La Amazonia y el Chaco arden
La
Amazonia y el Chaco arden
Raúl Prada Alcoreza
La Amazonia
La Amazonia es una vasta región de la
parte central y septentrional de América del Sur, abarca la selva
tropical de red hídrica de la cuenca del río Amazonas. Las contiguas regiones
de las Guayanas y el Gran Chaco también contienen selvas
tropicales, así mismo se les considera parte de la Amazonia. La selva amazónica
es el bosque tropical más extenso del mundo. Se calcula que su extensión
llega a los 7 000 000 km², distribuidos entre nueve países, de
los cuales Brasil y Perú poseen la mayor extensión, seguidos por Bolivia,
Colombia Venezuela, Ecuador, Guayana, Francia (Guayana Francesa)
y Surinam. La Amazonia se destaca por ser una de
las ecorregiones con mayor biodiversidad en el planeta[1].
El planeta
Tierra no puede entenderse sino como sincronización dinámica de ciclos
ecológicos y ciclos físicos, también químicos, de la misma manera, extendiendo
la mirada compleja, ciclos biológicos, que participan de las dinámicas de la
Vía Láctea, así como del multiverso, en sus distintas escalas. Se ha dicho que
los bosques son los pulmones del planeta. Esta metáfora ilustra sobre el ciclo
del aíre, así como sobre el ciclo del agua, también los ciclos inherentes a la
tierra. Para resumir, la producción del oxígeno y la absorción del carbono; por otra parte, los procesos biológicos de las plantas, así como de la fotosíntesis,
habla de por sí de la interdependencia de la vida en el planeta. Al respecto,
lo que llama la atención es el costo destructivo de la ecología planetaria por
parte de la civilización moderna.
La selva Amazónica se
desenvuelve en torno del río Amazonas y de su cuenca fluvial. Las
altas temperaturas favorecen el desarrollo de una vegetación tupida y
exuberante, siempre verde. El denominativo de pulmón del planeta, que
ostenta la Amazonia, no es eventualidad sino una causalidad; mantiene un
equilibrio climático: los ingresos y salidas de CO2 y
de O2 están armonizados. Los científicos dedicados al estudio del
medio ambiente, entre ellos los de la geografía ambiental, concuerdan en que la
pérdida de la biodiversidad es resultado de la destrucción de la selva, lo
que se hace patente con los efectos del “cambio climático”. La aparición en el
área del río Caquetá de un sistema anterior del bosque selvático, en
el que se utilizaron suelos de forma permanente “tierras prietas”, gracias a su
progresivo abono, muestra la compleja ecología de la Amazonia.
Toda la flora de la selva tropical húmeda sudamericana está
presente en la selva amazónica. Existen en ella innumerables especies de plantas
todavía sin clasificar, miles de especies de aves, innumerables anfibios y
millones de insectos. Las regiones geográfica-políticas de la Amazonia son,
comparativamente, de la mayor riqueza biológica del mundo; la presencia de
diferentes pisos ecológicos, en articulación con la cordillera de los
Andes, genera una gran cantidad de nichos ecológicos singulares, por lo tanto,
un alto índice de endemismos[2].
La cuenca amazónica comienza en la cordillera de los Andes; desde sus
nevados fluyen las fuentes del agua que conforman los ríos, los afluentes del
río Amazonas, conformando toda una red hídrica que alimenta a los bosques
selváticos y desembocan en el océano Atlántico. Entonces, tenemos que hablar de
ecosistemas integrados y complementarios, además de la variedad de pisos
ecológicos de las regiones andinas. Como anotamos más arriba, se puede
considerar también al ecosistema chaqueño como parte de la geografía amazónica,
entendiendo que se trata de continuidades boscosas, aunque en otras condiciones
climáticas y características, así como perteneciente a otra cuenca, la cuenca
de la red hídrica que se convierte en el río de la Plata, que desemboca en el
Atlántico sur.
La Amazonia, tomando en cuenta a los mamíferos, posee enorme cantidad
de especies, como los monos, el jaguar, el puma, el tapir y los ciervos.
En sus aguas viven dos especies de delfines, uno de ellos el delfín
rosado, el otro el delfín gris. Cohabitan reptiles, así como gran
cantidad de especies de tortugas acuáticas y terrestres, caimanes,
cocodrilos y multitud de serpientes, entre ellas, la anaconda, el
mayor ofidio del mundo. No hay otro ecosistema en el mundo con tanta
cantidad de especies de aves; entre estas destacan los guacamayos, tucanes,
las grandes águilas, como el águila harpía, además de otras muchas especies, exuberantes
en coloridos plumajes. Un 20% de las especies mundiales de aves se halla en el
bosque amazónico. Para los devotos del acuarismo, se trata de una fuente
que provee la mayor cantidad de especies piscícolas, que hoy en día pueblan
los mercados, comercios y acuarios del planeta.
