Conformaciones de concepciones singulares

Conformaciones de concepciones singulares

 

Raúl prada Alcoreza

 

 









 

 

Es indispensable pasar de la configuración de episteme, qué corresponde la arqueología de las ciencias, entre ellas las ciencias humanas, a un sustrato más específico, el que sostiene las enunciaciones y las concepciones singulares, las que tienen que ver con los sentidos comunes y las concepciones populares, sobre todo locales y etnocéntricas. Por ejemplo, las que tienen que ver con los mitos modernos, que incluso pueden referirse a la invención del pasado y una manera de hacerse presentes en la coyuntura, en una actualidad dominada por el sistema mundo cultural de la banalización. Estos etnocentrismos se colocan no solamente en el centro, sino en una especie de origen mítico, desde el cual hablan, donde colocan su locus autocontemplativo y apologético. Entonces, está enunciación se convierte en una verdad indiscutible, pues se la emite desde el presupuesto de una autenticidad propia inmaculada.

 

Se niega la participación en el mundo, en el mundo moderno afectado por barroquismo locales y nacionales, inclusive regionales. Se habla bajo el supuesto de una cultura propia, cuando ya la cultura desde la que se habla corresponde precisamente al barroco imaginario de representaciones mezcladas de distintos tiempos, acudiendo no tanto a la memoria sino al olvido. El problema radica en esto, no se recurre a la memoria, efectivamente dada, puesto que no se la conoce, sino se recurre a una invención ideológica de un pasado que nunca existió, salvo en el imaginario presente, sea popular, local o de otra característica. Para dar lugar a una cierta apariencia de erudición, de saber y de ciencia, se usan términos que corresponden a las teorías de la filosofía de la ciencia, a la epistemología, que corresponden, en su caso, a la filosofía de la historia y a la antropología. Pero se lo hace de una manera ecléctica, sin abundar en su conceptualización, tampoco en la formación discursiva y enunciativa, menos en los estudios que auscultan en los referentes de los que se habla. Basta presumir que así es, tal como se dice en los discursos provisionales y en los sentidos comunes locales, nacionales o regionales.

 

De ninguna manera se trata de suponer una universalidad dada, todo lo contrario, está cuestionada la universalidad, como pretensión absoluta y global, que no se sostiene ante los espesores de la realidad efectiva y la complejidad cultural de las sociedades, en su propio devenir. Se trata de evitar sustituir esta universalidad abstracta e insostenible, a pesar de la institucionalidad, que la sostiene, tanto nacional como mundialmente, por un etnocentrismo, que tierne pretenciones de autentificación y solvencia cultural propia. 

 

La deconstrucción de las pretensiones universales de las ciencias humanas y sociales no lleva, de ninguna manera, a la implantación provisoria de certezas etnocéntricas y de mitos populares, que terminan sirviendo a narrativas autocontemplativas, que, a su vez, terminan fortaleciendo, a pesar de que no se quiere, las estructuras de dominación, sobre todo culturales.

 

Se requiere recuperar el lugar, lo local, tal como lo hacía Miltón Santos en su geografía afectiva, configurada desde la experiencia de las emociones y sensaciones corporales de los pueblos y poblaciones territoriales. Se requiere reconocer plenamente el acto de conocimiento de una experiencia propia y local, que es capaz de visualizar los propios tejidos y extensiones espacio-temporales, que abarcan regiones y continentes, de las geografías políticas llamadas nacionales. Estas experiencias propias contienen el acto de conocimiento, emergido de la intuición sensible, tanto social como individual, intuición sensible de la multiplicidad de fenómenos del entorno, de la exterioridad y del afuera. Este acto de conocimiento que se inicia con certezas de la propia experiencia corporal, respecto al reconocimiento del paisaje de la territorialidad y de las atmósferas singulares, donde se habita, se conecta con la propia memoria, mejor dicho, con la memoria social; puede pensarse el presente a partir de los propios espesores de la coyuntura, que abarcan los pasados posibles y los futuros proyectados.

