Irrupción vital

Irrupción vital

 

Sebastiano Mónada

 

 

Dedicado a Eduardo López Zabala, Chichiso

 

 

 



 

 

 

 

 

¡Hay golpes en la vida tan fuertes… yo no sé! 

Decía Cesar Vallejo, poeta serrano insondable,

esmerado escritor de metáforas corporales,

imaginativo poeta de la tragedia humana.

Sustrato candente de volcán, 

gigante,

emergiendo en oleajes lerdos,

ateridos en cadenas rocosas.

Cumbres intrépidas de la cordillera

de los Andes.

 

La muerte de un amigo es uno de esos golpes.

Golpes como el odio de Dios o el amor del diablo.

Conmueven el cuerpo despertándolo 

de su extenso adormecimiento,

de su serpenteante letargo, 

de su sueño pintado en acuarela.

 

Son los heraldos negros que nos manda la muerte 

o las palomas blancas que nos manda la vida. 

Cuando retorna pleno el amigo como recuerdo,

en la impostergable nostalgia,

asombrosamente luminosa 

y entrañable memoria, 

sabiamente descifrando signos.

Amigo intenso

interpelador de palacios, 

encomiable iluminista 

e ingenioso artista 

de la ficción realista.

 

Esos golpes sangrientos son las crepitaciones

de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Tormentas sublimes colocando al humano 

en su lugar,

minúsculo sitio 

y devaneo provisional.

Implacables, 

desvanecen sus pretensiones.

Minuciosos, 

evaporan sus vanas ilusiones.

Destrozan detalladamente, 

artesanos de quimeras.

Valientemente insubordinados, 

explotan sus burbujas.

Secretos conspiradores crepusculares.

 

Vuelvo los ojos locos y todo lo vivido.

Miro tu rostro reflexivo contemplando lejos,

desde adentro, 

lo recóndito

comienzo de todo.

Afectivo estallido inicial.

Ojos que atraviesan cuerpos 

y los devela vulnerables,

estrellas fugaces, 

atravesando la inmensidad 

sostenidamente inexplicable,

flores primaverales y momentáneas canciones, 

mariposas intensas meditando sus vuelos.

 

Extraño hombre excepcional,

argonauta del archipiélago perdido

profusamente sentimental.

Derramada llovizna suave,

dispersadas caricias solares.  

Comprometido con la tierra amenazada

y pueblos ancestrales del Chaco.

Hermano entrañable de capitanes guaraníes.

Activista estético de la magia vivida,

defensor de los bosques atacados por monstruos,

abominables jinetes tardíos del Apocalipsis.

 

Incansable cazador de imágenes 

y del movimiento permanente

de la diseminación.

Nómada 

guerrero indomable.

Enamorado quijote del acontecimiento inquietante.

Amante del juego lúdico de constelaciones amorosas.

Repentino inventor de amistades clandestinas.

Chilango boliviano en los recovecos de la urbe metropolitana del México rebelde.

 

Soñador incomprendido 

intuyendo el secreto del cosmos:

Rebelión musical de las sensaciones,

de las profundidades insondables de la piel,

del azar burlándose de la necesidad,

de la necesidad seducida por la aleatoriedad.

 

Amigo carnal de los cha´makanis

últimos hermeneutas de la Pacha.

Denso tejido de entramados cíclicos,

bucles ensimismados y creaciones mágicas,

de recorridos curvados en gravedad del afecto.

Intempestiva insurrección de Tunupa.

 

Ahora experimentas tu metamorfosis,

transformándote en viaje desconocido,

por eso, 

Ulises andino, amazónico y chaqueño.

Ahora eres la potencia del devenir creador,

desmesura del acontecimiento inventor,

eterno retorno a la explosión inicial. 

 

 

 

 

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