significa la continuidad del modelo capitalista, desarrollista extractivista y
dependiente, ahora atravesado por la economía
política del chantaje, es decir por la economía
de la cocaína, como una de sus formas. Este proyecto continuista se
enfrenta abiertamente al otro proyecto, nacido de las entrañas de las luchas
sociales y de la guerra anticolonial y descolonizadora, expresada plenamente en
la Constitución. Este modelo es el del vivir
bien, modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, a la modernidad y al
desarrollo. Este modelo se basa en la condición plurinacional, en la condición
comunitaria, en la condición autonómica y en la condición intercultural, por lo
tanto, este modelo se basa en las cosmovisiones indígenas y en la
reconstitución de los territorios ancestrales, actualmente habitados, como reza
la Constitución. Este modelo supone un descentramiento
radical del antropocentrismo, desplazándose al reconocimiento de la condición vital de los otros seres que componen la Madre Tierra,
reconociendo su condición de sujetos y reconociendo sus derechos. Esta concepción está plasmada en el Proyecto de Ley de la
Madre Tierra - elaborado por el Pacto de Unidad, antes de su ruptura, y
desmantelado por el “gobierno progresista” y presentada como un Frankenstein en
una grotesca simulación denominada Ley de la Madre Tierra y del Desarrollo
Integral -. El conflicto del TIPNIS está expresando entonces la guerra de dos
proyectos opuestos, antagónicos, de modelos encontrados, uno el capitalista y
moderno, el otro alternativo al capitalismo y la modernidad. Hay una lucha de
clases y una guerra anticolonial y descolonizadora en curso, con sus sujetos
sociales, sus organizaciones, sus instituciones opuestas, incluso con sus
diferentes formaciones discursivas en franco y abierto debate.
Volviendo al análisis de Enrique Ormachea, podemos
dimensionar los alcances concretos del conflicto en torno al TIPNIS. Entonces
el conflicto específico, en el territorio, en los límites del parque y en el
interior del parque, en el llamado “Bloque Siete”, que es la zona de avasallamiento
del parque por los colonizadores, es entre comunidades indígenas y
colonizadores, comunidades indígenas y cocaleros. En el documento citado se
escribe:
Si en algo hacen
hincapié los indígenas cuando plantean la defensa del TIPNIS es en el tema de la
expansión cocalera y sus efectos. No les faltan razones. En el Gobierno de Evo
Morales se les ha recortado alrededor de 145 mil hectáreas que acabaron siendo
dotadas a cocaleros que habían ocupado estas tierras de hecho, al aprobar un
título final de propiedad colectiva de 1.091.656 hectáreas frente al título
ejecutorial concedido en 1997 que ascendía a 1.236.296 hectáreas[15].
La legitimación del avasallamiento ya muestra el sentido del
gobierno, de sus políticas en relación a la tierra y al territorio, en relación
de lo que respecta a las áreas protegidas y territorios indígenas. El gobierno
responde en primer lugar, en el plano afectivo y de los compromisos orgánicos,
a las federaciones cocaleras, también a las organizaciones de colonizadores,
llamados ahora “interculturales”, que ya cuenta con más de un millón de
afiliados, así mismo responde a los compromisos sindicales con las
organizaciones campesinas, constituidas en la CSUTCB y en la Confederación de
Mujeres Campesinas, las conocidas como “bartolinas”; en segundo lugar, ya en un
plano político, responde a la continuidad del proyecto capitalista,
desarrollista, extractivista, dependiente, otorgándole un carácter popular al
proyecto; en tercer lugar, ya en un plano estratégico o geopolítico, el gobierno está supeditado a la irradiación de la
política expansionista y hegemónica del Estado brasilero; en cuarto lugar, ya
en un plano de las complicaciones de las que no puede zafarse, atado a las
herencias de las lógicas de poder persistente, responde a los condicionamientos
de las empresas trasnacionales, tanto de los hidrocarburos como de la minería;
en quinto lugar, ya en el plan de las nuevas alianzas, responde a los acuerdos
económicos con la burguesía intermediaria boliviana, los agroindustriales, los soyeros
y las mediaciones de los grandes monopolios de las empresas de transgénicos. La
presión sobre la frontera agrícola cocalera y colonizadora se da no solo con la
benevolencia del gobierno sino en alianza estratégica con los agroindustriales
y soyeros, es decir, la burguesía intermediaria. Todos ellos forman parte de la
composición social, económica, subjetiva e imaginaria del proyecto
desarrollista-extractivista.
