Modo de producción o modo de especulación

Modo de producción o modo de especulación

 

Raúl Prada Alcoreza

 



 

 

 

Hay que volver a la teoría del modo de producción capitalista de Karl Marx. Últimamente a partir de la comprensión de la configuración de ciclo largo del capitalismo, donde se establece el paso del capitalismo industrial al capitalismo financiero, en términos de dominación, incluso de jerarquía, se tiende a comprender el capitalismo sólo a partir del capitalismo financiero, sólo a partir de sus crisis financieras, olvidando que las crisis financieras son dilataciones de la crisis de sobreproducción. El capitalismo financiero no puede sostenerse sin la producción, sobre todo sin la producción industrial, que también ha cambiado por la implementación de las revoluciones tecnológicas y científicas. Si creemos que se puede explicar el capitalismo por su forma especulativa, que es el capitalismo financiero, caeríamos en un doble fetichismo de la mercancía, suponiendo que sólo hay relaciones entre cosas, que el dinero es algo independientemente del orden de relaciones, que la renta dineraria financiera del circuito de la deuda mundial puede explicar la crisis del sistema mundo capitalista en la actualidad. Esto es fetichismo dinerario, fetichismo financiero y fetichismo del dólar, cuando el dólar es el patrón que dirime en las transacciones mundiales. Si sólo por la especulación explicamos el capitalismo hemos caído en la fantasmagoría del fetichismo dinerario y del fetichismo del dólar. 

 

Que el capitalismo financiero sea dominante en la última etapa del ciclo largo del capitalismo vigente no quiere decir que sea determinante, puesto que no habría capitalismo financiero sin capitalismo industrial, no habría distribución y comercialización sin la producción. El capitalismo sigue siendo el modo de producción capitalista, no sólo por la valorización abstracta del valor, sino porque esta valorización abstracta se sostiene en la transformación que se da en la producción, transformación material de las materias primas en productos, transformación que sostiene la acumulación de capital. En todo caso si se quiere seguir hablando de imperialismo en la contemporáneidad, situando la centralidad imperialista en los Estados Unidos de Norteamérica, hay que hacerlo a la manera de Marx, desde la determinación del modo producción capitalista y no del modo de especulación capitalista que es la dominancia financiera.

 

Cómo hemos dicho no hay que perder de vista que se trata de la crisis de sobreproducción, esta es la crisis orgánica y estructural del capital, crisis que es diferida y dilatada por la administración financiera mediante la ampliación del crédito y la ampliación de la deuda, convirtiendo a los consumidores en deudores permanentes. Desde esta perspectiva podemos decir que hemos redituado la deuda infinita del comienzo de la civilización, que se da con el pago del tributo al déspota, en una deuda infinita de los consumidores individuales, grupales colectivos, sociales y estatales, incluso empresariales, respecto de un capitalismo financiero especulativo y extractivista. Es decir, el capitalismo financiero trata desesperadamente de salvar de la crisis de sobreproducción, de la crisis orgánica y estructural del capitalismo, al sistema mundo capitalista.

 

 

Diagrama de poder del panoptismo planetario 

 

El concepto de modo de producción supone en su composición el monopolio de los medios de producción, por parte de los propietarios no productores, y la falta absoluta de medios de producción, por parte de los productores no propietariosEs lo que se llamó la diferenciación inaugural entre burgueses y proletarios en la historia del modo de producción capitalista. Por otra parte, esto supone el despojamiento y la desposesión de los recursos naturales, vale decir, que el modo de producción capitalista supone el colonialismo, la violencia colonial, que despoja los recursos naturales en los territorios de las poblaciones nativas. En otras palabras, la valorización abstracta supone la desvalorización concreta, la generación de plusvalía supone la generación del plusproducto. No sólo se trata de la apropiación del tiempo de trabajo socialmente necesario, excedente de tiempo que no se paga al obrero, sino se trata también del control de su cuerpo, de la integralidad del cuerpo del trabajador. No sólo del desgaste físico, psicológico y de su inteligencia, sino también la absorción de su vida, de la biología, que supone el metabolismo corporal.

 

El modo de producción capitalista viene a ser también un modo de despojamiento y de desposesión de las poblaciones nativas. Es decir, supone el sustrato de la violencia, la expansión y la intensidad destructiva de las oleadas de conquista, de las oleadas de colonización, que se dan en el orbe del planeta. Si bien Karl Max se ha concentrado en la valorización abstracta, en la producción de plusvalía, como base de la generación de la ganancia, de la renta y del salario, no podemos quedarnos ahí, si queremos explicar de manera completa el funcionamiento del modo de producción capitalista, que, como hemos dicho, lo que se propone teóricamente es un modo de producción del valor y de la valorización, que suponen la generación del producto y del plusproducto, cuando de lo que se trata también, sobre todo, es del despojamiento y la desposesión generalizada de los recursos naturales, de los territorios, de ecosistemas, de la multiplicidad de energías vitales, como condición de posibilidad económica para el desarrollo del sistema mundo capitalista.

 

Ahora bien la historia del capitalismo no nace en la época que define Marx, cuando ocurre la conformación plena de este modo de producción capitalista, que, en todo caso es concepto, por así decirlo, del materialismo histórico, usando los términos de definición, que fueron formados durante la segunda y la tercera internacional, sino que este capitalismo nace mucho antes, en una temporalidad más largo que los largos ciclos del capitalismo europeo. Se puede decir que nace en en Asia, en los comienzos mismos de la civilización, cuando se inventa el Estado y la moneda, para pagar el tributo al déspota y a la casta de funcionarios, cuando la moneda interviene en el mercado para ponderar el valor de cambio de los bienes de intercambio. En este sentido tendríamos que hablar de ciclos más largos del capitalismo que los ciclos largos  pensados por Giovanni Arrighi. Hablamos de los ciclos más largos definidos por Gunder Frank. En consecuencia, no se puede desligar el nacimiento del capitalismo del nacimiento del Estado, tampoco del nacimiento de la religión, de la escritura y del patriarcado. Se trata entonces de nacimientos distintos en composiciones complejas de formaciones sociales abigarradas. Los nacimientos y desarrollos singulares, en composiciones complejas sociales, a lo largo de la historia del capitalismo, se dan de manera diferencial y distinta, dependiendo de los contextos históricos y geográficos. En pocas palabras, el capitalismo no nace en Europa, más bien, Europa hereda el capitalismo asiático, forma parte de la periferia del sistema mundo capitalista antiguo, cuyo centro era el imperio chino. Hay un desplazamiento de este centro asiático del sistema mundo capitalista antiguo cuando Europa conquista el continente de Abya Yala. Lo conquista, lo ocupa, lo coloniza, despojándolo de sus recursos naturales, despojando a sus comunidades, una vez destruidas, descuartizando las formaciones sociales conformadas y consolidadas hasta entonces, despojando sus memorias culturales y los imaginarios simbólicos, que hacen a las armaduras culturales. El sustrato innegable del capitalismo avanzado, podríamos decir moderno, es el colonialismo.

