Muchacha de la Comuna

Muchacha de la Comuna

Sebastiano Mónada

















Tú muchacha de las comunas,
entregas tu cuerpo apasionado
a la lucha libertaria,
a la autogestión
y al autogobierno.
Concibes al pueblo y territorios
de tu Matria y Patria añoradas,
consagración vital
de ciclos fecundos y creativos.

Recuerdo tus palabras suaves como brisas,
pronunciación candente de conceptos,
usados como barcas viajeras llevadas
por corrientes plateadas de peces.
Aire y de agua devenidas.
Pulsaciones de tu corazón joven,
tambor acompasando el estupor de la selva.

Eres el sueño dulce de pintores,
seducidos por desliz suave de tu piel,
donde resbalan mundos imposibles.
Desapareciendo al instante,
sin poder vislumbrar sus formas
y perfiles ondulantes.

Crees en el continente donde naciste,
gacela o cisne de ciudades insomnes.
Dameros de cuadras obsesivas y ordenadas,
sin encontrar salida en sus laberintos
geométricos, pero circulares.

Serpientes aladas mordiéndose la cola,
cuando eres tú la que encuentra las claves
de las entradas y salidas del laberinto urbano.
Al enrolarte intensa en la comuna,
cuna de mundos alterativos
y mutantes.

Conmueve tu combinación de acuarela indescifrable,
tu fragancia vespertina viajando sin hacer ruido.
Búhos imperceptibles de la noche
meditan de día y cazan en penumbra.
Oscuridad iluminada por el fugitivo
encanto de tus pasos de hada.

Mujer, constelación de símbolos indescifrables,
convocas flameante al combate.
Inquietud política exhalada
del musical cuerpo cantante.
Composiciones de meditaciones boscosas
y traviesas fugas femeninas.

Encontraste en la comuna sentido inmanente
del acontecimiento social.
Amas la ciudad inventada por el Caracazo,  
cuando emergió otro tiempo
en el sudor multitudinario
del pueblo insurrecto.

Sorprende la sensibilidad hermenéutica
de tus ojos brillantes.
Bóvedas celestes
encendidas por enunciados solares.

Eres el activismo espontáneo
y tierno del gasto heroico
de las convicciones afectivas.
Devenido de tropel de sentimientos
cobijando universos insondables.

Tu militancia es distinta,
poética y pictórica.
Por eso mismo aprendes
descifrando tejidos enmarañados.
Huellas inscritas en piedras,
conglomeradas en ciudad extraña,
construida por migraciones campesinas.

Hay que aprender tanto de ti,
de tu experiencia sensible,
de las ternuras de tu voz embriagante,
de la lucidez intuitiva de tus actos.
Ocupando la atmosfera vulnerable
donde me encuentro.

Aprendí de ti que no hay premura.
Lo importante es navegar en los océanos
inmensos e insondables.
Sin calcular distancias ni tiempos.
Importan los recorridos y sus huellas,
dejadas como estelas inolvidables,
en memoria ondulante de olas.

Por eso me quedé con tu interpretación
de la historia reciente.
Es reveladora de tejidos,
sosteniendo a la ciudad arrebatada
por tonadas campesinas olvidadas.

Describiste el presente como rebelión plebeya.
Substrato poblacional de la política,
inventora de porvenir convocado.
Pugnando brotar en coyuntura
como bosques sembrados
de sociedades amazónicas abandonadas.

Te debo mucho aunque no creas.
Haber entendido donde nace el caudillo imaginado
y la utopía de la comunidad participativa,
autogestionaria del autogobierno.
Desafíos de gestiones gubernamentales
que olvidan que nacieron de la matriz del Caracazo.





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