Máquinas de guerra contra máquinas de captura

Máquinas de guerra 

contra máquinas de captura 

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es menester volver a reflexionar sobre lo que fue la conquista y la colonización, sus alcances e irradiaciones hasta nuestros días, en una actualidad donde emergen políticos histriónicos, que quieren imponer el régimen económico de la esclavización generalizada, que desconocen los derechos conquistados sociales y del trabajo, que quieren empujar al hambre a la gran mayoría de la población del país, para que cuadren las estadísticas del superávit. El personaje, de esta película de terror observa, como inhumanos a sus semejantes. No solamente los animaliza, en el sentido que sólo sirven para entregar su cuerpo y su vida en periodos de trabajo, que van más allá de las ocho horas, reconocidas por la Constitución, en una época donde ya se sugiere disminuir aún más las horas de trabajo, para que las familias puedan gozar de la vida, dedicarse a la recreación, a la estética y a la formación cultural. Hemos dicho que esto suena a un proyecto altamente retrógrado, hemos usado como referente de la decadencia, para designarlo como nueva metáfora de las cavernas. Entonces hemos dicho que este neoliberalismo retornado, autonombrado "radical", es anacrónico y es como volver a las cavernas. Sí en la metáfora filosófica de la caverna de Platón solo se veía sombras, en la metáfora virtual de la posmodernidad bizarra solo se ven siluetas en la pantalla de televisión.

 

 

¿Podemos hablar de un modo de producción durante el evento traumático de la conquista o, más bien, estamos obligados hablar de un modo de destrucción? Como lo hicimos en un ensayo sobre el antiproducción. ¿Podemos hablar de un modo de producción durante la colonización, la expansión colonial y su consolidación? Ciertamente nos referimos tanto a la conquista así como a la colonización, que vienen a ser momentos constitutivos del sistema mundo capitalista. Sistema mundo que tiene como sustrato el colonialismo, donde se da lugar el despojamiento y la desposesión generalizadas en el continente de Abya Yala. El sistema mundo capitalista supone su núcleo organizador, que es el modo de producción capitalista. ¿Empero, podemos hablar de la implementación de un modo de producción en el continente conquistado o, como hemos dicho anteriormente, debemos hablar de un modo de destrucción? 

 

 

Otra pregunta: ¿Por qué se dan ahora, en la actualidad, en esta modernidad tardía, que parece clausura del sistema mundo moderno y del sistema mundo capitalista, nuevamente características análogas a la conquista y la colonización, es decir, la tendencia al fenómeno de la esclavización generalizada, del despojamiento y la desposesión generalizadas? Cuando se experimenta revoluciones tecnológicas y científicas de manera permanente. Esto parece una paradoja perversa en pleno crepúsculo del sistema mundo capitalista.

 

 

Comencemos entonces, empecemos con la obsesión por el oro y la plata, que se hizo manifiesta con exacerbada evidencia en los conquistadores. Se puede decir que todos sus emprendimientos se aplicaron a la extracción minera del oro y de la plata. Lo demás las fundaciones de ciudades, la organización institucional colonial, partiendo de las encomiendas, pasando por los repartimiento, la conformación de la mita colonial, la conformación de las haciendas, la consolidación de las administraciones coloniales, que hacen al Estado colonial, a los virreinato y a las capitanías, no son otra cosa que instrumentos, dispositivos y mapas institucionales para lograr el objetivo de la extracción del oro y de la plata. El oro y la plata se convierten en objetos preciados, en materias y objetos del poder. Todo adquiere sentido de acuerdo a la valoración e iluminación que irradian imaginariamente el oro y la plata. El oro y la plata se convierten en centros gravitatorio de todos estos circuitos y recorridos, pasando por las explotaciones mineras, coloniales. 

