La violencia profusa del gobierno, de la representación y de las palabras
LA VIOLENCIA PROFUSA DEL GOBIERNO, DE LA REPRESENTACIÓN Y DE LAS PALABRAS
La violencia profusa del gobierno, de la representación y de las palabras
Raúl Prada Alcoreza
La doble moral, el doble
discurso del gobierno y la violencia descomunal de los cocaleros. Se trata de la ideología de yo
hago lo que me da la gana. El gobierno y la Asamblea Legislativa
Plurinacional han promulgado una ley que declara intangible al TIPNIS; el
gobierno se ha puesto a trabajar con los dirigentes indígenas la reglamentación
de la ley. Se llegó a un acuerdo; respecto a este acuerdo ahora dice que tiene
observaciones. Un senador de La Paz dice que los indígenas que no marcharon
pueden plantear la inconstitucionalidad de la ley. ¿Habrá leído este senador la
Constitución? ¿Sabrá que la Constitución protege el parque y el territorio
indígena, que exige consulta previa libre e informada? ¿Comprenderá que el
modelo alternativo al capitalismo a la modernidad y al desarrollo, que es el
vivir bien, protege a la Madre Tierra del extractivismo, de la desforestación y
el monocultivo, para no hablar de la producción de cocaína? Se puede decir
cualquier cosa sin inmutarse de ya no de contradicciones sino de aterradores
sin sentidos. Eso es posible en la medida que los que representan al pueblo,
los representantes, no tienen la menor idea del proceso constituyente, menos de
lo que significa el Estado plurinacional comunitario y autonómico. Hay en todo
esto, en todas estas bochornosas declaraciones, exacerbadas confusiones. Hay
que decirlo de manera directa, las luchas sociales, sobre todo las correspondientes
al ciclo de movimientos sociales de 2000 al 2005, no se efectuaron para que los
cocaleros se hagan ricos, tengan más tierra a costa de los indígenas, a costa
de los territorios indígenas, en contra de sus naciones y pueblos, en contra de
sus derechos. Eso no es emancipación, la emancipación abarca y compromete a
todos, libera a todos de las múltiples cadenas de dominación, libera a
proletarios, a pueblos, a naciones, a mujeres, a sujetos y subjetividades. No
se ha peleado para tener nuevos amos, nuevos amos desalmados, que lo único que
les interesa es la ganancia, lícita e ilícita, que lo único que buscan es
ampliar la frontera agrícola, destrozar los territorios ricos en diversidad,
oprimir a los indígenas como en las peores épocas de las formas violentas del
colonialismo. Todas estas violencias y dominaciones contra las que se peleó
obviamente no están legitimadas ni legalizadas en la constitución sino en la
cabeza delirante de senadores, de ministros y gobernantes, también en la cabeza
delirante de algunos dirigentes cocaleros. A estos caballeros, machos y
dominadores, nuevos amos y nuevos ricos, hay que decirles que los movimientos
sociales no pelearon por esto, por una nueva burguesía desvergonzada, tan
explotadora y violenta como la otra, la antigua, ahora aliada. Para ambas
burguesías los indígenas son un obstáculo, sus territorios son un obstáculo,
sus derechos, consagrados en la constitución es un obstáculo. La misma
Constitución es un obstáculo. Por eso arremeten contra la Constitución, las
leyes, los derechos, los territorios indígenas, las naciones y pueblos
originarios.
Hacer un recuento de lo que
ocurre sorprende por la asombrosa sintomatología que arroja. Mientras se
promulgaba la ley, se discutía la reglamentación y se llegaba a un acuerdo ocurría
paralelamente otra cosa, otro flujo de hechos que atetan notoriamente contra la
ley corta promulgada, contra la reglamentación y los acuerdos. Para hacer este
recuento vamos a recurrir a la fuente de Sarela Paz, antropóloga e
investigadora que comenta estos alarmantes sucesos:
Mientras sucedía lo que
parecía ser la finalización del conflicto del TIPNIS brigadas de cocaleros
ingresaron al núcleo del TIPNIS con motosierras para abrir una senda.
