La caída del caudillo
La caída del caudillo
Gabriel
García Márquez escribió El otoño del
patriarca, la masa elocuente de llunk’us
no escribe, pero inscribe su paso triste por la historia política boliviana
proclamando contra la voluntad del pueblo, contra la Constitución, aboliendo la
democracia y poniendo en suspenso los derechos, al caudillo caído de su pedestal, que, como un ángel caído sin alas, pretende volar alzado en brazos por sus clientelas. Esto solo puede ocurrir en
el teatro político de la crueldad y
en el espectáculo sin imaginación de
un populismo desgarbado.
En
un esfuerzo supremo, moviendo los recursos del Estado, al alcance de la mano, la estructura de poder palaciega busca escapar a su caída abismal,
mediante el espectáculo de
proclamaciones insólitas; apadrinadas por el erario del Tesoro General e
insufladas por una burocracia gris y una dirigencia puesta a dedo, sin
representación legitima. Cuando los dados están lanzados, nadie escapa al número
del azar, que cae en la mesa del destino. El número fatídico, que sintetiza
el juego, en este caso el juego del poder,
es que el poder, como estructura de
las dominaciones, ya no los necesita, estorban en la propia reproducción del círculo vicioso del poder. Tampoco el
pueblo cree en el caudillo sin
carisma, en las promesas del ángel caído,
ha descubierto que en el rostro del caudillo
reaparecen los rostros de los antiguos amos.
Comentarios
Publicar un comentario