Complicidades profundas de los enemigos declarados
Complicidades profundas de los enemigos declarados
Raúl Prada Alcoreza
Complicidades profundas de los enemigos declarados
¿Qué comparten el capital financiero, las
empresas trasnacionales extractivistas, los conglomerados de accionistas, los
dispositivos estatales de la hiper-potencia
mundial, los dispositivos institucionales de los Estado-nación subalternos,
que, están vinculados, aunque sea, incluso, de manera opuesta y hasta antagónica, con la extracción,
explotación, industrialización, comercialización y especulación de la energía fósil? Ciertamente, la pregunta
parece obvia, comparten precisamente
estos procesos endemoniados, para
decirlo metafóricamente, de la apropiación
y transformación de la materialidad de la energía fósil; sin embargo, cuando hablamos de compartir nos referimos a mucho más. ¿Qué configuración estructural
dan lugar estos vínculos, lazos, afines o antagónicos,
entrelazados, incluso agresivamente, sus redes, circuitos, mallas
institucionales, formas organizacionales y dispositivos estatales? Esta es la
cuestión.
En primer lugar, a
pesar de encontrarse enfrentados,
discursivamente, incluso políticamente,
además de ideológicamente, comparten un interés común; la explotación
de la energía fósil. Que unos quieran
imponer relaciones de intercambio
desiguales, que otros quieran
defenderse y modificar los términos de
intercambio, logrando beneficios legítimos, en lo que respecta a los
ingresos del Estado rentista, los hace diferentes, en cuanto
a la disputa en la participación del control de la energía fósil;
empero, de todas maneras, ambos están imbricados
en el manejo de esta energía fósil. Ambos quieren
beneficiarse de los efectos económicos
de esta energía contaminante y
depredadora, cuando se la saca de sus yacimientos. A pesar de sus oposiciones mutuas, de sus antagonismos dichos e incluso
practicados, ambos son cómplices en
el extractivismo del petróleo y el
gas; ambos quieren sostener, prolongar el “desarrollo” sobre la base de la explotación de la energía fósil. Ambos son partidarios activos de la civilización de la energía fósil.
Los análisis
políticos, las elocuencias discursivas contrapuestas, las ideologías, declaradas antagónicas,
los medios de comunicación, han hecho hincapié en la oposición y el antagonismo
declarado, incluso practicado, entre unos
y otros, poniendo en escena el esquematismo político del amigo
y enemigo. Sin embargo, precisamente por el esquematismo dualista del que parten, no pueden vislumbrar la otra
parte de la paradoja, la complicidad de fondo de los enemigos con la reproducción del poder, la complicidad
de fondo entre empresas trasnacionales extractivistas y los gobiernos “antiimperialistas”.
El hecho de que
ambos, declarados enemigos, defiendan
y sostengan el “desarrollo” económico, basado en la explotación de la energía
fósil, los acerca tanto, que esta proximidad resulta más determinante que lo que los aleja; la disputa por el excedente
de la energía fósil. Que ambos lados
del enfrentamiento no sean conscientes
de esta concomitancia de fondo y se
concentren, mas bien, en sus contradicciones,
tiene que ver con la ideología, pero
también con la paradoja de la disputa por el excedente.
La disputa por el excedente, si se quiere, puede venir definida por sus propios discursos; unos, los amos del mundo, pretenden que su apropiación
responde a la competitividad de las
empresas trasnacionales extractivistas, empresas que residen en la geografía del imperio; otros pretenden que la defensa
de los recursos naturales, su recuperación soberana, corresponde al derecho de las naciones, en recuperar lo
que les pertenece. Hasta aquí seguimos sus discursos.
Incluso es aconsejable interpretar la
ubicación de estos discursos en la geopolítica del sistema-mundo capitalista y en el mapa de las disposiciones y dispositivos
del poder, a partir de la tesis sobre
el imperialismo. Pue esta tesis,
derivada del marxismo austriaco,
ayuda a entender la articulación
entre capital financiero y Estado;
además de su subsecuente geopolítica
imperialista en la guerra por el
dominio del mundo. Hasta aquí el aporte de la interpretación histórico-política, que cuestiona e interpela la legitimidad de poder constituido, en este caso, del poder constituido en el mundo.
Sin embargo, el problema radica en que no se sale del círculo vicioso del poder. Por ejemplo, en el tema que nos ocupa,
no se sale del círculo vicioso del
extractivismo. Se puede decir como que hay una fraternidad antagónica
entre imperialistas y “antiimperialistas”.
