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Huanacuni y los aires de grandeza de un pequeño país

Juan Pablo Neri, Observatorio de Inversiones Latinoamericanas, 27 de junio de 2018
Luego del criticado viaje de Evo Morales a Rusia y a China, las autoridades estatales han pasado los últimos días justificando con grandilocuencia los logros de las visitas del presidente a ambos países. La mayoría de las lecturas vindicativas de estas visitas se refieren a la estrategia geopolítica lúcida de Morales, o a la reconfiguración de la geopolítica global en un sentido favorable para Bolivia.
El domingo 24 de junio, por ejemplo, el Canciller de Bolivia, Fernando Huanacuni, realizó afirmaciones aún más grandilocuentes que consideramos necesario desmentir, a partir de lo que ya sabemos de las relaciones de Bolivia con potencias como China.
En sus declaraciones el Canciller señaló que las visitas del presidente elevaron el nivel de relación de Bolivia con estas potencias y que “La asociación estratégica significa tener una incidencia en la política internacional, en los aspectos determinantes, en las crisis que actualmente se presenta. Eso ahora Bolivia es parte, por eso el hecho de hablar con Vladimir Putin y Xi Jinping, significa pues estar hablando con los líderes más influentes en la política internacional del mundo”
Para el Canciller, el hecho que el presidente Morales se reúna con los líderes de esos países lo convierte automáticamente en un líder influyente en las decisiones importantes del mundo. Veamos, entonces, porque se trata más de una lectura grandilocuente, que de una observación veraz.

Multilateralidad y mundo armonioso

Uno de los aspectos que señala el Canciller, con el objetivo de reivindicar el relacionamiento de Bolivia con Rusia y China es que los tres países coincidirían en un enfoque multilateralista y respetuoso de la soberanía de otros países. Sin embargo, como hemos visto a lo largo de nuestros análisis, la promoción de este enfoque sirve más para mejorar la imagen de los países, que para apuntar a relaciones verdaderamente equilibradas en el ámbito internacional.
China, por ejemplo, justifica su expansión global a partir de dos argumentos: 1.- la promoción de un mundo multilateral a partir de la idea confucionista de la armonía social, extrapolada al ámbito global. Esta idea, no obstante, no apunta tanto a la igualdad como a que cada miembro de la sociedad ocupe el lugar que le corresponde, sin cuestionar y de manera armoniosa[1].
2.- La expansión global de China en la actualidad sería la continuación del expansionismo imperial de China. Expansionismo que fue interrumpido, paradójicamente, por los funcionarios confucionistas en el siglo XV, que más bien procuraban la construcción de un imperio armonioso desconectado del resto del mundo.
Sin embargo, en el presente el Estado chino se sirve de todas estas narrativas para plantear una expansión en teoría amistosa.
Empero, los hechos muestran lo contrario. Por un lado, China tiene una intención expresa de controlar el mar del Sur de China, violando abiertamente la soberanía de sus vecinos, sobre todo de países como Filipinas y Vietnam. El reclamo de su control sobre este mar lo ha acompañado con la instalación de bases militares y la construcción de islas artificiales.
Por otra parte, la iniciativa de la Franja Económica y Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI es, sin lugar a dudas, el proyecto expansionista más importante de China. El objetivo de este proyecto es establecer y controlar las principales rutas terrestres y marítimas para controlar el tráfico comercial hacia Europa. Este objetivo, aunado al anterior, le daría a China control sobre las zonas de mayor tráfico comercial del mundo.
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En lo que respecta al comercio de China con Latinoamérica, ya demostramos que se trata de un modelo desigual que consolida la dependencia de la región. Por un lado, China inundó los mercados latinoamericanos con sus manufacturas, afectando los intentos de algunas economías que intentaban consolidar su sector manufacturero. Por otra parte, el interés comercial de China tiene que ver con dotarse de materias primas para la consolidación de su propia base productiva.
A diferencia de lo que señalan otros análisis, si bien las exportaciones de Latinoamérica hacia China se han incrementado significativamente en las últimas tres décadas, por la composición de las mismas, la consecuencia ha sido la profundización de la especialización de la región como productora de bienes primarios y, subsecuentemente, la profundización de su dependencia.
Por último, la mayoría del financiamiento otorgado por China a Latinoamérica está destinado a facilitar su acceso a recursos naturales: equipamiento para la explotación de recursos e infraestructura caminera para facilitar su desplazamiento hacia los puertos.
Por lo tanto, aunque China señale todo el tiempo que su objetivo es establecer relaciones equilibradas y que no tiene objetivos hegemonistas, en la práctica su expansión económica consolida el modelo centro-periferia.
Rusia, por su parte, también tiene una intención clara de reposicionarse como potencia en el mundo, sobre todo de recuperar su notoriedad frente a las potencias occidentales. Su enfoque no es, en ese sentido, tan disimulado como el de China. Sino que ha recurrido a la vieja estrategia, propia del siglo XX, de acompañar su expansión económica con la exhibición de su poder militar.
Esto se hizo evidente en su incursión en el conflicto con Georgia en 2008, unos años después, con la invasión Crimea y el subsecuente conflicto con Ucrania, en apoyo a facciones rusas que se oponían al acercamiento de Ucrania a la Unión Europea. Pero la vocación de Rusia de competir con occidente se hizo más clara con su incursión en el conflicto sirio, en apoyo al gobierno de Al-Asad.
soldados rusos
Soldados rusos en Crimea, Foto: AFP
En lo que respecta a su acercamiento con Latinoamérica, en la última década Rusia, la igual que China, ha buscado estrechar sus vínculos con la región a través de visitas diplomáticas y una creciente participación de sus empresas en distintas actividades económicas. Por ejemplo, Rusia ha realizado inversiones notablemente en el sector de hidrocarburos y energético.
Aunque la expansión de Rusia hacia Latinoamérica no es tan evidente como la de China, no cabe duda, por todo lo apuntado, que ambos países buscan consolidar su posición geopolítica como potencias globales. Se trata de una competencia en términos del realismo político con las potencias de occidente, y no así de una búsqueda por equilibrar las relaciones entre todos los países.

