El día internacional de los trabajadores y sus orígenes anarquistas
El día internacional
de los trabajadores y sus orígenes anarquistas
Manifestantes anarquistas en París, el 1 de mayo de 1972. STF / AFP
Texto por :Tristan Ustyanowski
La historia del Primero de Mayo se diluyó en el transcurso de las décadas.
Hace 132 años en Estados Unidos, en la ciudad de Chicago, un drama marcó el
comienzo de este día como una jornada de conmemoración que terminó teniendo
resonancia mundial.
Los finales del siglo XIX corresponden al inicio de la segunda revolución
industrial. En Europa, Estados Unidos y Japón, las sociedades se desarrollaron
a través de la electricidad, y del petróleo. Las fábricas se volvieron más
sofisticadas y eficaces. Los carros, por ejemplo, empezaron a salir por miles
de las cadenas de producción.
En medio de este crecimiento económico y tecnológico, estaban los obreros.
Las empresas requerían siempre más mano de obra para ampliar sus capacidades, y
ciudades enteras se formaron en torno a esta necesidad.
No obstante, no había todavía un marco legal fuerte para proteger a los
trabajadores que acompañara este desarrollo. Ni siquiera para los menores.
Francia y Reino Unido fueron entonces los países que usaron a más niños para
sus diferentes industrias.
En el otro lado del Atlántico, Chicago se impuso como una de las cuñas de
la industria estadounidense. Al igual que en otras partes, los obreros se
organizaron para exigir nuevos derechos. El anarquismo estaba en plena
expansión y bajo esta corriente ideológica se manifiestaron las figuras del
movimiento de los trabajadores de esta ciudad.
El 1 de mayo de 1886, se convocó a una huelga general por parte de varios
sectores políticos con el fin de exigir la implementación de la jornada laboral
de ocho horas. Chicago respondió masivamente y los anarquistas fueron unos de
los pilares de este éxito. Sin embargo, la jornada se vio ensombrecida por la
muerte de un manifestante tras una carga de la policía. Tres días más tarde,
los líderes llamaron a una marcha para denunciar la violencia que se transformó
en una tragedia dejando varios fallecidos y una gran cantidad de lesionados.
Este evento, conocido como la masacre de Haymarket, fue un elemento
constitutivo del Día Internacional de los Trabajadores ya que su violencia
llamó la atención en el mundo industrializado más allá de las fronteras de
Estados Unidos, particularmente dentro de los movimientos obreros que se
apropiaron rápidamente del 1 de mayo como un día de conmemoración.
La Chicago anarquista y su conversión en símbolo
En 1886, en Chicago, el movimiento anarquista era muy activo. Sus
publicaciones se difundían en decenas de miles de ejemplares y en diferentes
lenguas para que los trabajadores inmigrantes pudieran interactuar con ellas.
Los anarquistas apoyaron la demanda del resto del movimiento obrero, pero
siguieron teniendo objetivos más amplios.
Así lo resumió el profesor y activista Normand Baillargeon, en su libro “El
orden sin el poder: ayer y hoy del anarquismo”, “los anarquistas se comprometen
–a la lucha por la jornada de ocho horas– pero no pierden de vista su verdadero
objetivo, que es la abolición del trabajo asalariado”.
August Spies, una de las figuras del anarquismo en Estados Unidos, tomó la
palabra ese 1 de mayo de 1886 frente a una multitud de personas que siguieron
esta huelga general. El evento se desarrolló de manera pacífica hasta que 200
policías entraron en la multitud para reprimir el movimiento.
Hay que resaltar que en todos los países en vías de industrialización, la
represión marcó la forma de proceder de las autoridades en ese entonces frente
a los movimientos de trabajadores que crecían. En Estados Unidos, los
sindicatos fueron prohibidos hasta el año 1914.
Junto a algunos partidarios, August Spies difundió por escrito un llamado a
la protesta en contra de la violencia de la policía. La concentración tuvo
lugar el 4 de mayo en el Haymarket Square de Chicago. Una multitud de personas
asistió al evento, incluso el alcalde de la ciudad, que pretendía supervisar
personalmente la seguridad.
Llovía. Los últimos discursos se pronunciaron y parecía que la
manifestación estaba por terminar. “De repente 80 policías aparecieron y se
lanzaron hacia los marchantes”, relató Baillargeon, “luego, saliendo de quien
sabe dónde, se tira una bomba sobre los policías. Deja un muerto y una decena
de lesionados”.
La respuesta de las fuerzas de seguridad fue inmediata y contundente.
Dispararon sobre los obreros que seguían presentes, matando a varios y
lesionando a muchos. “Una caza de brujas se dio en toda la ciudad. Las
autoridades querían culpables”, explicó Normand Baillargeon. Aunque solamente
tres de ellos estuvieron presentes durante esa noche, la policía arrestó a
siete líderes anarquistas, incluyendo a August Spies.
Una lucha de largo aliento para la jornada laboral de ocho horas
El juicio se abrió el 21 de junio de 1886. Según Baillargeon, fueron más
símbolos que hechos. “Es menos el juicio de estos hombres que el del movimiento
obrero en general y particularmente del anarquismo”. El 19 de agosto, seis de
los siete acusados estuvieron condenados a muerte. Las autoridades ahorcaron a
Spies junto a dos de sus compañeros el 11 de noviembre de 1887. Más de 1 millón
de personas asistieron a los funerales de los “martirios de Haymarket”.
Posteriormente fueron liberados los demás acusados y las autoridades
reconocieron la inocencia del grupo en los hechos ocurridos el 4 de mayo de
1886. Más como una herramienta política que judicial, el lunes siguiente a la
ejecución de los cuatro anarquistas, se informó a los obreros que tenían que
trabajar diez horas diarias.
El caso no se quedó en Estados Unidos y llegó hasta Europa. Las primicias
de la globalización económica estaban acompañadas de una creciente comunicación
de los sectores obreros que vivían bajo condiciones similares.
En 1889, aprovechando el centenario de la Revolución francesa, la Segunda
Internacional se conforma en París bajo los auspicios de los partidos
socialistas y laboristas de números países. En esta ocasión, se decretó el 1 de
mayo como una jornada de protesta a favor de la instauración de la jornada de
ocho horas. Tan solo 2 años después, el 1 de mayo de 1891, la marcha
correspondiente en Fourmies, en el norte de Francia, fue duramente reprimida,
dejando nueve muertos y agregando simbolismo a la fecha.
No fue sino hasta el 23 de abril de 1919 que el Senado francés ratificó la
jornada laboral de ocho horas y convirtió el 1 de mayo en día festivo. Por su
parte, la Rusia bolchevique convirtió a su vez esa fecha en feriado en 1920.
Paradójicamente, en Estados Unidos (y en Canadá), la fiesta del trabajo se
celebra en septiembre.
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