Un 50% de las especies mundiales de plantas se halla en el bosque
amazónico. En las lagunas, a lo largo del río Amazonas, florece la planta Victoria
amazónica, cuyas hojas circulares alcanzan más de cuatro metros de diámetro. La
Amazonia está conformada por la conglomeración de bosques, donde habitan una
cantidad innumerable de árboles de todo tipo: itahuba, caricari, tajibos,
cedro, ruta barcina, mandrilo y otros muchos más. El 50% de las especies de
madera son exóticas. Existen muchas especies de plantas medicinales que pueden
curar toda clase de enfermedades, además de guardar secretos todavía no
descubiertos; entre las enfermedades curables se pueden mencionar, por ejemplo,
úlceras, asma, mordeduras de víbora, problemas sanguíneos, apendicitis,
problemas cardíacos, respiratorios, dentales, problemas digestivos; entre los
secretos curativos se encuentra el “ojo de gato”, entre los secretos bio-comunicativos
está la ayahuasca. En algunas lagunas
también existen variedades de liliáceas, ya nombramos a la Victoria
amazónica, que es la planta acuática más grande del mundo. Flores
silvestres de impresionante belleza y diversidad botánica, que dan colorido a
la zona, pueden ser encontradas a lo largo de toda las territorialidades
tropicales amazónicas, desde los ríos hasta el monte.
La superficie de la selva amazónica se ha venido reduciendo dramáticamente,
desde que se hizo una primera evaluación de la pérdida del bosque, partiendo de
un 20%, cuando se inició la deforestación al principio de la década de los
setenta. Los informes del Center for International Forestry Research (CIFOR)
señalan como causa al rápido crecimiento en las ventas de carne de res brasileña, el
mercado de carne vacuna ha acelerado la destrucción de la selva tropical de la
Amazonia. Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación de Tendencias Económicas
afirmó en una entrevista que "estamos destruyendo el Amazonas para
alimentar vacas". El 3 de abril de 2006 Greenpeace Internacional presentó
el informe Devorando la Amazonia; el informe describe la
deforestación que se está produciendo en la selva amazónica, con el objeto de
introducir cultivos de soja; esta soja es destinada a la exportación para
la alimentación de ganado, entonces, acaba sirviendo de alimento en
cadenas de comida rápida y supermercados. Entre el 2000 y el 2013, tan solo en la
Amazonía peruana se perdió un promedio de 113,056 hectáreas de bosque por año,
lo que equivale a perder 17 campos de fútbol por hora. En Brasil, durante el
gobierno de Jair Bolsonaro se ha incrementado dramáticamente la
destrucción del Amazonas[3].
En la Amazonia se plasma la complejidad
dinámica de la vida en su gran
variedad y diversidad integrada y creativa. La vida se muestra en sus entrelazamientos y tejidos articulados de
alta desmesura, la complejidad
comunicativa de los seres orgánicos como una polifonía vibrante y
cromática. La complementariedad de
los seres orgánicos y sus ciclos vitales evidencia niveles superiores de la inteligencia ecológica, la que supone
saberes biológicos, semiologías químicas e interpretaciones complejas, entre
sistemas autopoiéticos interpenetrados y entrecruzados. La civilización
moderna, la civilización de la muerte, que se desarrolla inscribiendo huellas
ecológicas, transfiere los costos irreparables a la naturaleza, empero, no contabiliza estos costos. Tampoco entiende
que lo que destroza no solamente son hectáreas de bosques sino la vida misma, integral y dinámica de la
Amazonia. Una ejemplo figurativo e ilustrativo; ocurre como cuando se van
amputando del cuerpo sus miembros, incluso peor, como cuando el cuerpo va
perdiendo sus órganos por la enfermedad, así como ocurre con el cáncer.
Entonces, tanto la amputación afecta al funcionamiento mismo del cuerpo; más
grave aún, la perdida de órganos incide en el funcionamiento del cuerpo hasta
convertirlo en disfuncional. La desforestación en la Amazonia, que se agrava
espasmosamente y espantosamente, en la medida que avanza desbordada, afecta al
funcionamiento integral de este continente ecosistémico, proliferante en nichos
ecológicos.
La principal
característica sudamericana es el gran desequilibrio en su distribución
demográfica. Mientras la inmensa mayoría de la población humana se concentra en
la costa, enormes regiones del interior quedan, en comparación, con bajas
densidades demográficas. Otra característica del subcontinente sudamericano es
su alta tasa de población urbana: tres de cada cuatro latinoamericanos viven en
una ciudad. La selva amazónica, además de la brasilera, peruana, boliviana y colombiana, no escapa a esta distribución desigual de la población
humana; la mayoría de los pobladores de la región amazónica se concentran en las
ciudades, al borde del río Amazonas; nombramos ilustrativamente, entre los
pocos ejemplos, a Iquitos, Leticia, Manaos, Belém de Pará, Riberalta, Guayaramerín.
