El sentido del mundo
El sentido del mundo
Sebastiano Monada
No es invento de nadie,
fantástica quimera bordada,
herencia, imaginación deslumbrante
de anónimo genio solitario.
Ni esencia oculta a los ojos,
seducidos por fenómenos inesperados.
Se descubre horadando apariencia,
alucinante espejismo del desierto
o bruma espesa en fría madrugada.
Al nombrar secreto abstracto y puro
accede suministro a verdad absoluta.
No es amor platónico de filósofos vírgenes,
castos y fieles a su amor profanado.
Cavilación templada de celibato,
compromiso adquirido, donación dramática.
Disciplina de monjes en monasterios
de ignotos continentes lejanos.
No es concepto ecuménico,
fúlgida ave fénix desplumada,
eterna, naciente de cenizas,
en repentino incendio propagado
por asustados pirómanos aprendices.
Cosmopolita idea universal
arribada por pública divulgación,
tozuda repetida conmoción
obstinada, habiendo experimentado
en blancos laboratorios diáfanos.
No es tampoco soterrado misterio,
trabajosamente develado a místicos
en consagración de meditación acentuada,
laboriosamente alcanzando el nirvana.
Sentido, ancestral relación con el mundo
virtual y pródigo, obrado colectivo.
Eruditas manos maravillosas,
artesanía prolija dando forma
a suave arcilla dormida.
Convertida en voluptuosa vasija
de barro fecundo.
Prodigiosa, cosida a fuego lento,
alfarera curvada en insinuante deseo.
Hospitalaria, abasteciendo de miel,
lechosa sonrisa divina.
Añejando alquimia de vino.
Acompasado tambor resonante,
rítmica percusión, corazón palpitante
y olvidado sueño de niños.
Intuyendo sentido del mundo,
boscoso, azulado y fulgurante.
Recóndita inmanencia compartida,
mote de maíz en mesa servida.
Barroco orbe devenido sentido,
gótico acontecer expresivo en el mundo,
copiosamente emanado de cuerpos.
Madurando nostalgias guardadas,
furor concebido por Oikos.
El sentido es tejido trenzado,
advenimiento aleatorio de pasiones
e inolvidables sueños de artistas.
Pintando con miscelánea de colores
barrocos, mezclados en búsquedas.
Inspiración dibujada en formas
adivinas de potencia creadora.
Mutaciones fecundadas por significados.
Lúdico mundo, jugador apremiante,
cotejando manoseada baraja gitana
o heracliteísmo travieso aprendiz.
Secretos del fuego como matriz
del enigmático universo fugitivo,
agitando fina arena en playa,
removiendo hojarascas otoñales,
gozando florestas primaverales
y frenéticas lluvias veraniegas.
Regocijo deslumbrante en alegrías,
cobijado en curiosas miradas
y nocturnas pieles sensibles.
El sentido es derroche de afecto,
embriagante vida colmada,
elegante razón innovadora,
entregando lucidos argumentos
al cambiante cosmos asombrado.
El sentido es mutante serpiente alada,
crisálida de mariposa tatuada,
metamorfosis en experiencias exuberantes.
Activa memoria renovada en narraciones,
ciclo envolvente de la bailarina Tierra,
tasando en balanza de plata la vida.
El sentido del mundo viaja
a lomo de caballos o llamas
en itinerantes caravanas gitanas
o errantes columnas de sal,
trocadas por coca o papas.
Inmediata intuición compartida,
prolíficos seres agitados
sintiendo detalles hilados,
inéditas tramas tejidas.
Sonoras vibrantes cuerdas,
inspiradas, componiendo canciones,
encendiendo intermitentes estrellas.
El sentido del mundo
es creativo devenir constante
de glaucas ondas musicales.
Caricias despertando materias
halladas en la oscuridad adormecidas.
¿Qué sería del mundo sin sentido?
Áridos océanos sin agua
y despojados continentes sin bosques.
¿Qué sería del sentido sin mundo?
Atónitos humanos sin nombre.
El mundo, escrupuloso discernimiento,
gramática de recuerdos señalados,
llevando el agua curva y compulsiva.
El sentido es el mundo.
Inscripción de huellas hendidas
en devota carne perceptiva,
circundante mundo compartido.
Órbitas de ciclos vitales.
El sentido fluye fecundo,
existencia esparcida como semilla
en siembra de papa imilla.
Intensa vivencia impulsiva,
desplegando cadenciosas danzas
seductoras, curvándose en sinfónica
inaugural gravitación armoniosa
del antiguo pentagrama cósmico.
Ondulante sentido donado
en ritual ceremonia festiva.
Vehemente cuerpo vital,
ingenioso, entabla dialogante
múltiple comunicación ancestral.
Alguna vez perdida en el olvido
del simbólico humano animal.
Hoy en día, en planeta acuoso,
desvanecido sentido inmanente.
Geología de sedimento mineral,
navegante devenir permanente,
magia transformando materia
en incansable energía vibrante.
Recorrido acaecimiento constante,
maleabilidad convirtiendo sensaciones
en sublimes composiciones cambiantes.
Herramientas de mundo maquinal,
yerto, repetición aletargada
del estruendoso crepitar ensamblado.
Achacoso chirriante engranaje,
compás de acero recurrente.
Novela de la triste figura.
Vertiginosa modernidad ilusionada,
abogada ley evolutiva
y decantación, norma boyante,
arrojándose contra molinos de viento.
Entristecidos dragones míticos,
apilados, pasado desvanecido,
cuando son provisionales instituciones.
Extensos campamentos de hongos
ateridos en los tejados de las casas.
Marcas pictóricas del tiempo imborrable,
exhortación de insomnes fantasmas,
pálidos jinetes nocturnos.
Habitantes del desierto de la nada.
Recuperar el tiempo perdido,
búsqueda de Marcel Proust fascinado.
Retorno literario al sentido inmanente,
guarecido en texturas carnales, corpóreas
y redes de venas y arterias ansiosas.
Volviendo curvada, metamorfosis
del trenzado espacio y tiempo.
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