Defensa de las territorialidades
Defensa de las territorialidades
Raúl Prada Alcoreza
Desde las oleadas de conquistas y colonizaciones se
dio lugar como una guerra entre las territorialidades
culturales, los espesores
territoriales, y las cartografías
coloniales. Los espesores
territoriales corresponden a dinámicas ecológicas y culturales, en tanto
que las cartografías corresponden al control geográfico. En los Andes las territorialidades correspondientes a los
ayllus no eran controlables por el poder colonial; por eso el Virrey Francisco
Toledo tuvo que recurrir a un ordenamiento
territorial para poder imponer una administración que se basaba en la cartografía. Pero, a pesar de este ordenamiento territorial, los espesores territoriales de los ayllus no
dejaron de experimentar sus propias dinámicas,
sus movimientos complementarios y cíclicos. Los territorios son vitales; en
otras palabras, están vivos. La cartografía,
que es un mapeo, no puede detener la
vida de los territorios. Sin embargo, la cartografía
es el instrumento del poder para controlar la geografía.
La república heredó las cartografías coloniales, la Audiencia de Charcas es el mapa de la geografía del poder colonial que se
transfirió a la geografía política de
la república. Las comunidades cartografiadas por el ordenamiento territorial de Toledo no son exactamente los ayllus,
ni corresponden plenamente a sus territorialidades. Por eso, después de un
siglo y medio, el Virrey de la Palata tuvo que volver a ordenar el territorio,
que se había desordenado, precisamente por las propias dinámicas de los ayllus. Durante la república hubo intentos de volver
a ordenar el territorio por la vía de la expropiación de tierras comunitarias,
como la Ley de Exvinculación. Así mismo durante los periodos liberales se
amplió la frontera de las haciendas a costa de las tierras comunitarias. Cuando
se efectuó la reforma agraria (1953) más de tres mil comunidades fueron
absorbidas e incorporadas a la cartografía
liberal, que redujo el territorio a la superficie de la tierra, adjudicada
por el Estado en condición de propiedad familiar. Pero, a pesar de estos
desplazamientos de la propiedad privada en detrimento de la propiedad
comunitaria, las dinámicas de las territorialidades culturales siguieron
otorgando densidad vital a los territorios.
Durante el gobierno de Evo Morales Ayma estallaron
conflictos entre la percepción cartográfica
del poder y los espesores territoriales
culturales indígenas. A pesar de que la Constitución reconoce la condición
de preexistencia a la colonia de las naciones y pueblos indígenas, además de
constitucionalizar los territorios
indígenas y establecer los derechos colectivos, entre ellos al autogobierno, el “gobierno progresista”
se ha negado sistemáticamente a acatar esta configuración
político-cultural constitucional. Ha buscado, como antes, desde la colonia,
imponer el control cartográfico del
poder sobre las territorialidades
indígenas. Hay una lista de conflictos entre los derechos de las naciones y
pueblos indígenas y el gobierno; nos remitimos a ensayos anteriores, para
rememorar estos antecedentes. Nos situaremos, ahora, en el conflicto entre la
Nación Qhara Qhara y el gobierno.
La
nación Qhara Qhara
La nación Qhara Qhara exige el complimiento de la
Constitución, el respeto a sus territorios comunitarios; en cambio el gobierno,
pretende otorgar propiedad individual, mediante el procedimiento de saneamiento
de tierras, realizado por el INRA. El gobierno alega que hay un conjunto de
familias que reclaman el saneamiento de tierras y obtener el título de
propiedad. Olvidan, de entrada, los derechos
colectivos, concretamente los derechos de las naciones y pueblos indígenas,
consagrados en la Constitución, específicamente, el derecho de la nación Qhara
Qhara a su territorio. De hecho, el gobierno comete delito constitucional al
hacerlo, al olvidar este derecho colectivo. Sin embargo, en la historia larga de
la guerra anti-colonial y en la lucha descolonizadora contra las
formas de poder, dadas sus genealogías,
no les importa cumplir con los derechos
colectivos. Lo que le importa al poder, que no ha dejado de ser colonial,
es realizarse como tal en el espacio,
es decir, en la geografía política, lo
que busca es el control del espacio,
afincarse en el espacio, mediante la
consolidación de las cartografías.
