La entrega de un refugiado



La entrega de un refugiado

Raúl Prada Alcoreza








¿Quiénes hablan de terrorismo? ¿Quiénes declaran la guerra interminable contra el terrorismo? ¿No son acaso los mismos que perpetraron el terrorismo de Estado, el terrorismo del orden mundial, el terrorismo de los servicios secretos de inteligencia? ¿Acaso no son los mismos que se inventaron el Estado Islámico para destruir a los Estado-nación árabes, reacios al imperio? En los años setenta se desató una guerra de guerrillas contra las formas de dominación del sistema-mundo capitalista de aquel entonces. El orden mundial, el orden jurídico de la dominación mundial, llama “terroristas” a los combatientes de izquierda de aquella época. Después de un tiempo, casi tres décadas, esa guerra, sobre todo la que logró persistir, como en Colombia, tuvo el desenlace de las Diálogos de Paz. Donde se reconocieron a los combatientes, de ambos lados, se buscó cerrar las heridas, sobre todo en las poblaciones expuestas a la guerra permanente; lográndose acuerdos sustantivos para encaminarse a la Paz. Sorprendentemente, un “gobierno progresista”, el de Bolivia, desconoce esta larga historia del conflicto armado y los desenlaces posteriores; haciendo caso omiso a los antecedentes jurisdiccionales, el Francia y el de Brasil, donde se le concede la condición de refugiado político, entrega a la derecha recalcitrantemente conservadora italiana a Cesare Battisti. 

Los medios de comunicación reflejaron patentemente sus ateridos prejuicios conservadores, tildándolo de “terrorista”, sin más ni menos, haciendo eco de la contrainformación mediática internacional. Lo que expresa claramente el carácter imitativo de los medios nacionales y la mediocridad de su papel. No se les pide defender a Cesare Battisti, sino que cumplan su papel de información; para lo cual deben informarse de qué se trata y de quién se trata. Es de esperar que en las redes sociales las voces más recalcitrantemente conservadoras, es más, las que no han aprendido de la historia política de la modernidad, destilen su veneno de exorcistas aterrados, recurriendo a los adjetivos más envejecidos para execrar a alguien que no conocen, ni su historia, ni el pasado que le toco vivir. Esta gente, que reduce el mundo al estrecho cuarto oscuro donde hacen festín sus fantasmas, sus miedos, sus terrores. Pero, no se puede decir que se esperara un comportamiento tan sinuoso del “gobierno progresista de Bolivia”. Quizás sea mejor así, ahora queda claro para los apologistas de los “gobiernos progresistas”, que todavía se reclaman de la “izquierda radial”, lo que son, en efecto, estos gobiernos, sobre todo los que quedan gobernando.

De ninguna manera se crea que hacemos apología de la “violencia revolucionaria”, tampoco de las vanguardias radicales, de un tiempo que ya no es el nuestro. Lo que hacemos es poner los puntos sobre las íes, como se dice. Lo mínimo que tenia Battisti, siendo refugiado político en Brasil, y demandante de un asilo político en Bolivia, es no perder el derecho a la justa defensa y a un debido proceso. Esto es lo mínimo; pero, cuando hablamos del tiempo donde se realizan y se proclaman los Diálogos de Paz, Battisti debería ser tratado en marco de estos logros y referentes jurídico-políticos y la nueva concepción del conflicto y sus arreglos y soluciones. Pero, nada de esto ocurrió, asombrosamente, en la decisión de un gobierno que se reclama de “revolucionario”.
Lo que debe quedar claro para los apologistas de “izquierda” de los “gobiernos progresistas”, es que estamos hablando de revolucionarios de pacotilla. Ya en el siglo XX la “revolución” sirvió como pretexto para encumbrar a las nuevas élites en poder, nada más ni nada menos que a nombre del socialismo. Esta comedia se repitió a fines del siglo XX y principios del siglo XXI, solo que de una manera grotesca. La historia no se repite dos veces, menos tres, si lo hace, ocurre la primera como tragedia, la segunda como farsa, la tercera como comedia grotesca.

