Descorporeización

Descorporeización 

 

Sebastiano Mónada 

 

 

 




 

 

 

 

 

 

Mi cuerpo compulsivo sostiene la mirada, 

que viaja al horizonte.

Siento el peso del planeta en mis huesos,

arquitectura de marfil tallada en el tiempo

con el cincel cósmico 

y las manos artistas de la memoria.

 

A lo lejos, trepando la ladera, 

se arrastran árboles y casas 

buscando la meseta apasiguada, 

buscando el viento que arrasa

con las ciudades de piedra 

y las arcillosas chulpas.

 

La flota de nubes navega al horizonte 

buscando abolir su maraña de ilusiones,

que crecen como enredaderas fantasmas.

Mis ojos se dejan llevar por esta migración,

bandas de aves empujadas por la rotación.

 

Mientras el cuerpo sigue caminando 

por los senderos de huellas ancestrales.

El corazón late, el pulso golpea,

empujando la circulación de las metáforas.

Mariposas presumiendo su geometría

de composiciones delirantes.

 

Me integro a los ciclos planetarios,

me pierdo en la desmesura de las agitaciones

de la proliferante poiesis de la vida.

Dejo de ser.

No soy.

Solo devenir.

 

He desaparecido,

esparciendo el polvo arenoso 

del desierto,

llegando a los  bosques de la canela,

a la hidra acuática,

arrastrada por la serpiente sin ojos.

 

Soy una nota,

parte de la melodía fugaz

rasgando la atmósfera,

abriendo heridas de donde brotan

los versos olvidados.

 

Tomo conciencia de la diseminación,

del instante, que se estira como onda,

de la irreversible desaparición 

de los peces y la aves, 

de las plantas y animales,

de las ciudades y sus fábricas,

de los humanos y sus monstruos.

 

Solo la nada,

la nada espumosa,

donde todo desaparece 

y aparece derrepente.

 

 

 

 

 

Comentarios

  1. Es un poema en el que siente la infinitud del cosmos sobre el sujeto que es nada más que devenir.

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