La marcha de la nación Qhara Qhara llegó a la sede de
gobierno, la ciudad de La Paz, y después de reunirse con el gobierno, con el
presidente, volvieron a Sucre, en compás de espera, una vez que el gobierno y
la Asamblea Legislativa se comprometieron tratar la modificación del artículo 10 de
la Ley de Deslinde Jurisdiccional, el artículo 54 de la Ley Marco de Autonomías,
y la creación de la Ley de Restitución Territorial. La Ley de Deslinde
Jurisdiccional es una ley colonial, a decir de la defensora de los derechos de
los pueblos indígenas Raquel Yrigoyen, la Ley Marco de Autonomías es una ley
inconstitucional, porque contraviene la Constitución, tanto en lo que respecta
al entramado de competencias privativas, exclusivas, concurrentes y
compartidas, que tienen que ver con el régimen autonómico; por otra parte,
desconoce la condición territorial
indígena, al reducirla a una unidad
administrativa territorial. La cuestión, entonces, no es modificar dos
artículos de estas cuestionables leyes, sino cuestionar las leyes mismas,
porque contravienen a la Constitución. Es más, elaborar colectivamente las
mencionadas leyes, tal como establece la Constitución.
Las territorialidades son constitutivas,
son espesores ecológicos, también culturales. Ahora bien, son constitutivas
de la formación social, en tanto que
las formaciones sociales forman parte
de los ecosistemas. Por eso hablamos
de las formaciones sociales y territoriales;
empero, ¿qué es lo que se separa
imaginariamente de la naturaleza, ¿la sociedad, es decir la sociedad institucionalizada? Concretamente,
el Estado. Tal parece que así sucede, el Estado, como síntesis política de la
sociedad plural, se constituye como el proyecto mismo de la separación entre sociedad y naturaleza,
es decir, sobre la base y los procesos de una economía política social, sobre todo moderna. Se valoriza la sociedad abstracta, la
sociedad humana, como finalidad, y se
desvaloriza el substrato del que proviene la sociedad,
la naturaleza. El Estado es el instrumento
de esta separación, por lo tanto, de
esta economía política, en
consecuencia, de esta fetichización. Por eso, podemos decir que el Estado se
proyecta en el espacio de la geografía política, como un mapa
abstracto. En sí mismo el Estado no reconoce las territorialidades; lo que hace es subsumirlas a la geografía política, hacer desaparecer
sus espesores, para convertirlas en
parte del plano de las cartografías administrativas. Sin
embargo, las territorialidades no
desaparecen, salvo en el imaginario institucional; en la realidad efectiva siguen siendo el substrato ecológico de la formación
social. La economía política social
moderna requiere separar la
sociedad humana de la naturaleza, pues la finalidad
es producir la humanidad como fin de la evolución, también como fin de la historia, siendo la historia ya la narrativa de esta evolución.
En plena crisis ecológica, cuando
la humanidad se encuentra amenazada,
incluso su sobrevivencia está en entredicho, hay una crisis de la propia
economía política, pues su valorización abstracta
está directamente cuestionada. El desarrollo
terminó evidenciando sus grandes costos, transferidos a la naturaleza, además
de cobrar costos sociales asombrosos. Las hendiduras de las huellas ecológicas abrazan el planeta
amenazadoramente, anunciando la desaparición de la vida, cobrando a su paso la
muerte de especies y seres orgánicos. Los ciclos vitales se encuentran
alterados a tal punto que la crisis
ecológica adquiere las formas de lo que se llama eufemísticamente “cambio
climático”. En estas condiciones apocalípticas, las territorialidades reaparecen a la mirada humana como memoria cultural, también como resistencia ecológica. Así mismo como alternativa vital ante la civilización moderna, patentizada como civilización de la muerte. La defensa de
las territorialidades es como defensa
del hogar, del Oikos, de lo que queda
como herencia vital a las generaciones presentes y porvenir.
