Apoteósico suicidio
Apoteósico suicidio
Sebastiano Mónada
Vaporosas sensaciones condensadas,
pensamientos en devenir.
Atmósfera de vahos emergidos
de los espesores territoriales.
Espacio aéreo donde viajan las aves
y los sueños.
Inmensa respiración arbórea
fluyendo suavemente.
Circulación sincronizada de climas,
danzan murmurando voces seductoras,
embriagando a su paso a la fauna despierta.
Consagración vital de la metamorfosis planetaria.
Hoy amenazada por la pestilencia
arrojada de la industria,
por fluidos venenosos de topos mecánicos,
por mediocres asesinos de bosques,
por monstruosos pirómanos,
cuyos gritos de furia degüellan a inocentes.
Empresas depravadas que planifican cementerios.
Humano, demasiado humano,
en vez de crear destruye.
Se cree hijo de Dios y con derecho a matar.
¡Triste eunuco, desdichado suicida!
Caótica turbulencia de frustraciones.
Consciencia culpable y espíritu de venganza.
Verdugo del porvenir, al que martiriza.
Banal hedonista que pavonea su desolación,
dejando sin herencia a sus hijos
y a los hijos de sus hijos.
Senil y cruel patriarca convaleciente,
agotándose en el goce promiscuo
de ferias bullangueras
y de estridencias espectaculares.
No detendrá la locomotora desbocada,
Dejará que se descarrile llevándose,
en el accidente monumental,
a todos los viajeros atónitos,
adormecidos por el consumo
de provisionales paraísos de la futilidad.
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