Consideraciones teóricas y descriptivas sobre la genealogía del poder perverso

 Consideraciones teóricas y descriptivas sobre la genealogía del poder perverso


Raúl Prada Alcoreza



 En el contexto de la economía política generalizada hemos hablado de la economía política de la cocaína, que se encuentra en el campo de la economía política del chantaje. En uno de los textos anteriores escribimos sobre la Estructura perversa del poder y control estatal. Anteriormente escribimos sobre el Diagrama de poder de los cárteles. Con cierta anterioridad escribimos sobre La punta del iceberg, refiriéndonos a lo que se ve, que es poco, en relación a lo que se oculta, que es mucho, respecto a la economía política de la cocaína. También hablamos de Mapas sin centro, acudiendo a la configuración de rizomática para referirnos a las redes del narcotráfico. Haciendo una lista, no completa, relatando algunos textos, también escribimos sobre la Economía política del narcotráfico. Como se podrá ver, se ha venido convirtiendo todo esto en una de nuestras temáticas abordadas, en nuestros análisis críticos y ensayos alternativos. Ahora en este ensayo retomamos el asunto.


Partamos de algunas constataciones a las que llegamos. Primero, hablamos de una economía política generalizada y dentro de esta economía política incorporamos la economía política del chantaje, así mismo dentro de esta economía política singular incorporamos la economía política del narcotráfico y la economía política de la cocaína.

Segundo, a pesar de que distinguimos lo lícito de lo ilícito, lo hemos hecho usando el lenguaje formal e institucional jurídico político. Nosotros señalamos este lenguaje como ideológico o como parte de una ideología estatal. Lo que no quiere decir que creemos en estas demarcaciones formales institucionales, puesto que las consideramos porosas entrecruzadas y atravesadas. Lo que acabamos de decir se ha visto evidenciado en nuestra diferenciación complementaria de los conceptos sobre el lado oscuro del poder y sobre el lado institucional del poder. Asimismo hablamos de la economía mundo institucional y de la economía mundo no institucional, refiriéndonos a las contingencias del lado oscuro. Estas figuras que son en gran parte literarias, luminoso y oscuro, son en el fondo metafóricas, como alguna vez hemos dicho respecto a todo concepto, siguiendo a Jacques de Derrida, cuando publicó su ensayo sobre los Márgenes de la filosofía. Al respecto, también varias veces hemos aclarado que estas diferenciaciones, incluso dualismos, no corresponden a una dialéctica, que supondría un momento de superación y de síntesis de la contradicción. Sino que, en todo caso, se trata de una dialéctica disyuntiva, tal como habla y se refiere a otro pensamiento Gilles Deleuze. Entonces, en conclusión, cuando hablamos de la economía política de la cocaína, sabemos de antemano que se trata de las diferenciaciones en devenir, por así decirlo, de la economía capitalista.

Tercero, hemos supuesto que nos movemos en el devenir, que todo se mueve en el devenir, que de por sí ya es un movimiento complejo y múltiple, un acontecimiento, el acontecimiento del devenir. En este sentido, hemos señalado que cuando hablamos de Estado tenemos que tener en cuenta su propia genealogía; nunca es el mismo Estado, aunque hablemos de esta macro-institución usando un mismo concepto, para referirnos a la misma. En consecuencia tampoco se trata de la misma sociedad, puesto que también está en devenir. Los contextos sociales, económicos, políticos y culturales también se encuentran en devenir; por lo tanto, están en constante cambio. Podemos resumir y decir que están en constante composición, descomposición y recomposición. Desde esta perspectiva tenemos que tomar en cuenta siempre el contexto y el momento, además del locus de la enunciación. Una consecuencia de esto es que el análisis también tiene que adaptarse al devenir, tiene que ser un análisis en el devenir. Esto querría decir que los contextos mismos de nuestros referentes, sean la economía política de la cocaína o la economía política del narcotráfico, también han cambiado. Por lo tanto, debemos atender a las nuevas composiones, desplazamientos y transformaciones.

Cuarto, todos estos análisis mencionados no han perdido de vista la temporalidad del ciclo en que se mueven, no solamente refiriéndonos al ciclo largo del capitalismo vigente, que ya se encuentra bajo la dominancia del capital financiero, especulativo y extractivista, sino aquella temporalidad que comprende a la civilización moderna, que supone mirar desde la macro-historia. Que advierte que la civilización moderna se encuentra en plena decadencia. En este sentido, nuestros referentes de análisis se convierten en síntomas de la decadencia. Desde esa perspectiva recurrimos a una sintomatología en el análisis crítico que abordamos.