Tariquía
La Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía se encuentra en
la región sureste del Departamento de Tarija, abarca las provincias O’Connor,
Arce, Gran Chaco y Cercado. Lo que comprende los municipios de Padcaya, Entre
Ríos, Caraparí y Tarija. Se expande en la región fisiográfica del
subandino sur, caracterizada por abruptas serranías paralelas y profundos valles,
orientados al rumbo mayor de la Cordillera. La hidrografía está definida por
las cuencas de los ríos Salinas, Rarija y Chiquiacá. El Área corresponde
mayormente a la subregión biogeográfica bosque húmedo montañoso de Yungas
o Bosque Tucumano-Boliviano. Tariquía expresa una destacada belleza paisajística,
otorgada por el relieve montañoso y sus bosques conservados. En su
configuración territorial se encuentran ruinas de las misiones jesuíticas y
dominicas. La población está conformada por campesinos inmigrantes de otros
valles y del Chaco.
La Reserva contiene potencialidad para
desarrollar programas de manejo de vida silvestre con repercusión y
aplicabilidad regional, es indudablemente una reserva natural de una valiosa diversidad
de recursos genéticos. Las principales amenazas que enfrenta provienen del
avance de la frontera agropecuaria y el desbosque en terrenos de pronunciada
pendiente, también de la explotación maderera y del impacto del ganado,
vacunos, ovinos y caprinos. Así mismo, el establecimiento de programas de manejo
turístico no regulados, constituiría un riesgo para la estabilidad de los
ecosistemas.
El clima de
la región varía de templado a cálido, según la variación altitudinal. El
régimen de pluviosidad cambia de subhúmedo a perhúmedo en las zonas de mayor
exposición a las lluvias orográficas y neblinas, en un rango aproximado de 900
a 3.000 mm anuales. El rango latitudinal oscila entre 3.400 y 900 msnm.
Se tienen registradas
808 especies de flora y se estima la existencia de 1500 especies de plantas
superiores. La Reserva es la única Área Protegida del país, que resguarda
muestras bien conservadas del bosque del Yungas Tucumano-Boliviano.
Existen zonas de bosques nublados de ceja de monte, además de
praderas neblinosas de altura, que corresponderían a formaciones de
afinidad parámica. También se presentan en las zonas menos húmedas
transiciones al bosque seco de valles mesotérmicos y bosque seco del Chaco
serrano. La vegetación presenta una estratificación altitudinal, en la que se
distinguen: Selva pedemontana, entre 400 y 900 msnm, con una
precipitación de 900 mm y una temperatura de 20°C, siendo éste el sector más
seco. La selva montana entre 900 y 1500 msnm, cubre casi el 80% de la reserva,
siendo el sector más húmedo con una precipitación entre 1500 a 3000 msnm. El
bosque montano, por encima de los 1500 msnm, en el que se encuentran bosques
oligo-específicos de pino de monte (Podocarpus parlatorei) y aliso (Alnus
acuminata). En estos bosques se pueden encontrar unas 112 especies
arbóreas, siendo las más comunes el cebil (Anadenanthera coumbrina), la tipa (Tipuana
tipu), el barroso (Brepharocalyx salicifolius), el nogal (Junglans australis),
el laurel (Cinnamomum porphyria), el cedro (Cedrela lilloi), los tajibos
o lapachos (Tabebuia spp) y muchas especies de la familia de
las mirtáceas.
Se tienen registradas
406 especies de fauna en la Reserva. La fauna del Área se caracteriza por la
presencia de especies que se encuentran amenazadas en Bolivia como el oso
jukumari (Tremarctos ornatus), el puma (Felis concolor),
la taruca o venado andino (Hippocamelus antisiensis), el yaguar (Panthera
onca), el quirquincho (Dasypodidae), el taitetú (Tayassu tajacu),
el mono silbador (Sapajus apella), aves como el papagayo
militar (Ara militaris bolivianus), el tucán (Tucán toco),
el loro (Amazona tucumana), la pava del monte (Penelope
dabbenei), el tero-tero, el chajá y varias especies de aves
pequeñas, que son raras o se encuentran amenazadas. Se estima la existencia de
unas 400 especies de aves, de las cuales 241 especies están registradas[1].
