Crápula conducta política
Crápula conducta política
Dejemos de hablar de “oposición
de derecha”, que es un fantasma obsesivo del presidente;
dejemos de hablar de “clases medias”, que es una “teoría” estrambótica del
vicepresidente. Hablemos de lo que ocurre, de los que pasa, en el mundo político efectivo; hablemos de las
prácticas del gobierno, hablemos de corrupción, que es en lo que se parece
la “izquierda” oficial con la “derecha” derrocada. Solo que se lo hace a nombre
del pueblo, a nombre del “proceso de
cambio”, que de “cambio” tiene el que haya dado un salto cualitativo después de llegar al punto crítico de la acumulación cuantitativa de corrosión institucional y de corrupción gubernamental. Lo grave es
que se lo haga a nombre de las víctimas, hombres y mujeres del pueblo.
Dejemos de dorar la píldora, como dice el refrán
popular, que en este caso es un crimen
contra el pueblo, además de un delito
contra el Estado; toquemos el asunto,
el tema es que hablan de “revolución democrática
y cultural” para encubrir las fechorías; el problema
es que hacen lo mismo, solo que, en mayores dimensiones, que los gobiernos neoliberales,
las dictaduras militares, los gobiernos liberales, así como los gobiernos
conservadores. Esta es la decadencia,
no otra significación extravagante que
le quiere atribuir el ideólogo de la
decadencia. Hablemos de la forma de gobierno clientelar que muta, ahora, en
tiranía, velada o encubierta. Esto no
solo es expropiar la voluntad general,
como dice el discurso rousseauniano, mejor dicho, el conglomerado de las voluntades singulares entrelazadas, sino
es usurparle al pueblo la victoria social y política en su lucha contra el
proyecto de las privatizaciones, del ajuste
estructural financiero y especulativo, contra el ejercicio de exacción
neoliberal. Esto ya forma parte de la patética política; montarse sobre el cuerpo de las víctimas, aprovechando y manipulando sus esperanzas. No solo es
deshonesto sino crápula.
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