 

Por otra parte, a lo largo de esta macrohistoria más larga del capitalismo, el Estado va a expandirse, conquistando e integrando a sociedades y pueblos capturados, incorporándolos al circuito de la tributación. Se conforman los imperios antiguos cuando el Estado adquiere una descomunal configuración territorial social y multicultural. Los imperios van a funcionar como sistemas mundos regionales.

 

La historia de los imperios suponen descomunales organizaciones militares, ejércitos gigantescos, para mantener la incorporación de las conquistas al gran aparato administrativo del Estado imperial. Es decir, la guerra forma parte imprescindible de la composición del imperio. Todos los imperios han experimentado, gozado y padecido del ejercicio del poder y de las dominaciones desplegadas a lo largo de sus ciclos, que comienzan con el nacimiento del imperio, su expansión, su desenvolvimiento, su consolidación y su clausura. Al ser aparatos inmensos de tributación, geografías extendidas de intercambios comerciales, donde fluía la moneda, estos imperios no dejaban de ser capitalistas, en el sentido de la acumulación de riqueza. Entonces, como hipótesis interpretativa tenemos que distinguir, en esta larga historia del capitalismo, los capitalismo antiguos del capitalismo moderno.

 

El capitalismo moderno revive la forma Estado, que es oriental, como aparato administrativo de sus propias acumulaciones de capital. De la misma manera que el Estado antiguo requiere de una casta de funcionarios, que se llama burocracia, de dispositivos y aparatos encargados de la composición en la estructura de gobierno. Así también requiere de un ejército como instrumento de guerra. La guerra es revivida, en la modernidad, en los términos de la geopolítica. Se trata de guerras de expansión, una obseción de dominio espacial, de control espacial, también de conquista e incorporación de países, sociedades y pueblos. A esta forma imperial en la modernidad se le ha venido en llamar imperialismo, que, desde la perspectiva del marxismo austriaco, supone la articulación entre Estado y capital financiero. Es decir, estamos hablando de una etapa superior del capitalismo, como lo había expresado Vladimir Ilich Lenin, retomando la interpretación y explicación del marxismo austriaco. Dicho en pocas palabras, el imperialismo no deja de ser un imperio moderno, que adquiere su propia singularidad con lo que se llama el modo de producción capitalista. 

 

Durante el modo de producción capitalista el Estado capitalista y el imperio capitalista transforman el circuito y la acumulación tributaria en una acumulación ampliada del capital. Para tal efecto se requiere de la ideología, que busca resolver los problemas de legitimación de la estructura de poder en el modo de producción capitalista. Se requiere de un aparato administrativo altamente eficiente, por lo menos, en términos de pretensiones y objetivos institucionales. Este aparato se conforma de acuerdo a los requisitos de una división de poderes, que se compensan entre sí, que hacen de composición del Estado moderno, que es el Estado nación, que es llamado República. 

 

Se trata del desarrollo del capitalismo, que combina de una manera dialéctica acumulación originaria y acumulación ampliada de capital, en otras palabras, que combina despojamiento y desposesión, por una parte, con la generación de la valorización abstracta, por otra parte, que supone la generación del plusproducto, que se da de una manera cada vez más productiva, debido a la intervención de las revoluciones científicas y tecnológicas. En este decurso de la acumulación ampliada de capital, los Estados nación entran en concurrencia, generando guerras imperialistas. El ejemplo típico se encuentran en la primera y la segunda guerra mundiales. No hay que olvidar que con la conformación de los imperialismos se da lugar a una segunda ola de conquistas y de colonizaciones de lo que se viene en llamar la periferia del sistema mundo capitalista. Vuelven las guerras de conquista, así como las incorporaciones territoriales, de sociedades y países, de sus recursos naturales, a la vorágine del desarrollo capitalista. La guerra misma se transforma de acuerdo a los objetivos que se plantea el Estado moderno y el imperialismo. La guerra misma se ha transformado con la incorporación de los instrumentos de destrucción masiva,  cada vez más demoledores, debido a la aplicación en la destrucción bélica de la revoluciones científicas y tecnológicas. 

 

El ciclo del imperialismo o, por lo menos, el ciclo del imperialismo que está íntimamente ligado al Estado nación en expansión, se habría clausulado una vez acabada la guerra del Vietnam. El antecedente de esta clausura se encontraría en el desenlace de la segunda guerra mundial, cuando emergen las hiperpotencias, secundarizando a las antiguas potencias imperialistas europeas. Emerge la hiperpotencia de los Estados Unidos de Norteamérica y la hiperpotencia de la Unión Soviética. La competencia, la concurrencia, la amenaza de conflagración nuclear entre ambas hiperpotencias culmina con el desenlace de la guerra fría. La ganadora de esta guerra fría es la hiperpotencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Una hiperpotencia que queda sola con su complejo militar, económico tecnológico, científico, cibernético y comunicacional en un mundo agobiado por la incertidumbre. Esta hiperpotencia adquiere las características de una monstruosa hipertrofia imperial, armada con la desmesura de armas de destrucción masiva nucleares, que son inútiles e inservibles, dado que estas mismas armas han hecho imposible la guerra. En consecuencia, la guerra se da en términos locales, incluso regionales, como descargas parciales de la presencia amenazante de la exterminación general, que sería consecuencia de una tercera guerra mundial.