El “gobierno progresista”
ha decidido arrasar con Área Protegida de Tariquía y convertirla en concesión hidrocarburífera;
todo a nombre del desarrollo
nacional. Para tal efecto, como es de costumbre, hace caso omiso de la
Constitución y desecha los derechos colectivos
y territoriales consagrados en la
Carta Magna. Tramposamente alude a una “consulta” efectuada, que obviamente no
cumple con lo que exige la Constitución: Consulta con Consentimiento, Previa
Libre e informada. En respuesta el pueblo de Tarija se ha movilizado en defensa
de Tariquía; se ha lanzado a un paro departamental.
A propósito del
paro, Beatriz Layme escribe:
El paro cívico en defensa de la reserva natural
de Tariquía fue contundente. Tarija amaneció ayer con sus principales
vías cerradas con la tricolor boliviana y con carteles con leyendas como “Hoy y
siempre, Tariquía se respeta”.
“Fue un éxito”, afirmó el presidente del Comité
Cívico de Tarija, Juan Carlos Ramos, al hacer un balance de la jornada.
Asimismo, el dirigente anunció que los tarijeños se mantendrán en “vigilia permanente”
y que una comisión se trasladará hasta Chiquiacá para reforzar el bloqueo, que
desde hace cinco días impide el ingreso de las petroleras a la zona.
Es la primera vez que una región paraliza sus
actividades en defensa de una reserva natural. En una anterior oportunidad
fueron los indígenas del TIPNIS quienes asumieron medidas de presión en contra
de las políticas que impulsa el Gobierno para explotar en áreas protegidas.
“Nosotros vamos a estar de lado de nuestros
hermanos chiquiaqueños, es el compromiso de todo el pueblo tarijeño, porque
todos nosotros vivimos del aire que sale de la reserva”, manifestó el cívico,
quien insistió en que la medida de presión “fue un éxito” en Tarija y en
otros municipios. Citó como ejemplo el caso de Entre Ríos.
Diferentes sectores, como el transporte, las
universidades, instituciones bancarias, el magisterio urbano y población en
general instalaron diferentes puntos de bloqueo que paralizaron la ciudad
de Tarija.
La Policía, desde tempranas horas,
reportó bloqueos en Entre Ríos, San Lorenzo y en la ciudad de Tarija.
Las calles fueron cerradas con carteles
en los que se leía: “Los maestros unidos en defensa de Tariquía”, “Respeto a la
reserva natural de Tariquía”, “Hoy se vende memorias especialmente para
aquellos que tanto hablan de defender la Madre Tierra”, “Cuidar la naturaleza
es cuidar a nosotros”, entre otras leyendas, según se observó en
fotografías.
La diputada Lorena Gareca explicó que
el paro cívico fue contundente para demostrar el Gobierno que “Tarija asumió
conciencia y convicción en la defensa de la reserva de Tariquía y que el único
color que tiene es el medioambiente”.
Mientras que en Chiquiacá, los comunarios,
que instalaron un punto de bloqueo en rechazo al proyecto de exploración petrolera, expresaron
su agradecimiento por el respaldo tarijeño.
“Luchamos en defensa de
Tariquía, que tiene una linda riqueza natural. Aquí sembramos maíz, criamos
cerdos y gallinas”, expresó una comunaria, quien denunció que el Gobierno no
cumplió con la consulta previa.
PETROBRAS y YPFB Chaco pretenden
ingresar a la reserva para iniciar operaciones de exploración y explotación.
Afirman que tienen el permiso de los comunarios, pues se cumplió con la
consulta previa[2].
Rafael Puente, en un artículo titulado El ejemplo de Tariquía, dice:
Tarija como
departamento, pero de manera muy especial la zona de Tariquía, nos están dando
un ejemplo que nos hacía mucha falta. Porque la lógica predominante en nuestro país
y, por supuesto, cada vez más reforzada por nuestro actual Gobierno, es la de
que la Madre Tierra tiene nomás que sacrificarse para el supuesto “desarrollo”
de las regiones que poseen recursos que se pueden explotar y exportar.