Quinto, en la actualidad las sociedades y los Estados han sufrido de un avanzada descomposición, diluyendo sus propias institucionalidades, atrapadas por las paralelas estrategias, tácticas y formas de poder, que corresponden al lado oscuro del poder. En este sentido, el Estado ya no cumple sus funciones, tampoco la sociedad institucionalizada cumple sus funciones. En contraposición, haciendo de resistencias y de contrapoderes, las sociedades alterativas, que son el substrato de toda sociedad institucionalizada, se manifiestan y desenvuelven sus posibilidades de fuerzas contrastantes, buscando liberar su potencia.

Sexto, recogiendo las tesis del ensayo El mundo como espectáculo, retomamos las tesis de Jean Baudrillard sobre la simulación, concibiendo que experimentamos la era de la simulación. En este sentido, hemos señalado a los medios de comunicación como parte de este montaje espectacular de escenarios mediáticos, que pretenden sustituir a la realidad efectiva. Hemos dicho que los medios de comunicación ya no informan, más bien desinforman, encubren y ocultan lo que ocurre, sobre todo cuando se trata se estos temas y problemáticas, así como cuando se trata de la crisis política.

Séptimo, teniendo en cuenta todas estas consideraciones, hemos abordado el acontecimiento político en su devenir, en sus genealogías, en sus diagramas, en sus cartografías cambiantes. Hemos llegado a interpretar que la lucha política ya no es política, en el sentido de las finalidades políticas, sino que se trata de otra guerra, con otros objetivos, quizás, aunque suene paradójico, sin finalidades. En ciertos contextos donde se dan estos fenómenos, que hemos mencionado, de manera de desmesurada, hemos dicho que se trata de una guerra entre cárteles por el control territorial.


Sintomatología de la perversión económica y política 

De acuerdo con datos publicados por la Fuerza de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), el cuerpo policial encargado de la interdicción y lucha contra el tráfico de drogas en Bolivia, cerca de 32,9 toneladas de cocaína fueron incautadas en el país, a lo largo del 2023. 11,6 toneladas correspondieron a incautaciones de pasta base y 21,3 a clorhidrato de cocaína. Comparando y evaluando, la cifra representó un aumento del 62% en las incautaciones de esta droga, con respecto al año anterior, cuando se incautaron 20,3 toneladas.

Teniendo en cuenta este dato de incautaciones, basándonos en que lo que se incauta se encuentra entre el cinco y el 10% de lo que se produce, estimamos que la producción de cocaína en Bolivia está alrededor de las 500 toneladas anuales.

Se sabe que los principales productores de cocaína son Colombia, Perú y Bolivia. Los tres países acumularon una producción estimada de 2.074 toneladas de cocaína en 2021. Esto revelan los últimos datos de la Oficina de la Política Nacional para el Control de Drogas de Estados Unidos (ONDCP), por sus siglas en inglés. En tan solo una década, la producción colombiana se multiplicó más de 3,5 veces, de unas 273 toneladas en 2011 a 972 en 2021, mientras que la peruana se duplicó en el mismo periodo. En Bolivia, la producción de cocaína, aparentemente, se ha incrementado más lentamente, aunque con una tendencia al alza, con un aumento del 49% en la última década.

Teniendo estas referencias, podemos suponer que la producción de cocaína ha subido hasta el 2024, en los países involucrados. Es muy difícil suponer y sostener que, más bien, haya disminuido. Entonces, preferimos mantener nuestra primera suposición. Esto quiere decir que hay una acumulación cuantitativa del fenómeno, que toca un punto de inflexión, a partir del cual se da un salto cualitativo. En consecuencia, las estrategias y objetivos e incidencias de la economía política de la cocaína y de la economía política del narcotráfico cambia, por así decirlo, pasan a una etapa superior, en el sentido de la decadencia de la que hablamos.

Ahora vamos a recoger el reportaje de INFOBAE, que titula Paso a paso, cómo funciona una red de narcotráfico. En el reportaje se hace una minuciosa descripción de los contextos, de las composiciones, de los despliegues y de la transformaciones habidas en el conglomerado de redes del narcotráfico.

