Premio para Alberto Acosta

ILEANA ALMEIDA 



En los próximos días Alberto Acosta, exministro, presidente de la Constituyente y destacado teórico social y político, recibirá en Alemania el premio internacional Hans Carl von Carlowitz, en reconocimiento a sus méritos intelectuales y a su posición a favor de los derechos de la naturaleza, de las clases sociales desfavorecidas y de los pueblos indígenas. Transcurrían los años 80 cuando el galardonado, luego de terminar la Universidad de Colonia, realizó vastas giras por nuestro país, visitando centros académicos, centrales obreras, municipios, donde debatió importantes aspectos de la realidad. A veces ante menguados auditorios, otras con público numeroso, exponía sobre la urgencia de dar un giro a la situación social, económica y política del Ecuador, la injusticia histórica de la deuda externa y su reclamo por la escasa participación popular en las decisiones del Estado. Poco después, desde el ILDIS (Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales) por medio de publicaciones y encuentros se propuso apoyar a los grupos sociales más vulnerados por el capital, defender las reivindicaciones de las comunidades indígenas y afro descendientes, afectadas por las políticas de los gobiernos de turno. Otro de sus temas, crucial y constante, se refiere a la destrucción acelerada de la naturaleza. Su experiencia, acumulada a través de años dedicados al estudio, la investigación y las batallas sociales, inspiró importante cambios e innovaciones en la Constitución de 2008, orientados a transformar el carácter del Estado, a democratizar instituciones y leyes para volverlas más flexibles y cercanas al mundo real. Las normas y regulaciones deberían encarnar los anhelos y necesidades populares, la verdadera vigencia de los derechos humanos y los del medio ambiente. Es innegable que hay un avance ideológico en la teoría política del Ecuador. Reconocerlo no se debe solo a las influencias del exterior, sino a dos conceptos quechua-aymaras que han ido acrecentando su significado. Ahora, en el debate político resultan competentes la Pacha Mama (Madre Naturaleza) y el Suma Kausay (Vivir Bien). Estas nociones, rescatadas de una sabiduría ancestral menospreciada por siglos, retornan para ofrecer “ideas amplias que incluyen la relación con los demás y con la tierra y la toma de decisión democrática y la reciprocidad comunitaria”, como sostiene Simón Yampara, líder aymara. Acosta ha descubierto algo que permanecía oculto y que esperaba ser entendido y proyectado. Ahora recorre Europa, y en temas como la sustentabilidad, el extractivismo, la plurinacionalidad, el laberinto capitalista, el poscapitalismo, la decolonización, invoca conceptos indígenas para acentuar su propia visión. El premio que se le va a entregar es muy distinto a los “honoris causa” que se consiguen por gestiones diplomáticas.


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