Y eso vale principalmente —aunque no
únicamente— para los recursos petrolíferos. Queremos capital disponible, aunque
sea a costa de sacrificar a la naturaleza. Y precisamente Tarija es el mayor
exponente de cómo después la mayor parte de esos recursos se malgastan, y,
encima de quedarnos sin naturaleza, nos quedamos sin desarrollo…
Sin embargo, ahora, para defender la
reserva natural de Tariquía, la población se ha movilizado en el marco de un
paro cívico —convocado por el Comité Cívico Departamental— que por lo visto fue
contundente. Cierto que el presidente departamental del MAS afirma que el paro
sólo se llevó a cabo en la capital y que fue un fracaso en el resto del departamento,
concluyendo de ahí que el Comité Cívico “ya no existe” por su comportamiento
inorgánico.
Sin embargo, el comandante de la
Policía —que por su cargo está más al tanto del problema que el presidente del
MAS— informó de consistentes bloqueos de caminos en San Lorenzo, Entre
Ríos y en otros lugares del departamento. Además, está el dato de que
precisamente en Chiquiacá hace cinco días que el bloqueo se mantiene con
fuerza.
Ya es hora de que alguna región del
país nos diga a todos los bolivianos que le dan más valor a la conservación de
su medioambiente —a los tristemente famosos derechos de la Madre Tierra— que a
la extracción de recursos naturales exportables y que en teoría podrían
capitalizar el desarrollo de toda la región. Y así andamos, sacrificando
territorios enteros —¡y el lago Poopó! — para satisfacer la voracidad de las
empresas mineras (incluyendo a las mal llamadas cooperativas), talando más y
más bosques para cultivar soya transgénica, planificando megarrepresas hidroeléctricas,
trazando una carretera por el TIPNIS, utilizando glifosato y otros productos
tóxicos. Todo en aras del “desarrollo” y, por tanto, a costa de renunciar al
Vivir Bien.
Tal es la posición que podemos
aprender de Tarija, donde además se han movilizado sectores que podríamos
suponer que se sienten ajenos al problema, como es el caso del transporte, de
las universidades, ¡de las instituciones bancarias! o el magisterio urbano. Los
maestros y maestras están repartiendo “memorias” en las que se explica a
aquellos que tanto hablan de “defender la Madre Tierra”, que para defenderla
hay que seguir protegiendo los parques nacionales y que cuidar la naturaleza es
cuidarnos a nosotros…
El mencionado presidente del MAS
afirma que hubo una consulta previa que sí autorizaba la entrada de empresas
petroleras a Tariquía. Pero los comunarios de Tariquía niegan la existencia —¿o
el valor? — de esa consulta (que de todas maneras sería discutible, ya que no
se puede consultar sobre principios constitucionales).
Qué bien que esta lección esperanzadora
nos venga de la chura Tarija, de ese departamento de cultura pacífica y
convivencial, al que en el himno Salve oh patria sólo se le valora “su tipo
andaluz”… Pero está claro que sus valores son muchos más. Gracias, hermanos chiquiaqueños
y tarijeños en general, a ver si los otros ocho departamentos también nos
reconocemos como hijos de esa Madre Tierra y asumimos la responsabilidad de
defender lo que queda de esa madre, hasta ahora cada vez más contaminada y más
destruida.
Y puestos a desear, desearemos también
que nuestro Presidente y su gobierno recuerden que entre las grandes novedades
de la nueva Constitución están la defensa de los derechos de la Madre Tierra y
la sustitución del horizonte del Desarrollo por el horizonte del Vivir Bien. ¡Ukhamau![3]
Reflexiones en torno a Tariquía
Hay
que situarse en una perspectiva histórica y mundial, combinándola con las
perspectivas locales, que son las que le dan contenido y materialidad. Lo
primero que hay que anotar es que lo que está en cuestión son los logros de la civilización moderna, caracterizada por
el economicismo como la civilización del
desarrollo. Como dijimos antes, el desarrollo
tiene un costo muy grande en lo que respecta a las dinámicas vitales, que son dinámicas
eclógicas. La que ha pagado los costos del desarrollo, transferidos a la naturaleza,
es la vida, los ciclos vitales del
planeta, los ecosistemas, es decir, el substrato
vital de las sociedades orgánicas, no
solo de las sociedades humanas.