Esta situación es vivida, intuida, comprendida y elucidada
por las organizaciones indígenas del CIDOB y CONAMAQ. Se comenta el testimonio
de uno de los dirigentes del TIPNIS que estuvo en la VIII marcha indígena:
En una entrevista
reciente, el dirigente indígena Adolfo Moye ha señalado que, a raíz de la
expansión de los cocaleros hacia las comunidades indígenas del TIPNIS, muchas
terminaron rodeadas de colonos “…por ejemplo, la comunidad de Santísima
Trinidad donde yo vivo junto a 140 familias indígenas mezcladas con algunos
colonos, hemos quedado al centro de la zona colonizada y rodeada por cocaleros.
En la comunidad Limo, los hermanos del pueblo moxeño e yuracaré ahora tienen
apenas una hectárea y trabajan como empleados de los colonos. Sus hijos han
tenido que migrar a las ciudades capitales para buscar empleo queriendo adoptar
otra forma de vida; en muchos pueblos solo quedan los viejitos. Algunas
comunidades, como Puerto Patiño e Isiborito, se extinguieron y no sabemos a
dónde se fueron esos hermanos…”. (Entrevista en el Foro Social de Asunción)[17].
El testimonio de Adolfo Moye es elocuente; lo que describe es
una relación de dominación de los
cocaleros y de los colonizadores sobre los indígenas
del TIPNIS. Los indígenas no solamente son discriminados y explotados, sino
vistos como menos. No se los considera iguales, ni se establece con ellos
relaciones de igualdad. Esto ocurre de manera dramática en los lugares de
intersección entre comunidades indígenas y colonos; si bien no ocurre lo mismo
cuando los dirigentes de las organizaciones indígenas y de las organizaciones
campesinas entablan relaciones de organización, de discusión, cuando entablan
acuerdos y pactan sobre temas de interés común, pues a este nivel se entiende
que no considerarse como iguales sería una muestra insostenible de racismo. No
ocurre porque a ese nivel se tiene otra concepción de lo que es ser indígena; somos todos indígenas,
aymaras, quischwas, urus, chipayas, guaranís, moxeños, chácobos, chimánes,
yuracarés. La diferencia está en que unos somos campesinos y otros conservan la
propiedad comunitaria, el ayllu; unos
estamos organizados en sindicatos y otros en las formas organizativas propias
comunitarias. Este discurso se mantuvo durante parte de la vida del Pacto de
Unidad, sobre todo durante el proceso
constituyente. Ahora parece desmoronarse este discurso ante la evidencia de
las grandes diferencias, discrepancias de concepciones, de intereses y de
proyectos. Los dirigentes campesinos se acercan rápidamente a los prejuicios
que tienen los campesinos y colonos que habitan los lugares limítrofes con territorios indígenas. Sobre todo,
ahora, cuando se da el conflicto del TIPNIS, los dirigentes campesinos se
apegan más a defender el discurso gubernamental, estridentemente descalificador
del movimiento indígena en defensa de sus derechos, consagrados por la
Constitución. El “bloque popular” se ha roto.
Esta descripción me recuerda a lo que ocurría años atrás,
cuando era vigente, convocativo e irradiante el proletariado minero; a pesar de su consciencia de clase, de su condición de clase compuesta por el desclasamiento de las otras clases, de
clase que debería abolir todas las clases, los mineros mantenían relaciones de dominación, subordinando a
las comunidades indígenas y campesinas aledañas a los campamentos. ¿Por qué ocurre
esto? Se notaba un aire de superioridad; una cosa implica estar ligado al
campamento minero, a la explotación de las vetas mineras, a los ingenios, a la
organización capitalista del trabajo, y otra cosa significa estar ligado a los ayllus, a las comunidades, donde
preponderaban “modos” de “producción pre-capitalistas” y no-capitalistas. La diferencia estaba dada. Los mineros compartían
una ilusión desarrollista y un imaginario modernista, en contraposición
de los indígenas y campesinos, que expresaban un apego a otros imaginarios, mas bien, animistas. Una de las consecuencias de
la modernidad fue esta descalificación de otras formas de vida, de otras formas
de cohesión social y de relacionamiento, que no sean las propias de la
modernidad.
