NO AL ESTADO PARALELO IMPULSADO POR EEUU, UE Y GRUPO DE LIMA RECHAZAMOS EL RÉGIMEN ENTREGUISTA E INCONSTITUCIONAL DE NICOLÁS MADURO REFERENDUM PARA RENOVAR TODOS LOS PODERES PUBLICOS
Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución
NO AL ESTADO PARALELO IMPULSADO POR EEUU, UE Y GRUPO DE LIMA RECHAZAMOS
EL RÉGIMEN ENTREGUISTA E INCONSTITUCIONAL DE NICOLÁS MADURO REFERENDUM PARA RENOVAR TODOS LOS PODERES PUBLICOS
Desde la
Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución hemos venido tomando
iniciativas y denunciando el régimen autoritario e inconstitucional del
Presidente Maduro, quien a raíz de perder el control de la AN luego de la
aplastante derrota en las elecciones parlamentarias de 2015, comenzó a gobernar
al margen de la Constitución mediante la aplicación de un estado de excepción
permanente, para evadir y neutralizar el control del Parlamento Nacional y
facilitar la entrega al gran capital corporativo transnacional, la explotación
primaria de nuestros recursos naturales, mineros y petroleros. Optó por avanzar
en la profundización del modelo rentístico extractivista depredador, lesionando
la soberanía nacional y el patrimonio social, natural y económico de la Nación. El Arco Minero
del Orinoco, los Acuerdos de Servicios
Conjuntos de PDVSA en términos viles, que nos retrotraen al régimen de
concesiones de Gómez y a los contratos operativos de la apertura petrolera de
Luis Giusti, son la muestra de la clara orientación entreguista de un gobierno
cada vez más autoritario y opaco, que sustenta su poder en el control político
clientelar y en la represión y coacción policial, violando los derechos
humanos, con la falsa bandera de la lucha antiimperialista.y la defensa de la
revolución bolivariana.
Habiendo perdido
la base social de apoyo heredada del liderazgo de Chávez, por su connivencia y
tolerancia con la corrupción y, su incapacidad para corregir errores en el
manejo de la política económica y en la conducción del proceso, el gobierno de
Maduro optó por preservar el poder a toda costa sin importarle los graves daños
causados al pueblo de Venezuela y sus instituciones, echando por tierra los
logros políticos y sociales alcanzados por la revolución bolivariana, para lo
cual no dudó en llevarse por delante su logro histórico fundamental, la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela parida por un proceso
constituyente inédito, que sentó las bases del protagonismo popular a través de
la profundización de la democracia y de su ejercicio directo y refrendario. La
instrumentalización del poder electoral para “legitimar” la suspensión del
referéndum revocatorio presidencial convocado por la oposición (2016) y la posterior
convocatoria a la elección de una Asamblea Nacional Constituyente (2017)
otorgándole poderes “supraconstitucionales y plenipotenciarios, sustituyendo de
facto la Asamblea Nacional y usurpando la soberanía popular que reside
intransferiblemente en el pueblo, fueron rechazados y denunciados en su momento
por esta Plataforma, como evidencia incontrovertible del carácter autoritario e
inconstitucional del gobierno de Maduro.
El 20 de mayo de
2018, el presidente Maduro resultó electo para un nuevo período constitucional
de seis años, en unas elecciones adelantadas caracterizadas por un claro
ventajismo e irregularidades en las cuales se produjo una abstención del 52%,
superando en 30% la abstención promedio de los tres últimos procesos
electorales presidenciales, en lo cual tuvo un peso importante el llamado a no
participar que hizo un sector de la oposición, con el propósito de evidenciar
la ilegitimidad del régimen madurista, al cual se sumó el escepticismo derivado
de la fragmentación de los opositores y la desconfianza en el manejo del
proceso por el CNE. En esa oportunidad, la Plataforma Ciudadana en Defensa de
la Constitución llamó a participar en el proceso electoral, por considerar que
la abstención, además de dejarle el campo libre a Maduro para atornillarse en
el poder, también se lo abría al gobierno de EEUU y sus aliados, interesados en
imponer la tesis del “estado fallido” al demostrarse, según ellos, la
“ilegitimidad de origen” del Presidente, para luego justificar su intervención
en Venezuela, siguiendo la ruta de la creación de un “Estado Paralelo”, como
hicieron en Libia. No es casual que el vocero más conspicuo de Trump en la OEA,
Luis Almagro, haya participado directamente en la campaña electoral llamando a
no votar, presumiendo que una alta abstención permitiría declarar la
“ilegitimidad de origen” del presidente electo, con el fin de desconocer su
mandato y proclamar el “vacío de poder” a fin de darle “legitimidad” a un
gobierno paralelo impuesto por EEUU.