En segundo lugar,
todas las organizaciones, empresas, estados, gobiernos, dispositivos,
instituciones, partidos, clases políticas, involucradas en la explotación de la energía fósil, conforman, quiéranlo o no, la hiper-burguesía barroca de la energía
fósil. Una burguesía heterogénea,
tenga los discursos que tenga, evoque la ideología
que postule, dipute desde distintos ángulos el control y la participación
del excedente de la energía fósil, está coaligada por lo que comparten
sus composiciones sociales estratificadas, por lo que defienden, por lo que
los define; el modelo económico
extractivista, especulativo y financiero de la explotación de la energía
fósil. Al final de cuentas, es más
determinante lo que comparten que lo
que los diferencia. Son pues la clase dominante mundialmente; pueden
tener contradicciones internas, que las hacen elocuentes,
incluso, a veces, violentas; sin embargo, no dejan de ser la clase dominante del mundo institucionalizado.
En tercer lugar, otra
característica que los acerca, a los supuestos enemigos, partidarios del “desarrollo” económico sobre la base del extractivismo, es el estilo de la apropiación y el uso
económico del excedente. Se trate
de la burguesía ligada a los consorcios
empresariales trasnacionales extractivistas o se trate de la burocracia ligada a la defensa soberana
de los recursos hidrocarburíferos, ambas instancias usan la parte del excedente apropiado, que les toca, de
manera especulativa; fortaleciendo
las estrategias acumulativas del capitalismo
financiero. Unos, a través de la valorización
dineraria, el capital; otros, a través de la renta.
En cuarto lugar,
ambos protagonistas del antagonismo
de la disputa por el excedente de la energía fósil, son cómplices
del crimen de lesa humanidad y de lesa ecología, al destruir el planeta;
que es el costo de su “desarrollo”, y destruir las condiciones de posibilidad de sobrevivencia de las sociedades
humanas. Se ha querido distinguir, si se quiere, una versión de “izquierda” de
esta destrucción, llamada “desarrollo”,
respecto de la versión de “derecha”; sin embargo, los voceros de la primera
versión olvidan que, de todas maneras, lo que defienden es la destrucción del Oikos; el hogar se las
sociedades orgánicas. Es un exabrupto nombrar a esta destrucción de “izquierda” revolución.
Solo el delirio ideológico puede llevar a pronunciar este discurso, que no tiene
sustento histórico, salvo en el imaginario de la narrativa apologista, al estilo de la epopeya.
En quinto lugar, los
protagonistas de la disputa por el excedente, recurren al recurso del monopolio de la disponibilidad de fuerzas, y de la potestad del uso legal e institucional de la violencia. Esta recurrencia devela no solo su vocación autoritaria y su constitución
patriarcal, sino su vulnerabilidad,
ocultada por las prepotencias destiladas. Lo anecdótico, que en ambos casos, se
hable de “terrorismo” cuando tienen que descalificar a sus enemigos. Ambos comparten la susodicha “guerra contra el terrorismo”.
Paradójicamente, recogen una
tradición, por así decirlo, de la historia
política de la modernidad; la estrategia del terror para imponerse.
Esta complejidad social, política,
institucional, que supone imbricaciones no solo afines, sino, incluso, antagónicas, exige abandonar la perspectiva del esquematismo dualista, para iniciar la comprensión de estas problemáticas, relativas a los acontecimientos históricos-políticos-económicos-culturales de la civilización moderna y del sistema-mundo capitalista. Es menester
dejar el esquematismo dualista, el
supuesto de la contradicción,
concebida como beligerancia de opuestos;
subsumir esta figura parcial de contradicción en el juego dinámico de la paradoja.
Para decirlo fácilmente, buscar, más bien, qué es lo que une a los enemigos en su enfrentamiento, en su guerra sin
cuartel.
Estas consideraciones
son importantes cuando hay que asumir una actitud
ante la demanda de declararse o a favor de unos
o a favor de otros. El chantaje emocional e ideológico de unos y de
los otros. Pues el optar por unos o los otros, a pesar de las diferencias coyunturales, paradójicamente resulta optar por
cualquiera de ellos; pero, sobre todo, por la continuidad de los juegos de
poder, por la continuidad del círculo vicioso del poder. Al final de
cuentas, ambos están por lo mismo, con diferentes estilos, por la destrucción
del planeta, de la vida en el
planeta, ilusionándose con el paraíso
banal de la riqueza fútil.
La responsabilidad de los pueblos para con la vida, la de las sociedades
humanas, la de las sociedades
orgánicas, la del planeta, en toda su biodiversidad, es salir del círculo vicioso del poder, del círculo vicioso del “desarrollo” económico,
cuyo costo es la muerte de las formas de vida planetarias. Es
encontrarse consigo mismos, con sus memorias sociales, en sus experiencias sociales; liberar sus potencias sociales, potencias creativas, reinsertarse con los ciclos
vitales del Oikos, comenzando a
dedicarse a lo que corresponde, para lo que están en el multiverso, a la comunicación con los seres del multiverso.
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