Ironías de la historia política
Ironías de la historia política
Tragedia y farsa
Raúl Prada Alcoreza
Hay enunciados que se
vuelven famosos por varias causalidades; nos interesa uno, de Karl Marx,
bastante recurrente en nuestros tiempos aciagos de crisis política, adecuadamente
utilizado para evaluar las revoluciones; esta es la que se encuentra en
el libro 18 de Brumario de Luis Bonaparte, el sobrino nada menos que de
Napoleón Bonaparte. Se trata de un texto de análisis político, que forma parte
de lo que considera los escritos histórico-políticos de Marx. La famosa frase
dice así:
Hegel dice en alguna parte que todos los
grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si
dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la
otra como farsa[1].
El acierto de este
enunciado supone una perspicacia lúcida sobre el acontecimiento político,
sobre todo cuando aparece en la narrativa histórica. Nosotros hemos recurrido a
este enunciado, sobre todo a su figura ilustrativa a propósito de las
repeticiones y comparaciones históricas, haciendo hincapié en las analogías y
diferencias elocuentes, que nos muestran que los hechos históricos son
únicos y singulares, cuando se pretende repetirlos; es más, cuando se pretende
investir a los hechos del presente con la gloria del pasado, la
repetición aparece tal cual menciona Marx, como farsa. Se puede ampliar
la connotación y decir aparece como comedia, incluso si se sigue
repitiendo la escena aparece como comedia grotesca. Respecto a Bolivia,
usamos la figura irónica al comparar la revolución nacional de 1952 con
la “revolución democrática y cultural” del 2006 para adelante, que en su
extensión y dilatación dramática dura hasta el 2019.
Los sucesos que se
vinieron dando desde el 20 de octubre, el día de las elecciones apócrifas, y
los recientes días de mediados de noviembre, nos muestran dos etapas de la crisis
política, que llamamos crisis constitucional y del fraude electoral; la
primera es la que corresponde a lo que hemos llamado la revolución pacífica
boliviana[2], que se manifiesta
con la resistencia de colectivos ciudadanos, sobre todo de jóvenes y mujeres,
de todas las ciudades del país, salvo Cobija. En esta etapa, emergen los
Cabildos Cívicos como una forma provisional de contra-poder, que en
términos constitucionales pueden interpretarse como el ejercicio de la
democracia participativa, directa, comunitaria y representativa,
establecida en la Constitución como Sistema de Gobierno. El conflicto se
extiende y adquiere virulencia cuando el gobierno de Evo Morales Ayma,
desesperado, moviliza a la sede de gobierno lo que considera son sus “movimientos
sociales”, que en la práctica, se trata de organizaciones afines al MAS, para
defender la plaza de armas, los palacios, ejecutivo y legislativo, la casa
Grande del Pueblo, desde donde gobierna el caudillo. Las movilizaciones y
bloqueos en todos los barrios de la ciudad de La Paz pasan de las marchas pacíficas
y bloqueos pacíficos a la defensa, ante las agresiones que sufren por las
organizaciones oficialista y convocatorias promovidas oficialmente, además del
gremio de choferes, adeptos al partido oficialista. En plena escalada de
intensidad del conflicto, se produce el motín policial, que se extiende a todo
el país, dejando sin resguardo al gobierno. Los grupos de bloqueo de la
resistencia y defensa de la democracia toman las entradas a la Plaza Murillo.
Es cuando el gobierno se retira a El Alto, a los cuarteles de la Fuerza Aérea.
Desde ese momento comienza el desenlace, la renuncia del presidente y
del vicepresidente, acompañada, antes y después, por otras renuncias, de
ministros, de senadores y diputados. Por último, el expresidente acepta el
asilo ofrecido por el gobierno de México y llega al Distrito Federal de la
Ciudad de México en condición de refugiado político. Se da lugar, en el
contexto inmediato del vacío político, la sustitución constitucional en la
vicepresidenta del Senado que quedaba, Jeanine Añez. A partir de este momento
comienza la segunda etapa de la crisis política, se da como reacción de las
organizaciones sociales más leales y fieles al MAS, sobre todo al caudillo.