El narcotráfico suele montarse sobre redes preexistentes. Pueden tratarse de familiares, o de bandas que se dedicaban a otro tipo de delitos y que tomaron la decisión de entrar al mercado de las drogas. En cualquier caso, el común denominador es que cierta parte de la élite política y de las fuerzas policiales termina participando del negocio. Distintos grupos se asocian, después se distribuyen las tareas, en una especie de división del trabajo. Algunos tienen presencia directa en el territorio se ocupan de la venta al menudeo, otros se encargan del transporte del producto, por último otra, la dominante en la estructura jerárquica, se encarga de establecer vínculos con las instituciones políticas y económicas.

Una vez que se constata que no es lo mismo analizar lo que pasa con distintas drogas y estupefacientes, más abajo se dice que:

La sustancia que más se ha podido estudiar, a pesar de lo difícil que es develar el funcionamiento de la economía ilegal, es la cocaína. Los tres principales centros de producción son Perú, Bolivia y Colombia, geografía que corresponde a las condiciones climáticas que requiere el cultivo de la coca. Se dice que hay diferencias entre los tres países. Por ejemplo, en Perú priman las estructuras familiares que sólo se ocupan de sembrar, cosechar y vender la  coca. En Colombia el funcionamiento es más complejo, porque hay campesinos que cultivan en zonas de escasa presencia estatal, luego la venden al grupo narco que se encuentra dispuesto a comprarla, ya sean bandas criminales o «guerrillas».

Posteriormente viene la etapa del procesamiento de la coca y su transformación en cocaína. Se dice que allí hay una multiplicidad de actores y de formas. Hay laboratorios o cocinas en zonas rurales alejadas, pero cada vez más aparecen también en los grandes centros urbanos. En esta etapa es fundamental la disponibilidad de precursores químicos, sustancias que pueden ser perfectamente legales y utilizadas en la industria farmacéutica, que, a su vez, son necesarias para hacer cocaína de la hoja de coca excedentaria. El requerimiento de usar estos precursores induce al traslado de la red de narcotráfico de un país a otro. Por ejemplo, Colombia estableció, desde hace algunos años, severas restricciones al ingreso de precursores químicos, lo que dificultan la producción de la cocaína en el país. Como consecuencia, distintos bandas empezaron a trasladar la coca hacia Argentina, donde los controles a la importación de estas sustancias químicas son casi nulos. Este es uno de los motivos que explican el avance del narcotráfico allí.

Una vez que la red tiene en su poder un cargamento de droga listo para su distribución debe acordar el destino que le dará. Hay tres grandes destinos para la cocaína que se produce en la región: Estados Unidos -donde el consumo de esta droga viene disminuyendo-, Europa -hay un leve incremento- y el mercado interno latinoamericano -donde es más fuerte el aumento del consumo-. Mientras que el tráfico hacia el norte está dominado por los cárteles mexicanos, la droga que transita por distintos países de Sudamérica, cuyo destino es embarcarse hacia Europa, es en su mayoría controlada por grupos colombianos. En este entramado, Argentina también ocupa un lugar crucial. Por ser un mercado atractivo para la venta minorista -es uno de los países con mayores niveles de consumo de droga en el hemisferio occidental-, y por su lugar estratégico para el comercio mayorista hacia Europa. 

Que el destino de venta de la droga sea uno u otro lugar depende, en gran medida, de cómo deciden pagar los grupos transnacionales los servicios de protección y distribución, que prestan las bandas locales. Una posibilidad es que por custodiar el tránsito desde el norte argentino hasta el océano Atlántico se les pague con droga. De lo que resulta que estas bandas empiezan a venderla en el mercado local. Se dice que otra posibilidad es que los grupos locales decidan comprar la cocaína que pasa por su territorio. Entonces, las estructuras transnacionales empiezan a separar una parte para dejarla allí. Esto les conviene, porque el dinero les llega más rápido que cuando tienen que vender el producto en Europa.

La posibilidad de vender en el mercado local se potencia en momentos en los que aumentan los controles para sacar cargamentos hacia África y Europa. Si bien el precio de la mercancía es menor en la región, los narcos tienen una ventaja, que es la posibilidad de «rebajarla», haciéndola rendir más. Se dice que parte de la droga que se vende en el mercado local no tiene la misma calidad que la que se exporta. Lo que en Argentina llaman ‘paco’ es una droga rendida: de un kilo de cocaína obtienen en cantidad multiplicada que, aunque cueste menos que en Europa, da mucha ganancia. Por eso los mercados locales son una alternativa cada vez más atractiva para los narcotraficantes.