 

¿En el contexto y la temporalidad del modo de producción capitalista, que es núcleo del sistema mundo capitalista, qué pasa con la composición de la estructura del poder imperial? Desde la culminación de la guerra fría deja de haber una disputa por la el dominio y la hegemonía en el mundo entre las hiperpotencias mencionadas, sin embargo, el orden mundial de las dominaciones persiste con la jerarquía establecida en el grupo de seguridad de Naciones Unidas, correspondiente a las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial. Ya no está la Unión Soviética pero está la Federación rusa, con una disminuida capacidad en la compulsa por la hegemonía y la dominación, con una menor irradiación geopolítica, incluso con una notoria disminución en lo que podemos llamar la influencia y la irradiación ideológica. En otras palabras, el orden mundial de las dominaciones persiste, pero, a pesar de la jerarquía mantenida en el mismo grupo de seguridad de Naciones Unidas, en la práctica sólo hay una monstruosa hiperpotencia hipertrofiada, que deambula en en los mares y cielos del mundo. Por otra parte, compensando esta situación ha emergido el complejo militar, económico, tecnológico, científico, cibernético y comunicacional de la República Popular de China, que se ha convertido en la principal potencia económica del mundo y en la segunda potencia militar, dejando de lado a la Federación rusa, que, a pesar de todo, es la potencia que tiene el más grande arsenal nuclear. En este contexto incierto se ha dado lugar una nueva concurrencia, que enfrenta a los Estados Unidos de Norteamérica y a la República Popular de China, teniendo en el medio a las aliados europeos de Estados Unidos de Norteamérica y a lo que vendría ser el aliado de la República Popular de China, que sería la Federación rusa. 

 

El orden mundial de las dominaciones está en crisis, se encuentra en cuestión la jerarquía del grupo de seguridad de las Naciones Unidas. Si bien en la práctica queda sola la hiperpotencia hipertrofiada de los Estados Unidos de Norteamérica, su dominio y su hegemonía están cuestionadas y disputadas por la emergencia de la naciente hiperpotencia de la República Popular de China. El cuestionamiento también viene por el lado de su propio desgaste, su propio deterioro, su propia decadencia. Ya no es el imperio de la productividad, de la producción masiva y de las transformaciones tecnológicas de punta. Se trata de una hiperpotencia que conlleva la deuda más grande del mundo y una aparatosa maquinaria de guerra, altamente costosa, que se mantiene por una alta inversión presupuestaria, por la reproducción de la industria de guerra, mantenida con la invención de guerras locales y regionales.

 

A pesar de los cambios en el contexto y de los desplazamientos en la interioridad de su propia composición, las pretensiones de dominación y hegemonía persisten, en otro escenario. Con el impacto de la revoluciones tecnológicas y científicas, su incorporación y aplicación de las máquinas de guerra y los aparatos de control, se ha avanzado en un diagrama de poder planetario, que hemos llamado el diagrama de poder del panoptismo planetario. Se trata de un diagrama de poder que quiere controlar todo en el planeta, haciendo visible todo, sin que se le escape nada. En este proyecto coadyuvan los anillos de satélites técnicos, que orbitan el planeta, la revolución tecnológica y cibernética en desplazamiento permanente. Así como también coadyuva la nanotecnología, que incursiona en las composiciones infinitesimales de la materia. Lo mismo podemos decir con los avances notorios de la biología molecular. De la misma manera lo hacen un conjunto de instrumentos de tecnología de punta, que sirven no sólo para registrar, sino para iluminar o mejor dicho para capturar la luz y las imágenes, incluso las imágenes en movimiento. La cámara, el avance en la tecnología de la cámara, que se ha desarrollado tanto, que ha logrado capturar las imágenes y mostrarlas en una pantalla, con una nitidez y acercamiento que implica ver la hiperrealidad, en contraste, otras cámaras minúsculas también capturan la micro-realidad. Las cámaras que viajan alrededor del planeta, en estaciones en órbita, son exteriores al planeta y lo pueden observar minuciosamente, sacar fotografías altamente nítidas, con distintos acercamientos, formar cuadros y videos del planeta en movimiento, en rotación y traslación. Estas cámaras, en el aparato sofisticado de telescopios, capturan las imágenes del universo. Por otra parte, en contraste, las cámaras o las microcámaras, que se introducen al cuerpo, capturan el movimiento de la interioridad corporal, incluso operan, tanto en el sentido de practicar como de cortar al interior del cuerpo y al interior de los órganos del cuerpo. Se puede decir que hay algo parecido a las cámaras, que, de una manera indirecta, capturan la sombra, por así decirlo, de los átomos y las partículas infinitesimales. En otras palabras se está logrando ir más allá del panoptismo, de un centro que mira todo, vigilando, sin ser visto, en la perspectiva de la posibilidad de la captura integral de la vida, en sus múltiples dimensiones, las replegadas y las plegadas.

 

La pretensión del poder en la contemporaneidad reciente es el diagrama de poder del panoptismo planetario. Capturar el planeta, hacerlo visible, desde la exteridad, también introducir la mirada hasta lograr enfoques locales. Todo esto proyecta la posibilidad de que nada se le escaparía al diagrama de poder del panoptismo planetario. Observando los colores, los paisajes, los tejidos de los paisajes, capturando distintas emisiones, no sólo vinculadas a la luz solar sino también a otras emisiones, como la que permiten capturar los rayos ultravioletas. Pregunta: ¿Esta pretensión puede lograrse absolutamente? Para responder esta pregunta volvamos a la premisa de que hay poder porque hay resistencias que vencer, la resistencias, al ser anteriores al poder, en condición de despliegue espontáneo de la vida, son potencia creativa proliferante de la vida. La otra premisa es la que dice que si desaparecieran las resistencias, completamente, desaparecería la vida y, por lo tanto, el poder también desaparecería, porque no hay poder si no hay vida, si no hay resistencias, pues el poder no funciona en el vacío absoluto, ni tampoco en la muerte absoluta. En consecuencia, podemos decir que el poder no abarca, no puede abarcar, no contiene, no puede contener la vida en su plenitud, la potencia en su plenitud. Sólo puede capturar recortes de la realidad efectiva y dinámica, recortes y aspectos de la vida, parte de las fuerzas de la potencia de la vida. Con estas capturas se reproduce como estructuras de poder, diagramas de poder y cartografías políticas. En consecuencia, la pretensión de un panoptismo planetario integral y absoluto es imposible. Con lo que podemos concluir que el poder es imposible, la satisfacción del deseo de poder es imposible de satisfacer. El círculo vicioso del poder no encuentra jamás su culminación.