Las investigaciones y los estudios sociológicos han descrito
y han teorizado sobre la transición a la
modernidad; el desencanto, la desacralización, la ruptura y quiebre de las
comunidades, de las instituciones y estructuras tradicionales, forma parte de
las hipótesis iniciales de estos estudios y estos análisis. El paso de la
familia extendida y compuesta a la familia nuclear, las migraciones
rural-urbanas, la atomización y la individualización, la homogeneización de los
comportamientos y las conductas, el disciplinamiento,
forman parte de este proceso de
modernización, entendido como una dinámica
cultural y civilizatoria, que pone en suspenso los valores y las
instituciones tradicionales; la modernidad entendida como experiencia de la
vertiginosidad, sensibilidad estética que expresa esta experiencia como cuando todo lo sólido se desvanece en el aire,
frase de Shakespeare, recogida por Marx[18].
La historia de la representación de la modernidad es toda una arqueología, comienza con los poetas malditos, quienes le atribuyen
características estéticas y lúdicas, haciendo hincapié sobre todo en la experiencia de la vertiginosidad y el suspenso. El concepto es retomado por la
sociología y la economía, empero, de una manera más instrumental y descriptiva,
perdiendo sus ribetes poéticos, empezando a adquirir perfiles organizacionales,
estructurales, institucionales y de relaciones de mapas definidos de
transvaloración y transición modernizadora. Marx y algunas corrientes marxistas
retoman el concepto dándole un carácter dialéctico,
retomando algunas ideas iniciales de la experiencia de la transformación
desbocada. Ya en la etapa de balance habría que contar con el análisis
desplegado por Marshall Berman; estudio que intitula precisamente Todo lo sólido se desvanece en el aire[19]. En las
corrientes marxistas teóricas contemporáneas un antecedente de la crítica de la
modernidad es el libro de Adorno y Horkheimer titulado Dialéctica del iluminismo[20]. Quizás sea el
análisis más penetrante de la modernidad, a la que caracterizan como iluminismo, que también puede ser
retomada como crítica; de lo que se
trata entonces es de desplegar una crítica
de la crítica, un iluminismo del
iluminismo. Ponen en cuestión los mitos
de la modernidad, como la idea de
progreso y el mito de la historia; también ponen en cuestión la
pretensión moderna de dominación de la
naturaleza. Queda claro en los autores, que hacen la crítica de la racionalidad instrumental, que no
basta hacer una crítica de la economía
política, sino que es necesaria y urgente hacer una crítica de la modernidad, matriz
histórica y cultural, civilizatoria, en la que emerge y se recicla el
capitalismo. Después de ellos, todas las escuelas, corrientes teóricas críticas de la modernidad, son
deudoras de la apertura iniciada por la Escuela de Frankfurt. A nosotros nos
interesa retomar las críticas de la
modernidad en los contextos periféricos del sistema-mundo capitalista, pues
nos interesa comprender los fenómenos
complejos, abigarrados y heterogéneos que desata la modernización en nuestras
regiones y países.
Marshall Berman escribe sobre el modernismo del subdesarrollo y toma en cuenta el caso de San
Petersburgo, dice que se trata de modernidades impulsadas desde arriba, por el
Estado, el poder; quizás también por algunas élites. Son construcciones
titánicas que se enfrentan a los pantanos, es la voluntad de la geometría que
termina imponiéndose a la adversidad, a pesar de las inundaciones centenarias.