La mayoría de los pobladores son colonos; sus descendientes son mestizos e
indígenas.
Las
principales actividades económicas que se presentan en el río Amazonas, en su
geografía acuática y terrestre, en su abigarrado ecosistema, tienen que ver con
la exportación del caucho y la madera; también la pesca es primordial en la
constelación territorial amazónica; se da lugar a variadas exportaciones de
peces hacia toda la región y el mundo. La agricultura y exportación de alimentos,
tales como la yuca, el plátano y el maíz, además de frutas típicas de la región
como el Copoazú, Carambola, Arazá, Asaí, la Guanábana, entre tantas; todo este
conglomerado de bienes hace parte de la diversidad de alimentos que produce la
Amazonia. La importancia de la Amazonía para la armonía y sincronización del
planeta es crucial; las ventajas son muchas, destaca la reproducción del ciclo
del aire, particularmente del oxígeno. Es fuente de oxígeno y filtro de asimilación
del CO2, conserva mucha agua, contiene multiplicidades singulares correspondientes
a la biodiversidad[4].
Las
sociedades humanas modernas han avanzado en los territorios amazónicos sin
establecer las relaciones armónicas y de complementariedades con los nichos
ecológicos, cuencas ríos, biodiversidad amazónica, como lo hicieron y lo hacen
los pueblos indígenas sobrevivientes amazónicos. La civilización amazónica, que
pobló el continente de la Amazonía hasta en la época de Tiahuanaco, supo
establecer la complementariedad entre
las sociedades humanas y las sociedades orgánicas, la armonía con los ciclos
vitales; se trataba de una civilización
ecológica. Si comparamos los saberes evocativos de aquél entonces con lo que
ocurre en la civilización moderna,
vemos que aquellos saberes alcanzaron niveles superiores, de los que está lejos
la civilización moderna, cuyas
ciencias, que es de lo que se puede jactar, se circunscriben a una división del
trabajo y especialización del conocimiento, que no logra visualizar la complejidad del planeta y del multiverso.
La actual crisis ecológica, que se ha
desenvuelto desbordante a niveles que amenazan la sobrevivencia humana, obliga
a un cambio de conductas y comportamientos de las sociedades modernas, para
reinsertarse a los ciclos vitales, clausurando la civilización moderna, si es
que quieren sobrevivir.
Desde el
punto de vista cultural la selva amazónica es una de las regiones más diversas
del planeta. Los pueblos autóctonos de la región pertenecen a diferentes grupos
lingüísticos, entre los cuales no se ha probado una relación filogenética
clara, lo que sugiere que tanto la diversidad cultural como lingüística se
remonta a una ancestralidad lejana. Entre las hipótesis interpretativas
cotejadas, se puede citar la que conjetura que esta diversidad pude deberse al
hecho de que no se conformaron sociedades con Estado. En la Amazonia no emergieron
sociedades estatales que incidan en un efecto homogeneizador en los planos de
intensidad culturales y lingüísticos. Los grandes grupos lingüísticos de la
región son:
·
Lenguas tupíes: la familia de
lenguas autóctonas actualmente más extendida, aunque parte de su expansión
dentro de la región pudo darse en un período reciente.
·
Lenguas ye: después de las
lenguas tupí es la familia más extendida en la región amazónica.
·
Lenguas caribes: familia que se
expandió probablemente desde la parte septentrional de la Amazonía, aunque
existen miembros de esta familia lingüística en el centro de la Amazonía.
·
Lenguas arahuacas: una familia
ubicada básicamente en la región circunamazónica propiamente dicha.
·
Lenguas pano-tacanas: Amazonía
suroccidental.
Además de
estas unidades filogenéticas de tipo lingüístico existen un número importante
de pequeñas familias de lenguas que no han podido ser adecuadamente conectadas y
vinculadas con ya citadas, por tanto, se consideran grupos independientes[5].
La
biodiversidad de los ecosistemas amazónicos se repite en la diversidad de
lenguas y pueblos. Es asombrosa la abundancia de lenguas y pueblos, mucho de
los cuales han desaparecido por el avance de las oleadas de la conquista
colonial, la expansión del mercado y la modernidad, la violencia de los
Estado-nación. La colonialidad continua su expansión destructiva, acompañada
por la desterritorialización de la modernidad, el mercado, el extractivismo y
la industrialización. Los pueblos sobrevivientes resisten y luchan por sus
derechos territoriales, culturales y de nación autóctona. Sin embargo, los
Estado-nación, en sus distintas formas de gubernamentalidad, sean neoliberales
o neopopulistas, se comportan colonialmente con las naciones y pueblos
indígenas. La correlación de fuerzas es adversa a la defensa de la vida, de la Amazonia, de las naciones y
pueblos indígenas. El futuro se dibuja catastrófico.