Haciendo un balance, este costo no se justifica porque se ha producido muerte,
correlato empírico de la ilusión del desarrollo. Lo segundo que hay que
anotar es que las versiones, aparentemente opuestas, sobre todo ideológicas y políticas,
no son antagónicas, incluso no son contradictorias, sino resultan, mas bien, complementarias. El liberalismo ha perseguido el desarrollo
mediante el libre albedrío de la mano
invisible del mercado. El socialismo
ha perseguido el desarrollo mediante
la intervención del Estado y la socialización de los medios de producción.
Ambas versiones tienen como utopía la
modernidad, la vertiginosa e
insaciable modernidad. El resultado histórico de las dos versiones es complementario y a la vez paradójico; el liberalismo logró el desarrollo
mediante la economía de la abundancia,
vale decir de la sobreproducción; el socialismo logró el desarrollo mediante la economía
de la escasez, vale decir de la subproducción.
Paradójicamente abundancia y escasez se complementan en la economía-mundo capitalista. Ambas versiones políticas e ideológicas
diferentes se desenvolvieron en el mismo sistema-mundo
capitalista; es más el socialismo
no fue otra cosa que un capitalismo de
cuartel[4].
En
consecuencia, ambas versiones ideológicas y políticas transfirieron los costos
a la naturaleza; compartieron el
mismo prejuicio religioso monoteísta de la dominación
del hombre sobre la naturaleza. Este común principio
evidencia que forman parte del mismo paradigma
civilizatorio, que cosifica a la naturaleza, convirtiéndola en recurso natural subsumible a procesos de
acumulación, que unos denominan de capital y otros denominan socialista. La valorización abstracta
fue el postulado de ambas versiones; por lo tanto, ambas versiones histórico-políticas
forman parte de la marcha desbordante de la economía
política generalizada.
La
tercera anotación tiene que ver con las versiones ideologías y políticas
posteriores; por ejemplo, el neoliberalismo
y el neopopulismo. A diferencia de
las versiones anteriores, que hacen como su referente inaugural, incluso matriz
histórico-política, se trata de formaciones
discursivas menos elaboradas, incluso más restringidas en sus pretensiones.
Se puede decir, haciendo paráfrasis, que se trata de comedias respecto a las tragedias
iniciales. De todas maneras, con estas versiones ocurre algo parecido; a pesar
de presentarse como proyectos antagónicos, se trata de tendencias histórico-políticas
complementarias. Por otra parte, ambas versiones siguen el paradigma de desarrollo, aunque lo hacen con discursos distintos y
hasta guiones diferentes. El neoliberalismo propone la competencia como mecanismo dinámico de
la economía, en tanto que el neopopulismo
se propone mediante la redistribución
como aproximaciones tibias a la igualación social. Sin embargo, ambas versiones
contemporáneas ideológicas y políticas siguen obsesionadas con la finalidad del desarrollo. Lo que habrían cambiado son las condiciones históricas-económicas del sistema-mundo capitalista y, por ende, las condiciones singulares de las economías
nacionales. Bajo la dominancia del capitalismo financiero y especulativo ya
no se apunta a la industrialización, propiamente dicha, sino a la tasa de
retorno rápida, por lo tanto, a la especulación financiera. Esto se ajusta
plenamente al rubro de inversión en expansión, por excelencia, en esta etapa
del ciclo del capitalismo vigente: la inversión en el extractivismo. Incluso los avances tecnológicos son destinados a
mejorar la explotación extractivista, cada vez más demoledora, intensiva y
expansiva.
La
cuarta anotación corresponde a la intervención del “gobierno progresista” en el
Área Protegida de Tariquía. Desde la perspectiva de la historia reciente, se
puede decir que el “gobierno progresista” continua el sendero abierto por los
gobiernos anteriores en lo que respecta al modelo
colonial extractivista del capitalismo dependiente.
David
Maygua escribe:
No será la primera vez que la
transnacional brasileña Petrobras y la subsidiaria YPFB Chaco ingresen a la
Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía (Rnfft) para realizar trabajos de
exploración en las áreas petroleras de San Telmo Norte y Astillero.
En 1968, según datos del proyecto de
“Gestión de Pasivos Ambientales en Áreas Protegidas y su Influencia en el
Recurso Hídrico”, y del Sernap, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos
(YPFB) perforó el pozo Cambarí y actualmente tiene una filtración de petróleo
que emana con destino al río.
