Responsabilidad del pueblo combatiente

Responsabilidad del pueblo combatiente





El mayor golpe que se le puede dar al pueblo, al pueblo combatiente, es que una casta de impostores simulen ser sus compañeros, peor aún, que pretendan estos impostores conducir al pueblo, que los llevó al poder. Esta simulación y suplantación de la constelación armónica de las voluntades singulares populares, termina castrando las capacidades combatientes del pueblo, termina anulando su potencia social; entonces, sirviendo a las dominaciones históricas que sometieron al pueblo, haciendo creer que los nuevos amos son los “libertadores”, cuando son otra versión, tramposa, de los antiguos amos.

Por eso, el pueblo combativo tiene que aprender de las duras lecciones de la historia. No confiar en nadie salvo en su propia colectiva voluntad. En su saberes ancestrales y presentes, en sus capacidades y facultades sociales de autogobierno. Cuando se aprende esta lección, entonces las multitudes, que llamamos pueblo, abre nuevos horizontes civilizatorios para dar cabida a otros mundos posibles. Después del desencanto de la promesa demagógica populista, lo grave sería caer al retorno a las tradicionales formas de dominación; las gestadas a lo largo de la historia con las formas institucionalizadas y formalizadas de representaciones liberales.


La responsabilidad del pueblo, es crear alterativamente las alternativas vitales de otros mundos y otras civilizaciones. No retroceder de la demagogia populista a la propuesta conocida de una simulación democrática, que encubre la explotación, el extractivismo, la dependencia y el colonialismo. Ir más allá de la “izquierda” y la “derecha”, más allá del amigo y enemigo, más allá del bien y el mal; encontrarse con la potencia de la humanidad entrelazada con la potencia de los ciclos vitales del planeta. 

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