Sobresale el apoyo campesino, particularmente en el Chapare, desde donde se
declara la guerra a lo que denominan “golpe de Estado”. Comparativamente, si se
puede distinguir el carácter más pacífico de las movilizaciones ciudadanas,
cívicas, departamentales, incluso de organizaciones sindicales, como la de los
cooperativistas mineros de potosí, algunas otras federaciones campesinas,
además del ayllu de Qara Qara; en cambio, en el caso de la segunda etapa de la
crisis política sobresale, mas bien, el carácter violento de las movilizaciones,
que buscan, literalmente, arrasar con lo que encuentran. El desenlace de
esta segunda etapa de la crisis constitucional e institucional todavía está en
ciernes, si bien, se han logrado controlar la mayoría de los focos de bloqueo
de la movilización en defensa del gobierno derrocado, después de pedido renuncia
de la presidenta de la sustitución constitucional, sobre todo los más
extendidos en la geografía, hay zonas que todavía se mantienen caldeadas; en
primer lugar, en la zona del Chapare, donde los bloqueadores no se han
replegado, también en el punto de Senkata, la planta de depósito y de
abastecimiento de carburantes de YPFB. De todas maneras, el escenario político
parece avanzar en acuerdos y consensos sobre la inmediata convocatoria a
elecciones y la conformación de un Tribunal Electoral idóneo. En estos acuerdos
y consensos se han incorporado varias organizaciones sociales y gremiales,
además de juntas de vecinos y la Confederación Sindical Única de Trabajadores
Campesinos de Bolivia (CSUTCB); por otra parte, precisamente es en el Congreso
donde se ha avanzado, tratando por tiempo y materia las dos propuestas para la
convocatoria a elecciones; una de las propuesta es la del gobierno de
transición, la otra corresponde a la bancada del MAS. Todo parece indicar que
las elecciones se van a dar como desenlace no solo de esta segunda etapa
de la crisis política reciente, sino del conjunto integro de la crisis
constitucional e institucional.
Nos detenemos ahí en
el contexto de la coyuntura. Nos interesa comparar lo que ha
acaecido en la ciudad de El Alto, que ha sido el escenario de movilizaciones,
marchas, cabildos, bloqueos, que pedían la renuncia a la presidencia de Jeanine
Añez. Se hizo patente la división de El Alto, los barrios y zonas se fueron
poco a poco deslindando de los bloqueos, aunque continuaron en otras zonas y
barrios, cuyo epicentro se encuentra en Senkata. Al momento, el conflicto ha
disminuido para situarse en la planta mencionada de YPFB. La circunstancia álgida
de los hechos recientes comienza cuando un destacamento de policías y militares
logra persuadir, además de controlar, a un grupo disminuido de bloqueadores. Se
logra sacar los carburantes y trasladarlos en cincuenta cisternas a la ciudad
de La Paz. Es después, cuando se produce un enfrentamiento de magnitud, cuando
una muchedumbre mayor intenta tomar la planta de Senkata, derribando el muro
perimetral, supuestamente con dinamita, internándose en los predios, quemando
carros; empero son repelidos por el destacamento militar que se quedó a
custodiar los predios. Es cuando se producen las bajas, muertos y heridos de
bala. Se cuentan nueve muertos y decenas de heridos. El ejército dice que estas
bajas no se deben a los disparos de los militares, en tanto que los
bloqueadores dicen lo contrario, acusando al ejercito de haber disparado sobre
la gente. Al día siguiente de estos sucesos sangrientos una marcha de vecinos
baja de El Alto al centro de la ciudad de La Paz, llevando tres ataúdes de los
caídos. La marcha que se concentra en la plaza San Francisco, donde realiza un
Cabildo, avanza hacia la Plaza Murillo intentando llegar a esta plaza
principal. Es el momento donde la marcha es repelida por la policía. Después de
estos sucesos luctuosos, se dan manifestaciones, marchas y concentraciones, en
todo el país, incluso en El Alto, pidiendo la pacificación.
Nos parece pertinente comparar este sitio de
El Alto a la ciudad de La Paz, de noviembre de 2019, con lo acontecido en
septiembre del 2000, cuando se da el bloqueo indígena-campesino a cuatro
ciudades, El Alto, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, y con lo acontecido en
octubre del 2003, cuando se produce un bloqueo parecido en toda la ciudad de El
Alto, sobre todo un bloqueo clave en la planta de Senkata. Aquella vez el
ingreso a la planta y el costo de la represión sumó sesenta y cuatro muertes y
como quinientos heridos. Las consecuencias fueron una extensión mayor de las
movilizaciones, una expansión de las huelgas de hambre en todo el país, además
de marchas multitudinarias que tomaron la ciudad de La Paz. El desenlace fue la
renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada a la presidencia.
