Guerrera serrana

Guerrera serrana

 

Sebastiano Mónada 

 

 

 




 

 

 

 

Con todo el cuerpo te levantas multitudinaria,

labrando todos tus órganos compulsivos 

en el espesor del tiempo, melodía terrosa,

musical y acuático como palabras fluidas, 

fuentes inaugurales que oraradan la roca.

 

Te rebelas mujer serrana contra oleadas de conquista,

contra oleadas de colonización, metamorfosis continua,

contra la máscara de mármol esculpida por fantasmas.

Elocuencia de dominaciones bochornosas y polimorfas,

contra los palacios virreinales y las plazas de armas,

contra las carabelas y los acorazados crepusculares.

 

Mujer mineral, emergida del sueño de la manqhapacha,

mujer vegetal, nacida en los valles dulces e iluminados, 

akapacha, presencia intensa en espesores del momento,

en la meditación solar extraviada de tus pasiones.

Viajando aventurera, viento de fuego creador.

Bañada en la lluvia tropical del verano exuberante.

En la noche cae la cascada selenita  enamorada 

de tu cuerpo felino cruzando los puentes de mundos.

 

Se arremolina la constelación alrededor de tu ímpetu

sagrado, en volcánica erupción arañando al alajpacha;

te conviertes en el centro del universo extraviado, 

absorbiendo en ti las ondas compositoras del cosmos.

Taqpacha completando el tejido del espacio tiempo.

Esta es la potencia creadora del eterno devenir

fuerza de la memoria inventando el porvenir.

 

No estás sola, estás poblada de argumentos,

habitada por tus nostalgias insondables,

divagando en el laberinto lechoso del maizal.

Retomándo el camino dejado por comunidades 

olvidadas en el paisaje quebrado de la cordillera.

 

Ahora nuevamente recurres a tus huesos ardientes,

a tus arterias y venas tejedoras de los circuitos

de todas las sangres y todos los ríos profundos, 

al misterio de los gigantescos cerros dormidos,

a la arboleda encantada de bosques sonámbulos.


Desde los cuatros suyos recorriste distancias,

ocupando la metrópoli portuaria de la enajenación.

Fetichizada urbe, fábula de la hojarasca otoñal.

Babilonia delirante y barroca de la costa corroída,

opuesta al Cosco, el ombligo del mundo ancestral.

Convocas a la rebelión a todos los hijos huérfanos. 


Guerrera de alboradas crepusculares interpelas

a las máquinas oxidadas ancladas en cementerios.

Guerrera armada con tu waraca batiendo al viento,

guerrera en crepuscular amanecer ansioso doliente.

Anuncias la caída agónica del imperio anciano. 

Amaru, atravesando rauda horizontes nómadas.

Nace el futuro contenido en tus pulsaciones.

 

 

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