Partieron hace tres semanas, a
razón de tres comisiones, lo hicieron desde la comunidad Tres de Mayo del
Ichoa, comunidad mojeña. Han entrado con motosierras, se cuenta que entre 50 y
60 personas han ingresado conformando las tres distintas comisiones
mencionadas. Lastimosamente se encontraban acompañadas por familias yuracarés
que pertenecen a San Antonio del Moleto, Fátima de Moleto y Mercedes del
Lojojouta. Han abierto la senda entre el Ichoa y el Sécure. Acaban de salir al
Sécure, aguas más abajo de la comunidad de Areruta. En otras palabras, ya han
abierto la senda que no había y que ha penetrado el núcleo del TIPNIS, han
atravesado el parque y el territorio indígena, sin consentimiento de ninguna
clase; seguramente ahora nos van a decir que esa senda ya estaba. De hecho
el alcalde de Villa Tunari dijo, cuándo se aprobó la ley corta, que ellos en
persona abrirán el camino. Al gobierno no le preocupa la noticia; es más, es
cómplice de esta acción beligerante y violatoria de derechos, leyes y
Constitución. Aplica la intangibilidad para los indígenas, empero no para los
colonos. Esta es la razón por la que el senador Julio Salazar dijo que estamos
perdiendo el tiempo haciendo el reglamento. El mismo senador tiene tierras
dentro del TIPNIS y sabía lo que estaban haciendo los cocaleros. Seguramente el
presidente y sus ministros estaban informados de lo que sucedía. Estos hechos
alarmantes los conocen los dirigentes del Sécure. Los dirigentes del
TIPNIS se encuentran desconcertados, aunque sabían que todo esto iba a
suceder. La pregunta es: ¿Quién ha puesto dinero para dicha movilización
de los colonos, brigadas de 60 personas, armadas con motosierras y
gasolina? Ante semejante vejamen, los indígenas quieren hacer un encuentro
territorial en la comunidad de Santo Domingo. En estos momentos una comisión
del gobierno se encuentra en la zona central del Ichoa, ¿qué es lo que hace?
¿Coordina acciones para seguir avasallando, para seguir violando la
constitución, la ley, los acuerdos, el reglamento?[1]
Como se ve, no se respeta nada, ni acuerdos ni leyes. No importa, lo que
importa es imponer por la fuerza la voluntad de los que sienten propietarios
del gobierno, del Estado, ahora de los territorios indígenas, que avasallan
como en los peores tiempos de la expansión colonial de los latifundistas. Estos
hechos alarmantes muestran claramente cuál es el sentido de las políticas
gubernamentales, cuál es la dirección de sus medidas, cuál es su vocación.
Sabíamos que el gobierno había optado por el modelo extractivista del
capitalismo dependiente, por la supeditación a las empresas trasnacionales, al
IIRSA y al proyecto hegemónico de la burguesía brasilera, sabíamos que su
alianza es con la burguesía agroindustrial y los terratenientes, en
contra de los indígenas; ahora sabemos que además no tiene ley ni palabra, no
le importa lo que acuerda. Se ha vuelto a la ley del más fuerte, a la razón de
la violencia. Sobre estas bases, no sólo se impone el Estado de excepción, la
tiranía, sino la violencia descomunal de los intereses más pedestres, el de las
ganancias ilícitas y la economía política de la cocaína.
