Canto a la potencia constituyente
Canto a la potencia constituyente
Sebastiano Mónada
Son jóvenes, muchas mujeres luchadoras.
Son a la vez el fuego y la esperanza.
Se dedican a recuperar la tierra y las aguas,
las cuencas y los bosques,
las montañas de la cordillera
y los ríos que fluyen desde las rocas.
A limpiar la atmósfera del veneno esparcido
por las chimeneas y el hedor fósil
que se quema para mover
las máquinas de muerte.
Emergen de las movilizaciones desbordantes,
de la fuerza de las resistencias,
de los despliegues multitudinarios,
que recuperaron las calles y plazas
para los actos emotivos de la gramática
corporal, la poiesis social,
la demanda joven y esperanzada.
El pueblo los ha elegido
para inventar horizontes,
cruzar los límites impuestos,
saltar perturbadores obstáculos
y crear alterativos mundos.
Para activar la potencia creativa,
abriendo espacios de deliberación,
donde las multitudes se pronuncien
y tomen la conducción entre su manos.
Hermosas manos artesanas
de brazos alfareros,
de cuerpos afectivos,
de voluntades estéticas.
Para que los conglomerados sociales
se autogobiernen.
En sus hombros cargan la responsabilidad
de cambiar las prácticas, las reglas del juego,
demoliendo las estructuras y las instituciones
del oprobio instalado y las dominaciones
sembradas, inscritas en la piel
y hendidas en el espesor de los cuerpos.
Iniciar la bifurcación en el camino,
inventando recorridos creativos
que remonten distancias para estrechar manos,
corazones, cuerpos y pueblos.
Activar la potencia social,
la potencia creativa de la vida,
la invención colectiva de la gente,
la autogestión de de los pueblos.
El arte de armonizar con los ciclos vitales,
de formar parte de la alegría del planeta.
Son auténticos,
sin simulaciones e imposturas,
las que acostumbra la casta política.
Compenetrados con las naciones
y pueblos autóctonos.
Han desplazado a la casta política,
saliendo del círculo vicioso del poder.
Volviendo a los territorios
para informar y consultar,
para convertir a todo el país
en una gran Asamblea Constituyente.
Son originarios de la Patagonia,
complementariedades territoriales
y de sociedades de árboles soñadores,
de fluídos acuáticos,
de corrientes marinas
convertidas en flujos aéreos.
Retornan a la memoria
inventando el futuro.
El presente está preñado de porvenir.
Comienza a volver a manos del pueblo
las riendas de su destino
que no es una fatalidad inscrita
como en mito antiguo
sino una obra de arte de las multitudes.
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