Bolivia: una economía dependediente

¿Cuál es la posición de Bolivia en esta reconfiguración progresiva de la arena internacional? Ciertamente, NO tiene lugar el establecimiento de una alianza estratégica que “eleve” el rol o posición de Bolivia en la arena internacional. Esta es una afirmación naif, que se funda en la fantasía de que se estaría forjando una alianza entre líderes opuestos, simple y llanamente, a la hegemonía de Estados Unidos.
El antiimperialismo frente a Estados Unidos ha pasado de ser un objetivo geopolítico serio y revolucionario, a ser un fetiche utilizado por algunos gobiernos de la región para justificar la incursión de sus países en nuevas relaciones de desigualdad. Este es el caso de Bolivia, por ejemplo, en su relacionamiento con China el cual, como hemos demostrado en nuestros análisis, es profundamente disparejo.
En términos comerciales, la relación China – Bolivia consiste y refuerza un modelo de dependencia, en el que China exporta inmensas cantidades de productos manufacturados para el consumo y la producción, mientras que Bolivia exporta principalmente bienes primarios (minerales, sobre todo). Con todo, Bolivia es un socio comercial menor para China, en comparación con los demás países de la región.
A diferencia de China, que desde los años 90 desarrolló exponencialmente su base productiva industrial, Bolivia consolidó su especialización como país productor de bienes primarios (hidrocarburos, minería y agronegocio). Esta especialización fue producto del paquete de políticas neoliberales planteadas por el Consenso de Washington. Sin embargo, en la última década este modelo continuó profundizándose, sin perspectivas de cambiar sustancialmente.
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Planta separadora de líquidos Gran Chaco
En lo que respecta las inversiones chinas, que son públicas, la mayor parte ha consistido en el esquema general de financiamiento chino:  otorgar créditos con pocas condiciones, salvo asegurar que sean empresas chinas las que ejecuten los proyectos, o que el Estado boliviano compre equipos fabricados en este país.
En este sentido, no basta con una visita oficial y la firma de acuerdos de intenciones para afirmar que existe un cambio sustancial en la situación de Bolivia en la geopolítica global. De la misma manera, sería un error afirmar que la sola declaración de una oposición al imperialismo –por cierto, en declive por su propia política interna– de Estados Unidos, significa que existe un nuevo bloque de países no alineados, en busca de un mundo más justo y equilibrado, del cual formaría parte Bolivia.
Esta es, indudablemente, una simplificación maniquea cuya única finalidad es la política partidaria. Por cierto, la geopolítica en el capitalismo globalizado tardío es mucho más compleja que la sola “oposición” entre potencias. Lo mismo sucede con la noción de hegemonía aplicada al contexto global.
Los procesos hegemónicos en el presente, como lo demuestra China, ya no consisten únicamente en injerencias políticas e intervenciones militares, sino en la construcción de consensos sobre la base de nociones propagandísticas como la multilateralidad y la armonía global. Nociones que son desmentidas fehacientemente por lo que sucede en la práctica.
Bolivia sigue siendo una economía pequeña y dependiente. Las negociaciones con grandes potencias como Rusia y China, todavía consisten en ofrecerles la posibilidad de invertir en la explotación de recursos, y en negociar la transferencia limitada de tecnología para la consecución del primer objetivo.