 

En este sentido, desde la perspectiva de las culturas heredadas, puesto que hablamos de más de una, en la medida que una cultura está ahí para relacionarse con otra cultura, en la medida que ya ha habido el entrelazamiento cultural, en esta herencia se encuentran los recursos hermenéuticos indispensables para abordar la comprensión del presente y la recuperación de las llamadas culturas propias. La mejor manera de llegar a la cultura propia es a través de la propia escritura de la propia lengua, no tanto así de la oralidad de la lengua hablada, pues ya se encuentra alfabetizada a partir de otra lengua, la lengua dominante. De lo que se trata es de recuperar la memoria perdida en la propia escritura ancestral. Esta hermenéutica gramatológica puede restablecer la relación más adecuada con lo que se nombra como pasado, a la vez, ayuda a vincularla con otra hermética, que es la que corresponde a los tejidos sociales comunitarios y culturales.

 

No se trata de desconocer la cualidad de resistencias, que hubo en las invenciones populares, en las interpretaciones locales, sobre todo en tiempos de movilización y ejercicios de contrapoder, al contrario, se trata de otorgarle un mayor alcance, puesto que estas intuiciones, estas interpretaciones y estas hermenéuticas provisionales contienen, en sí mismas, la emergencia de la experiencia, la emergencia de la intuición sensible, de la intuición estética, que es la apertura, precisamente, a la comprensión, al entendimiento y al conocimiento críticos. Por lo tanto, se trata de no quedarse ahí, en un momento de autosatisfacción, autocomplacencia y autocontemplación, sino de seguir adelante, seguir el viaje, seguir la ruta, experimentar la metamorfosis de la fenomenología de la percepción, de las fenomenologías corporales y las fenomenologías culturales. 

 

Se trata de certezas compartidas socialmente, en un momento determinado, incluso en un periodo dado, por un colectivo identificado o autoidentificado, consciente de sí mismo. Este conglomerado de sensaciones se convierte en verdad para la gente que siente y lo usa en sus discursos, en sus comunicaciones y en su vida cotidiana. La realidad efectiva es mediada por estas constelaciones representativas, se desenvuelven en las prácticas sociales locales.

 

Estas certezas no solamente vienen de la experiencia, sino de la herencia de los saberes antelados. Saberes que combinan difusiones de las ciencias, en sus condiciones anteriores, con saberes asumidos acríticamente, también con prejuicios compartidos como verdades indiscutibles. La configuración de la conformación de las concepciones singulares define una composición barroca, que no aparece como tal a los ojos y a los oídos de los que usan estas concepciones, además de nacer en ellas. Por lo tanto, nacen en un mundo representativo, supuesto por estas concepciones. 

 

Las pretensiones de verdad de estas conformaciones de saberes populares son muy difíciles de deconstruir y de someter a crítica, pues forman parte de prejuicios, en el sentido de previos juicios, enclavados en los hábitos y en los habitus. No son ideologías, narrativas construidas intelectualmente, usadas por el Estado o por movimientos políticos y sociales, que se oponen al Estado, desde la perspectiva de una utopía. Se trata más bien de constelaciones de saberes, cuyo conglomerado representativo, en un periodo dado hace las veces de concepción provisoria del mundo. 

 

Si comparamos estas concepciones o conformaciones de concepciones singulares con las ideologías, mucho más , si las comparamos con teorías, vamos a notar que lo que más abundan son estas concepciones singulares, lo que más proliferan son estas concepciones particulares. Se dan de manera práctica, son efectivas estas concepciones singulares, en cambio las ideologías escasean, muchísimo más, escasean las teorías. En estos últimos casos se trata de construcciones intelectuales, por lo tanto, no populares.

 

Sin embargo, las conformaciones de las concepciones singulares no corresponden solamente a lo popular, sino, de manera proliferante, a toda agrupación, asociación y colectivo de toda clase. Congregaciones intelectuales, asociaciones de catedráticos y de intelectuales, foros sociales y de distintos campos de especialización, reuniones periódicas por distintos temas, saberes locales, incluso saberes profesionales. En realidad, el desenvolvimiento ideológico, incluso el desenvolvimiento epistemológico, son consideraciones globales, composiciones homogéneas y puras. Empero, esto no se da del todo de esa manera, sino que se trata de referencias abstractas a dominios construidos por las teorías, por las ciencias sociales y humanas. Efectivamente, en la práctica, lo que concurre de manera ostensible y repetida son las llamadas conformaciones de concepciones singulares, estos barrocos de saberes, de imaginarios de herencias mezcladas y de proyecciones novedosas. Ni siquiera se da de manera pura en los científicos, de las llamadas ciencias duras, salvo cuando se está en la academia o en los centros de investigación, en las revistas especializadas, en los foros científicos. En la vida diaria de los científicos reaparece una y otra vez, por sus vinculaciones familiares, grupales e institucionales, los barroquismos de las conformaciones de las concepciones singulares.