Reconocemos que en
la alta abstención ocurrida en el
proceso electoral del 20M jugó un papel importante la pérdida de credibilidad
del liderazgo político y el escepticismo de amplios sectores de la población
en la eficacia de la participación electoral,
como medio para cambiar la situación del
país, también, debido a la desconfianza en el CNE y la fragmentación del
liderazgo opositor. Sin embargo, independientemente de que algunos sectores
opositores acompañaron de buena fe la abstención para demostrar su rechazo al
gobierno de Maduro, los efectos prácticos de ésta y de la política
abstencionista impulsada por el Departamento de Estado y asumida por algunos
sectores de la oposición extremista pro-yankee, ha sido la desmovilización del
pueblo venezolano, sacándolo del juego, evitando que asumiera su condición de
decisor fundamental en la salida a la crisis transitando la vía pacífica y
constitucional. De ese modo EEUU y sus aliados pasaron a ser actores de primera línea bajo el
paraguas de la “comunidad internacional” para imponer un desenlace por la vía
violenta o a través de una negociación injerencista con el gobierno de Maduro, funcional a sus intereses
económicos y geopolíticos, hiriendo gravemente la soberanía del Estado Nación
venezolano. Los hechos que se han venido suscitando antes y después de la
juramentación del Presidente Maduro ante el TSJ, especialmente el
pronunciamiento del llamado Grupo de Lima y de EEUU, marchan en esa dirección.
Creemos que la
ilegitimidad del presidente Maduro proviene del rechazo de una mayoría aplastante
de venezolanos y venezolanas, que consideran a su gobierno el principal
responsable de la terrible crisis que los agobia, de la masificación de la
pobreza, del colapso de los servicios públicos, de la parálisis económica, de
la hiperinflación y de la destrucción del tejido social y productivo del país,
además de muy graves violaciones persistentes de la Constitución, incluida la
violación sistemática de los derechos humanos. Igualmente, también hay un
rechazo a la violencia y a la injerencia externa. Esa mayoría considera de
igual modo, que la vía para restaurar el estado de derecho y la
institucionalidad perdida, es la movilización pacífica sustentada en los
mecanismos constitucionales. En ese sentido, respaldamos las luchas y reclamos
de los trabajadores y trabajadoras venezolanas por la defensa de su salario y
de sus condiciones de vida y de trabajo, hoy, terriblemente afectados por la
caída del ingreso, el desconocimiento por parte
del gobierno de la contratación colectiva y demás conquistas laborales y
socioeconómicas. Esas luchas deben articularse con la lucha por la restauración
de la Constitución.
Rechazamos la
creación de un Estado paralelo centrado en la Asamblea Nacional y el TSJ en el
exilio apoyado por EEUU y el Grupo de Lima, porque conduciría a la
profundización de la crisis y a un “choque de trenes” que podría derivar en un
conflicto interno de consecuencias impredecibles, comprometiendo la soberanía e
integridad de la Nación.
Más allá de la
calificación y el pronunciamiento que puedan hacer gobiernos extranjeros sobre
la legitimidad del Jefe de Estado venezolano, sólo el pueblo de Venezuela,
apoyándose en la Constitución y conforme a su derecho inalienable a la
autodeterminación, debe ser quién decida sobre la salida a la crisis política.
Por ello, rechazamos firmemente la intención del gobierno de EEUU y el llamado
Grupo de Lima de atropellar la dignidad del pueblo venezolano, al pretender
imponer como solución a la crisis, un gobierno paralelo que equivaldría a un
golpe de estado parlamentario.