Se trata de espacios modernos, pero sin contar con una vida moderna, espacios públicos que no llegan a tener vida pública. ¿Qué es la modernidad en
estos lugares insondables? ¿Es una ilusión? ¿Un espejismo? ¿Un fabuloso
monumento? Todo lo demás no llega a ser moderno, las instituciones, el manejo
de las instituciones, el Estado, la administración del Estado; tampoco las subjetividades. Estamos ante transiciones problemáticas, cuando el pasado no termina de irse, mas bien, se
queda persistentemente, combinándose con esas proposiciones iluministas de futuro. Se producen composiciones intrincadas que contienen también
subjetividades recargadas, que acompañan a comportamientos que moran mundos que
cohabitan. René Zabaleta Mercado habla de formaciones
abigarradas y Bolívar Echeverría de modernidades
barrocas[21]. ¿Qué es la modernidad en
la periferia del sistema-mundo
capitalista? Las corrientes hindúes que estudian la subalternidad conciben
que, mas bien, hay que comprender modernidades heterogéneas o la modernidad en su condición heterogénea[22].
Ciertamente no se puede hablar del ámbito social del
campesinado como si fuera homogéneo; esto desde ya está descartado. Estamos
ante un campo complejo y diferencial, cuyos ciclos y
articulaciones con el mercado también son variados. En un tiempo se pensó que
la campesinización y la re-campesinización formaban parte de
procesos de resistencia a la
diseminación capitalista. Se mostraban contradicciones de las formaciones campesinas con el mercado,
con el capitalismo y con el capital a partir de la tesis de la subsunción formal del trabajo al capital[23].
En Bolivia se realizaron estudios de la cuestión agraria, sobre todo de las economías campesinas, a partir de su
irrupción misma, irrupción que se da desde la expansión de las formas de
pequeña propiedad agraria, a partir de la reforma agraria de 1953. Se pueden
hacer distintas clasificaciones de un abundante material, que llega hasta
nuestros días, empero nos interesa, por los límites y las razones implícitas de
este ensayo, dibujar grandes campos de análisis. Se puede apreciar que una de
las áreas de preocupación, quizás las más economicista, está relacionada con
las evaluaciones de la reforma agraria y la búsqueda por reencaminarla; otra
área de preocupación es la que tiene que ver con los estudios de caso, con un
enfoque sociológico; quizás los más interesantes son los estudios que vienen
acompañados de una orientación antropológica, sobre todo por el aporte
etnográfico en el análisis de las estructuras y las instituciones involucradas.
No podemos dejar de considerar los estudios sobre la estructura agraria y de
clases desde una perspectiva marxista, mas bien, análisis macros que estudios
locales o regionales. Por último, deberíamos considerar un área de trabajos de
investigación antropológicas, sociológicas y económicas, de enfoque, mas bien,
integral, que cuestiona las perspectivas anteriores, consideradas estáticas,
que no contemplan las dinámicas locales,
diferenciales, cíclicas y de estructuras de cambiantes, vinculadas a las
estrategias de adaptación a las circunstancias de las formas de organización campesinas. Quizás las más aportadoras a la
elucidación y a la inteligibilidad de
la problemática campesina sean estos estudios[24].
En relación a toda esta arqueología del
saber de la cuestión agraria,
debemos apreciar sus mapas conceptuales,
para poder atender con una mirada escrutadora a los recientes desplazamientos
de las economías campesinas.
Obviamente lo que se requiere para lograr una comprensión adecuada de lo que ocurre
son investigaciones a profundidad y en los distintos espacios de desplazamiento
de las formas de organización campesina;
empero, a falta de estas investigaciones, nos vemos obligados a lanzar algunas
hipótesis interpretativas de lo ocurre en la coyuntura crítica del proceso con las economías y formas de organización campesina, sus estrategias y sus
circuitos.