Que distintas bandas locales empiecen a participar de la venta de drogas crea nuevos conflictos en el territorio. Las disputas por el control del mercado local explican gran parte de la violencia y de los asesinatos que se vienen produciendo en la ciudad argentina de Rosario, en la provincia de Santa Fe. Se explica que los estallidos de violencia aparecen cuando se produce un desequilibrio entre bandas. Por ejemplo, cuando una estructura transnacional empieza a apoyar a una banda local con armas y dinero, para que sea su socia en el territorio. Entonces, otros grupos criminales desatan una guerra para entrar al negocio. Se dice que en esos casos se rompe el equilibrio que se daba antes en una zona donde dos grupos convivían sin mayores niveles de violencia. Lo mismo ocurre cuando la policía decide hacer negocios con una banda y no con la otra. O si empieza a perseguir a una, no a la otra.

Se dice que lo que a veces se pierde de vista es que en un contexto de impunidad, donde la autoridad no tiene presencia, la violencia se expande tanto que, a veces, ya no se sabe quién termina cometiendo los homicidios. Por eso, en un contexto de impunidad, la violencia se expande tanto que los homicidios ocurren cotidianamente. De esta manera no se puede comprender el accionar de las redes de narcotráfico si no se ve que la complicidad de las autoridades policiales y políticas es indispensable en los distintos eslabones de la cadena. Ya sea para desviar las investigaciones y permitirles a los narcos burlar los controles, para ofrecer protección y poder de fuego en otros casos, e incluso para liderar el proceso. Se dice que algunas veces las autoridades hacen la vista gorda porque no tienen la capacidad para responder, otras porque reciben sobornos, y a veces porque el crimen organizado logra infiltrarlas. Pero lo más grave es cuando la propia policía es quien maneja el negocio, la que además de ofrecer protección y contactos, provee y distribuye la droga.

El ciclo está lejos de terminar con la comercialización del producto. Entonces comienza otro proceso, quizás tan largo y complejo como el anterior, en el que las redes criminales tienen que ingresar a la economía legal las cuantiosas ganancias que obtienen del mercado ilegal. Los problemas son conocidas: si una persona empieza súbitamente a realizar gastos millonarios, sin tener ninguna actividad laboral conocida, se vuelve un blanco fácil de los organismos de control. Entonces, como ocurre en muchos casos, se termina conduciendo las diligencias al desbaratamiento de la red.

Se dice que las posibilidades para el lavado de dinero son infinitas. En tanto el sistema bancario ha puesto muchas trabas, tratan de participar en actividades no reguladas, como los juegos de azar o las casas de cambio. Se ha observado que la construcción también es utilizada por el narcotráfico. En varias ciudades de América Latina se vive un boom de nuevos edificios con departamento que después nadie compra. Es muy amplia la lista de negocios que aparecen un día y a la semana ya no existen. Mediante estas inversiones, que podrían parecer irracionales, desde el punto de vista de un empresario común, los narcos logran deshacerse del dinero obtenido ilegalmente, y adquirir activos totalmente legales, como puede ser un departamento o un comercio. Luego, pueden vender esas propiedades, obtener dinero «limpio» y realizar inversiones que incluso les permitan presentarse como empresarios respetables.


Situación del desenvolvimiento de la economía política de la cocaína en Bolivia

Ante la pregunta de si Bolivia se ha convertido en un narcoestado, Rosa Muñoz Lima responde en un artículo que lleva por título la misma pregunta. Escribe:

“La disputa política entre el presidente de Bolivia, Luis Arce, y el expresidente Evo Morales revela cada vez más denuncias públicas sobre redes de narcotráfico y corrupción. Suena el río, ¿porque piedras trae? El pulso entre el expresidente Evo Morales (2006-2019) y su antiguo delfín y actual presidente de Bolivia, Luis Arce -aún correligionarios del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS)- volvió a salpicarse esta semana con acusaciones de “corrupción” y “protección al narcotráfico”. Las preguntas que vuelven a quedar en el aire son claras: ¿Hasta dónde llegan realmente los tentáculos del narcotráfico en Bolivia hoy? ¿Cuáles son sus vínculos con las estructuras de poder político?”