 

 

¿Para qué utilizaban los españoles el oro y la plata? Para enriquecer las arcas de la Corona. Parte se usaba para acuñar moneda y engrasar los circuitos monetarios. ¿Se puede decir acaso que esta emisión monetaria desmedida provoca las primeras inflaciones de la modernidad? Esta pregunta es sugerente puesto que nos muestra simplemente el fetichismo monetario, que viene a ser también el fetichismo del oro y de la plata. Por eso se dijo en una posterior evaluación histórica que, mientras España tenía la vaca otros tomaban la leche. ¿Qué queremos decir con esto? Para hablar en términos de Adam Smith, que la prosperidad y la riqueza de las naciones viene fundamentalmente por la producción, por la organización de la producción, que supone la división del trabajo y la especialización. ¿Acaso esto no ocurrió en el imperio español, más abocado a extraer oro y plata de los los yacimientos mineros, a descubrir nuevas minas, a encontrar el el mito de la ciudad dorada, a descubrir la urbe, bañada en oro, perdida entre las montañas o en la selva? Por lo tanto es menester cuestionar los alcances del concepto de modo de producción, requerimos resolver esa paradoja, que se da entre el modo de producción y modo de destrucción. Llamemos a esto la paradoja del modo de producción, que es a su vez modo de destrucción. 

 

 

Se ha escuchado decir a alguien que no hay desarrollo sin destrucción, justificando la destrucción que ocasiona el desarrollo. ¿Es éste el destino de la humanidad, destruir para producir, efectuar el desarrollo con la destrucción? Parece una condena y una fatalidad. En la medida que avance el desarrollo se destruyen las condiciones de posibilidad del desarrollo, es decir, se destruyen los ecosistemas, los territorios las cuencas, se contamina el agua, se contamina el aire, se agotan los recursos naturales, convertidos en materias primas de la producción, dejando cementerios mineros y profundos huecos de muerte. Esto sería parecido a una paradoja del mito de Prometeo, que entrega el fuego a los humanos para que se liberen, en tanto que los humanos lo usan para incinerar bosques. Entonces Prometeo no muere por su condena, que su hígado es comido por el águila depredadora, hígado que se reconstituye constantemente, ocasionando entonces una eterna tortura, sino que Prometeo muere por el uso o el mal uso de los humanos del fuego entregado. Hablamos de la muerte eterna de los dioses. Un eterno retorno de la condena, que, en este caso, sería la condena de los humanos, su desaparición.

 

 

Ciertamente no puede ser la condena y el destino de los humanos, salvo la impuesta por el poder, por la dominación, por la colonización y el capital. Este desarrollo no es pues tal, porque desde el punto de vista de los ciclos largos ecológicos no es más que la extensión inaudita de las huellas ecológicas que toman la tierra. Este desarrollo capitalista no es, de ninguna manera, el desarrollo de la humanidad, sino más bien, para decirlo de ese modo, es una involución. Se trata de la inhibición de su potencia, de su cosificación absoluta, de su inhumanización.

 

 

La conquista y la colonización corresponden a un Estado monárquico, a la monarquía absoluta española, también a la monarquía absoluta portuguesa, así como, más tarde, al constitucionalismo monárquico del Reino Unido y de Gran Bretaña. Sin embargo hay que decir que estos estados monárquicos no pueden entenderse sin el antecedente, el referente y la persistencia del Estado antiguo, del Estado despótico oriental. No sólo porque es primero, que adquiere las características de imperio, sino porque los otros Estados no orientales no dejan el referente del Estado oriental imperial, fuera de establecer relaciones con este Estado. Podemos decir que estamos ante un mundo político en formación, en el cual aparecen diversas formas de Estado, siendo el Estado antiguo oriental el principio, la inauguración de la genealogía de los Estados, además de ser el substrato histórico y cultural y su fundamento de la genealogía estatal. 

 

 

Con la conquista de Abya Yala la monarquía absoluta española se convierte en un gran imperio. Como tal, se impone, se expande y se consolida a través de conquistas sucesivas y oleadas de colonización sucesivas. Es decir, la integración del continente a través de una sistemática violencia desatada. Esa violencia se extiende al África, que va a ser el continente que va entregar poblaciones de esclavos a la comercialización perversa de cuerpos, en el naciente sistema mundo capitalista. Por eso decimos que la colonización es a la vez despojamiento y desposesión de territorios, así como la esclavización generalizada. 

 

 

Que se haya pasado de esta monarquía absoluta imperial a los Estados nación independientes no quiere decir que se han desapegado de la forma de gubernamentalidad colonial, desplegada por el Estado monárquico absoluto. Al contrario, los Estados nación emergen de las administraciones coloniales, manteniendo sus fronteras, los espacios de los virreinato y capitanías. En consecuencia, persiste la herencia espacial del Estado monárquico absoluto e imperial en lo que corresponde a la instalación de los Estados nación liberales.