El Grupo de Lima marca la “ruta de Trump” para intervenir a
Venezuela
El pronunciamiento
del Grupo de Lima (GL) sintetiza la hoja de ruta trazada por el gobierno de
Donald Trump para tensar la cuerda al límite, con el fin de darle “jaque mate”
al gobierno de Maduro, para colocarlo frente al dilema de negociar su rendición
o enfrentar la ofensiva final de la alianza EEUU-UE-Grupo de Lima en marcha,
eufemísticamente llamada “comunidad internacional”, a través del
estrangulamiento económico seguido de una “intervención humanitaria” tipo
Libia, articulada con la puesta en escena de la disputa territorial por el
Esequibo y del reclamo del gobierno colombiano por la presencia en Venezuela de
la guerrilla del ELN, como detonantes de conflictos en los flancos occidental y
oriental,
La ficha clave en
esta jugada que han venido preparando minuciosamente por el Departamento de
Estado y el Comando Sur y el, con la
cual esos poderes fácticos pretenden rebasar la soberanía y autodeterminación
del pueblo venezolano, para imponer un gobierno tutelado desde Washington y
condicionado a los intereses del gran capital transnacional comprometiendo la
existencia misma de la Nación, es la derecha apátrida que fuera y dentro del
país, ha hecho suya esa estrategia intervencionista, plasmada en el referido
pronunciamiento, asumiéndola como la única opción para lograr un cambio
político en el país, desechando de plano que sea el propio pueblo venezolano el
que protagonice el restablecimiento de la Constitución derogada de facto por el
gobierno de Maduro y la salida a la crisis por la vía pacífica y
constitucional. El pronunciamiento del Grupo de Lima es también un
emplazamiento dilemático para los movimientos y organizaciones políticas que hacen
vida en el país, frente al cual solo puede haber dos posiciones: o se rechaza
por injerencista y violador de la soberanía nacional y popular o se apoya por
acción u omisión dándole luz verde a la intervención extranjera. Por nuestra
parte, rechazamos en todo su contenido ese pronunciamiento intervencionista
violatorio del derecho internacional y ofensivo a la dignidad del pueblo
venezolano, con base en las siguientes consideraciones:
1.
El Grupo de Lima
es un grupo informal de presión creado bajo los auspicios de EEUU, a partir de
los cambios de gobierno hacia la derecha que ocurrieron en la región en los
últimos años, ante la imposibilidad de lograr una mayoría en la OEA para
imponer la aplicación de la Carta Democrática Interamericana en contra del gobierno
de Venezuela. La creación de ese grupo se produjo en el contexto de la
deserción y reducción de la participación de algunos de sus países miembros en
la UNASUR, siguiendo la política estadounidense de dinamitar la arquitectura de
integración latinoamericana que se construyó en los primeros tres lustros del
siglo XXI, con el fin de devolverle a la OEA el protagonismo perdido como foro
regional y su condición de “ministerio de colonias”,. operador de la Doctrina
Monroe. No son razones humanitarias sino políticas y económicas, las que animan
a ese bloque de gobiernos, en el que participa EEUU como dueño del circo, y lo
que está de por medio son las ambicionadas riquezas naturales y la primera
reserva petrolera del mundo.
2.
Al asumir de
manera arbitraria y unilateral la facultad de calificar la legitimidad de los
órganos del Poder Público venezolano, renunciando al escenario multilateral, a
la mediación y al diálogo como el instrumento fundamental para dirimir
pacíficamente las diferencias y conflictos entre los Estados y al interior de
los países, lo hacen para darle sustento a la política del gobierno de Trump,
de bloquear cualquier salida que surja de la decisión autónoma y soberana de
los venezolanos. De ahí su política de impulsar el abstencionismo y la insurrección
violenta desmovilizadora, de la cual se abanderó la derecha extremista, dándole
al gobierno la oportunidad de justificar la aplicación de un “estado de
excepción” de facto, que aunque inconstitucional, le ha servido de coartada
para gobernar al margen de la constitución e imponer un régimen represivo para
supuestamente “garantizar la paz” y atornillarse en el poder. Al reconocer la
legitimidad al TSJ en el “exilio”, desconocer el nuevo mandato del Presidente
Maduro y reconocer a la AN como el único poder legítimo, el Grupo de Lima
presiona hacia la constitución de un Estado Paralelo, hacia un conflicto de
poderes, hacia una confrontación de alcance internacional de consecuencias
impredecibles, entre el gobierno de Maduro respaldado por la FANB y la
oposición extremista atrincherada en la AN respaldada por EEUU y el Grupo de
Lima.
3.
El guión seguido
por una mayoría de la AN liderada por su nuevo Presidente, Juan Guaidó (VP)
sigue la misma estructura y letra del pronunciamiento del Grupo de Lima y del
Jefe de la Diplomacia estadounidense, tanto en cuanto al desconocimiento del
mandato de Nicolás Maduro, como en lo referido al carácter plenipotenciario que
asume la AN para designar un Presidente interino o Consejo de Transición, que
ejercería la “coordinación con la FANB, la designación de representantes ante
instancias internacionales y la conducción de un proceso de transición, todo
ello presumiendo que el cargo de Presidente estaría vacante. De esta manera, se
plantean abiertamente la dualidad de poderes que promueven EEUU y sus aliados,
que como ya señalamos, podría conducirnos a un conflicto donde las víctimas
seremos los venezolanos y el poder de decisión quedará a merced de los
intereses geopolíticos y económicos de EEUU y sus aliados.
4.
