Amo a los que aman

Amo a los que aman

 

Sebastiano Mónada 

 

 

 

 





 

 

 

 

 

 

 

 

 

Amo a personas vitales,

a gentes luminosas,

con lo que poco que tienen

entre las manos artesanales

crean maravillas

con sus dedos de artistas.


Poesías inolvidables,

sentidas en la piel

como si fueran miel,

atrapadas por el cuerpo,

por espesores sentimentales,

conmovidos por su canto.

 

Esas personas aman la vida.

Donación preciosa emerge 

en planeta perdido en divagaciones.

Obsequio gratuito de flores acuareladas

y frutos jugosos de pulpas sabrosas.

Son propiamente el ser del devenir,

el don que dona el ser a la nada,

para alumbrar el porvenir.

 

Amo la rebelión desplegada 

en actos intrépidos,

en gestos atrevidos,

en palabras que brotan,

en metáforas que rebotan.

Fluidos ríos de imágenes

y de bullentes canciones,

destinadas a la metamórfosis

atrapada en nifa del caosmosis.


Fuego solar y de sacerdotisas,

fuego que incendia fortalezas,

que quema Estados 

e incinera gobiernos.

Fuego que inventa el cosmos.

 

Amo a los jóvenes rebeldes 

e iconoclastas, herejes,

destructores de imperios,

fabricantes de futuros.

Amo sus trasgreciones fácticas,

sus irrupciones intempestivas,

sus desplantes contra el orden 

y códigos de normas,

desmantelando el poder.


Espíritus libres,

crisálidas de mariposas,

compositoras de meditaciones

hechas de colores.

Vuelan conquistando el cielo

usando armas acústicas de coro.

 

Amo a adultos empedernidos,

tercos e insistentes,

duros huesos de roer,

trovadores bohemios,

que continúan prendiendo la llama 

de la revolución traicionada,

recuperada por ellos 

en la utopía crepuscular,

preñada de alborada.


Hombres y mujeres marcados 

por huellas hendidas

en tiempo olvidado. 

Usadas como senderos secretos 

que conducen de todas maneras

a la recóndita memoria.

De piel curtida por la experiencia,

Convocatoria apasionada a luchar.

Últimos combatientes del siglo soñador.

 

Amo a pueblos que marchan 

contra la metrópoli insomne 

y contra el capital insaciable.

Gramática de multitudes en compás,

Armonía de melodías en polifonía.

Levantan consignas como banderas,

cantan recorriendo la historia,

inventándo de nuevo la narración,

trama envolvente de la irrupción,

en el estallido desbordante

de la sublevación consonante.


Cuando las multitudes se levantan

el episodio desborda en alboradas

encendidas, singulares y libertarias,

horizontes nómadas que constan.

 

Amo a mujeres que rompen ataduras, 

que se liberan de amarres,

y andan ligeras, suspendidas, fragantes.

Apoteosis de la irrupción pasional

en ciclo atormentado estatal

y consagración de la eterna primavera. 


Guerreras portadoras de secretos,

de misterios guardados,

de los bienes comunes 

y del refugio materno.

Venus ancestral anterior 

a los mitos de Altazor.

 

Amo a los que se oponen

y a las que resisten,

a los que se levanta desde las sombras

a combatir en insurrección permanente.

Amo a los que se entregan completos,

sin ahorrar nada, 

sin retazos,

exigiendo cumplimiento de demanda

a la decrépita burocracia en retirada.

Amo a los del gasto heroico

y sin retorno.


Amo a los cuerpos que festejan la vida

a cada instante

profuso y proliferante,

en cada vaivén que danza.


Amo a los que aman y se entregan

para siempre a la otredad.

Amo a los que bailan alegres,

ondulando el cuerpo rítmicamente.

Convierten la danza en acontecimiento

en el universo sorprendido de sí mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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