 

 

Por otra parte, la administración criolla, en principio, y después, mestiza, incluso recientemente “indígena”, va a heredar las prácticas de marginamiento, discriminación y violencia colonial, respecto a las poblaciones nativas y a los territorios indígenas. Su gran problema. Como hemos dicho varias veces, son las revoluciones nacional populares las que se abren a una mayor democratización y participación de las poblaciones nativas, otorgando el sufragio universal, tanto a pueblos nativos como a las mujeres. Sin embargo, a pesar de estas conquistas democráticas, la herencia espacial colonial, la herencia del imaginario colonial, perdura, a través de las simbiosis y sincretismo, podríamos decir, parafraseando a Frantz Fannon, se da el ritual de las máscaras blancas en piel morena. Si bien constitucionalmente se convierten las antiguas administraciones coloniales en estos Estados nación, en Estados liberales, es decir, Estados de derecho, tardan en institucionalizar la Constitución, materializar la Constitución, en la estructura y la composición del mapa institucional estatal; tarda en hacerse efectiva institucionalmente la Constitución. Aún así, cuando los Estados nación conforman democracias formales más abiertas, incluyendo generaciones de derechos, inclusive derechos colectivos, no dejan sus herencias coloniales, espaciales, fronterizas, de prácticas corporativas, de pactos, que ya habían instaurado los virreinato desde la conquista de Hernán Cortés sobre Tenochitlan. Lo que Rina Roux llama el príncipe mestizo.

 

 

¿Qué pasa, entonces, con los Estados nación y, actualmente, en Bolivia, con lo que se llama Estado Plurinacional? En primer lugar el Estado Plurinacional no deja de ser Estado, no llega a ser lo que fueron los pueblos y las alianzas de pueblos, las filiaciones y las alianzas territoriales de los pueblos en Abya Yala, confederaciones de pueblos y tejidos territoriales. ¿Cuál es la condena genealógica de estos Estados nación modernos, incluyendo al llamado Estado Plurinacional de Bolivia? 

 

 

La primera respuesta tiene que ver con las oleadas de conquista y las oleadas de colonización. Los Estados nación desenvolvieron la modernidad y desarrollaron el capitalismo, aunque dependiente, usando las prácticas coloniales heredas de despojamiento de desposesión y violencia desenvuelta. El Estado Plurinacional de Bolivia no deja, de ninguna manera, de estar apegado a la modernidad, por más barroca que sea, tampoco al despojamiento y desposesión de los territorios indígenas, incorporados, a través de concesiones, a empresas trasnacionales y privadas, a “cooperativas mineras”, a la voragine destructiva del capitalismo. Por otra parte, como hemos dicho varias veces, el Estado Plurinacional se realiza en una forma de gubernamentalidad clientelar. Algo que implica una mezcla barroca entre colonialismo y modernidad. La convocatoria del mito del mesías político.

 

 

 

El Estado como aparato de captura

 

En adelante expondremos las tesis de Gilles Deleuze y Félix Guattari sobre el Estado como aparato de captura. Esas tesis se exponen en Mil mesetas; capitalismo y esquizofrenia[1].

 

 

De acuerdo a los autores mencionados el primer polo de captura es imperial o despótico. Se dice que la arqueología lo descubre por todas partes, no solo en Asia. Urstaat inmemorial, dado desde el neolítico, inclusive quizás antes. Al respecto, ya hablamos de la tesis de Marx sobre el modo de producción asiático, al que le atribuye un Estado despótico. Según él la descripción sería la siguiente: Un aparato de Estado, que se dirige sobre las comunidades agrícolas primitivas, las cuales contienen códigos de linajes territoriales. Estos códigos territoriales son sobrecodificados por la primera desterritorialización, que constituye al Estado oriental. El referente simbólico de este poder despótico es el emperador, propietario único y trascendente, amo del excedente o de la reservas, a su vez organizador de la grandes obras. Esto último equivale y corresponde a lo que podemos llamar sobretrabajo. Las grandes obras son fuente de la burocracia y de los funcionarios, que despliegan sus agenciamientos públicos. Los autores mencionados dicen que se trata del paradigma de lazo, del nudo. El régimen de signos de este estado, que implican las sobrecodificaciones, corresponde a un sistema de esclavitud maquínica, la primera mega máquina tal como lo expresa Lewis Mumford, en “La première mégamachine”. (Diogène, 1966)[2].