Superando al
gobierno de EEUU en materia de sanciones a Venezuela, el Grupo de Lima se
dispone a elaborar, a discreción y sin definir un criterio preciso, listas de
personas naturales y jurídicas a las cuales se le impedirá interactuar con
instituciones financieras y bancarias de los países miembros e incluso congelar
sus fondos y activos. Por otra parte, anuncia que evaluará la aplicación de
restricciones en el otorgamiento de créditos al Estado venezolano, en los
organismos financieros internacionales y regionales de los que son parte”.
Estas son el tipo de medidas que suele tomar EEUU aplicando leyes
extraterritoriales que vulneran la soberanía de los Estados, las cuales
supuestamente van dirigidas a golpear a funcionarios gubernamentales, pero que
inexorablemente recaen sobre el pueblo. Son medidas que en el marco de la grave
crisis económica y social del país, contribuyen a profundizar el sufrimiento de
las grandes mayorías que padecen los embates de la crisis. Al supeditar en
términos absolutos la cooperación humanitaria al logro del objetivo político,
en este caso, del cambio de gobierno, queda al descubierto el chantaje detrás
del ofrecimiento de la ayuda humanitaria a cambio de ceder la soberanía. Muy
diferente sería ofrecer incondicionalmente la cooperación para atender la
emergencia humanitaria, siempre y cuando esta no sea manejada por el gobierno
sino por la comunidad organizada.
5.
El hecho de que 10
de los 12 gobiernos del Grupo de Lima se retractaron del espaldarazo que le
dieron a Guyana, en su reclamo a Venezuela por la expulsión de una embarcación
extranjera que, con la autorización de ese país, penetraron aguas venezolanas
en el Delta del Orinoco, no le quita
relevancia al cipayismo vergonzoso de los gobiernos que integran ese Grupo. Ese
es solo un movimiento “táctico”, lo que cuenta es su intención y voluntad demostrada de
adhesión total, incondicional e inédita a la posición de EEUU de reconocerle a Guyana soberanía plena sobre el
Esequibo y una porción importante de la plataforma continental del Delta del
Orinoco, como si este fuera algo coyuntural vinculado al gobierno de Maduro, y
no un asunto de Estado de carácter histórico, altamente sensible para los
venezolano, porque afecta la integridad del territorio nacional. Para colmo del
irrespeto, se atrevieron a calificar a las FANB como “provocadores” y “violadores
de los derechos humanos de los países vecinos”, refiriéndose a Guyana, cuando
una nave patrullera de la Armada Nacional Bolivariana interceptó y desalojó a un
buque que realizaba estudios exploratorios para la ExxonMobil con el permiso
írrito del gobierno guyanés, porque cumplieron con su deber de garantizar el
ejercicio de la soberanía territorial en la plataforma continental del Delta
del Orinoco, apegándose a las normas internacionales.
6.
Adicionalmente,
ese incidente lo utilizan para justificar la suspensión de la cooperación
militar en general y el posible establecimiento de una zona de exclusión aérea
mediante la suspensión de los “permisos de sobrevuelo de aviones militares
venezolanos en caso de asistencia humanitaria”. Estas son señales que anuncian
la preparación para un conflicto bélico, lo cual resulta mucho más preocupante
si tenemos en cuenta que en ese grupo están Brasil, Colombia y Guyana, países
que tienen frontera con Venezuela y con los dos últimos mantenemos diferendos
territoriales.
7.
En razón de que un
sector extremista de la oposición encabezado por el nuevo Presidente de la AN,
decidió adherirse al Pronunciamiento del Grupo de Lima y del gobierno de EEUU,
de declarar unilateralmente vacante la Jefatura del Estado Venezolano,
argumentando la ilegitimidad de origen de la elección de Nicolás Maduro para el
período 2019-2025, y no reconociéndolo como tal y en consecuencia
procedió a conformar un Estado Paralelo en el que la
AN asume las funciones del Poder Ejecutivo y se reconoce como legítimo al
llamado TSJ en el exilio, crea las condiciones para que se desencadene un
conflicto interno que agravará la crisis y podría conducir a una guerra civil
con participación internacional o en el mejor de los casos, a una negociación,
impuesta desde afuera, amenazando la integridad territorial y la soberanía
nacional, desde esta Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución proponemos:
¿Qué hacer?
