Desierto
Desierto Sebastiano Mónada Aparecen en pantalla declarando orondos. Canto de gallo al amanecer, en alborada crepuscular. Descuella la pretensión, el desgarbo, el gesto altanero; estridente mimesis apoteósica de arlequín. El parloteo repetido enmudece el lenguaje; se evidencia vacuidad inconmensurable, bulliciosamente galardonada en carnaval. Muere el colibrí con la desaparición de las flores. La muerte del colibrí anuncia el Apocalipsis . No se inmutan en actuaciones bufonas , se esfuerzan los aprendices de brujo, en legendario teatro cruel y burlesco. Confunden el acontecimiento con delirio, elocuentemente, afiebrado del imaginario, apabullante beodo del resentimiento, y trastornan las representaciones con deseo, convulsivo, frustrante y reiterado, largamente insatisfecho del oscuro objeto. Mueren las abejas por contaminación tóxica, depredación de cuencas y paisajes, destrucción de territorios y nichos vitales. La huella de la muerte se extiende, des
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