Chile

Chile 

 

Sebastiano Mónada

 

 

 

Dedicado a Rodrigo, a Nino y a Josefa

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

Todos los pueblos, el pueblo.

Todos los territorios, la Tierra.

Entre el mar y la cordillera 

el país recorre su dramática historia.

Memoria larga reuniendo recuerdos, 

luminosa meditación asombrada

ante la intempestiva tormenta 

del potente acontecimiento compuesto 

de asociaciones de comunidades, colectivos, 

grupos e individuos, corrientes de líneas de fuga.

 

Recorre territorialidades que sueñan

diversas narraciones locales.

A veces pesadillas volcánicas,

a veces delirios áridos 

del desierto fugitivo, 

que huye a las montañas 

o se ahoga en el mar.

 

A veces valles inventados por el río,

fluyendo desde el entorno montañoso 

del Aconcagua, kimche solitario pensativo,

buscando serpenteante una comuna perdida

en la explanada vaporosa de la cuenca.

A veces valles inventados por la piedra transparente, 

espesor donde habitan los lafkenches.

Pueblo descendiente de la guerra interminable

contra la ocupación de los jinetes del Apocalipsis.

 

A veces valles fecundados en batallas 

inscritas en la fertilidad acuática 

del territorio donde fueron destruidos 

los fuertes en defensa de la causa perdida,

- crónica de una derrota anunciada -.

En Biobío estratégicamente construidos.

Demolidos por los autóctonos guerreros 

de la lengua que habla a los árboles,

animales, ríos y montañas.

Guerreros montados en el viento,

desatando conflagración al galope intrépido

de enigmáticos caballos de fuego.

 

A veces valles boscosos merodeando lagos,

que reclaman el retorno de los puertos.

La romántica Puerto Montt y el melancólico Puerto Varas,

mirando con admiración los volcanes Cabulco y Osorno,

entre algunos que lanzan ritmicos versos.

Flujos de palabras respondiendo a flujos y reflujos de olas.

Convocando el retorno a la intimidad del espesor musical

de coros de árboles amenazados.


A veces en la lejanía de los confines del mundo,

donde la Patagonia despide al viajero helado

de la polar Antártida ignota 

curvada en su meditación interminable.

 

Duradera y esforzada frontera natural 

que detiene al océano Pacífico.

Longitudinal viaje climático, atravesando 

frondosas metamorfosis atmosféricas, 

liberando mariposas de crisálidas doradas.

Gigante pájaro invisible, volando sigiloso, 

en el norte seco de desterritorialización absoluta.

Desierto metafísico donde no cabe el agua.

Enorme reptil invisible, reptando exuberante, 

en el sur húmedo mojado de lágrimas, 

diamantes hechos de nostalgias.

 

Desde una mirada lejana y náufraga, 

infinitamente distanciada,

se pliega el país poblado de esperanzas, 

doblándose en su convulsionado afecto, 

develándo el secreto de la intimidad más oculta.

Plegamieto inaudito donde el devenir humano 

desenrolla sus pieles emocionadas, 

brisas de proliferantes sensaciones,

Narraciones culturales de memorias perceptuales.

 

Fantasma insomne de la subjetividad asombrada. 

Pescadores expulsados de las playas expropiadas,

masas proletarias del cobre no repujado, 

lacónicas migraciones abandonadas 

por antiguos barcos sobrevivientes 

del sinuoso cruce aventurado 

por embravecido Estrecho de Magallanes.


Fantasma insomne de pueblos guerreros ancestrales 

vencedores del ejército conquistador

de soldados y jinetes de armaduras de acero,

ungidos por pretensiones imperiales de la Corona ibérica.

Armada enloquecida al toparse con el continente oculto

entre inmensidades océanicas que no se encuentran.

Abya Yala, entre ambas aguas, 

escondida en la desindad brumosa de los tropicos,

de las mesetas, de las serranías y de los valles.



Los jóvenes se levantan multitudinariamente, 

apoteósica armonía de la subversión de la praxis,

contra la genealogía de las dominaciones.

Opuestos a los monopolios perversos 

de contadas siete familias capitales,

pecados originales, raíces del deseo insatisfecho

de los barrocos amos crepusculares.

 

Se sublevan contra la continuidad infame de la dictadura. 

absolutamente despótica e infinitamente criminal.

Persistente, terco retorno efectuado por la casta política,

cómplice y condescendiente con los verdugos 

y las abominables atrocidades cometidas.

Acto heroico desbordado en la plaza Dignidad,

en las alamedas profetizadas por Salvador Allende.

 

La nación y los pueblos mapuches,

candenciosas confederaciones del Wallmapu,

retoman la guerra anticolonial iniciada por los lonkos

contra los hirustos conquistadores españoles

y los nuevos colonizadores criollos,

que ocuparon sus tierras en guerras de exterminio.

Retoman los parlamentos para resolver pacíficamente 

la controversia histórica por las tierras,

las aguas, los aires, los bosques, los suelos, los ríos,

los cerros sagrados de la cordillera.

 

El Kume Mögem alumbra el alba y el ocaso

en el pasado y el porvenir utópicos.

Irradia navegando en la inmensidad de la noche,

flotas de constelaciones viajando en el universo

plagado de galaxias danzantes.

Extrañamiento del tejido espaciotemporal

y desconocimiento del acontecimiento sideral. 

Archiescritura inaugural de la vida 

en la explosión inicial olvidada,

registrada tenuemente en las vibraciones 

aletargadas de la gravedad cósmica.

 

En los compuestos espesores del presente, 

en la coyuntura de huesos fosilizados,

el eterno retorno del comienzo y el fin

vuelve a repetir en su innumerable combinación 

indescifrable, gramática de las ondas,

compositoras de la polifonía existencial.

Alquimia de partículas infinitesimales asociadas

en capricho del azar y en cálculo de la necesidad.

 

El rey tuerto y el mago ciego imponen la deuda infinita,

fundamento de la génesis de las violencias múltiples

descargadas sobre los cuerpos vulnerables.

La civilización de la muerte inscribe su huella ecológica,

Destruyendo los nichos, contaminando las cuencas, 

depredando los continentes vulnerados 

y los numerosos mares enfermos.

Acabando con la vida a nombre de la fantasmagoría, 

contable aritmética de valoración abstracta,

fetiche del fantasma senil del capital. 

Invento de las fraternidades masculinas 

en guerra interminable contra las mujeres.

Amazonas guerreras, defensoras de los bienes comunes 

y del conglomerado de bosques, faunas y floras.

Cofradias de machos cabríos, arquitectos celosos 

de pronunciadas civilizaciones, convertidas en mitos,

atacando a las hembras y varones armonizados

en dinámicas integraciones del Oikos.


Convivencia múltiple de sociedades orgánicas.

Más allá del bien y el mal,

más allá del esquema dibujado a lapiz

del antagonismo entre amigo y enemigo.

Más allá de la política masculinizada por costumbre 

y el otoño pirómano del Estado patriarcal.

 

 

 

 

 

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