Para el Pueblo de Venezuela, la primera tarea es garantizar la preservación de la Patria, porque sin ella,
ningún proyecto nacional sería posible para construir el futuro. El suicidio,
sea individual o colectivo, no es una opción. De allí que cualquier propuesta,
idea, decisión planteadas en términos de lesionar nuestra herencia, nuestra
integridad territorial, nuestra identidad nacional, nuestro derecho a la
autodeterminación, incluyendo los derechos de nuestros pueblos originarios, debe
ser combatida con absoluta firmeza y es por ello que, desde la Plataforma
Ciudadana en Defensa de la Constitución, denunciamos y rechazamos como
injerencistas las acciones del llamado “Grupo de Lima” y cualquier venezolano,
más allá de su opinión política, está en la obligación de sumarse a ese rechazo
Así mismo, rechazamos la tesis que
internacionalmente viene siendo manejada por un sector extremista de la
oposición, siguiendo las instrucciones del gobierno estadounidense, acerca del
“vacío de poder” y de la necesidad, en consecuencia, de una intervención
extranjera. Tal idea, al final, busca limpiar el camino para la disolución de
la República, para la repartición de lo que es de los venezolanos, para
convertir a Venezuela, esa de las ocho estrellas, esa del Libertador, esa de
donde surgió la libertad para buena parte del continente, en un grupo de
pequeñas republiquetas: un proceso de fragmentación, al estilo de lo ocurrido históricamente con la disolución de la Gran
Colombia y posteriormente con Panamá. Pero eso no implica, de ninguna manera,
que defendamos el actual gobierno, responsable de la gran crisis que nos agobia
y responsable también, por acción u omisión, de poner en peligro a la
República. Asumimos que en Venezuela sí existe un gobierno pero el mismo es
ilegítimo porque actúa al margen de la Constitución y, porque sus acciones son
absolutamente contrarias al interés general. Por tanto, debe ser reemplazado
pero no a través de un inconstitucional golpe de estado con el apoyo de EEUU y
sus aliados, sino a través de una acción coherente y sostenida de participación
y movilización popular en el marco de la propia Constitución. La profundidad de
la crisis requiere, sin dudas, de un acuerdo general, un acuerdo de sociedad,
no un simple acuerdo de cúpulas y para ello, insistimos, la Constitución tiene
previstos los caminos. No se trata de reemplazar una cúpula por otra, se trata
de que el pueblo, quien ejerce la soberanía (A-5), se manifieste acerca de lo
que verdaderamente quiere (Artículos 70 y 71). Es necesario reinstitucionalizar
la República pero ello no es posible mientras las instituciones sigan siendo
manejadas por los responsables de la crisis. Se trata de que, a partir de un
acuerdo de patria, un acuerdo con visión
de futuro, un acuerdo responsable, que prevea la renuncia de absolutamente
todos los poderes, en forma ordenada y frente al pueblo, con el fin de llamar,
en tiempo perentorio, a un nuevo proceso general de elecciones que relegitime
todos los poderes, para abrirle el camino a una nueva Venezuela. Se trata, en
definitiva, de poner las decisiones en manos del soberano, como reza nuestra
Constitución. De lo contrario, la deriva de la crisis nos conducirá
inexorablemente a una guerra civil con participación internacional, la
instalación directamente del fascismo, con todo lo que ello implica para las
generaciones presentes y futuras de venezolanos, o la instalación, a partir de componendas, de un gobierno que no represente los intereses de los
venezolanos.
La AN liderada por la oposición extremista,
avanza en la ejecución del proyecto del estado paralelo promovido por
EEUU-UE-Grupo de Lima para desplazar a Maduro del gobierno, mientras éste con
el apoyo de la FANB acaricia la idea de disolver la AN y convocar unas
elecciones anticipadas. Esta confrontación podría desembocar en una guerra
civil con participación internacional o en una negociación cupular forzada por
intereses foráneos. En estas circunstancias, cuando está en juego la existencia
de la Nación, es que el pueblo debe ser el protagonista de su propia historia
para decidir el destino de la República, ejerciendo plenamente su derecho a la
autodeterminación. Por esa razón, proponemos que la disputa entre el
Gobierno y la AN debe resolverse mediante el diálogo y la negociación, tomando como
punto de partida la convocatoria a un referendum consultivo vinculante, en el
que los venezolanos decidamos en elecciones transparentes y con base en los
artículo 70 y 71 de la Constitución, si queremos o no renovar todos los poderes
públicos.
La salida debe ser soberana, pacífica y constitucional a través de
la consulta popular!!!
Rechazamos el
Pronunciamiento intervencionista del Grupo de Lima!!!
Todos contra el despojo territorial imperialista en el Esequibo!!!
Héctor Navarro, Oly Millán,
Gustavo Márquez, Ana Elisa Osorio, Edgardo Lander, Juan García, Gonzalo Gómez,
Santiago Arconada
Caracas 17 de enero
2019-01-17
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