 

La captura por parte de las máquinas de poder, de las máquinas de guerra y de las máquinas económicas, del sistema mundo capitalista, de parte de las fuerzas de la potencia creativa de la vida, le permite al poder reproducirse como dominación. Sin embargo su dominación no es absoluta ni puede serlo. Esta es la paradoja del poder. Respecto de la vida no pude acabarla plenamente y convertirla en muerte absoluta, puesto que el poder desaparecería completamente. Por otra parte, desde la perspectiva de su desenvolvimiento, al tocar los límites de sus propios instrumentos y máquinas, estas máquinas no pueden efectuar el cumplimiento, la finalidad absoluta del poder, pues no logran tener el alcance y la capacidad para lograrlo. Lo único que le queda al poder, por así decirlo, respecto de esta pretensión de dominación absoluta, es hacer creer que lo puede hacer. Esto ocurre a través de los mecanismos del convencimiento y los medios de comunicación, que son audiovisuales, que arman montajes espectaculares, que pretenden sustituir la realidad efectiva por esta narrativa audiovisual del poder, que no deja de ser mezquina ante la complejidad integral de los múltiples planos y espesores de intensidad de la realidad efectiva.

 

Sin embargo, no se puede obviar el desplazamiento de los diagramas de poder, que al llegar al diagrama de poder del panoptismo planetario, inciden no solamente en los comportamientos, como ocurre con todos los diagramas de poder, sino también en el metabolismo de los organismos de la vida, afectándolos notoriamente. El efecto del diagrama del poder del panoptismo planetario no solamente tiene que ver con la vigilancia y el control planetario, sino también con la incidencia en los comportamientos singulares, incluso en el fenotipo y el genotipo de los seres vivientes, como hemos dicho, en el metabolismo de los mismos, trayendo a colación sus deformaciones incluso genéticas, como ocurre con los transgénicos. Entonces podemos decir que los humanos son vulnerables a semejantes tecnologías del poder, a tal punto que pueden ocurrir estas transformaciones imperceptibles sin que se den cuenta. Esta manipulación corporal, que ha llegado a extremos, que ha llegado a la dimensión biomolecular, manipula la estructura del metabolismo y del funcionamiento de la vida misma. En consecuencia, se trata de un diagrama de poder que va más allá del control, llega a la manipulación de las condiciones de posibilidad mismas de la vida. ¿Cómo responde la vida en tanto resistencias ante semejante ofensiva del poder y de sus dominaciones?

 

Esta pregunta es muy difícil de responder puesto que escapa a la conciencia humana. Se traslada a las dimensiones cognitivas de computación, cálculo, anticipación y respuesta de la vida misma. Entonces, por el momento, no lo sabemos. Sin embargo, debemos ser conscientes del desplazamiento y la transformaciones de las tecnologías del poder y de los diagramas de poder. Frente a lo que, obviamente, el contrapoder también debe transformarse, para afrontar el desafío de las dominaciones desenvueltas, en las condiciones de la revolución tecnológica y científica. 

 

Ampliando la perspectiva, el poder tiene otro límite, en lo que podríamos llamar un intervalo, desde su imposibilidad de abarcar y contener la vida, capturarla completamente, y el límite dónde al atravesar el mismo se pasa, no solamente a otros agenciamientos. Este otro límite se da cuando el poder queda desbordado por las propias revoluciones tecnológicas y científicas. Uno de estos casos tiene que ver con la llamada  “inteligencia artificial”, la mal llamada “inteligencia artificial”, pues se trata de un instrumento de registro, de información, de compilación de la información, a una escala gigantesca e innumerable, de gran alcance, debido a la velocidad y simultaneidad con que realiza su tarea, con el recurso algorítmico y matemático probabilístico de selecciones ampulosas. Esta revolución informática es instrumental, de ninguna manera se la puede llamar “inteligencia artificial”, la inteligencia está ligada a la vida, un instrumento no tiene vida propia, es usado por los que tienen vida. La inteligencia supone la sensibilidad, es inteligencia sensible, es memoria sensible, inclusive anticipación sensible, intuición sensible. Estas características no la puede tener un instrumento, incluso un sistema instrumental cibernético y virtual, como el que acabamos de describir. Este poderoso instrumento de la “inteligencia artificial” puede implicar una revolución tan grande como cuando se inventó el lenguaje evocativo y gramático. Es decir, liberar la potencia creativa de la vida. En consecuencia, sus efectos e impacto pueden tener un alcance inimaginable, desde la perspectiva de la liberación de la potencia social. Quizás ésta es la razón de fondo por la que algunos empresarios dedicados a capturar la revolución tecnológica, científica y cibernética tienen miedo y sospechas de que los desborde, pues no podrán controlar las consecuencias del empleo de semejante instrumento. 

 

El tema aquí es el desborde, que también tiene que ver con los efectos de masa de lo que se hace, de las prácticas, en los desplazamiento de las dinámicas moleculares sociales. Estos efectos de masa tienen que ver con lo que se llama el azar, lo incierto, la incertidumbre. El que actúa, los que actúan, no controlan los impactos de su propia actuación, pues tiene efectos masivos, que podríamos llamar probabilístico. Se ha buscado calcular el azar mediante las consecuencias prácticas operativas y de cálculo de lo que se llama los grandes números. Es decir, bajo el supuesto de que en los grandes números se encuentra la regularidades del azar. Esta es la teoría de las probabilidades. 

 

Desde esta perspectiva, incluyendo a los que actúan desde los dispositivos del poder, no se controla las consecuencias de las propias actuaciones y empleos de los dispositivos de poder. En determinados momentos éstas consecuencias son desbordantes e incontrolables, tienen efectos como en un boomerang. Entonces, se puede decir, que este incontrol se encuentra en las posibilidades de desenlace de toda práctica, en un contexto que es el de la complejidad, sinónimo de realidad. Podríamos decir que aquí tenemos un tercer límite, respecto del poder, de la genealogía del poder. En este caso, si aceptamos tal cosa, tendríamos que pensar en una triangulación, en la figura de un triángulo. Tendríamos tres vértices y tres lados que limitan los alcances del poder del ejercicio del poder y sus dominaciones, el límite de su imposibilidad absoluta, el límite del desborde de los instrumentos y tecnologías empleadas, el límite de lo incontrolable, debido al impacto masivo o aleatorio de los efectos de las acciones, prácticas y ejercicios del poder.