La nueva generación de luchas sociales anti-capitalistas comienzan en la Selva Lacandona en 1994; el ciclo se extiende a Guatemala, Ecuador, Bolivia, adquiriendo tonalidades singulares, variando en intensidad y en desenlaces. La nueva generación de luchas es más profunda que la interpelación proletaria, que seguía siendo modernista; es indígena, interpela al capitalismo desde su substrato colonial, además es ecológica, pues defiende la vida contra la civilización de la muerte. La lucha armada no es la estrategia, en todo caso, es una táctica para obligar a dialogar al Estado y su forma de gobierno, como en México. La estrategia es la convocatoria a los pueblos para defender la vida y el planeta contra la civilización de la muerte, el sistema-mundo capitalista extractivista y colonial, bajo la dominancia del capitalismo financiero y especulativo. Si hay que recurrir a las armas es para defenderse.

De manera distinta a lo que se cree, a lo que han difundido los medios de comunicación y también lo considera la “izquierda”, el gobierno de Evo Morales Ayma no tuvo como paradigma político al gobierno bolivariano de Venezuela, sino al gobierno de Lula da Silva, al pragmatismo de este dirigente sindical metalurgista, convertido en presidente de la potencia emergente de Brasil. Lula pactó no solo con la burguesía industrial, que era lo de esperar, sino también con la burguesía agroindustrial transgénica, además, lo más grave, con la oligarquía latifundista; no efectuó la reforma agraria en el país del movimiento campesino más grande del mundo. Ahora que el gobierno del Estado Federal de Brasil está en manos del fascismo criollo, Evo Morales sigue el mismo referente, aunque cambiado. Cuando nos preguntamos ¿quién gobierna Bolivia, Álvaro García Linera o Marco Aurelio García, el asesor de Lula, después de Dilma?, en circunstancias cuando renunció el artífice del Decreto Ley “Héroes del Chaco”, de la nacionalización de los hidrocarburos, Andrés Soliz Rada, presionado por Álvaro García, quien respondía a un pedido de Marco Aurelio García, dijimos gobierna Marco Aurelio García. Ahora, en los tiempos del fundamentalismo fascista criollo de Bolsonaro, gobierna este presidente anacrónico de Brasil. El “gobierno progresista de Bolivia” obedece al país que cobija a la trasnacional de los hidrocarburos que maneja técnicamente la explotación del gas y del petróleo en Bolivia, junto a otras trasnacionales que nunca se nacionalizaron, salvo en el interregno cuando se aplicó el Decreto Ley “héroes del Chaco”.

La decisión tomada por el gobierno boliviano, respecto a Battisti, resume claramente lo que es este gobierno. Es un gobierno que responde al bamboleo de las corrientes de la correlación de fuerzas regional y mundial. Ciertamente, esto lo han hecho los gobiernos anteriores, neoliberales; la diferencia radica es que lo ha hecho usando el discurso del “socialismo del siglo XXI” y del “socialismo comunitario”. Ahora que ha cambiado la correlación de fuerzas regional, el gobierno de Evo Morales Ayma se encamina a su decurso más oportunista, acercarse a los extravíos de la derecha sudamericana.

No está en discusión si se considera la opción tomada por Cesare Battisti en la década de los setenta; esta es una discusión superada, si se quiere, a la luz de la experiencia de las luchas sociales y políticas. Lo que está en el tapete es el carácter del gobierno de Evo Morales Ayma. Un gobierno que entrega a un refugiado político a sus verdugos no es digno de llamarse no solamente de “izquierda”, sino sobre todo democrático. Están los convenios internacionales sobre el asilo y el refugio; están los derechos humanos, además de los derechos civiles que exigen una justa defensa y un debido proceso. Se entregó al aprendido de la manera más escabrosa al estilo, como dice un artículo de la prensa de izquierda, del Plan Condor.

Esta reflexión que sirva para llamar la atención sobre la necesidad del aprendizaje de la historia política de parte de la experiencia social. No se pueden seguir repitiendo los errores, de parte de un lado y del otro, los enemigos declarados. No es la desaparición del otro la que va a llevar a la paz, tampoco a una solución duradera; esto solo conduce a atizar nuevamente la guerra. Es menester salir del esquematismo simple del amigo/enemigo; el enemigo no es el endemoniado que hay que asesinar o castigar. El enemigo es el cómplice de la reproducción del poder de “izquierdas” y “derechas”.  Es menester resolver los problemas pendientes, desde los cruciales, que atentan a la supervivencia humana, como la crisis ecológica, también los problemas heredados de guerra pasadas, donde los bandos apostaron a la aniquilación del enemigo.



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