Se puede decir que Bolivia
es el país que tiene la mayor proporción espacial de su territorio en la cuenca
amazónica. Según datos del Tratado de Cooperación Amazónica, la superficie
amazónica de Bolivia cubre una extensión de 824.000 kilómetros cuadrados, que
representa el 75% de la geografía nacional, el 11.20 % de toda la cuenca
amazónica continental. La Amazonía boliviana se encuentra ubicada en los
departamentos de Beni, Pando, Santa Cruz, La Paz y Cochabamba. Los ríos de la
cuenca amazónica nacen en los nevados andinos, dan origen a uno de los más
importantes afluentes del Amazonas: el río Madera. La región tiene la mayor
diversidad étnica y cultural del país; es habitada por una treintena de pueblos
indígenas, cada uno de ellos con sus propias formas de organización
sociocultural e idiomas propios. La Amazonia boliviana es el espesor
territorial y ecológico de una diversidad biológica, que se despliega en una
extensa flora, además de una variada fauna. Bolivia es considerado el séptimo país
del mundo con mayor diversidad de aves, además del onceavo en variedad de
mamíferos.
La depredación, la
contaminación y la destrucción de los ecosistemas de la Amazonia boliviana ha
venido incrementándose en la medida que se ha intensificado el modelo colonial extractivista del
capitalismo dependiente, sobre todo en el periodo de la forma de gubernamentalidad clientelar de
Evo Morales Ayma. Entonces, la Amazonía boliviana no escapa al vertiginoso
avance de la depredación de la ampliación de la frontera agrícola, maderera,
del ganado, de la minería y de los hidrocarburos.
A la Amazonía Norte, caracterizada por su bosque tropical, siempre verde, de tierra
firme y ríos encausados, se la conoce como la región del Caucho; produce
importantes recursos naturales como la castaña, palmito, maderas finas, frutas
exóticas, especies medicinales, caucho natural, además, por otro lado, se
explota el oro aluvional. La llanura de Moxos presenta extensas
pampas, las que intermitentemente se ven inundadas por las aguas que bajan
desde la cordillera de los Andes. En esta zona, llamada “Varzea” se desarrolla
la industria ganadera y el aprovechamiento sostenidos de recursos
hidrobiológicos, como peces, saurios, tortugas. En cambio, la Chiquitanía, ubicada
en el área de la formación geológica del Precámbrico brasileño, presenta
ondulaciones boscosas, saltos de agua y estructura de mesetas. Aquí se
encuentra la zona de expansión agrícola más importantes del país, donde se
produce soja, algodón, caña de azúcar; también se hallan importantes
yacimientos mineralógicos e hidrocarburíferos. Por otra parte, la
Ceja de Selva, conformada por bosques que se deslizan, por
así decirlo, desde la montaña andina, es una de las zonas con mayor
biodiversidad; esta es conocida como los Andes Tropicales. Produce frutas
tropicales, coca, maderas preciosas y tiene una reserva importante de petróleo.
El Pantanal se encuentra al este del país; su
característica principal es la inmensa cantidad de bañados, además de pantanos,
ricos en fauna y flora. La zona también cuenta con una formación geológica rica
en minerales como el hierro[6].
La geografía política
de los Estado-nación se ha repartido el continente de ecosistemas y nichos
ecológicos de la Amazonia; sin embargo, esta artificialidad institucional jurídica-política
de la geografía estatal no puede separar las continuidades y los
desplazamientos de los ciclos ecológicos, aunque si pueden afectar a la
integralidad dinámica de los ecosistemas. La Amazonía norte, la llanura de
Moxos, la Chiquitanía, la Ceja de la selva y el Pantanal conforman la geografía
biodiversa amazónica, que se extiende más allá de la propia extensión
considerada como Amazonía, propiamente la cuenca hídrica del río Amazonas. La
Amazonía norte y las llanuras de Moxos se encuentran en el espesor mismo de la
Amazonía, en cambio la Chiquitanía, la Ceja de la selva y el pantanal son como
entornos articulados, desde la perspectiva del ecosistema de la Amazonía,
aunque desde la perspectiva de estos otros referentes geográficos son
ecosistemas singulares, que entran en relación con el impacto de la Amazonia en
el continente y en el planeta.
