PRONUNCIAMIENTO DE LA COALICIÓN CONTRA LA TORTURA
COALICIÓN CONTRA LA TORTURA
PRONUNCIAMIENTO DE LA COALICION CONTRA LA TORTURA
26
de junio – Día Internacional de las NNUU en Apoyo de las Víctimas de la Tortura
DETENCIÓN PREVENTIVA Y TORTURA
Si bien vivimos en tiempos de
Democracia, la tortura sigue vigente en nuestro país, en formas diversas y
manifestando graves secuelas. De acuerdo al Protocolo Facultativo de la Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, el
Subcomité respectivo realizó su segunda visita a Bolivia en mayo de 2017 y sacó
conclusiones alarmantes de sus visitas a las cárceles.
Como primer punto a rescatar en ese
valioso informe, el Servicio para la Prevención de la Tortura (SEPRET) no puede
cumplir con los requerimientos del Protocolo Facultativo. Citando el informe:
“En relación a la metodología de trabajo del SEPRET, el Subcomité notó que el
organismo ponía un énfasis desproporcionado en las condiciones materiales de
detención, no entrando en detalle en eventuales alegaciones de tortura y malos
tratos”. Esto se debe en gran parte a que el SEPRET no tiene la independencia
institucional necesaria del Ministerio de Justicia que le permita denunciar al
Estado. En este panorama funesto, en el que se perpetúa la tortura, el SEPRET
no es lo suficientemente libre como para evitarlo.
En la actualidad, surgen nuevas formas
de tortura, tan dañinas ―a nivel de secuelas― que merecen tanta atención como
las que ya se reconocen desde hace mucho tiempo. Entre ellas, el más crítico y
frecuente en nuestro país, es el abuso desmesurado de la detención preventiva.
Al respecto, el Subcomité urge al Estado a formular una política criminal con
atenta mirada a la vulnerabilidad y los derechos humanos, rechazando una
aplicación generalizada de la detención preventiva en favor de una justicia
restaurativa reparadora. Todo ello teniendo en cuenta que la gran mayoría de
las detenciones preventivas conciernen crímenes de bagatela (según destacan los
comisionados) de personas sin antecedentes criminales. En la práctica, la
detención preventiva sigue constituyendo la regla, a pesar de su carácter
excepcional.
La justicia boliviana está repleta de
resoluciones infundadas, sobornos, amenazas e incluso torturas. El sistema de
justicia carece de los recursos y mecanismos que se requieren para realizar una
investigación rigurosa y objetiva. La adherencia al procedimiento de obtención
y valoración de pruebas es virtualmente inexistente, haciendo de la confesión
la panacea de todo juicio penal. Se ha documentado la existencia de una perversa
alianza entre la policía y los operadores de justicia, misma que expone al
presunto culpable a formas de tortura y/o de amedrentamiento para someterla y
“ablandarla”. ¿Para qué molestarse en romper las cadenas de este esquema para
presentar un argumento jurídicamente fundado y basado en pruebas fehacientes?
El “Informe sobre el estado de la
Justicia 2018”[1]
subraya que solamente un microscópico 0,35% del presupuesto total del Tesoro
General de la Nación (TGN) se proporciona al Órgano Judicial, haciendo que el
Estado también sea responsable de esta situación. Por su parte, de acuerdo a la
ética jurídica, los abogados se encuentran legalmente obligados a “defender con
lealtad y eficiencia” los intereses de las personas y a “observar en todo
momento una conducta íntegra, honesta, ecuánime, digna y respetuosa del ordenamiento
jurídico”, al contrario, se aprovechan de las debilidades del sistema en el que
trabajan y de la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los
procesados prometiéndoles la liberación y exigiendo honorarios imposibles.
El problema de esta situación es la
cantidad de presos preventivos y la duración indefinida de su detención. Los
daños psicológicos y físicos, además de políticos, económicos y sociales son
graves para la víctima y repercuten en el entorno familiar, persistiendo más
allá de su liberación. Las personas detenidas sin justificación ni condena,
privadas hasta de sus derechos humanos más elementales, se hallan en un estado
alarmante de impotencia, desesperación y depresión. El solo hecho de
encontrarse en detención preventiva representa un fuerte golpe a las
probabilidades de absolución o siquiera de un justo enjuiciamiento de la
persona acusada. Como se muestra en la tabla siguiente, la detención preventiva
da lugar a una serie de alarmantes irregularidades procesales que se acumulan
en tanto tratos crueles, inhumanos y degradantes, hasta llegar a calificarse
como tortura, en contravención de la Convención contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Nos encontramos frente a una
serie de nuevas formas de tortura que comparten una misma finalidad: la
destrucción de la persona humana.
N° de casos tratados por el ITEI entre 2016
y 2018
|
Violación a los derechos humanos sufrida
|
52
|
Falta de respeto a la presunción de
inocencia
|
48
|
Retardación de justicia
|
42
|
Extensión de la detención preventiva a un
período mayor a 6 meses
|
15
|
Allanamientos ilegales
|
14
|
Amenazas de la policía para obtener
información/confesiones
|
14
|
Tortura física
|
12
|
Amenazas dirigidas a abogados de defensa
|
10
|
Extensión de la detención preventiva a un
período mayor a 3 años
|
7
|
Acumulación de juicios
|
7
|
Desconsideración de necesidades médicas
durante el juicio
|
5
|
Amenazas a la familia de la víctima
|
La desesperación que experimenta la
persona detenida conlleva en numerosos casos secuelas traumáticas. Sin embargo,
no se limita al sufrimiento psicológico, allí donde emerge todo un abanico de
dolencias físicas, tales como artritis, hipertensión, asma y problemas
cardiacos. A su vez, los medios de comunicación suelen señalar lo que ellos
consideran cierto, sin pruebas válidas de por medio, vulnerando el derecho a la
reputación y dañando familias enteras, en particular a niños y niñas.