Podríamos decir que el estudio de estas conformaciones barrocas, efectuadas y realizadas en las prácticas, pertenecientes a la realidad efectiva, se ha descuidado grandemente, abocándose las ciencias humanas y sociales al estudio de las ideologías, de las filosofías, al estudio de la epistemología. Estos estudios abarcan ciclos largos; no pueden comprender los ritmos de los ciclos medianos, a no ser que se considere los desplazamientos epistemológicos, incluso los desplazamientos ideológicos. No se trata de  rupturas epistemológicas, que corresponden a los ciclos largos. Mucho menos se captan los ciclos cortos de la vida cotidiana, de las prácticas, de la difusión comunicacional y de la emisión de los saberes. Para tal efecto se requiere de la consideración y el estudio de estas conformaciones de las concepciones singulares.

 

Podríamos hablar de creencias, sin embargo, el problema radica en que las creencias están asociadas a la religión. No hablamos, por cierto, de religión sino de concepciones singulares, barrocas, proliferantes, lo que, en algún momento, desde la antropología se llamó cosmovisión, en plural, cosmovisiones. Pero, sería exagerar hablar de cosmos, no se trata de cosmovisiones, pues no se trata de miradas al cosmos, sean estas mitológicas o no. Se trata de concepciones pedestres, provisionales, peregrinas o, en su caso, concepciones más o menos elaboradas, cuya pretensión de verdad incluso se presenta como “científica”. Ciertamente se trata de una pseudo ciencia, no en el sentido peyorativo, sino, mas bien en el sentido de inacabado e inconcluso, provisorio. Hablamos de interpretaciones abigarradas.

 

Las conformaciones de concepciones singulares se dan en el ajetreo diario de las comunicaciones sociales. Se trata de improvisaciones singulares de interpretaciones concretas en el ajetreo diartio. Ahora bien, esta conformación de concepciones singulares puede variar de tonalidad, incluso de calidad, puede darse de una manera más elaborada o, mas bien, circunstancial. Por lo tanto, hay que distinguirlas en su propia estructuración. Lo importante es anotar que efectivamente se dan así las llamadas formaciones discursivas y formaciones enunciativas, en la práctica, en su efectuación constante. No se trata del sentido práctico de Pierre Bourdieu, sino pretensiones de verdad, incluso de objetividad, de las enunciaciones efectivamente efectuadas. 

En consecuencia, estas conformaciones de concepciones singulares aparecen en composiciones saturadas o mezcladas. En algunos casos es más difícil disociar sus mezclas y comprender su composición provisional. En otros casos es más fácil, pues la mezcla se presenta de manera evidente, aunque los que emiten estos discursos no se inmuten. En todo caso no es un acto del todo conciente, tampoco inconsciente, sino más parecido al habitus.

 

Se puede optar por algo parecido a la crítica del juicio de Emmanuel Kant, que está dedicada a la estética, vista desde la perspectiva de la crítica. En esta crítica estética Kant dice que la estética no construye ni conforma conceptos, sino cuasiconceptos, que se basan en el gusto, en algo que podríamos llamar la fenomenología del gusto. De la misma manera, podemos decir de las conformaciones de concepciones singulares, que si bien no se basan en el gusto, sino en algo distinto, en una predisposición diferente, que tiene que ver con el deseo. Con el deseo indeterminado, correspondiente a la autoreferencia, al etnocentrismo, que conlleva, inherentemente, la pretensión de verdad, pero de una verdad vinculada al deseo de ser, ser en el presente, presencia o intuición de la presencia, de una verdad heredada o emanada desde un sentido común, que hace de certeza social. Se trata de una actuación para los demás, para los que escuchan y ven, para un entorno colectivo o grupal, incluso social, con proyecciones institucionales. 

