La visión apocalíptica


La visión apocalíptica

Sebastiano Monada

















Visión del castigo y del fin del mundo
Descomunal venganza divina
Desata su furor cósmico en ciudades
Incendiando cielos y tierras
Destruyendo todo lo creado

Apocalipsis, antesala del juicio final
Terror sagrado, tormenta crepuscular
Cayendo sobre cuerpos martirizados
Ejército de ángeles exterminadores
Destrozando poblaciones aterrorizadas
Ante sublime espectáculo paralizadas
En la devastadora destrucción universal

Visión apocalíptica de consciencia culpable
Solo encuentra en aniquilación la salida
Solución final de verdugos, apóstoles de la nada
Según ellos hemos venido a morir
El ser está destinado a la muerte
En este abismo insondable se halla el sentido
Suicidio supremo ejecutado socialmente

El profeta anuncia la llegada del mesías
Vendrá abruptamente a castigar a los infieles
A los que desoyeron la palabra de la revelación
Descargará sobre ellos la espada de dos filos
Pagaran por haber sido seducidos por el demonio

Voceros de la amenaza y del terror divino
Azotan con látigos premonitorios
A poblaciones esclavizadas por la voz
De la inmensa oquedad anterior a los tiempos
Avanzan en columnas gimientes a la hoguera
Porque ese es el desenlace que espera
En la enhiesta puerta del averno

Se encuentran tan lejos de la vida
No la aprecian sino la temen
Como si fuese un castigo de Dios
Palpitante carne para martirizar
Cuerpo culpable anterior a todo pecado
En ulteriores acciones cometido

Monjes encapuchados deambulan como sombras
Profecías crepusculares flotando siniestras
Anunciando el fin de los tiempos
Mirando desde oscuridad inquisidores ojos de muerte
Caen garras y picotazos en cuerpos vulnerables
Despellejados furiosamente hasta encontrar la aurora
Caliente y calcina del esqueleto callado

Odian los remansos de la vida
Prefieren detener el caudal para construir represas
Odian la polifonía de pájaros en el bosque
Los prefieren disecados o en jaulas
Odian al jaguar merodeando en la selva
Prefieren matarlo y comerciar sus colmillos
Usados en collares protectores de la impotencia
Secular, extendida sequedad moderna
Industriosa constructora de desiertos
Odian las cuencas y los nichos del Oikos
Por eso las contaminan y depredan
Odian el aire limpio y fluyente
Por eso lo envenenan con sus gases
De calamitosa invasora muerte
Temen vivir por eso se adormecen
En espectáculos estridentes de la banalidad
Se comportan como jinetes del apocalipsis

Fariseos modernos, jueces celosos
Protectores del orden y de las tradiciones
Que consideran secretas tablas sagradas
Entregadas en penumbra del monte desolado
Condenan la herejía desbordada, vital
Porque los desnuda y desenmascara
Mostrando su condición desvencijada
Aterida a un pasado de patriarcas otoñales

Pretensión insostenible de caballeros vernáculares
Atados a prejuicios calados en los huesos
Desde los tiempos de la conquista y la colonización
Persisten en la inercia recurrente de la repetición
Del mismo gesto impuesto de dominación
Ha quedado varada en ruinas de la ilusión
De la nueva Babilonia incrustada en las selvas
Exuberantes en proliferante creación tropical
Y en las ceremoniosas cordilleras ondulantes
Danzando aletargadas melodías volcánicas
Imposible sueño oligárquico
Impuesto a fuego y sangre
En la diseminación del instante

La visión apocalíptica se clausura en bucle
Como escorpión clavándose su propia púa
Suicidio del ángel exterminador
Que quiere castigar a los infieles
Que quiere desterrar a los herejes
Solo logra hundirse en su propia agonía

























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