La Chuiquitanía
La Chiquitania es
el nombre dado equivocadamente a la extensa llanura de América del Sur del
Chaco húmedo, ubicada en la geografía política de Bolivia, en la zona
transicional ecotectónica entre el Gran Chaco y la Amazonia. En los llanos
de Chiquitos predominan talantes del bioma chaqueño. Los llanos de Chiquitos se encuentran al extremo sudeste
de Bolivia, abarcando gran parte del este del departamento de Santa
Cruz. Los límites septentrionales de la Chiquitanía corresponden
aproximadamente al paralelo 17°30' S y los meridionales al paralelo 20°S; los
límites occidentales, por su parte, están dados por la penillanura, que antecede
a la cordillera de los Andes. El denominativo de llanos de Chiquitos corresponde
al topónimo que deriva del nombre, dado por error, por parte de
los conquistadores españoles, a uno de pueblos pámpidos, que habitaba
el Chaco. A inicios del siglo XVI los conquistadores encontraron varias
aldeas abandonadas, les llamó la atención que las chozas fuesen construidas con
puertas de solo poco más de medio metro de altura. Esto hizo que los conquistadores
creyeran que sus habitantes eran pigmeos; los llamaran “chiquitos”. En
todo caso, de acuerdo con otras fuentes de información, lo cierto es que los
aborígenes chiquitanos, como es común entre los pámpidos, eran más altos
que los conquistadores. El pequeño tamaño de las puertas obedecía a dos motivos,
era una manera de mantener templada la temperatura interna de las chozas
respecto al frío clima de la intemperie y hacía fácil defender la entrada
de jaguares y pumas.
A pesar de
las latitudes tropicales, el Chaco goza de un clima relativamente templado,
que es efecto del constante intercambio de masas de aire muy cálido,
procedentes de zonas ecuatoriales por el norte, y de masas de aire fresco,
procedentes de la Antártida por el sur. La llegada de los llamados surazos
se ve favorecida por la extensa llanura de la región chacopampeana, de la
cual la Chiquitanía es en gran medida su sector más septentrional. Sin embargo,
las temperaturas anuales promedio son relativamente cálidas. Debido a su continentalidad
los llanos de Chiquitos presentan grandes amplitudes térmicas durante los
ciclos diurno-nocturnos, sobre todo, durante el apogeo del verano y el apogeo del
invierno. Antes de producirse los notorios efectos del crisis ecológica, la
Chiquitanía presentaba días bastante frescos, entre los 5 a 15 grados
centígrados, debido a los surazos, es
decir, los vientos que son continuación del pampero; por el contrario,
durante el estío la temperatura ascendía y asciende fácilmente a marcas que
rondan los 40 °C.
El encuentro de los frentes cálidos y frentes fríos sobre el relieve llano deriva en la explosión de tempestades en los momentos de cambio estacional; estas tempestades están acompañadas de copiosas lluvias, especialmente en los límites orientales y occidentales de la región chiquitana. El régimen de precipitaciones pluviales varía notoriamente de norte a sur, siendo los promedios anuales de 1.050 mm en el norte y de poco más de 600 mm en el sur de esta región.
Tal como sugiere el nombre de llanos de Chiquitos, el relieve de la región
es predominantemente llano, con un declive poco perceptible de oeste a este,
además de dos declives, también muy poco perceptibles, a modo de "techo de
dos aguas", que toman las direcciones opuestas norte y sur; estos declives
determinan el escurrimiento de las aguas, así como de las vertientes. El
declive hacia el este y el declive hacia el sur hacen que la mayoría de los cursos
fluviales de los mismos sean afluentes de la Cuenca Amazónica. Existen
algunas pocas y escasamente elevadas formaciones montañosas, la principal es la
pequeña y baja cordillera llamada serranía de Santiago, cuya cumbre es
el cerro Chochis (1290 msnm). Unos 150 km al sudoeste del cerro
Chochis; casi en la frontera paraguayo-boliviana se encuentra el cerro San
Miguel, de solo 780 msnm. Existen grandes zonas de hundimiento o
depresiones poco profundas. Ya se ha señalado que el Gran Pantanal es una de
las fronteras de la Chiquitania. Los bañados de Otuquis, un conjunto
de humedales que se encuentran en la frontera paraguayo-boliviana,
próximas a la frontera de Brasil, son afluentes del Gran Pantanal, por lo tanto,
pertenecientes a la Cuenca del Plata. En cambio, los más
extensos bañados de Izozog, ubicados en dilatado valle de hundimiento al
que afluye el río Parapetí, del cual sale el río San Pablo, debido a una
amplia curva de la falla tectónica, resultan tener aguas tributarias de la
Cuenca Amazónica, pasando por la importante laguna Concepción. Algunas de
las depresiones se han transformado en salinas. Los Llanos de Chiquitos
poseen pocos ríos permanentes, aunque algunos de ellos son de importantes caudales,
los ya citados ríos Parapetí y San Pablo, además del río Guapay; todos
estos tributarios del Amazonas. Al este, en la vertiente norte de la
Serranía de Santiago nace el río Tucavaca, que después de confluir con
el río San Rafael, continúa con el nombre de Bambural; este río
aporta sus aguas a los Bañados de Outiquis, a través de estos afluye con
el nombre de río Negro, al río Paraguay, siendo así todos estos ríos
parte de la Cuenca del Plata. También nace en la Serranía de Santiago el río
San Miguel, el que se dirige casi hacia el sur, sería asimismo afluente de
la Cuenca del Plata si sus magros caudales no se subsumieran en el centro
del Chaco Boreal dentro de territorio paraguayo.