 

 

En relación una caracterización peculiar del Estado como aparato de captura, los autores mencionados escriben:

 

“El Estado como aparato de captura tiene una potencia de apropiación; ahora bien, esa potencia no sólo consiste en que captura todo lo que puede, todo lo que es posible, en una materia definida como filum. El aparato de captura se apropia igualmente de la máquina de guerra, de los instrumentos de polarización, de los mecanismos de anticipación-conjuración.”[3]

 

 

 

Aparatos de captura

 

¿Qué es un aparato de captura? Es un instrumento o una máquina que captura fuerzas. La separa de lo que pueden, de su potencia. Las deja sin potencia. Una fuerza separada de su potencia es una fuerza sin voluntad, sin voluntad ni potencia y sin voluntad de potencia. Sin capacidad. Se trata de una fuerza incapacitada. Una fuerza vaciada de su contenido, una fuerza atrapada, entonces al servicio del aparato de captura. 

 

 

El aparato de captura no solamente atrapa fuerzas, atrapa también el excedente, antes del excedente atrapa a lo que genere el excedente. Atrapa el excedente de la tierra, la renta. Atrapa el excedente de trabajo, atrapa la fuerza de trabajo y el cuerpo que contiene la fuerza de trabajo. De esta manera puede atrapar el sobretrabajo. Atrapa el excedente monetario, el impuesto, pero antes debe atrapar los yacimientos que contienen el mineral, las fundiciones del metal, el monopolio de la acuñación de monedas.

 

 

El aparato de captura atrapa la tierra, la separa de lo que es como espesor, como geografía y como territorialidad. Separa la tierra de lo que es para apoderarse de la renta. Antes, los territorios fueron atrapados, en realidad, desterritorializados, para dar lugar a la tierra, concepto administrativo del Estado.

 

 

El aparato de captura atrapa el trabajo, lo separa de lo que es, de su capacidad intelectual, psicológica, estética, social y cultural. Atrapa el trabajo para apoderarse de la energía corporal, para de esta manera apropiarse del sobretrabajo.

 

 

El aparato de captura acuña la moneda, le otorga su sello, la moneda sustituye el intercambio. Antes fue arrancada como recurso natural de los yacimientos minerales, después fundidos, para dejar de ser meramente mineral, convertirlo en metal, para así poder definir la moneda en el imaginario social. La moneda ha sido hecha para pagar el impuesto, el tributo. Es después que se la utiliza para el intercambio, para sustituir el intercambio. Una vez convertida en equivalente general de las mercancías. Las mercancías pierden su condición de valor de uso, la comprensión de su utilidad, para convertirse en valor de cambio, valor abstracto, conmensurado, que sirve para ponderar las mercancías por medio del cuantificador, la moneda.

 

 

El aparato de captura por excelencia es el Estado. Hemos hablado de la genealogía del Estado, que supone también la genealogía del poder. Hemos dicho que el Estado se opone a la sociedades nómadas, a la sociedades sin Estado y a la sociedades contra el Estado, en concreto, se opone a las comunidades, que son entidades territoriales. Hemos dicho que el Estado nace en contra de las comunidades, en una guerra iniciada hace cinco mil años contra las mujeres, que encarnan el entrabado comunitario, que simbolizan el entramado vital de los bienes comunes. Sin embargo hay que considerar la hipótesis de Deleuze y Guattari, que dicen, observando la tesis de Pierre Clastres sobre la sociedades sin Estado, que el Estado está desde un principio, por eso las comunidades territoriales, las sociedades nómades itinerantes, buscan constantemente evitarlo a través de estrategias y tácticas, de prácticas de reciprocidad o derroche, donde podemos nombrar al don, lo inhiben lo evitan y lo expulsan. La interpretación de Deleuze y Guattari supone, más bien, una coexistencia, desde un inicio, entre las sociedades nómadas y el Estado, en su fase primeriza y boceto inicial. Esta interpretación contrasta con lo que hemos venido diciendo, aunque no se contradicen por completo. Habría que acercarse más a las dos tesis, la de Clastres, por un lado, y la de Deleuze y Guattari, por otro lado.