Acuerdos publicitados, alcances limitados

¿Qué sucede con los acuerdos que Bolivia firmó, durante la visita del presidente Morales a China? La cancillería publicó la lista de acuerdos que fueron firmados entre ambos países:
  1. Declaración Conjunta entre Bolivia y China sobre el establecimiento de la Asociación Estratégica.
  2. Memorándum de Entendimiento entre el Gobierno de la República Popular China y el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia sobre la Cooperación en el Marco de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Iniciativa Marítima de la Ruta de la Seda del Siglo XXI.
  3. Protocolo Ejecutivo de Cooperación Cultural entre el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia y el Gobierno de la República Popular China 2018-2020.
  4. Protocolo Fitosanitario con la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena (AQSIQ) China – Habilitación de exportaciones a China de Quinua.
  5. Protocolo Fitosanitario con la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena (AQSIQ) China – Habilitación de exportaciones a China de Café.
  6. Memorándum de Entendimiento entre el Ministerio de Planificación del Desarrollo y el Banco de Desarrollo de China para el financiamiento del Proyecto “Construcción de la Carretera Doble Vía Bombeo – Villa Tunari”.
  7. Contrato de Préstamo Concesional para el “Proyecto Sistema Integrado de Comando y Control para Seguridad Ciudadana Sub Nacional” con el EXIMBANK.
  8. Convenio de Cooperación Económica y Técnica de Donación No Reembolsable que otorga el Gobierno de la República Popular China al Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia por un Valor que Alcanza a 200,000.0000 (Docsientos Millones 00/100 de Yuanes).
china bolivia acuerdos
El primero es una “declaración conjunta” sobre el establecimiento de una relación estratégica. Ahora bien, tanto la noción de “declaración conjunta”, como la de “alianza estratégica” no dicen mucho sobre de qué se trata este documento. Siguiendo la definición de la ONU sobre el término “declaración”: “A menudo se elige este término deliberadamente para indicar que las partes no tienen la intención de crear obligaciones vinculantes, sino que simplemente quieren declarar ciertas intenciones[2].
La noción de “alianza estratégica” se refiere a una intención general, que puede ser interpretada de muchas maneras, pero que no se refiere a algo en específico, mucho menos a que Bolivia pueda tener una incidencia para coordinar “decisiones del mundo”. Se trata, nuevamente, de una declaración de intenciones y nada más.
Por su parte, sí debe llamar la atención el Memorándum de Entendimiento sobre la Cooperación en el Marco de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Iniciativa Marítima de la Ruta de la Seda del Siglo XXI. Si bien se trata de otro tipo de “instrumento internacional de índole menos formal”, se refiere a cuestiones más específicas y operativas en términos de cooperación.
Debe llamar la atención por tratarse de la iniciativa más onerosa de expansión global de China. La voluntad de adhesión por parte del gobierno boliviano a esta iniciativa tiene que ver, nuevamente, con la fantasía de que el objetivo de China es la integración multilateral y equilibrada del mundo. Los datos de la relación China – Bolivia deberían bastar para constatar que se trata de una fantasía.
La cancillería también señala dos Protocolos Fitosanitarios para la posible exportación de Quinua y Café hacia China. Este plantea un escenario ambiguo considerando, por ejemplo, que se trata de mercancías de producción en pequeña y mediana escala en Bolivia. La presión del mercado sobre los productores de quinua, por ejemplo, conllevó no sólo a distorsiones en las relaciones sociales y económicas locales, sino también a importantes impactos ambientales en regiones como el altiplano sur.
Por último, la Cancillería señala un Memorándum de Entendimiento para planificar el financiamiento de la Carretera Doble Vía Bombeo – Villa Tunari, el contrato de un préstamo para el “Proyecto Sistema Integrado de Comando y Control para Seguridad Ciudadana Sub Nacional”, y un convenio de cooperación económica por un monto de 30 millones de dólares.
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Quinua boliviana en el altiplano sur
En suma, el hecho que en el presente tenga lugar un repliegue de la hegemonía estadounidense a escala global, no quiere decir que el mundo se vaya a reconfigurar en un sentido igualitario y multilateralista. Quiere decir, en todo caso, que serán potencias como China o Rusia las que pasarán a disputar esta hegemonía.
En el caso de China, como hemos demostrado en nuestros análisis, lo hace invocando principios de armonía y equilibrio en su discurso diplomático. Pero en la práctica lleva a cabo acciones concretas para fortalecer silenciosamente su influencia a escala global, con el único objetivo de fortalecerse a sí misma.
En el caso de Rusia, su diplomacia y formas de operar en la arena internacional son menos discretas que las de China. Si bien intenta expandir su presencia económica, comercial y empresarial a escala global, también invoca la vieja técnica de exhibir su poderío militar para competir con las potencias de occidente.
En todas estas dinámicas prevalece una lectura realista, por parte de ambas potencias. Y, paradójicamente, son los países pequeños como Bolivia que necesitan de las fantasías idealistas para justificar el hecho que se introducen en nuevas relaciones de desigualdad y dependencia.
Si bien no se puede concluir sobre cuáles serán los alcances de los acuerdos firmados con estas potencias, si se puede afirmar que la asociación estratégica NO “significa tener una incidencia en la política internacional”, sino simplemente tocar la puerta de otro coloso para ver si tiene interés en lo que Bolivia tiene para ofrecer.
[1] Como señalamos en una anterior ocasión, esta idea de la armonía social tuvo su versión en occidente, con el fascismo corporativo.

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