La mayor
parte de los llanos de Chiquitos presenta una flora semejante a la de otras
regiones del Gran Chaco, esto es, un parque arbustivo con
abundantes especies de maderas duras y espinosas; repartidos entre los arbustos
y pastizales se encuentran árboles como las palmeras, especialmente yatay, palos,
borrachos, guayacanes, algarrobos americanos y quebrachos. Sin embargo, en la
zona norte de los Llanos de Chiquitos, especialmente formando selvas de
galería en las riberas y valles de inundación de los grandes ríos tributarios
del Amazonas, se encuentran grandes árboles de madera blanda, típicos del bioma amazónico;
entre ellos se cuentan, por su valor económico, la caoba, también se
encuentran especies arbóreas valiosas por sus aceites, esencias, bálsamos e
incluso el árbol del caucho en el extremo noreste de esta región.
Refiriéndonos
a la fauna, ésta tiene como principales exponentes al jaguar, animal focal
del bioma, el puma, los pecaríes, tapires, ocelotes, aguará guazú, el
yaguarundí, el aguarachay, ciervos como el guazuncho, el ciervo de
los pantanos; en las zonas despejadas se encuentran ejemplares de ñandú; en
los ríos y bañados, carpinchos, yacarés y nutrias gigantes. Fuera de los
citados yacarés abundan los reptiles, ofidios como la anaconda, la
yarará y la víbora de cascabel. La fauna aviar posee numerosísimas especies,
podemos citar a los tucanes, chimangos, guacamayos, jotes, urubús, águilas
harpía, halcones, buitres, pavas de monte, búhos, lechuzas como el ñacurutú o
grandes aves corredoras.
La economía
de los llanos de Chiquitos, a inicios del siglo XXI, aún se reduce a
la obtención de productos del sector primario, por ejemplo,
cultivos de soja, sembrados desde la década de los setenta; los más
antiguos de caña de azúcar y arroz, introducidos por la colonia, los aún
más antiguos, además de vernáculos, del maíz, la mandioca, llamada
yuca, además de frutas tropicales, bananas, ananás, mangos. La ganadería ha
sido principalmente extensiva de vacunos, cuyos orígenes se remonta a
las primeras oleadas de la colonización.
Por otra parte, el subsuelo de la Chiquitanía es rico en hidrocarburos y gas natural, así como en yacimientos de hierro.
Por otra parte, el subsuelo de la Chiquitanía es rico en hidrocarburos y gas natural, así como en yacimientos de hierro.
Hablando del
bagaje cultural, en la región llamada Chiquitanía, formada por las
provincias Ñuflo de Chávez, Velasco y Chiquitos, durante la restauración
de los templos misionales, fueron descubiertas más de 5.000 hojas con
partituras de música barroca, escritas entre los siglos XVII Y XVIII
por los naturales y por los misioneros. El Festival Internacional de Música
Barroca, que se realiza anualmente desde 1996, en las reducciones ha
atraído a músicos de América Latina y Europa. Seis iglesias, que dan
respectivamente nombre a las ciudades y pueblos en que están emplazadas, de la
región, San Francisco Javier, Concepción, Santa Ana, San Miguel, San Rafael y
San José, han sido contempladas por la UNESCO en 1990 con el título
de Patrimonio Mundial de la Humanidad[7].
La mal
llamada Chiquitanía forma parte del Chaco húmedo, que colinda al este con el
Pantanal, al sureste con el Chaco Boreal, encontrándose al norte la Amazonía,
pasando los llanos de Santa Cruz, y al oeste la compleja región andina,
conformada por cadenas de la cordillera de los Andes, los valles y el
Altiplano, además de los Yungas, las zonas subtropicales andinas. Hay que
considerar su composición socio-geográfica donde no solamente las ciudades y
los asentamientos humanos les han ganado espacios a los bosques, sino también
la expansión de la ganadería y la agricultura, sobresaliendo, recientemente,
los cultivos de la soja. También las carreteras y el ferrocarril cruzan su
territorio, además de los campamentos petroleros y gasíferos. Esta composición
socio-territorial despliega dinámicas concurrentes que rompen con la armonía
ecológica. En la actualidad, las presiones de la expansión agrícola han provocado
incendios devastadores en un contexto notoriamente definido por la crisis ecológica, que se nombra
eufemísticamente “cambio climático”.
