¿Dónde estás padre que te encuentro en todas partes?


¿Dónde estás padre que te encuentro en todas partes?

Sebastiano Mónada




La vida persiste insistiendo prologarse
Dice: ¡la muerte no existe!
Es fantasma creado por la imaginación
Desaparece la presencia del cuerpo vital
Aparece la vitalidad de la memoria sensible
Recorriendo las huellas dejadas por tus pasos
Certeros como raíces de árboles inmensos

Estás más que nunca como siempre
Hendido en la profundidad del espesor húmedo
Del valle irreverente
Plagado de maizales dulces y soñadores
Tu cuerpo ha retenido los vapores
De Cochabamba incierta y rebelde

No es recuerdo lo que eres
Sino inscripción en los huesos de marfil
De tus hijos huérfanos de padre
Escritura para descifrar en el canto
Polifónico de las aves migrantes
Y los bosques compositores de versos
Verdes como la nostalgia y la alegría

Entonces estás presente como la claridad
Contundente del agua que resbala del Tunari
Removiendo los espesores territoriales del valle
Insólito en su alborada y asombroso en su crepuscular
Renacimiento de canciones locales
Y también utópicamente mundanas

Estás presente en tus gestos creadores como big bang
Inventando universos en tus actos armónicos
Poemas olvidados y buscados como tesoros
Por intrépidos aventureros encantados
Por los minerales añejados de tus comportamientos
Éticos en su hermosura activa
Y activos en su bella sabiduría mundana

Admirable perfil humano entregando yacimientos
De afectos proliferantes en su sincera expresión
Sideral, al ser constelación de luminosa elucubración
De la interpelación racional
Cuando es consecuente idea repetida
Del consenso emocional del ser humano
Con su territorio reclamado

¿Dónde estás padre que te encuentro en todas partes?
¿Dónde estás que no te encuentro?
Ciego ante la visibilidad del espacio-tiempo simultáneo
Adivino el espesor de tus sentimientos desbocados
Con tu mujer y tu familia diletante

Estas aquí y en el ahora palpable y presente
Estas con nosotros, tus hijos, tu compañera interminable
Estas para enseñar que lo que más vale es la eternidad
Del instante y el clamor del tiempo sorprendido
Por la herida abierta en el universo: el ser










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