 

 

Conocemos la investigación de Clastres en la Amazonia venezolana, donde se encuentra, estudia, describe e interpreta a las comunidades sin Estado. Al respecto, los autores de Mil mesetas, capitalismo y esquizofrenia, suponen que, en todo caso, estas sociedades sin Estado tienen como referente aún al Estado inicial, a su premonición, aunque este Estado inicial aparezca como un fantasma. En el libro citado escriben:

 

“Existen mecanismos colectivos que conjuran y anticipan a la vez la formación de un poder central. Éste aparece, pues, en función de un umbral o de un grado, de tal forma que lo que es anticipado adquiere o no consistencia, lo que es conjurado deja de serlo y surge. Y ese umbral de consistencia, o de coerción, no es evolutivo, coexiste con lo que es anterior a él. Es más, habría que distinguir umbrales de consistencia: la ciudad y el Estado no son lo mismo, cualquiera que sea su complementariedad. La “revolución urbana” y la “revolución estatal” pueden coincidir, pero no confundirse. En los dos casos, existe poder central, pero de distinto tipo. Algunos autores han sabido distinguir el sistema imperial o palatino (palacio-templo) y el sistema ciudadano, urbano. En los dos casos existe ciudad, pero en un caso la ciudad es una escrecencia del palacio o del templo, en el otro, el palacio, el templo es una concreción de la ciudad.”[4]

 

 

Desde nuestro punto de vista esto equivale a la tesis de Michel Foucault, que dice que hay poder porque hay resistencias que vencer. En el caso que citamos podemos decir que hay aparatos de captura porque hay, porque existe, porque vive, lo que hay que capturar. En otras palabras podemos decir que hay el aparato militar, el ejército del Estado, porque hay máquinas de guerra nómadas que hay que capturar. Por lo tanto, se puede hablar en distintas condiciones y circunstancias tanto de sociedades sin Estado y de sociedades contra el Estado.

 

 

Los aparatos de captura se oponen a las rutas a los circuitos, a los recorridos nómadas, porque los amenazan con desbordarlos, incluso destruirlos. Las máquinas de guerra nómadas se oponen a los aparatos de captura porque inhiben su potencia, sus capacidades creativas, hasta podemos decir, sus libertades. Las máquinas de captura no pueden existir sin lo que capturan, en cambio las máquinas de guerra, las sociedades nómadas e itinerantes, las comunidades territoriales, pueden existir sin las máquinas de captura. No hay pues mutua dependencia.

 

Más adelante los autores mencionados continúan su interpretación de la siguiente manera:

 

“En Efecto, el Estado procede de otro modo: es un fenómeno de intraconsistencia. Hace resonar al mismo tiempo puntos, que ya no son forzosamente ciudades-polos, si no puntos de orden muy diverso, particularidades geográficas, étnicas, lingüísticas, morales, económicas, tecnológicas… resonar la ciudad con el campo. Opera por estratificación, es decir, forma un conjunto vertical y jerarquizado que atraviesa en profundidad las líneas horizontales. Así pues, sólo retiene tales y tales elementos cortando sus relaciones con otros elementos que han devenido externos, inhibiendo, frenando o controlando esas relaciones; si el Estado tiene un circuito, ese es un circuito interno que depende fundamentalmente de la resonancia, una zona de recurrencia que se aísla así del resto de la red, sin perjuicio de encontrar aún más estrictamente las relaciones con el resto.”[5]

 

 

Un poco más abajo dicen:

 

“Al mismo tiempo, el poder central de Estado es jerárquico, puesto que sólo por subordinación puede reunir lo que aísla. Por supuesto, hay una multiplicidad de Estados no menos que de ciudades, pero no sé trata del mismo tipo de multiplicidad: hay tantos Estados como cortes verticales en profundidad, cada uno separado de los otros, mientras que la ciudad es inseparable de la red horizontal de la ciudades. Cada Estado es una integración global (y no local), una redundancia de resonancia (y no de frecuencia), una operación de estratificación del territorio (y no de polarización del medio).”[6]

 

 