Parte de la siguiente constatación:

“Bolivia es uno de los principales productores de hoja de coca del mundo. Su cultivo, venta y consumo individual son legales en el país. Sin embargo, según datos de InSight Crime, hasta el 40 por ciento se comercializa al margen de la ley, como materia prima para la producción de cocaína.»

Recogiendo el análisis de la politóloga boliviana Ana Soliz, investigadora de la Universidad de las Fuerzas Armadas alemanas en Hamburgo, donde la investigadora se encuentra, afirma que:

“Bolivia era un vendedor barato de la pasta base de cocaína, que después era procesada en Brasil, Perú o Colombia. Pero esto ha cambiado”.

La criminóloga Gabriela Reyes, exdirectora del Observatorio Boliviano de Seguridad Ciudadana y Lucha Contra las Drogas, dice que:

“El país “se ha vuelto productor de clorhidrato de cocaína” (o cocaína en polvo), Y remite a la evidencia: la cantidad de laboratorios que se han ido encontrando, sobre todo, en Parques Nacionales.”

La criminóloga Reyes explica que:

“Bolivia es también “un país muy atractivo para el narcotráfico” por su situación geográfica, limita con Brasil, “uno de los principales consumidores de cocaína de América Latina”; con Perú, que produce “hoja de coca mucho más barata”; y con Paraguay, “un importante hub”, que InSight Crime señala adicionalmente como primer productor de marihuana en Sudamérica.”

“A esta lista se agrega la igualmente limítrofe Argentina, con otro de los mercados internos de drogas más grandes de la región, según InSight Crime. De modo que Bolivia queda como “un corredor clave”, con “creciente importancia como país de origen y tránsito” de la cocaína dirigida a los mercados europeos, además de a EE. UU. y hasta a Asia.”

“El país se ha convertido, consecuentemente, en base de operaciones de organizaciones criminales extranjeras como los brasileños Comando Primeiro da Capital (PCC) y Comando Vermelho (CV), así como otras estructuras colombianas y mexicanas, enumeran los informes de InSight Crime.”

La criminóloga Reyes advierte que:

“Más allá del narcotráfico, el comercio ilegal de la hoja de coca “tiene una gran connotación política” en el país. Se refiere, por ejemplo, a la frecuente estigmatización como “líder cocalero y, por lo tanto, narcotraficante” del aún influyente y mediático expresidente Evo Morales, uno de los líderes de las federaciones cocaleras del Trópico de Cochabamba. O al “notorio” aumento de operativos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) justamente en esa región, un bastión “evista”, en medio de la disputa entre “evistas” y “arcistas”.”

La politóloga Soliz señala que:

“La corrupción y narcotráfico son dos factores inseparables en Bolivia”. Recuerda que, “en Bolivia, el narcotráfico siempre fue posible gracias a redes entre exportadores de droga y funcionarios públicos”. Pero la disputa política entre Arce y Morales genera cada vez más denuncias públicas de estas redes de narcotráfico y corrupción.”

Otra pregunta:

“¿A dónde apunta entonces la detención de Maximiliano Dávila, quien fue director nacional de Inteligencia y de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) bajo el mando de Evo Morales, así como comandante de Policía en Cochabamba con Arce? ¿O la de Omar Rojas, mayor de la Policía Boliviana hasta 2014, hoy apodado “el Pablo Escobar boliviano”? “

Así mismo se pregunta:

”¿O el “narcovuelo” con 478 kg de cocaína aterrizado en febrero en España? ¿O el promocionado “operativo en la lucha contra el narcotráfico más grande de la historia de Bolivia”, que desarticuló 27 fábricas de droga y destruyó siete laboratorios de cocaína por valor de casi dos millones de dólares en mayo?”

”Para Reyes, exdirectora del Observatorio Boliviano de Lucha Contra las Drogas, en 2021 se detuvo a Dávila “como una muestra de la voluntad del Gobierno de luchar contra el narcotráfico”. Pero, desde 2022, no se ha desarticulado ninguna organización criminal, ni se ha detenido a ningún “pez gordo” vinculado al tráfico de cocaína. En cambio, se celebra el aumento de las incautaciones, lo que “no es una medida de eficiencia policial”, sino de una mayor circulación de cocaína en el mercado.”

