Sentimiento en los umbrales

Sentimiento en los umbrales

Sebastiano Mónada












Sentimiento de los umbrales.
No se sabe que hay más allá de los límites.
Hasta aquí mi presencia consternada,
la familia, sus pronunciados avatares
y sus minuciosas historias prolongadas.
¿Qué hay detrás de estas paredes de adobes?
Conteniendo la invasión de las heladas
en el Altiplano inmenso e inconmensurable.
Hasta aquí Viacha aymara
y sus memorias petrificadas.
Allá en lo desconocido el desafío.

Esta sensación inscrita quedó guardada,
aparece de manera inesperada,
cuando me pregunto por destino del continente.
¿Hacia dónde va una vez desbocado por la conquista?
¿A dónde van sus hijos nacidos en tierras relumbrantes?
Mezclados en filiaciones de sangre
y en confederadas alianzas territoriales.
Dejados a su suerte,
una vez destapada la caja de pandora.

¿Hacia dónde vamos hijos del continente de Abya Yala?
Indígenas, mestizos y criollos,
atravesados por tiempos derrochados.
Somos herencias de pasados no escogidos,
sino heredados como marcas indelebles.
Ahora viajamos en rumbos no decididos,
mirando vaporosos horizontes desconocidos.
Preguntándonos por lo acontecido,
sin encontrar respuestas satisfactorias.

Desafiados por la historia narrada
y la realidad sin tramas.
Estamos obligados a encontrarnos,
a parar viaje en que nos embarcaron,
a suspender la condenada historia larga.
Inventar nuevas rutas aventuradas
y otros viajes inesperados,
que sean trazos de nuestros sueños,
de nuestros afectos crecidos como enredaderas,
en el exuberante monte escondido.
Trepando longevos árboles frondosos
hasta alcanzar el canto del cielo,
artísticamente embovedado.

No podemos seguir empujados por impulso desatado
en guerra de conquista imprevista,
llegada como cataclismo
y la colonización dilatada
hasta nuestros días.
No podemos seguir el camino asfaltado
de vertiginosa modernidad destapada,
después de la conquista de Tenochtitlan.
No podemos seguir embarcados en viaje al naufragio
de la civilización delirante del consumo insatisfactorio
y del goce banal,
que hemos desencadenado.

En nuestras manos está parar carrera desbocada
al insondable abismo de la nada.
En nuestros corazones está la voluntad
de resguardar los paisajes que amamos.
En nuestros pies se encuentran posibilidades
de otras rutas ignoradas.
En nuestras decisiones se halla oportunidad
de cambiar lo dado.
La orientación del recorrido de muerte,
acabando vida proliferante en el planeta.

Una inmensa nostalgia incomprensible se vislumbra
en brillo alegre de nuestros ojos navegantes.
Una vaga pena hace de sombra a cuerpos danzantes,
gozando de ritmos ondulantes
y de melodías que emiten las guitarras.
Acompañados por percusiones acorazonadas
de los tambores afros.
No somos completamente alegres
porque sabemos que algo hemos perdido.
No somos plenamente espontáneos
porque lo olvidado nos toca en la puerta.
No somos totalmente auténticos
porque un crimen inaugural repercute
en nuestros gestos expresados.
No lo seremos mientras no encaremos lo no resuelto.

Coterráneas no estamos solos
sino acompañado por presencia ancestral de bosques,
por polifonía colorida de vida proliferante
en cobijadoras cuencas fecundas
y entrañables nichos ecológicos.
Estamos acompañados por sabias
múltiples voces de brisas enternecidas,
por sociedades orgánicas de animales nombrados
y plantas clasificadas por la botánica de Linneo,
por reflexiones geológicas de minerales ensimismados
y rocas mudas como pensamientos enrollados.

Convocados estamos a encarar la historia
institucionalizada por el Estado.
A desatar sus nudos gordianos
y entramados nihilistas.
A liberar la potencia creativa de la vida,
a unirnos como pueblos barrocos,
entrelazados y mezclados en sus pasiones,
en inspirado proyecto alterativo.
Rompiendo con herencia colonial,
inventando luminosos mundos alternativos
con estética fragancia de nuestras emanaciones.

Convoquemos a los pueblos del mundo a hacer lo mismo,
encontrémonos con ellos en este desandar los caminos
del laberinto civilizado del desarrollo especulativo.
Detengamos la monstruosa destrucción desplegada,
paremos la costosa ilusión del paraíso trivial moderno,
gozo efímero y banal de las masas citadinas.
Detengamos la marcha tanática al abismo,
cementerio de las formas de vida logradas.






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