Hipótesis
Por más compleja que pueda ser la formación social, económica y cultural campesina, por más diversa y
diferencial, por más barroca, combinada, compuesta y entrecruzada en que se
encuentre, moviéndose contradictoriamente en transiciones cíclicas, definiendo
a veces rutas en espiral y en algunos casos desplazamientos lineales, toda esta
complejidad está atravesada por los circuitos del mercado, los circuitos
dinerarios, incluso, en menor escala los circuitos financieros, como los relativos
al microcrédito; aunque tengamos que aceptar, como lo hicimos en otro tiempo,
la presencia alterativa de resistencias, de otras lógicas, otras estrategias y
otras racionalidades, el mercado y el desarrollo capitalista juegan un papel
gravitante, sobre todo en determinados momentos de alta demanda de monocultivos
y de la evidencia de la atracción efectiva de subida de precios. Esta atmósfera
de muchos microclimas culturales, imaginarios y de comportamientos, recrea la
ilusión de una modernidad barroca, heterogénea, del bienestar, del acceso y del
consumo. En momentos de intervención de circuitos de alta rentabilidad y de
predisposiciones políticas que los facilitan, los conglomerados sociales
campesinos, sus tendencias económicas, tienden a volcarse plenamente a la
ilusión del desarrollismo y sobre todo al espejismo de la riqueza fácil. Los
núcleos de resistencias, alterativos, alternativos, las racionalidades y
estrategias complementarias y cíclicas, tienden a ser inhibidas, ocultadas,
desarticuladas, en beneficio de las opciones más comerciales, incluso más
perversas de los circuitos dinerarios[25].
Boceto de
interpretación de algunas dinámicas moleculares
En el caso de las
comunidades indígenas de la Amazonia, particularmente en el caso del TIPNIS, lo
que llamamos vida cotidiana, para
definir uno de los ámbitos recurrentes de las dinámicas moleculares sociales, adquiere las tonalidades de vida en la
territorialidad acuática y la territorialidad boscosa de la Amazonía; entonces
la vida social y comunal más se
acerca a las formas de los ciclos
vitales, dados en esas territorialidades.
Entre las actividades de la reproducción
social comunitaria se encuentran la pesca, la caza y la recolección;
también cierta agricultura, como el cacao, así como cría de animales, no solo
domésticos, sino incluso lagartos. El cacao y los lagartos están vinculados a
mercados especializados, por ejemplo, como la de la industria de chocolate, así
como la relacionada con el uso de cueros de saurios.
La comunicación fluvial es la que conecta,
desde tiempos antiguos a las comunidades indígenas amazónicas; es la red
comunicacional, como dicen sus dirigentes, son sus “caminos” o “carreteras”. El
TIPNIS está dividido administrativamente en tres zonas, la del núcleo boscoso
del territorio, que es considerado como “intangible”; la del “desarrollo
comunitario” y la del “desarrollo sostenible”. Estos dos últimos tienen
vinculaciones con el mercado, además de encontrarse bañados, por así decirlo,
por los ríos Isiboro, Sécure e Ichoa y sus afluentes. La cuarta zona, por así
decirlo, siguiendo con esta clasificación administrativa, sería la zona de
avasallamiento de los colonizadores, que corresponde a lo que se ha venido en
llamar el “Bloque Siete”. En consecuencia, tendríamos que añadir,
descriptivamente, otras actividades de los ámbitos de la vida social comunitaria; esta vez más cerca de la vida cotidiana que a los ciclos vitales ecológicos. Hemos
mencionados las actividades agrícolas, la de la cosecha del cacao, la de la
cría de saurios, además de otras actividades de combinación de subsistencia y
de mercadeo, fuera de la venta de fuerza de trabajo asalariada, de manera
esporádica. Tendríamos que mencionar, en referencia al “Bloque Siete”, la del
cultivo de la hoja de coca excedentaria.
Con esta descripción
sucinta tenemos ya un panorama de aproximación a los ámbitos de las dinámicas moleculares sociales. Sin
embargo, no se termina de abarcar los ámbitos de las dinámicas moleculares sociales si no se mencionan los ámbitos
relativos a la organización comunal, social y sindical. La Subcentral del
TIPNIS forma parte del CIDOB, la organización indígena de tierras bajas; los
sindicatos cocaleros del “Bloque Siete” forman parte de la Federación Campesina
del Trópico de Cochabamba. Aunque hay que hablar también del CONISUR, que es un
montaje gubernamental en el “Bloque Siete” para simular la representación de “comunidades
indígenas”.