”Ni el escándalo de los llamados “narcoaudios”, ni un triple asesinato de uniformados, ni la droga aterrizada por pilotos y aeronaves bolivianas en Paraguay o España, ni el hallazgo de fábricas y laboratorios de cocaína, ni más de 20 ajustes de cuentas en frontera han terminado en mucho más que allanamientos e impunidad: solo hay una persona de la policía antinarcóticos (FELCN) encarcelada por el “narcovuelo” a España.”

Citando a las mentadas entrevistadas, la autora del artículo mencionado escribe:

”Todo esto demuestra “niveles de protección importantes” a las redes de narcotráfico por parte de una “justicia débil”. En manos de esa justicia y de fuerzas del orden “corroídas por la corrupción”, sin la presencia de otras agencias internacionales de cooperación, ha quedado la lucha contra el narcotráfico en Bolivia, luego de que la DEA estadounidense fuese expulsada por Morales en 2008.” La autora olvida mencionar la incumbencia de la DEA en el caso del incidente en el Parque Noel Kemff Mercado, cuando se ha hecho evidente la promoción de la producción de cocaína para financiar a los “contras” de Nicaragua.

La conclusión de la politóloga es la siguiente:

“Bolivia se ha convertido en un narcoestado”. Se refiere a “una transformación que se inició durante los mandatos de Evo Morales, y que ahora se ha hecho evidente bajo el Gobierno de Luis Arce”.

La criminóloga Gabriela Reyes, por su parte, describe un proceso en curso: “Bolivia está muy cercana a convertirse en un narcoestado”. Un Estado “es cooptado por el narcotráfico cuando el narcotráfico puede actuar impunemente a todo nivel, y eso es algo que se está empezando a ver en Bolivia de manera muy evidente”, reconoce: “El narcotráfico está teniendo poder en la justicia, en la política, está influyendo en cómo se toman ciertas decisiones, en que se mantenga la impunidad”.

El panorama es no solamente alarmante sino catastrófico desde la perspectiva social, se destruye el tejido social y su capacidad de cohesión, ocasionando la muerte de horizontes, además del asesinato del porvenir. La historia del narcotráfico, la genealogía de la economía política de la cocaína, nos muestra una evolución espeluznante. Sus desplazamientos y mutaciones han desestructurado al Estado y a la sociedad, tomando la delantera, no solamente atravesando sus instituciones sino tomándolas, convirtiéndolas en dispositivos de la economía política de la cocaína, logrando su dominio sobre el Estado y la sociedad. 


Conclusiones históricas, sociales, políticas y culturales 

Estamos ante el desenlace de una clausura, ante el crepúsculo de todo un ciclo civilizatorio. Cuando se cierra un ciclo todo entra en su decrepitud, todo se descoyunta, saltan los engranajes de la máquina abstracta de poder y del mapa de sus agenciamientos concretos de poder. Entonces la maquinaria deja de funcionar. 

Eso es lo que está pasando precisamente ahora, lo que hemos llamado los signos de la decadencia, cuando hemos descrito los eventos, los sucesos desbordantes del avance del lado oscuro del poder, del lado oscuro de la economía. Hablamos de la economía política del la cocaína y del narcotráfico. Hemos podido evidenciar precisamente esta descomposición generalizada política y social, económica y cultural. 

No solamente hay que explicar lo que ocurre por los avances notorios de los cárteles, de su control territorial, de sus atravesamietos en las instituciones sociales y políticas, posteriormente, en la toma misma del Estado, convirtiéndolo en una máscara de otras estrategias de poder, manifestando plenamente el despliegue de otro diagrama de poder, el diagrama de poder del narcotráfico. Un diagrama de poder barroco, que articula los diagramas más antiguos y más atroces, como el diagrama del suplicio y el diagrama del castigo, para dar lugar a lo que podemos llamar el terrorismo de los cárteles contra la sociedades y los pueblos. Sino que hay que también entender, esto es lo importante, que lo que ocurre tiene que ver con los ejes y composiciones de una civilización, de la civilización moderna, que se basa fundamentalmente en el sustrato violento inaugural, que es el sustrato colonial, derivado de sus conquistas y consolidado en sus oleadas de colonización. 

En el continente de Abya Yala vivimos el cierre de un ciclo, del que hablamos, que podemos comenzar a dibujar, desde el comienzo, su arranque violento con la conquista y la colonización, que después se propagan desmesuradamente con la consolidación de la conquista y colonización, que se expanden de una manera abrumadora contra los naciones y pueblos nativos. 