La gran mayoría de los funcionarios
judiciales ignoran las condiciones que se sufren dentro de la realidad que son
las cárceles bolivianas. Si, acorde a las palabras de Nelson Mandela, hay que
juzgar a las naciones por cómo tratan a sus reclusos, la mirada extranjera
debería juzgar severamente las acciones del Estado boliviano (tal y como lo
hizo el Subcomité). De tal manera, se ha hecho de la detención preventiva una
medida habitual, allí donde ha instaurado una operación automática e
injustificada, creando un alarmante nivel de hacinamiento, que ahora alcanza un
330%. Literalmente, los presos ya no caben en las celdas y los sufrimientos
biopsicososiales ya no caben en sus mentes ni en sus cuerpos. El Estado debería
estar avergonzado, así como también los jueces, fiscales y abogados que
permiten que esta nueva forma de tortura (que a su vez promueve la vulnerabilidad
a otras numerosas formas de tortura) continué.
Por lo expuesto, necesitamos ―ahora
más que nunca― una nueva especie de operadores de justicia, que sean:
- Honestos y competentes con una
mentalidad y ética profesionales;
- Respetuosos de las debidas garantías
procesales (con la finalidad de la administración de la justicia);
- Defensores en contra de todo tipo de
tortura y de malos tratos como método de investigación;
- Abyectos a las tentaciones de
soborno, a las presiones políticas, económicas y mediáticas;
- Exigentes de las condiciones y la
independencia necesarias para velar por el debido proceso.
Las organizaciones de la Coalición
Contra la Tortura ―con el respaldo del citado informe del Subcomité― recomienda
las siguientes acciones a seguir para las autoridades bolivianas:
- Que instituyan a prontitud un
mecanismo nacional de prevención que goce de una total autonomía financiera y
funcional en el ejercicio de sus funciones;
- Que otorguen al mecanismo nacional
de prevención los recursos suficientes para desempeñar su labor con eficacia;
- Que sigan detenidamente las demás
condiciones exigidas en el Protocolo Facultativo y en sintonía con las
directrices relativas a los mecanismos nacionales de prevención;
- Que aseguren una nueva legislación
que tipifique la tortura y otros malos tratos en concordancia con la Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
ADHESIONES
INSTITUCIONALES
Instituto de Terapia e Investigación
sobre las Secuelas de la Tortura y Violencia Estatal – ITEI Asamblea Permanente
de Derechos Humanos de Bolivia
Asamblea Permanente de Derechos
Humanos de La Paz
Comunidad de Derechos Humanos Sociedad
Boliviana de Ciencias Forenses
Capítulo Boliviano de Derechos Humanos
Democracia y Desarrollo
Adesproc Libertad GLBT
Libertades Laicas Red Iberoamericana
CLADEM Bolivia Colmena Juvenil
Centro de Estudios y Apoyo al
Desarrollo Local (CEADL)
Jumampi Lurata
Consorcio Boliviano de Juventudes
CONBOJUV
Mesa Departamental de Derechos
Sexuales y Reproductivos
Red de Lucha contra la Violencia de
Sucre
Comunidad de Productorxs en Artes
(COMPA)
Asociación de Residentes y Refugiados
Peruanos en Bolivia (ARPEBOL)
Católicas por el Derecho a Decidir
Psinergia
Centro de Servicios Agropecuarios
Técnicos Chuquisaca - CESATCH
Colectivo Rebeldía
Igualdad LGBTI
ONG Realidades
ADHESIONES
PERSONALES
Patricia Brañez Miriam
Granados Troche
Dirk Schmidt
Karina Flores de Schmidt
Jesús Loor
Carla Pamela Martínez Portugal. C.I.
4886786 L.P.
Paola Lorena Barriga Machicado
Roberto Peredo Palacios
José Luis Pardo Donoso
Eduardo León Arancibia
Marta Ticona
Dr. Eusebio Vera Apaza
Kathia Saucedo Paz
Wendy Cornejo
Patricia Guadalupe Flores Salinas
Karina Alcón Miranda. C.I. 9116412 L.P.
Gonzalo Sanjinés. Miembro del Comité
Impulsor hacia la Cumbre Social. Presente en la lucha de los productores de
coca.
Jenny Ybarnegaray Ortiz C.I. 2335810
L.P.
Alberto Moscoso
Angélica Siles Parrado C.I.477200 L.P.
Gloria Elizabeth Landaeta Rodriguez,
C.I. 963852 - Cochabamba.
Edgar Cadima Garzón C. I. 385549 L. P.
Oscar Bravo E.
Aggy Gonzáles
David Inca Apaza. Activista promotor y
defensor de los DDHH, fundador de la APDH Omasuyos Lourdes Sansetenea
Carlos Derpic Salazar C.I. 1271460 Pt.
Jhiery Fernández Sumi C.I. 4023781 Or.
Morelia Mamani Callisaya
Gloria Mendieta Ivica Tadic Pereira C.I. 2847294 S.C.
Jakelyn Liberata Tintaya Callisaya
Dominique Turpo E-4910558
Roxana María Cuevas Seláez
[1] “Informe
sobre el Estado de la Justicia en Bolivia 2018”, elaborado por la Plataforma
Ciudadana por el Acceso a la Justicia y los Derechos Humanos, apoyado por la
Unión Europea y la Fundación para el Debido Proceso, publicado abril de 2019.
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