Como hicimos notar
más arriba las dinámicas moleculares
no solo se circunscriben a la vida
comunitaria, más cercana a los ciclos
vitales ecológicos, tampoco solo a
la vida social comunitaria de la
denominada vida cotidiana, sino que
hay otros ámbitos que hemos llamado de las dinámicas
moleculares sociales de transgresión
o, si se quiere, de transversalidad
de la vida comunitaria y de la vida cotidiana. Hablamos de las asociaciones vinculadas a los
agenciamientos de la movilización
indígena. En otros textos dijimos que en estos entrelazamientos de otros agenciamientos
comunitarios las mujeres hacen de tejedoras
de los tejidos comunitarios, al expresar, encarnar y simbolizar los entramados comunitarios.
De la misma manera
que en lo que respecta a Achacachi, en el TIPNIS podemos mencionar, a modo de
comparación, un eje
político-comunitario-cultural de los tejidos
sociales comunitarios, que tienen que ver con las dinámicas moleculares comunitarias sociales transgresoras.
Eje político-comunitario-cultural
1.
Los espesores territoriales,
comunitarios y culturales amazónicos, en este caso del TIPNIS, moxeños
trinitarios, chimanes e yuracares, son los substratos eco-sociales de lo que
las dos organizaciones indígenas, de tierras bajas y de tierras altas, el CIDOB
y el CONAMAQ, denominan proyectos
civilizatorios alternativos de las naciones y pueblos indígenas
originarios.
2.
En los espesores de la coyuntura los substratos ecológicos y comunitarios se hacen presentes como resistencia
indígena en el conflicto con el “gobierno progresista”.
3.
Las dinámicas moleculares
comunitarias y sociales, en su multiplicidad bullente, tienen efectos de masa, como conformaciones molares sociales. Entre
las formas molares comunitarias y sociales, fuera de las organizaciones
indígenas mencionadas, se encuentran las formas
políticas del conflicto. La expresión conocida que denomina al conflicto
del TIPNIS, dicho desde la interpelación indígena, es la defensa del TIPNIS y de la vida.
4.
Ciertamente la forma molar
territorial, reconocida administrativamente, es el mismo Territorio
Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure. Por lo tanto, también la zona
denominada “Bloque Siete”, que es reconocida en términos administrativos
gubernamentales.
5.
Pero, sobre todo, interesa mencionar a las formas de avasallamiento de los territorios
indígenas amazónicos. Hablamos del avance de la frontera agrícola, así como
de otras fronteras de la extensión de la economía capitalista y de la vorágine
del mercado; por ejemplo, la frontera maderera, responsable de la tala de
árboles y de la destrucción de bosques. En el caso del avance de la frontera
agrícola, se trata de la expansión depredadora de la frontera del cultivo de la
hoja de coca excedentaria, acompañada por la expansión disociadora y
diseminadora de la economía política de la cocaína. En lo que respecta al
conflicto del TIPNIS, no se puede obviar la expansión de la frontera caminera y
de carreteras, que forman parte de la infraestructura comunicacional física del
espaciamiento del capitalismo extractivista colonial y dependiente. Así
también, de la expansión de la frontera hidrocarburífera y quizás también
minera.
6.
Las dinámicas moleculares
comunitarias transgresoras de la vida
cotidiana, que forman parte, en este caso, no solo de la sociedad alterativa, sino de las comunidades indígenas alterativas,
corresponden a los agenciamientos
comunitarios y sociales alterativos
que sostienen no solo las movilizaciones
indígenas, sino también las resistencias,
todavía diseminadas, del pueblo boliviano, al proyecto colonial extractivista del “gobierno progresista”.
7.
Siguiendo con la comparación respecto del conflicto de Achacachi,
diremos que entre las dinámicas
moleculares comunitarias y sociales
se destacan los flujos de emotividad
social, en lo que respecta a la defensa ambiental y ecológica, así como de
los derechos de las naciones y pueblos indígenas, consagrados en la
Constitución. Estos flujos emotivos colectivos,
comunitarios y sociales son compartidos por colectivos
activistas, también, en menor intensidad, por parte de la opinión pública y el pueblo boliviano;
además de ser compartidos por colectivos continentales y mundiales, vinculados
a la defensa de la vida, de los
derechos indígenas y de proyecciones de alternativas.