Siete años después perforaron el pozo
Churumas X1 y en 1991 el pozo Domo que se encuentra a unos 5 kilómetros del
campamento ecoturístico El Cajón, en la margen del río Grande de Tarija.
La actividad exploratoria no se detuvo
en la Reserva de Tariquía y en 1992 YPFB realizó la perforación del pozo
Churumas X2.
Estos pozos petroleros abandonados
figuran como pasivos ambientales en el informe del Servicio Nacional de Áreas
Protegidas (Sernap) debido a que contaminan algunos cursos de agua en el área
protegida que contienen varias fuentes del líquido vital y es generadora de
3.000 milímetros (mm) de lluvias al año.
La intervención petrolera se realizó
antes de que el gobierno de Víctor Paz Estenssoro en 1988 emitiera el Decreto
Supremo 22277 que establece la creación de la Reserva Nacional de Flora y Fauna
de Tariquía (Rnfft).
El exgeólogo de campo de YPFB, Gustavo
Navarro, admitió que la petrolera estatal ingresó al área protegida para
perforar pozos en Churumas y que por problemas técnicos se tuvieron que
abandonarlos.
Según Navarro, se perforó el pozo
Churumas X2 hasta la formación geológica Los Monos y no se llegó a Huamampampa,
pero es una reserva con un potencial de gas natural que puede ser explotado en
caso de que el pozo Bermejo X44 tenga problemas de abastecimiento.
“Antes la gente no hacía problemas,
YPFB ingresaba y salía como en su casa, no tenían inquietud ni pedían nada y
seguían viviendo en la miseria. Ahora ponen a la naturaleza para exigir
compensaciones económicas por el impacto ambiental”, dijo el extécnico de la
petrolera estatal.
Para el asesor ambiental del
Ministerio de Hidrocarburos, Jorge Ríos, antes no había Ley del Medio Ambiente
y las empresas petroleras hacían lo que querían sin control alguno, pero ahora
el escenario ha cambiado totalmente porque se tienen una cantidad de normas
ambientales que garantizan la protección del medio ambiente.
El pozo Cambarí, que es el más antiguo
dentro de la Reserva de Tariquía y contamina una afluente que lleva el mismo
nombre, está a 55 kilómetros de la carretera entre Tarija y Bermejo ingresando
por la comunidad El Salado.
Los pozos Churumas X1 y X2 están
situados aproximadamente a unos 30 kilómetros del camino Bermejo – San Antonio,
en el límite fronterizo con la Argentina.
Más allá del accionar de los comunarios
de Chiquiacá, que se oponen a la exploración, y el apoyo de la institución
cívica y plataformas ambientalistas, el área protegida ya fue intervenida por
la petrolera estatal a finales del 60, a mediados de la década del 70 y
principios del 90[5].
Ante la movilización social en defensa de
Tariquía y el pedido de acción de cumplimiento de los comunarios, la Sala Constitucional Primera del Tribunal
Departamental de Justicia (TDJ) de Tarija rechazó ayer la acción de
cumplimiento presentada por los comunarios del área de influencia de la Reserva
Nacional de Flora y Fauna de Tariquía.
Con este recurso
jurídico, los pobladores del área protegida buscaban que se realice la consulta
previa para autorizar o no el ingreso de las petroleras a la zona.
El vocal del TDJ,
Ernesto Mour, señaló que la decisión se la asumió debido a que los denunciantes
equivocaron los términos “informar” con “pedir” una consulta previa, por lo tanto,
la competencia del TDJ no fue abierta.
La asambleísta
María Lourdes Vaca, una de las que acompañó la presentación del recurso, dijo
al diario El País de Tarija que los comunarios tienen tres días para impugnar
la resolución mediante la corrección de las observaciones del tribunal.
“Mediante una
notificación hicieron conocer el rechazo ‘in limine’. Eso refleja una
incapacidad de resolver un tema muy claro y con fundamentos jurídicos para
actuar en consecuencia”, expresó Vaca.