 

Volviendo a nuestra hipótesis sobre el diagrama del poder del panoptismo planetario, se comprende que el diagrama de poder también se encuentra limitado. ¿De lo que se trata es de dejarlo funcionar para que se acabe así mismo al tocar sus límites? ¿De  lo que se trata es no solamente resistir al poder, al ejercicio del poder, al despliegue de las dominaciones, sino de ingresar a una ofensiva generalizada en todos los planos de intensidad donde se mueve el poder, de tal manera que se deconstruyan sus formaciones discursivas y enunciativas, Se demuelan sus cuadros y sus arquitecturas, se diseminen sus agenciamientos y dispositivos de poder? ¿Es este el dilema? Diremos que no, pues el ejercicio del poder, al capturar parte de las fuerzas de la potencia, toma lo que requiere en su momento, captura lo que requiere de las fuerzas desplegadas en la realidad efectiva, en la medida que le permite su reproducción, manteniendo fuera de su alcance las otras fuerzas no capturadas de la potencia, que resisten y que se encuentran en el afuera de la propia exterioridad del poder. Por eso se trata de resistir cada vez, de una manera cada vez más asociada y más integrada, para pasar a la ofensiva generalizada.

 

 

Modo de especulación                  

 

Es el capitalismo financiero el que deviene en capitalismo especulativo. Se dice que el capitalismo financiero persigue el beneficio mediante la especulación, moviendo el capital o dinero, atendiendo a las tasas de interés, tipos de cambio, variaciones de precios, adquisición y venta de numerosos productos financieros y derivados. El capitalismo financiero se comporta como los terratenientes y élites no capitalistas, que buscan la riqueza privada y particular sin tener que desarrollar ni invertir en el desarrollo de las fuerzas de producción, en este sentido el capitalismo financiero es un capitalismo feudal[1]

 

En la misma perspectiva, David C. Korten entiende que el capitalismo financiero se caracteriza por los mecanismos empleados para hacer dinero a partir del dinero, sin que sea necesario encarar una actividad productiva. En consecuencia, permite a aquellos que tiene dinero incrementar sus masa acumulada monetaria, encaminando sus pretensiones en contra de la reserva de riqueza real de la sociedad sin contribuir a su producción. Si bien las actividades implicadas hacen a unos pocos muy ricos, desde una perspectiva social son extractivos en lugar de ser productivos. La falta de capacidad del capitalismo para diferenciar entre inversiones productivas y extractivas casi parece ser uno de sus atributos definitorios, también condenatorios[2]

 

Rudolf Hilferding se adelantó con su teoría sobre el capitalismo financiero. Vió el carácter especulativo del capitalismo financiero, aunque también observó la efectuación de la concentración y centralización, además de la tendencia inexorable hacia el monopolio comandado por el capitalismo financiero. Esta observación la asumió positivamente al considerar que el proletariado en el poder se podría hacer cargo de esta concentración, centralización y monopolización dados por el desarrollo del capitalismo financiero, convirtiéndolas en condiciones de posibilidad económica para el socialismo. 

 

Se puede decir que  el capitalismo financiero se basa en la especulación dineraria, entonces nos retendremos un poco en consideraciones sobre el dinero.

 

A propósito del dinero

 

En la teoría cuantitativa del dinero se utiliza lo que se llama la ecuación de cambio, según la cual el valor de las transacciones, que se realizan en una economía, ha de ser igual a la cantidad de dinero existente en esa economía por el número de veces que el dinero cambia de manos:

donde:

             P = Precios.

T = nivel de precios

Q = nivel de producción

M = cantidad de dinero

V = velocidad de circulación del dinero, número de veces que el dinero cambia de manos

 

Originariamente era:

 

PT = MV + M'V'

T = transacciones realizadas

M' = cantidad de depósitos bancarios

V' = velocidad de circulación de los depósitos.

 

 

Esta ecuación de cambio nos muestra el cálculo que interviene como instrumento y como orientación al momento de la toma de decisiones sobre la circulación y emisión monetaria. De todas maneras, no hay que olvidar que el dinero no es otra cosa que la representación del equivalente general, el medio de expresión monetario de este equivalente general. 

 

 

Ahora nos detendremos en la moneda o dinero hegemónico, por así decirlo, en el sistema mundo capitalista, el dólar. Sobre todo porque se ha convertido en el patrón monetario, sustituyendo al patrón oro. También porque ahora, en plena crisis múltiple del sistema mundo capitalista, es en la incursión, circulación, flujo y reflujo del dólar, así como en su emisión, donde se manifiesta la crisis financiera.  

 

 

 

 

La irrupción del dólar 

 

 

El dólar estadounidense es la moneda de curso legal de Estados Unidos de Norteamérica, sus dependencias y otros países. El dólar es la moneda de reserva internacional más importante del mundo y también la más utilizada en las transacciones internacionales. ​ Su condición de divisa de referencia mundial la ha convertido en la moneda oficial de varios países y la moneda de hecho en muchos otros, que utilizan su papel moneda para las transacciones corrientes, otorgando un tipo de cambio fijo a sus divisas nacionales respecto del dólar. La política monetaria de los Estados Unidos está a cargo del Sistema de Reserva Federal, que actúa como el Banco Central de la nación, también se encarga de la emisión de los dólares. El código ISO 4217 para esta moneda es USD.

 

Esta divisa se creó en 1792, con la aprobación de la Coinage Act, que introdujo el dólar, dividido en 100 centavos y con un valor igual al del real de a 8 español, además de la autoridad para la acuñación de monedas, señaladas en dólares y centavos. El dólar estadounidense, cuyo color más característico e históricamente predominante ha sido el verde en sus billetes, se distinguió en su origen por el bimetalismo: su valor quedó fijado en 24.057 gramos de plata fina o, desde 1837, en 1.505 gramos de oro o 20.67 dólares por onza troy. La Gold Standard Act de 1900 rompió con el bimetalismo al vincular al dólar únicamente con el oro. El dólar se convirtió en una moneda de reserva de importancia desde el final de la primera guerra mundial,  desplazó a la libra esterlina como principal moneda de reserva en el mundo tras el acuerdo de Bretton Woods, al final de la segunda guerra mundial. En 1934, se revisó su equivalencia con el oro hasta los 35 dólares por onza troy, valor que mantendría a lo largo de varias décadas, hasta que en 1971 quedó definitivamente desvinculada del patrón oro, por lo que la divisa se convirtió, de facto, en una moneda referente.