8.
El conflicto del TIPNIS, que es ya una convocatoria nacional, continental y mundial, ha adquirido las
características y el alcance de una respuesta social nacional durante la VIII
marcha indígena. No ocurrió lo mismo, como dijimos, con la IX marcha indígena,
y en la actualidad del conflicto
renovado; tampoco está adquiriendo, todavía, la conformación de una respuesta movilizada nacional, a pesar
de la Declaración TIPNIS-Achacachi en defensa
de la democracia y de la vida, a la que se van sumando otras organizaciones
representativas sociales, como la misma COB y las organizaciones campesinas y
cocaleras de los Yungas, de las zonas del cultivo de la hoja de coca
tradicionales.
[1]
Ver Imaginación e imaginario radicales.
También Intuición subversiva. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/imaginaci__n_e_imaginario_radicales.
[2]
Leer Tras 14 años, El Mallku retoma el
liderazgo de los bloqueos. ERBOL; Martes, 22 Agosto, 2017. http://www.erbol.com.bo/noticia/politica/22082017/tras_14_anos_el_mallku_retoma_el_liderazgo_de_los_bloqueos.
[3]
Ibídem.
[4]
Ibídem.
[5]
Ver Raúl Prada Alcoreza Largo Octubre. Editorial Plural; La Paz.
2005.
[6]
Ver Potencia constituyente; en el poemario Alboradas crepusculares. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/alboradas_crepusculares_dae690bccd381b.
[7]
Ver Retorno y porvenir de la rebelión.
https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/retorno_y_porvenir_de_la_rebeli__n.
[8]
Unidad de investigación sobre biodiversidad de la Universidad Mayor de San
Andrés (UMSA).
[9]
Ver La guerra de la Madre Tierra I. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/la_guerra_de_la_madre_tierra_i.
[10]
Los reales regantes,
desplazados por la maniobra montada del MAS cuando se eligió a sus supuestos
nuevos representantes, que no son otra cosa que loteadores. Esta suplantación
aviesa fue avalada por el Vicepresidente. Los verdaderos regantes, los
históricos regantes ligados a la Guerra del Agua, quedaron marginados. Hablamos
entonces delos históricos regantes, los luchadores y defensores de las formas
comunitarias de administración y gestión del agua.
[11]
Bolpress; 3 de septiembre
2011.
[12]
Bolpress.
[13]
Mayari Castillo y Anahí Durand: Movimiento
cocalero, política y representación: los casos boliviano y peruano. Edición de Fernando García, FLACSO 2008,
Quito.
[14]
Revisar el libro de Alison
Spedding Kawsachun Coca. Economía
campesina cocalera en los Yungas y el Chapare. PIEB 204. La Paz.
[15]
Bolpress.
[16] Bolpress.
[18]
La frase aparece en la obra de
Shakespeare La Tempestad, Marx, la retoma para caracterizar metafóricamente a
la modernidad.
[19]
Marshall Berman: Todo lo sólido se desvanece en el aire.
Siglo XXI 1994; México.
[20]
Adorno y Horkheimer: Dialéctica del iluminismo; Trota,
Madrid.
[21]
Ver de Zavaleta Mercado Lo nacional-popular en Bolivia; Amigos
del Libro; La Paz. También de Bolívar Echeverría Crítica de la modernidad capitalista; Vicepresidencia del Estado
Plurinacional 2011; La Paz.
[22]
Revisar de Partha Chatterjee La nación entiempo heterogéneo. Siglo XXI-CLACSO
2008; Buenos Aires.
[23]
Roger Bartra ha realizado
estudios antropológicos sobre la identidad mexicana; en tanto que Armando
Bartra ha realizado estudios sobre las problemáticas que envuelven al mundo
campesino e indígena, en parte rescatando sus luchas por la reforma agraria, en
parte recuperando la condición de comunidad, pero también mostrando las formas
de subsunción formal del trabajo al capital en la que están involucrados sus
circuitos.
[24]
Revisar de Alison Spedding Kawsachun coca. Economía campesina cocalera
en los Yungas y el Chapare. PIEB 2004; La paz.
[25]
Ibídem.
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