Comunidad de la vida contra la muerte
Comunidad de la vida
contra la muerte
Sebastiano Mónada
Al escuchar tu historia me he quedado
inmensamente triste y apesadumbrado,
el doloroso drama repetido de tu pueblo
me ha mostrado la soledad desgarradora
en la que se encuentran los humanos.
Expulsaron a tu comunidad tantas veces de la tierra
que parece eterno el fatal destierro repetido.
Ensombrecidos amos la persiguen con odio,
pues no pueden amar la primavera y el verano,
tampoco el deshojado otoño ni el frio invierno.
La persiguen los siniestros jinetes de la muerte
por todos los recorridos de la huida interminable.
No concluye a pesar de asentamientos renovables.
Las huestes forajidas de patrones asesinan,
sin escrúpulos y vaciados de humanidad,
a jóvenes dirigentes, que se hacen cargo del destino
y familiares expuestos con sus cuerpos minerales,
a la cruel metralla implacable de los paramilitares
y a las sinuosas emboscadas traicioneras del ejército.
Los jueces desechan los reclamos acumulados
de campesinos expulsados por la guerra permanente,
de angurrientos burgueses y oligarquías terratenientes.
Criminalizan las proliferantes movilizaciones
y justas demandas hechas públicas como canciones,
consagradas al eterno retorno de la primavera
en detallados pliegos petitorios difundidos,
que no son atendidos por gobernantes de polvareda.
Archivan burocráticamente las denuncias
y hacen de oídos sordos a las acusaciones,
corroídos tercos ciegos ante las evidencias,
prefieren criminalizar las animadas protestas
y castigar la existencia misma de la comunidad,
que espera en la sala poblada sin respuesta,
confiando en la indolente burocracia con bondad.
La comunidad de la vida es la potencia creativa
del porvenir soñado debajo del firmamento,
donde las galaxias danzan la melodía viajera
para los hijos y los hijos de los hijos,
los nietos que vendrán con las manos abiertas.
Conviviendo entrelazados con las plantas y animales,
trabajando la tierra con las manos labradoras,
desprendiendo vahos de afectos indescifrables
sembrando semillas y cosechando frutos afables.
La comunidad de la vida es la esperanza,
es el hogar de los condenados de la tierra,
de vitales héroes que resisten al despojo,
de combatientes que luchan contra el dominio
barroco de los traficantes de la muerte.
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