 

Entonces se trata de cuasi conceptos, con pretensiones teóricas, incluso científicas. Pero no son conceptos, no hay una estructura categorial conformada, sino se trata de una emisión amorfa, que usa algo parecido a los términos ideológicos, en su búsqueda de legitimación. Hemos dicho que no se trata de la ideología, pues no llega a este nivel de elaboración, sino, nuevamente, se trata de formaciones provisionales discursivas y enunciativas. 

 

Como hemos dicho, no es el gusto, no es fenomenología del gusto, sino una fenomenología del deseo, del deseo indeterminado, donde aparece la búsqueda de ubicación de centralidad, podríamos hablar del deseo que se obsesiona por la autorreferencia, que deriva en la autocontemplación, en la autosatisfacción y la autocomplacencia. No se trata de ser en el mundo, como pedía René Zavaleta Mercado, sino de la pretensión compulsiva de situarse en el centro imaginario del mundo, en otras palabras, del ser en un solipsismo ambiguo, encaracolarse en sí mismo y en su entorno, que se confunde con el mundo.

 

Ahora bien, ¿cómo es que estás conformaciones de concepciones singulares se dan, emergen, se despliegan, se desenvuelven y se consolidan? ¿Cuáles son las prácticas que permiten la conformación y la configuración de estas concepciones singulares? ¿Cuáles son los aparatos, sino las instituciones, que sostienen esas prácticas y que derivan en concepciones singulares, en la reproducción de estas concepciones barrocas? Podemos hablar de estructuras no permanentes, mas bien, provisorias y provisionales, incluso amorfas, también itinerantes. Hablamos de la familia, incluso de la familia extendida, así mismo de familias, de redes familiares, de reuniones familiares, donde se vierten concepciones particulares, se comparten concepciones que son singulares, que se convierten en una especie de sentido común familiar. También hablamos de grupos de amigos, de fraternidades, de reuniones periódicas de amigos, de reuniones festivas, de fiestas de cócteles, incluso de reuniones donde se llegan a tocar determinados temas, que se consideran de importancia. Así como también hablamos de encuentros de foros, de conferencias, incluso de congresos, donde se vierten opiniones, más o menos elaboradas, de acuerdo con las temáticas o los problemas a tratarse, que pretenden ser de actualización, incluso especializadas. También hay foros políticos y foros sociales. Hay ONGs y fundaciones, que hacen de aparatos de difusión, de verdaderos aparatos de comunicación circunscrita y de formación puntual, que sostienen determinadas prácticas donde se emiten estas concepciones singulares. De la misma manera, podemos nombrar a los colegios profesionales de distintos rubros, profesiones liberales e inclusive técnicas. Estamos ante variados perfiles de estos aparatos de los sentidos comunes, definidos en distintos ámbitos y niveles, que ejercen prácticas, donde se despliegan y desenvuelven estas concepciones singulares.

 

No nos olvidemos hablar de los partidos, así como de los movimientos ideológicos y políticos, pero también congregaciones religiosas, así como espiritualistas, también de otras cofradías de variadas preocupaciones. Tampoco nos olvidemos de hablar de los movimientos alternativos y de las tendencias sociales que interpelan; también ahí se dan espacios y prácticas que promocionan concepciones singulares, que buscan y pretenden ser críticas. En consecuencia, tenemos una variedad bastante grande, una gama de perfiles de las conformaciones de las concepciones singulares. Atraviesan, entonces, instituciones, estructuras sociales, aparatos, dispositivos, incluso instituciones sociales y culturales, que realizan actividades de todo tipo, pueden se conservadoras o, mas bien, progresistas, incluso pretender tendencias radicales. Al respecto, no se puede generalizar, ni homogeneizar, a estas conformaciones de concepciones singulares no les caracteriza ninguna tendencia compartida por todas, tampoco inclinación política definida, ni opción ideológica o religiosa característica a todas. Manifiesten un matiz conservador o más bien progresista, incluso radical, todas las conformaciones de concepciones singulares son, mas bien, heterogéneas. Lo que interesa aquí es que se trata de la conformación de concepciones singulares, provisorias y provisionales, que tienen un gran efecto en la vida cotidiana, en la consolidación del sentido común, del ejercicio y prácticas de las formaciones discursivas y enunciativas prosaicas.