 

Aunque la emisión de esta clase de dólares solo se hace en Estados Unidos de Norteamérica, catorce más usan el nombre “dólar” para su moneda. Por su parte, otras naciones como Ecuador, El Salvador, Panamá y Timor Oriental, por medio de ratificaciones y acuerdos, así como sustitución de un circulante propio debilitado, lo han elegido como moneda oficial y medio legal de pago. En el año 2021 la moneda física en circulación ascendía a 2100 millones, 2050 millones de los cuales estaban en forma de billetes de la Reserva Federal y los 50 millones restantes en forma de monedas estadounidenses y otros bonos o billetes. ​

 

 

 

 

Breve reseña histórica 

 

Teniendo en cuenta a las notas coloniales, éstas fueron expedidas durante la colonia, en la bahía de Massachusetts. Empezaron a ser expedidos en el 1690. En el transcurso, particularmente durante la guerra de independencia, surgieron otras monedas, como la “moneda continental”. Entre los siglos XVI y XIX la moneda de referencia para el comercio internacional entre Europa, Asia y América fue históricamente el real de a 8, también conocido en inglés como “dólar español”, debido a que estableció un sistema estandarizado y global de plata. ​ En consecuencia, se puede decir que el dólar estadounidense derivó directamente del real de a 8. En el cambio de ciclo del capitalismo, pasando de la hegemonía británica a la hegemonía norteamericana, el real español acabaría siendo reemplazado como moneda de referencia por la libra esterlina, además  del establecimiento del patrón oro en el último cuarto del siglo XIX.

 

El dólar estadunidense empezó a sustituir a la libra como moneda de reserva internacional dominante, a partir de la década de 1920. Después de que Estados Unidos se convirtiera en la superpotencia hegemónica, terminada la segunda guerra mundial, el acuerdo de Bretton Woods, de 1944, instauró un sistema monetario internacional, cuando el dólar estadunidense se convirtió en la principal moneda de reserva y divisa de referencia en el comercio mundial. Fue también la única moneda de posguerra vinculada al oro, Estados Unidos poseía entonces el 75% de las reservas de oro, con un valor de 35 dólares por onza troy. El resto de divisas de importancia mantuvieron un tipo de cambio fijo respecto al dólar, tipo de cambio que aseguraba cada país a través de su política monetaria, además de la intervención del Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial. Este sistema monetario mundial culminó en 1971, cuando el dólar renunció al patrón oro.

 

El dólar estadounidense se encuentra, junto a las demás principales monedas del mundo, el euro, la libra, el yen y el renminbi, en la canasta de monedas de los derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional. Los bancos centrales de todos los países tienen grandes reservas de dólares en sus depósitos y son importantes compradores de letras y pagarés del Tesoro de los Estados Unidos. ​ El dólar es la principal moneda de reserva en todo el mundo desde el final de la segunda guerra mundial, aunque desde sus máximos en la década de 1970 su cuota ha ido descendiendo progresivamente, de casi un 85%, en 1975, a un 59%, en 2020. 

 

 

En el contexto de los mercados globales

 

Indudablemente el dólar estadounidense es la unidad monetaria estándar predominante en que cotizan y se comercializan los bienes, además de con la que se liquidan los pagos en los mercados mundiales de materias primas. ​ La influencia del dólar es tan fuerte que históricamente concurre el canon de que ante un fortalecimiento del dólar baja el precio de las materias primas, debido a que es la divisa de referencia para la mayoría de commodities. ​ El índice dólar es un importante indicador de las fortalezas o debilidades del dólar frente a las seis monedas extranjeras más importantes.

Aprovechando la situación impuesta de privilegio para el dólar, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica es idóneo de tomar prestados billones de dólares de los mercados de capital globales, emitidos por su banco central, la Reserva Federal, que está a su vez bajo el control del propio gobierno de los Estados Unidos. Esto trae como beneficio para el Estado unas tasas de interés mínimas y un riesgo de impago prácticamente nulo. En contraste, los gobiernos y empresas extranjeros, que no pueden obtener préstamos en sus propias monedas locales, se ven obligados a emitir deuda denominada en dólares estadounidenses, lo que trae consigo tasas de interés más altas y mayores riesgos de incumplimiento. La capacidad de los Estados Unidos de obtener préstamos en su propia moneda sin afrontar una crisis significativa en su balanza de pagos se ha descrito con frecuencia como un “privilegio exorbitante”. [3]

 

 

Modo de producción especulativo capitalista

 

La tesis que presentamos, la del modo de producción especulativo capitalista, propone, que es inherente al capitalismo, no solo la tendencia implícita al monopolio, sino también la tendencia implícita a la especulación. El núcleo de esta tesis radica en el papel que juega el dinero, el equivalente general en el proceso de reproducción del capitalismo. En la medida que el equivalente general se autonomiza en el sistema de la división del trabajo y de la especialización, donde los procesos de producción, circulación y consumo se disocian, el dinero nos solo que adquiere las características del fetichismo, que ya se encuentra en la mercancía, sino que en el imaginario capitalista parece cobrar independencia insólita, no solo por las manipulaciones financieras, sino también por la misma ductilidad de la moneda, del dinero, del equivalente general, que circula, que se guarda, que se convierte en reserva, que se emite según las transacciones. 

 

El dinero puede dejar de existir y mantenerse el intercambio. Esto ha ocurrido antes y vuelve a ocurrir en la actualidad, sobre todo en las condiciones tecnologicas y ciberneticas de la virtualización. Aunque en este caso tampoco haya desparecido la especulación. ¿Por qué se mantiene la especulación? Ocurre como cuando dice Karl Marx que no vammos a encontrar un ápice de valor si destruimos la mercancia. El valor se encuentra en el orden de relaciones de producción capitalista. No vamos a encontrar un ápice de especulación si destruimos el dinero o la moneda, la especulación se encuentra en el manejo dinerario. La posibilidad de especulación se encuentra en el orden de relaciones en torno al dinero. Al existir, por así decirlo, el equivalente general en el imaginario capitalista, este fetiche actúa como un fantasma en las relaciones de producción, circulación y consumo capitalistas. 