Un rechazo “in
limine” significa que la decisión se sustentó en aspectos de forma y no de
fondo, por lo que se realizará una verificación para enmendar las observaciones
y volver a presentar la acción de cumplimiento, explicó Vaca.
Así también, dijo
que “cuando uno sabe que está actuando dentro del marco de la legalidad y del
derecho, no hay que perder la esperanza y la fe. Tenemos todos los fundamentos
y pruebas para demostrar la violación que hubo”.
Falta la
conminatoria
Por su parte, el
asambleísta Mauricio Lea Plaza, quien también asesora en este recurso jurídico
a los comunarios, dijo al diario cruceño El Deber que la demanda fue rechazada
debido a que todavía no se agotaron las instancias de conminatoria ante las
autoridades recurridas y lo que corresponde es subsanar para volver a
presentarlo.
“Ellos dicen que
faltaría la conminatoria o exigencia específica al ministro de Hidrocarburos,
Luis Alberto Sánchez, y de la autoridad de Medio Ambiente, para que se
pronuncien. Se hará el requerimiento para lograr ese pronunciamiento y así
cumplir lo que plantea la Sala Constitucional del Tribunal”, indicó Lea Plaza.
A las autoridades
gubernamentales se les dará un plazo de 10 a 15 días para que se pronuncien al
respecto.
“En mérito a los
fundamentos expuestos, las normas citadas y los razonamientos jurisprudenciales
vinculantes en estricta observancia del artículo 203 de la CPE (Constitución
Política del Estado), la Sala Constitucional Primera del Tribunal Departamental
de Justicia de Tarija declara la improcedencia ‘in limine’ de la presente
Acción de Cumplimiento”, dice textualmente el fallo del tribunal tarijeño que
lleva la firma de los vocales Ernesto Mur y Heidy Calderón.
Reclaman una
consulta previa
La Acción de
Cumplimiento fue presentada por un grupo de comunarios el pasado miércoles,
cuando se llevaba adelante el paro cívico movilizado de 24 horas decretado en
defensa del área protegida.
La Acción de
Cumplimiento “tiene el objetivo de conminar a las autoridades a que cumplan la
Constitución Política del Estado. Se debe ejecutar una consulta previa antes y
no siete meses después. Se debe respetar la normativa vigente”, declaró en ese
entonces María Lourdes Vaca, asambleísta de Tarija[6].
Como se puede observar, el “gobierno
progresista” persiste en el mismo modelo
económico, que ya siguieron los anteriores gobiernos, sean los
inmediatamente antecesores, los neoliberales,
sean los nacionalistas, los liberales y conservadores, ni hablar de las
dictaduras militares, que se comportaron mecánicamente con relación a lo que tenían
a mano. Lo que cambia es el discurso,
quizás también el guion, pero, lo que persiste es la misma trama, también, por lo tanto, el mismo entramado de la dependencia.
Sergio Almaraz Paz escribió sobre los cementerios mineros que nos dejó la
explotación minera; esa es la “riqueza” que quedó para el país, esa es la huella de muerte que dejó esta obsesión
del progreso, perseguida mediante el
procedimiento de la explotación
extractivista. Ahora, también podemos hablar de los cementerios hidrocarburíferos, que nos deja la explotación extractivista
del petróleo y el gas. El “gobierno progresista” ha expandido intensivamente el
modelo colonial extractivista del
capitalismo dependiente; paradójicamente, ahora somos más dependientes,
bajo la expresión de un discurso político que pretende, precisamente, la
independencia nacional. La ironía de esta política y de esta ideología
populista es que se usan los símbolos culturales indígenas, la referencia a la Pachamama,
la demagogia nacionalista, para precisamente, por el contrario, llevar a cabo,
de manera desmesurada, el saqueo de
los recursos naturales y la
explotación y marginación de su población y los pueblos.
[1] Reserva nacional de flora y fauna de Tariquía. https://es.wikipedia.org/wiki/Reserva_nacional_de_flora_y_fauna_de_Tariqu%C3%ADa.
[2] Ver de Beatriz Layme Paro contundente en Tarija por la reserva de Tariquía. Página Siete; La Paz.
[4]
Leer de Robert Kurz El colapso de la
modernización. Editorial Marat.
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