 

En el ensayo intitulado Las concepciones triviales del mundo escribimos:

 

“Hablemos de las concepciones triviales del mundo, que forman, obviamente parte de la ideología; ese sistema representativo del mundo, de legitimación de las dominaciones polimorfas y de orientación práctica de acciones vinculadas a la reproducción del poder. Por cierto, hablamos de sistema más en términos metafóricos, pues más que sistema es un conglomerado de sedimentaciones representativas, estratificadas en los depósitos de las formaciones discursivas de la sociedad oficializada, del Estado y del imaginario conservador. Este sistema-ideológico es pues variado y plural; cada estrato o grupos de sedimentos ideológicos, funciona, muchas veces, aparentemente, de una manera independiente. Solo cuando se da la crisis múltiple del Estado y de la sociedad institucionalizada, los sedimentos, los estratos ideológicos, los fragmentos sueltos, locales y regionales, se articulan para defender desesperadamente el establishment[1]

 

 

En ese escrito, decimos que las concepciones ideales del mundo forman parte de la ideología. Puede que se sigamos manteniendo esta interpretación. Sin embargo, lo que tiene que quedar claro es que la ideología no se expresa directamente, como una narración elaborada, como ideología, tal cual, sino que la ideología se realiza a través de prácticas interpretativas singulares, que, en unos casos, pueden ser triviales, pero, también, en otros casos, pueden ser incluso eruditas. lo que interesan son las prácticas discursivas, tal como se dan efectivamente. La teoría tampoco se expresa de manera directa, tal cual, si no se lo hace a través de interpretaciones, que pueden ser especialistas, eruditas, expertas, incluso comparativas y analíticas. Aquí también aparece la práctica discursiva, que puede corresponder al lenguaje especializado al lenguaje académico, incluso al lenguaje conceptual y al lenguaje filosófico. Pero donde apuntamos es a la forma como aparece, de acuerdo a la práctica enunciativa.

 

Las concepciones singulares corresponden entonces a estas prácticas discursivas y enunciativas efectivas, que se dan en ámbitos concretos, en su propia variabilidad, respondiendo a distintas conformaciones y configuraciones, incluso a distintas estructuras sociales, más o menos duraderas más o menos provisionales. Esto es lo que importa, la realización concreta de la práctica enunciativa.

 

Ahora bien, lo que se ha venido en llamar pensamiento propio, ¿corresponde a un tipo de esas concepciones singulares? Más o menos, desde 1985 hemos venido hablando del pensamiento propio, a partir de la práctica de la crítica epistemológica, crítica que se consideraba activamente, políticamente, como dedicada a la construcción del pensamiento propio. Es decir, se concibe un pensamiento de resistencia, de contrapoder, incluso de contracultura, un pensamiento descolonizador y crítico, que responde a la memoria, pero también al presente de las interpelaciones. Pensamiento propio que responde a la memoria, pero también al presente de las interpelaciones. Podemos decir, que el pensamiento propio aparece como una finalidad liberadora, liberando al pensamiento mismo de sus ataduras, pensamiento atrapado, que se considera todavía enajenado o preso en la ideología. Desde esta perspectiva, el pensamiento propio es como una ideal a alcanzar; en el transcurso, se realiza de manera crítica, a partir de la deconstrucción, es decir, de la hermenéutica crítica. En este transcurso, el pensamiento, que se manifiesta, se desenvuelve a partir de la conformación de concepciones singulares, que se construyen desde la perspectiva crítica, pero también activista. 

 

Lo que importa es separar lo que llamamos ideología, también lo que llamamos teoría, incluso ciencia, de lo que llamamos concepciones singulares, aunque se imbriquen, se entrelacen, se conecten, en las prácticas propiamente discursivas y enunciativas, en ámbitos circunscritos, que corresponden a estructuras provisorias, aparatos, circunstanciales, instituciones difusas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Raúl Prada Alcoreza: Las concepciones triviales del mundo. Movilización. La Paz 2017. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Desierto

Hermenéutica del concepto libertad