Ahora bien, tenemos una genealogía del Estado, pero también tenemos una genealogía del capitalismo. Sabemos que el capitalismo supone una nueva desterritorialización, que esta vez implica la descodificación generalizada, en contraste y en contraposición con la sobrecodificación del Estado imperial, también con la codificación de las comunidades territoriales. ¿Entonces, como se han implicado ambas genealogías, la genealogía del Estado y la genealogía del capitalismo? Hemos dicho que el capitalismo podría funcionar sin Estado, porque responde precisamente a la descodificación generalizada, inclusive a las desinstitucionalización de las instituciones tradicionales, que corresponden al Estado antiguo. En consecuencia podríamos suponer que el capitalismo podría funcionar sin el Estado, entonces ¿por qué funciona con el Estado? En una interpretación anterior dijimos que lo hace porque la estructuración estratificada socialmente del capitalismo, las características estructurales del modo de producción, que separa burguesía y proletariado, inclina a la clase que se apropia del excedente producida por el trabajador a restaurar el Estado oriental, para impedir que la descodificación y la desterritorialización sobrepase a la sociedad estratificada, a la estructura social diferencial. Sin embargo, lo que hemos dicho es insuficiente, ahora vamos a intentar otra interpretación, sin desmerecer la anterior que hicimos.

 

 

En tanto que el capitalismo corresponde una segunda gran desterritorialización, después de la gran desterritorialización inaugural del Estado despótico, las dos desterritorializaciones se complementan, en contra de la territorialización inaugural de las comunidades sin Estado, de las sociedades en contra del Estado y la sociedades nómadas. Deleuze y Guattari dicen que las descodificaciones derivan en axiomas, que la sociedad capitalista funciona de manera axiomática, sin premisas, sin códigos, sin simbolizaciones arcaicas. Empero, ocurre que la descodificación no termina de completarse, es incompleta e inacabada. Se detiene, no cruza el umbral. Retorna del umbral al espacio de angenciamientos anteriores, a la restauración del Estado. Ocurre que, paradójicamente, la descodificación capitalista se complementa perversamente con la sobrecodificación imperial. Al funcionamiento del capitalismo en escala mundial, al ser un sistema mundo capitalista, al ser un sistema mundo moderno, al ser un modo de producción capitalista general y globalizado, la captura global de nuevas sobrecodificaciones se dan mundialmente, así como las capturas corporales, limitadas y restringidas al ámbito local, se dan nacionalmente. El capitalismo funciona axiomaticamente, paradójicamente, dentro de los marcos y límites impuestos por los aparatos de captura de la genealogía estatal. 

 

Esto, de la realización del capitalismo a través del Estado, del Estado global y del Estado nacional, también ocurre contra las ciudades. Los autores mencionados escriben:

 

“Por último, el capitalismo triunfará gracias a la forma Estado y no gracias a la forma de ciudad: cuando los Estados occidentales se  hayan convertido en modelos de realización para una axiomática de los flujos descodificados, y como tales hayan sometido de nuevo a las ciudades.”[7]

 

En conclusión, Respecto a esta implicación entre Estado y capitalismo, los autores dicen:

 

“Nosotros definimos las formaciones sociales por procesos maquínicos, y no por modos de producción (que, por el contrario, dependen de los procesos). Así, la sociedades primitivas se definen por mecanismos de conjuración-anticipación; la sociedades con Estado se definen por aparatos de captura; la sociedades urbanas, por los instrumentos de polarización; la sociedades nómadas, por máquinas de guerra; por último, las organizaciones internacionales, o más bien ecuménicas, se definen porque engloban formaciones sociales heterogéneas.”[8]

 

 

 

La otra explicación que anunciamos, tiene que ver con las tesis que acabamos de exponer. Hay Estado porque hay máquinas de guerra que capturar, hay sociedades nómadas que atraviesan las cartografías, hay sociedades contra el Estado, hay sociedades sin Estado. Como substrato de las sociedades institucionalizadas está el substrato de las sociedades alterativas, que se mueven por su espontaneidad. Hay poder no solamente porque hay resistencias que vencer, sino que hay poder porque hay potencia que capturar. El poder y las dominaciones capturan vida. Son contra-vida. Son la muerte que limita la vida, la inhibe, la cohibe, termina anulándola. 

 


 

 


 



Notas

[1] Gilles Deleuze y Félix Guattari: Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos. Valencia 2000. 

[2] Ibídem: Pág. 436.

 

[3] Ibídem: Pág. 444.

 

[4] Ibídem: Pág. 440.

 

[5] Ibídem: Págs. 440-441.

 

[6] Ibídem: Pág. 441.

 

[7] Ibídem: Pág. 442.

 

[8] Ibídem: Pág. 442.

 

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