No sabemos ahora en qué va a terminar el conflicto del TIPNIS, pues el
gobierno ha decidido comportarse bravuconamente. Lo que sí sabe el pueblo que
ha dado lugar a la apertura de este proceso, el proceso constituyente, el
proceso que debería ser descolonizador, lo que sí saben los movimientos
sociales, las naciones y pueblos indígenas originarios, las juntas de vecinos,
las organizaciones de jóvenes autogestionarios, los sindicatos, los mineros, la
COB, que apoyaron la defensa del TIPNIS, que volveremos a salir a las calles y
a los caminos, que volveremos a movilizarnos no solo por la defensa del TIPNIS
sino por la defensa del proceso contra un gobierno que ha usurpado a los
movimientos sociales y al pueblo sus consecutivas victorias políticas, ha
usurpado el proceso para ir por otro lado, en contra de la Constitución, en
contra de la construcción del Estado plurinacional comunitario y autonómico, en
contra del vivir bien, en contra de la Madre Tierra y a favor de las empresas
trasnacionales y de la nueva burguesía recompuesta, conformada por los nuevos
ricos y la vieja burguesía agroindustrial, comercial y financiera. La contradicción
entre un gobierno extractivista y desforestador
y el pueblo, el poder constituyente, que son los movientes sociales y naciones
y pueblos indígenas originarios, la contradicción entre un gobierno cipayo, al
servicio de la burguesía brasilera internacionalizada ha llegado a un punto
culminante de la contradicción y la crisis del proceso. Los movimientos
sociales, naciones y pueblo estamos obligados a recurrir a las profundas
fuerzas de la dignidad, de la emancipación, de la rebelión, para detener la
descomunal violencia estatal, la despavorida violencia de los nuevos ricos y de
la burguesía recompuesta que tiene en la mira la ampliación de la frontera
agrícola, que es lo único que sabe hacer, pues no es productiva, transfiere los
costos de producción, de los monocultivos, a la naturaleza. Este capitalismo
extractivista es la continuación por los medios de la desforestación salvaje
del capitalismo dependiente de todas las élites criollas que han gobernado el
país, que ahora han transferido esta compulsión destructiva a nuevos ricos, que
tienen en la mira no el desarrollo sino la ganancia fácil. Por eso, en defensa
de la Constitución, del Estado plurinacional comunitario y autonómico, del
vivir bien, de la descolonización, en defensa de la cohesión social y
comunitaria, debemos salir, movilizarnos, en contra de este proyecto del
capitalismo salvaje.
Debemos comprender las causas profundas de estas contradicciones, debemos
entender que los procesos, llamémosle revolucionarios o transformadores,
conllevan contradicciones inherentes, pues son herederas de la
institucionalidad de la vieja maquinaria estatal, son herederas de las
estructuras de poder cimentadas, no desmanteladas, son herederas de ilusiones
de riqueza y de desarrollo, profusamente difundidas por la modernidad y el
capitalismo. No iba a ser fácil dar lugar, liberar las potencialidades y
capacidades del pueblo movilizado, de las naciones y pueblos indígenas
originarios, se los sectores populares urbanos, del proletariado nómada, pues
también las contradicciones yacen en el seno del pueblo, las contradicciones
forman parte de nosotros, un nosotros que tiene un pasado de dominación, de
violencia cristalizada en los huesos, y por lo tanto podía repetir esa
violencia con otros, podía querer reproducir al amo, ser semejante al amo, que
nos había dominado e inscrito su imagen en nuestro inconsciente. Por eso es
importante que resolvamos las contradicciones en el seno del pueblo, en la
interioridad convulsa de nosotros mismos, es indispensable que luchemos con la
parte retrograda, la parte conservadora, la parte egoísta de nosotros mismos, y
liberemos la parte innovadora, emancipadora, libertaria, creativa, rebelde de
nosotros mismos. Una transición descolonizadora sólo se puede construir si
liberamos esta parte, la que corresponde a la imaginación radical y al
imaginario radical.
Este proceso no le pertenece al MAS, no le pertenece a Evo, menos a Álvaro,
mucho menos a sus ministros y senadores “llunk’us”,
tampoco a los dirigentes corruptos y cooptados, que no llaman a reunión con sus
bases para tomar decisiones. Este proceso le pertenece, en primer lugar, a los
muertos que ofrendaron sus vidas, a los heridos, a los familiares de los
heridos y las víctimas; en segundo lugar, le pertenece a los movimientos sociales
y naciones y pueblos indígenas originarios; en tercer lugar, le pertenece a
toda la gente que ha confiado y ha votado consecutivamente por un proceso de
cambio, por una Constitución descolonizadora, por un nuevo Estado. Esta
propiedad colectiva e histórica del proceso debe ser recuperada de manos de los
que usurpan las luchas en beneficio propio.
[1]Fuente: Sarela Paz. Se puede revisar su artículo ENTRE LA INDIGNACIÓN Y EL DESCONCIERTO: Avasallamiento
en el TIPNIS pos Ley de Protección del Territorio Indígena Parque Nacional
Isiboro Sécure (Ley 180).
Comentarios
Publicar un comentario