 

Desde un principio, durante el naciente capitalismo moderno, la obsesión por el oro y la plata por parte de los conquistadores y colonizadores, nos muestra este apego al fetichismo metálico, como si el metal tuviera magia y haría ricos a los que lo poseen por encantamiento intrínseco del brillo de los metales. Otra vez, si destruimos el oro y la plata no encontraremos un ápice de valor; éste se encuentra en el ordenes de relaciones del sistema mundo capitalista. El atesoramiento del oro equivale, en el imaginario, a encerrar al genio de la lámparo, que, una vez liberado, cumplirá con los deseos del amo. 

 

Sabemos que en el concepto de modo de producción capitalista la valorización abstracta del valor ocurre por la explotación de la fuerza de trabajo, la apropiación de trabajo socialmente necesario no pagado. La valorización abstracta tiene su correpondencia en la explotación. Así mismo la especulación inherente no solamente al capitalismo financiero, sino tambien, de manera implícita, al sistema mundo capitalista, tiene su correspondencia con la violencia, el despojamiento y desposeción de poblaciones, de territorios y de recursos naturales, el colonialismo.

 

 

Orígenes de la especulación 

 

El valor y la valorización se dan en el orden de relaciones de producción capitalistas. No hay que olvidar que no solamente existe el plano económico, que el campo social contiene varios planos de intensidad, que se encuentran integrados. La realidad efectiva es compleja y se encuentra integrada de manera dinámica. En consecuencia, tenemos que hablar del ámbito de relaciones culturales en la modernidad, así como tenemos que hablar de las composiciones institucionales de las relaciones de poder. Por lo tanto la valorización abstracta del capital, que se viene en llamar también dialectica de la acumulación originaria y la acumulación ampliada de capital, se da considerando el espesor de los planos de intensidad del campo social. Cuando hablamos de la diferenciación de los productores no propietarios y de los propietarios no productores, es decir del proletariado y la burguesía, este hecho no puede entenderse sino en el contexto integral del desenvolvimiento de los distintos planos de intensidad del campo social. La diferenciación de la que hablamos no puede darse sin el despojamiento y la desposesión. Este despojamiento y desposesión es posible por la intervención de las estructuras y los diagramas de poder. Por otra parte, hay que tener en cuenta, por así decirlo, el plano ideológico, que corresponde a los espesores culturales, que interviene convenciendo, con su narrativa y retórica, que la diferenciación social es prácticamente “natural”. 

 

Teniendo en cuenta lo que acabamos de decir se puede comprender el fetichismo generalizado, que se da en el ámbito cultural de la modernidad. En otras palabras, en el contexto desenvuelto de la ideología moderna. Es como expresar que la sociedad moderna emerge acompañada del encantamiento misterioso del fetichismo de la mercancía, del dinero, del equivalente general. Dicho de otra manera, todo esto supone la cosificación. Reduciendo las relaciones humanas a las relaciones de cosas. Otorgando a las cosas, imaginariamente, vida propia. Es en el despliegue de este fetichismo generalizado que se dan las condiciones para el ejercicio de la especulación. Desde un principio, en la medida que se da institucionalmente la autonomización el dinero, de manera manera imaginaria, empero efectiva, incidiendo en los comportamientos, se hace posible la manipulación dineraria, vale decir la especulación financiera.

 

En consecuencia, no solamente se trata del modo de producción, que supone el plano económico, sino también debemos nombrarlo como modo de producción especulativo capitalista, pues el plano económico está integrado a los distintos planos de intensidad del campo social. En el caso que nos ocupa destaca el plano ideológico del espesor cultural de la sociedad. Por otra parte, como dijimos, todo esto no concurre sin la intervención de las relaciones de poder, dadas en las estructuras y los diagramas de poder. 

 

Aunque suene chocante este concepto provisional del modo de producción especulativo capitalista, atraviesa los límites del alcance del concepto de modo de producción capitalista, que se mueve en el plano económico, desentendiéndose de los otros planos del campo social. Así mismo, resuelve el problema que plantea el determinismo económico, eso de que la base económica determina la superestructura ideológico política y cultural. Supuesto altamente discutible e insostenible, dada la complejidad de la realidad efectiva, además de la articulación integrada de sus dinámicas. En tercer lugar, nos devela parte de las condiciones de posibilidad del surgimiento del modo de producción capitalista, que tienen que ver con el ejercicio del poder, sobre todo, en la forma desenvuelta, desmesurada y demoledora con la que aparece en la conquista y la colonización, es decir, hablamos del despojamiento y desposesión dados a escalas descomunales, continental y mundialmente. Así mismo nos muestra el papel ideológico, no solo de la narrativa capitalista o de la ideología económica, sino, sobre todo, del funcionamiento de la fabulosa maquinaria de poder, que inscribe en la piel la historia política y se sumerge en el espesor corporal, constituyendo sujetos dominados, enajenándolos, imbuyéndolos del imaginario encantado, encandilado por la explosión espectacular de la sociedad capitalista emergente.

 

Al respecto, nos interesa no solamente explicar que, en el ciclo largo del capitalismo, el proceso de desarrollo avanza hacia la dominación del capital financiero sobre el capital industrial, suponiendo la tendencia al monopolio y la concentración de capital, sino también hacer visible que esta tendencia se encuentra desde el principio de la formación del modo de producción capitalista. Es más, que se encuentra de manera inherente en la misma estructura de las relaciones de producción capitalistas. En consecuencia podemos hablar de un modo de producción especulativo capitalista. Especula desde un principio al presentar el salario como contrato libre, como pago del tiempo de trabajo estipulado en el contrato, usando el valor de uso de la fuerza de trabajo, que genera plusvalía en el tiempo de trabajo socialmente necesario, considerando la diferencia entre tiempo necesario y tiempo excedente, para el reparo del valor de cambio del salario. ¿Qué es esto de pagar el valor de cambio del salario y usar, en términos de explotación, el valor de uso de la fuerza de trabajo, sino especulación en el desenvolvimiento mismo de la producción?