Los incendios incontrolables que se registran en la Chiquitanía, en
Santa Cruz, han arrasado a más de 800 mil hectáreas de bosques, cultivos y
pastizales. La devastación ha dejado los más de seis mil focos de
calor que se registraron en lo que va de agosto en seis municipios: Roboré, San
José, San Ignacio, Concepción, San Rafael y San Matías. Se evidencia la
catástrofe ecológica en la muerte de animales silvestres; se puede ilustrar la
tragedia con fotografías de tortugas y armadillos carbonizados. Se dice
que lo que desató el incendio son los chaqueos, que buscan ampliar la frontera
agrícola. Las políticas del gobierno se han caracterizado por apoyar el avance
de la frontera agrícola; recientemente impulsando la “quema controlada” y la
promoción del biocombustible, así como la tala de bosques. En este contexto se
puede observar que los bosques se hacen más vulnerables, así como los
ecosistemas. Si tomamos en cuenta el incremento de la desaparición de hectáreas
de bosques en el periodo de gestiones del gobierno “progresista”, podemos
inferir que parte significativa de la responsabilidad de lo que ocurre recae en
el gobierno de Evo Morales Ayma. Ciertamente el modelo colonial extractivista
del capitalismo dependiente es uno de los factores desencadenantes de los
incendios dados, no solamente en la Chiquitanía, que se combina con otros
factores intervinientes, que tienen que ver con la crisis ecológica o
“calentamiento global”; sin embargo, el hecho de que estas políticas incentivan
la ampliación de la frontera agrícola y dejan en suspenso políticas
ambientalistas de protección, mucho más, políticas ecológicas de largo plazo, como
llevando leña al fuego, convierten al gobierno en un factor de incidencia
negativa.
Organizaciones ambientalistas alertaron del daño sobre más de 500
especies de fauna, algunas endémicas, después de difundirse las
primeras imágenes de animales muertos por el fuego de los voraces incendios,
que han consumido ya casi un millón de hectáreas de bosque, cultivos y
pastizales en el noreste y el sureste de Bolivia. Un último
reporte oficial del gobierno menciona que las llamas
han consumido más de 700 mil hectáreas en el departamento de Santa Cruz,
a causa de la quema de campos de cultivo, una práctica depredadora que en
Bolivia recibe el nombre de "chaqueo", con la equivocada creencia de
que la ceniza mejora la calidad de la tierra para la siembra. Uno de los
lugares más afectados es el Bosque Seco Chiquitano, un complejo de
biodiversidad endémico, donde también está la Reserva
Natural de Tucavaca, donde existen 554 especies distintas de animales,
distribuidas en 69 especies de mamíferos, 221 de aves, 54 de reptiles, 50 especies
de anfibios y 160 de peces.
Los ambientalistas han achacado
la responsabilidad al presidente Evo Morales por la aprobación de legislaciones
que dan luz verde a la quema de pastizales para la siembra, con el objeto de ampliar
la frontera agrícola, principalmente de soja. En efecto, un decreto supremo
del 10 de julio, del año en curso,
autoriza en los departamentos de Santa Cruz y Beni el
desmonte para actividades agropecuarias. La norma, emitida por el ejecutivo,
se sumó a una ley de 2016, aprobada por el Congreso, de mayoría oficialista,
que permite la quema de hasta 20
hectáreas de pastizales para pequeñas propiedades y propiedades
comunitarias.
Los incendios que se han generado
en la Chiquitanía, particularmente en el municipio de Roboré, han derivado en una emergencia medioambiental
que ha afectado la calidad del aire en esta región. Uno de los últimos informes
señala índices de concentración de material particulado que
supera los 310 microgramos
por metro cúbico a causa del humo.
En este trágico panorama, donde
claramente el gobierno tiene su responsabilidad, lo lamentable es que, en vez
de reconocer sus errores y enmendarlos, los encubre y utiliza la tragedia para
hacer campaña electoral, contratando un avión apaga incendios, ante el cuál los
jerarcas del oficialismo se sacan fotografías para la posteridad. Lo que no
parece que haga el gobierno, que es lo sensato, después de la catástrofe ecológica,
es derogar y abrogar sus leyes y decretos que incentivan el extractivismo
depredador, la ampliación de la frontera agrícola, la tala de bosques y hasta el
“chaqueo controlado”.