Entre aquel evento de movilizaciones y
bloqueos en la ciudad de El Alto y el reciente evento parecido, por lo menos teniendo
en cuenta las analogías, sobresalen las diferencias. Anotaremos las
sobresalientes. El 2003 las movilizaciones sociales se confrontaron contra un
régimen neoliberal, en cambio, ahora, las movilizaciones de la primera etapa de
la crisis política se confrontaron contra un gobierno que se consideraba
“progresista”. Las movilizaciones de la segunda etapa salieron en defensa del gobierno
derrocado, sobre todo del caudillo; en principio, no aceptando la renuncia de
Evo Morales Ayma, después concentrándose en el pedido de renuncia de la
presidenta en transición. Otra diferencia sobresaliente es que aquellas movilizaciones,
las del 2003, tenían un proyecto político claro y evidente, conocido como la
Agenda de Octubre, que se puede resumir en dos objetivos, la nacionalización de
los hidrocarburos y la convocatoria a la Asamblea Constituyente; en cambio,
ahora, no hay un proyecto claro, mejor dicho, no hay proyecto político, salvo
el de la renuncia del gobierno en transición. Se puede decir que la presente
movilización, de la segunda etapa de la crisis constitucional e institucional,
al no tener un proyecto político, devela las profundas debilidades de los
movilizados y bloqueos recientes de esta fase. Se evidencia un retroceso en la memoria
social y política de las movilizaciones de la segunda etapa, una pérdida de
memoria popular en el ámbito de las “luchas sociales” recientes; esto se
debe a la destrucción del tejido social de las organizaciones sociales, destrucción
efectuada por las gestiones clientelares del gobierno del MAS.
Los llamados guerreros del gas fueron
como la vanguardia de las movilizaciones de octubre del 2003, apoyados por las
juntas de vecinos, aglutinadas en la Federación de Juntas de Vecinos de El
Alto; ahora, en cambio, se observa una distribución heterogénea de los
movilizados. Los más beligerantes de los grupos de choque se muestran como
jóvenes rebeldes sin causa, para decirlo de ese modo, recordando una
frase conocida del sentido común, que parecen, mas bien, contratados para
efectuar determinados actos de destrucción; a diferencia de estos grupos, están
las juntas de vecinos afines al MAS, las que si recurrieron a sus formas de
organizaciones tradicionales para movilizarse, marchar, bloquear y concentrarse
en los Cabildos. Por otra parte, se suman a las marchas otros contingentes,
sobre todos campesinos, que vienen en apoyo de la movilización de El Alto. En
contraposición están otras juntas de vecinos que no están de acuerdo con la
movilización ni los bloqueos, sino, mas bien, hacen llamados a la pacificación.
Esta heterogeneidad habla no solamente de una situación distinta, además de un
contexto distinto y otras circunstancias políticas, sino de una movilización
que patentiza otros factores y engranajes de la movilización. En ciertos momentos
aparece más como montaje operativo que como espontaneidad social.
Al respecto llama la atención la consigna utilizada por los grupos
beligerantes, “¡ahora sí guerra civil!”, que fue la consigna de octubre de
2003, consigna emergida en Warisata, cuando se perpetró la masacre de siete
personas del lugar, entre ellos de una niña que se encontraba viendo desde la
ventana de su casa. Una señora de pollera, con su guagua en la espalda, atada
por un awayo, y fusil máuser en la mano, gritó: ¡Ahora sí guerra civil! Se
captó el momento transversal en una imagen difundida en una revista y también
en algunos medios de comunicación. Esta consigna se hallaba prendida por un
contenido sensible intenso, que daba lugar a un sentido de convocatoria a la actualización
de la guerra anti-colonial. En contraste, la consigna repetida,
mecánicamente, en las movilizaciones recientes de El Alto, aparece, en el mejor
de los casos, como remembranza de un acto heroico pasado; en el peor de los
casos, aparece puesta como etiqueta de un montaje operativo del partido
político en retirada.
A esto íbamos, a anotar las diferencias entre
octubre de 2003 y noviembre de 2019 en la ciudad de El Alto. Al respecto,
podemos decir, parafraseando a Marx, que el primer acontecimiento político
fue parte de la tragedia o del acto heroico social, en cambio, el
segundo evento, más parece un montaje operativo político del partido en
retirada, salvo, claro está, las marchas y movilizaciones de las juntas de
vecinos, que expresaron su desacuerdo con la sustitución constitucional,
después, manifestaron el dolor y el duelo por los muertos que carga la ciudad
alteña. Se trata de movilizaciones propias, empero, en pleno desconcierto,
como dice Oscar Vega Camacho[3].
La ironía histórica juega con esta figura
dual y repetida de tragedia y farsa. Si fuese un sujeto la
historia, como consideraba Hegel filosóficamente, pero no lo es, pues la
historia es una narrativa o supone narrativas contrapuestas,
por lo menos, una como narrativa del poder, la historia oficial,
la otra como narrativa del contra-poder, narrativa de la contra-historia,
podríamos figurarnos que ocurre como si la historia se burlara,
repitiendo los sucesos, unos como tragedia y otros como farsa. Lo
que acontece es la singularidad de los hechos históricos, son únicos, no
repetibles; cuando parecen repetirse, lo que ocurre la segunda vez, es otra singularidad,
la de la emulación y simulación del poder, la puesta en escena de las
dominaciones.
[1] Leer El 18 de brumario de Luis
Bonaparte. https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/El_18_Brumario_de_Luis_Bonaparte.pdf.
[2] Ver La revolución pacífica
boliviana.
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