 

El enunciado que concibe el imperialismo como la fase superior del capitalismo, es decir que concibe la dominancia del capital financiero, articulado al Estado y desenvuelto en geopolítica desplegada, es algo que se encontraba, desde un principio, en el nacimiento del modo de producción capitalista. No como etapas sucesivas, tal como concibe el enunciado mencionado, sino como dialéctica, hablando en los términos de Hegel y Marx. Vale decir se trata del devenir de la síntesis histórica comprendiendo el devenir de las contradicciones sociales. En otras palabras, el modo de producción capitalista es también una modalidad del ejercicio del poder, del despliegue de las estructuras y de los diagramas de poder. Así como también es un modo de desconstitución y de reconstitución de sujetos sociales adecuados a la producción capital, vale decir, se trata de la intervención del diagrama del poder disciplinario y de su irradiación articulada como panoptismo.

 

Para aclarar esta tesis del modo de producción especulativo capitalista, no es exactamente una crítica de Marx, a propósito de los límites de la teoría del modo de producción capitalista, sino, más bien, se trata de su integración en lo que hemos llamado economía política generalizada, por lo tanto, en consecuencia, se proyecta como crítica de la economía política generalizada. Se trata de una integración del concepto de modo de producción capitalista a la perspectiva de una crítica integral dada desde la perspectiva de la complejidad.

 

Eso de volver a las tesis de Vladimir Ilich Lenin tal cual, como si nada hubiera cambiado o como si hubiera cambiado algo, pero se mantuviera el mismo panorama geopolítico del imperialismo, desentendiéndose del desarrollo de la teoría crítica y de la crítica teórica desenvuelta desde entonces esta ahora, no es otra cosa que anacronismo teórico. Esto corresponde a un novísimos sacerdocio, que defiende las tesis añoradas y pretendidamente indiscutibles, investidas de la parafernalia revolucionaria de principios del siglo XX. 

 

Como dijimos alguna vez, no se trata de defender la teoría, sino de hacer la revolución, aunque se tenga que cuestionar la teoría y optar por nuevas teorías subversivas, radicales, en mejores condiciones de visibilidad y de decibilidad, de comprensión, de entendimiento y de conocimiento, que potencie las acciones de las luchas sociales de liberaciones múltiples.

 

Karl Marx, en El capital, en el Libro III, tomo I, qué trata de El proceso global de la producción capitalista, en la parte primera, en la sección primera, dedicada a La transformación de la plusvalía en ganancia y de la cuota de plusvalía en cuota de ganancia[4], propone dos tesis importantes, que dan cuenta de las contradicciones del modo de producción capitalista. Una de ellas tiene que ver con la conocida tesis sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. La segunda tiene que ver con las causas contrarestantes a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, es decir, con los procedimientos que se emplean para contrarrestar esta tendencia de la tasa decreciente de la tasa de ganancia. Estos procedimientos tienen que ver con el aumento del grado de explotación del trabajo, la reducción del salario por debajo de su valor, el abaratamiento de los elementos del capital constante, la superpoblación relativa, el comercio exterior y el aumento de capital en acciones. Estos procedimientos, que contrarrestan, no serían posibles sin el ejercicio del poder, sin el despliegue de las estructuras y diagramas de poder. Contando con el desenvolvimiento solapado de la violencia, en otras palabras, no serían posibles sin la intervención del Estado, de la forma de Estado singular, también del ejercicio concreto de la dominación estatal en tanto desenvolvimiento de la gubernamentalidad, la conjugación múltiple de los micropoderes y las dinámicas moleculares sociales. 

 

Claro que también se encuentran causas puramente económicas, como la tercera, mencionada en el enunciado. Hablamos del abaratamiento de los elementos del capital constante. Por otra parte, hay causas que tienen que ver con la demografía y sociología de la población. Así como con la modificación de la estructura de la composición del capitalismo, que se amplifica, en su intervención en la economía, con el procedimiento de las acciones. Aunque estas consideraciones se limitan al análisis del modo de producción capitalista, es decir, considerando el plano de intensidad económico, ya nos muestran la articulación con los otros planos de intensidad del campo social.



Conclusiones

 

No hay que olvidar que el concepto de modo de producción capitalista es, de acuerto a la lectura de Nicos Poulantzas, un concepto metodólogico, es decir, un recorte y una configuración esquematica, en ayuda de la intetpretación de la sociedad moderna, evidentemente más compleja, como referente del concepto. Tampoco podemos olvidar, que el concepto, en aras de la interpretación de la realidad efectiva y sus singularidades, es usando como núcleo en el concepto histórico y sociológico de formación social. En esta remembranza, de la misma manera, no podemos olvidar que el concepto de sistema mundo capitalista se construye teniendo en cuenta la complejidad del sistema mundo moderno. 

 

En esta perspectiva, nosotros, proponemos un concepto provisional, con el ánimo de atravesar los límites metodológicos del concepto de modo de producción capitalista, que es el concepto de modo de producción especulativo capitalista, con el objeto de articular la estructura operativa de la valorización abstracta, basada en el despojamiento y en la desposesión, con el imaginario encantado y delirante de las sociedades capitalistas. 

 

Por otra parte, retomamos, nuevamente la herencia de Marx, a la que no renunciamos, empero, la consideramos formar parte de la episteme moderna, vinculando esta herencia con las teorías críticas y las críticas teóricas interpeladoras, deconstructivas y diseminadoras de las dominaciones, aposentadas en la modernidad tardía. Se trata de teorías críticas y críticas teóricas, que han emergido de las luchas sociales más actuales, en la historia reciente, potenciando el accionar de las mismas luchas. 

 

Consideramos que desechar estos nuevos aportes no es más que ortodoxia anacrónica, es más, peor aún, dogmatismo enquistado. Lo mas grave es que esta actitud anacrónica y de apego ideológico, no solamente no es crítico, sino todo lo contrario, es apologista del autoritarismo devenido totalitarismo. Lo escandalosamente grave es la actuación panfletaria de los intelectuales apologistas de un pasado lírico, donde se inhibió y se clausuró la revolución, asesinándola, despotenciando a los pueblos, a los explotados, a los condenados de la tierra, llevándoles de la mano propagandista a nuevas derrotas. 

 

 

 

 

        

 

 

Notas

[1] Ver Enciclopedia libre: Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Capitalismo_financiero.

[2] Ibídem.

[3] Dólar estadounidense: Enciclopedia Libre: Wikipedia. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Dólar_estadounidense#cite_note-28.

[4] Karl Marx: El capital. Akal. Argentina, España, México, 2021. 

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