Memoria infinitesimal

Memoria infinitesimal 

 

Sebastiano Mónada 

 

 

 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Registro de anillos concéntricos

en troncos de árboles somnolientos,

Huellas inscritas en memoria ígnea 

de rocas sedimentadas en siglos

en volcánicas mareas magmáticas.

 

Hendiduras en espesor territorial, 

evento exuberante y fecundo global.

Recuerdos guardados en recovecos químicos

de laboriosas células de metabolismo antiguo.

 

Acontecimiento producente, 

convergencia múltiple

en síntesis ingeniosa, pictórica y perene  

de vibrantes composiciones del tejido artesanal, 

cuerdas sonoras de interpretación musical.

 

Artesanía quimérica 

en gama de hilos ondulantes

y cromática convulsión de colores delirantes, 

conmovidos por el estallido primordial

de la ruptura del eterno silencio ancestral.

 

Matriz insondable de ausencia absoluta

de materia y energia luminosas y oscuras.

Inexistencia misma sin espacio ni tiempo,

amnesia incorregible de todo comienzo,

donde es impensable incluso la nada.

 

Allí, en ese principio fundamental, nace el ser,

herida abierta en el universo de la apariencia,

pasatiempo de espejos lúdicos del parecer

Ahora nos movemos dispersos en galaxias 

que se alejan raudas sin despedirse, 

girando alrededor de agujeros negros,

que se tragan estrellas en remolinos sin fondo.

 

¿Destrucción de la materia, de la energía, 

de la información? Desazón sin alegría.

¿Olvido pleno de lo que fue el universo?

Anulación demoledora de lo diverso.

 

¿Desaparición de todo registro, de toda huella, 

de toda memoria? De encomiable vivaz lengua.

No habrá recuerdo del acontecimiento,

no habrá nadie que cuente lo vivido,

nada donde se guarden las composiciones

en pentagrama fluido de canciones 

de las arpas de cuerdas polifónicas.

 

No importa, mejor no preocuparse,

lo que incumbe es el momento presente,

la belleza del ballet de las constelaciones 

y galaxias en recorridos nómadas.

Danza rítmica de los astros en fuga,

nacimientos dolorosos de soles,

transformaciones moleculares

en rutilantes atómicas convulsiones.

 

Percusiones de pulsaciones gigantescas,

se escuchan a enormes distancias,

dejando luminosas fragancias,

alientos y vientos incendiarios,

que se perciben desde lejos

por ojos curiosos de telescopios.

 

Por último, despedidas dramáticas 

y proliferantes muertes trágicas

de patéticas supernovas,

mientras contemplamos con asombro 

el fantástico encanto cósmico 

de las fuerzas fundamentales,

que juegan a combinaciones

complejas, azarosas y  estelares.

 

Vivir eternamente el instante,

de la entrega apasionada y constante

gozar plenamente el momento fugaz,

narrado por lenguaje locuaz,

agradeciendo existencia imaginada

por ingeniosas partículas infinitesimales.

 

Sobretodo, sentir la autopoiesis creativa 

de la majestuosa potencia vital 

de la inagotable energía ancestral.

Despliegue audaz de la fuerza volitiva.

 

 

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