Conclusiones
Para situarnos en el momento, nos
encontramos en el presente dramático de la crisis
ecológica, que amenaza la sobrevivencia humana y la vida en el planeta. Es
en este contexto donde se tiene que evaluar a los gobiernos, a los Estado-nación,
a los organismos internacionales, a sus políticas compartidas y diferenciadas,
por Estado, por gobierno, por perspectiva ideológica. Un balance rápido nos
muestra fehacientemente que ninguna de estas entidades, instancias e
instituciones políticas del mundo ha tomado consciencia del peligro en el que
se encuentran las sociedades humanas y las sociedades orgánicas del planeta. En
consecuencia, tal como está la correlación de fuerzas en el mundo, donde los
Estado-nación, los gobiernos y los organismos internacionales dan la batuta, no
hay porvenir para la humanidad, a la que le espera un planeta inhabitable.
Otra enseñanza de lo que acontece,
la expansión dramática de los incendios en la Amazonia, en el Chaco y en el
Pantanal, es que tanto las expresiones políticas ideológicas de “derecha” y de “izquierda,
neoliberales, fascistas criollas, populistas, coinciden y comparten la
compulsión depravada de la destrucción de los ecosistemas en aras de la ilusión
del desarrollo.
La tercera conclusión tiene que
ver con el sorprendente comportamiento pusilánime de las sociedades y los pueblos,
que no hacen prácticamente nada ante el anuncio explícito, en términos de
síntomas ecológicos, de su desaparición. Podríamos decir, que se trata de un
comportamiento suicida, como si estuviesen seducidos por la propia magnitud de
la catástrofe.
Sin embargo, lo alentador, en
este trágico panorama, es la resistencia y la respuesta de colectivos, de
individuos, de voluntades colectivas, como los pueblos indígenas y las
agrupaciones activistas y ecologistas, que persisten con una voluntad inquebrantable
en la defensa de la vida y del planeta.
Si las sociedades y los pueblos
no toman consciencia del peligro en el que se encuentran, sino reaccionan y clausuran
la civilización moderna, la civilización de la muerte, no hay porvenir para la
humanidad, aunque la vida pueda continuar sin los humanos. En cambio, si lo
hacen, si su potencia social es impulsada por los activismos ecológicos, se
abre un campo de posibilidades donde el porvenir puede ser una plasmación de la
potencia creativa de la vida.
[1] Referencias: Amazonia o Amazonía, en el
Diccionario Panhispánico de Dudas. Primera edición (octubre de 2005). Guinness
World Records 2013 (en español). Según se cita en la
pág. 40. Fitzgerald, Eamonn (12 de
noviembre de 2011). «Announcing the provisional New7Wonders of Nature» (en inglés). Consultado el 12 de diciembre de 2011. Amazonía, el pulmón del planeta. WWF Global: Ecosistemas amazónicos. Ecoportal.net - Comer carne, ¿es sostenible? "Estamos destruyendo el Amazonas para alimentar
vacas"· ELPAÍS.com. «Devorando la Amazonía.».
Archivado desde el original el 3 de diciembre de 2009. Consultado el 7 de
noviembre de 2009. «Ministerio de Ambiente (2016). Tercera Comunicación
Nacional de Perú a la Convención Marco de las Naciones Unidas Sobre Cambio Climático,
pág. 112.». Tercera Comunicación Nacional de Perú. Reuters
(3 de julio de 2019). «Brazil: huge rise in Amazon destruction under Bolsonaro,
figures show». The Guardian (en
inglés británico). ISSN 0261-3077. Consultado
el 4 de julio de 2019. «Amazon Deforestation Is Fast Approaching a 'Tipping
Point,' Studies Show». The
Weather Channel (en inglés estadounidense). Consultado
el 2019-08-12. Ver Enciclopedia Libre: Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Amazonia.
[2] Ibídem: Amazonia.
[3] Ibídem: Amazonia.
[4] Ibídem: Amazonia.
[5] Ibídem: Amazonia.
[7] Referencias: Bosque chiquitano
(geobotánica). https://es.wikipedia.org/wiki/Bosque_chiquitano_(geobot%C3%A1nica).
Província Chiquitos: https://es.wikipedia.org/wiki/Provincia_Chiquitos.
Ecorregión terrestre bosque
chiquitano: https://es.wikipedia.org/wiki/Ecorregi%C3%B3n_terrestre_bosque_chiquitano.
Gobierno político y militar de
Chiquitos: https://es.wikipedia.org/wiki/Gobierno_pol%C3%ADtico_y_militar_de_Chiquitos.
Proyecto de departamentización de Chiquitos y Guarayos: https://es.wikipedia.org/wiki/Proyecto_de_departamentizaci%C3%B3n_de_Chiquitos_y_Guarayos.
Leer Los llanos
de Chiquitos: Enciclopedia Libre: Wikipedia.
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