No debería llamarnos la atención que hoy se cierre el ciclo presentado analogías respecto a este nacimiento de la modernidad, que se basa en la violencia demoledora de la colonización, de la que hemos hablado. Se despoja a sociedades, a pueblos, a naciones nativas de sus territorios, sin ningún justificativo, con el solo uso de la fuerza, con el empleo de destacamentos militares, que se lanzaron a la conquista, empujados por el deseo de poder y de riqueza. 

Que para encubrir esta atrocidad “civilizatoria” se use el argumento de la evangelización no solamente es equivocado, pues niega la racionalidad, los saberes, las ciencias, la agrimensura, la astronomía y la tecnología de las sociedades nativas, sobre todas las técnicas que tienen tienen que ver con la revolución verde. Lo que ha sido estudiado por Claude Lévi-Straus y por Michel Serred. Este argumento supone una superioridad religiosa y una superioridad civilizatoria. Esto no es más que una concepción imaginaria de la ideología imperialista, así como de su boceto ideológico dado en los estados consolidados como monarquías absolutas. Una concepción que se basa en el desconocimiento absoluto de los saberes, las ciencias, las civilizaciones y culturas nativas. 

Es el origen del capitalismo mundial, del sistema mundo capitalista, la conquista y la colonización desbocadas, el desprecio a las naciones y pueblos, a los territorios, que sólo son reconocidos como reservas de recursos naturales, que sólo son reconocidos como sujetos para la evangelización, que solo así podrían ser reconocidos como humanos, vasallos de la corona, súbditos del rey del imperio del inicial sistema mundo capitalista barroco.

Hoy en día asistimos al mismo desprecio, a una análoga violencia descomunal contra los pueblos nativos, los sobrevivientes, contra sus territorios ancestrales, los espesores culturales, contra sus formas comunitarias de complementariedad y reciprocidad, respecto a lo que consideran que es la matriz a la que pertenecen, la Madre Tierra. Ya no se trata de conquistadores montados a caballo y con arcabuces, de militares con coraza, sino ahora se trata de conquistadores modernos, mestizos, inclusive indígenas desindianizsdos, indígenas blanqueados, diríamos, recordando a Frantz Fannon de Piel negra, máscaras blancas. Los nuevos colonizadores son los que avanzan contra los bosques y nichos ecológicos del Amazonia y de los bosques del Chaco, incinerando todo a su paso, una y otra vez, hasta que no quede nada, ni un árbol ni una planta, ni un animal, ni una comunidad. 

A esta vorágine conquistadora le acompañó con anticipación el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, desde los inicios mismos de las repúblicas, que se autonombraron independientes. Desconociendo, desde el principio, los derechos de las naciones y pueblos indígenas sobre sus territorios en todo el continente. A la vorágine conquistadora posmoderna y barroca le acompañan redes y cárteles de lo más demoledoras y violentas, así como la vertiginosidad descomunal de la economía política más abominable, hablamos de la economía política de la cocaína y del narcotráfico. Redes, cárteles y economías políticas que no circulan solas, no proliferan solas, no se expanden solas,  sino que vienen acompañados por otros tráficos, tráfico de armas, tráfico de cuerpos, tráfico de órganos y trata. 

Entonces, no es sorprendente que se cierre el ciclo de la civilización moderna y del sistema mundo capitalista con eventos atronadores, demoledores y catastróficos, que hacen recuerdo a lo acaecido al inicio, que hacen remembranza a la intensidad de su violencia, que repiten el carácter y tonalidad de sus desprecios, que recurren al despliegue de su inhumanidad y cosificación absolutas. 

Desde ese punto de vista, la sociedades y los pueblos deben cerrar este ciclo, deben clausurarlo de manera movilizada,  defendiendo la vida, defendiendo los territorios, las cuencas, los bosques, los aires, los recursos, contra los jinetes del apocalipsis. Ser observadores o mantener silencio es ser cómplice del ecocidio, del etnocidio y del genocidio repetidos.

La lucha contra los cárteles no es una lucha contra el narcotráfico, tal como menciona Naciones Unidas, los organismos internacionales encargados y los organismos de interdicción especializados. La lucha contra los cárteles, contra su control territorial, su violencia descomunal, sus crímenes, genocidios y feminicidios es una lucha contra toda la genealogía del capitalismo, incluyendo su matriz inicial la conquista y la colonización.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 



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